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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
Y el tiburón pagó, tal y como había prometido.

Claro que habrá sido más por las prisas que por ser un hombre de palabra, que si las circunstancias fueran otras, seguro que poco habría desembolsillado para tal fin. Pero no le quedó de otra que soltar la pasta, dejar que la mujer tomara sus porciones y aprovechar él a devorar un slice antes de tomar rumbo hacia el karaoke.

Gr... Gracias, shinobi-kun.. has sss... s... Sido muy bueno conmigo.

—Sí, bueno, otros no lo serán tanto. Así que a ver si aprendes a decir que no la próxima vez que un extraño te incite a asfixiarte el cerebro con esa mierda que fuman todos.

Cuando terminó su frase, escuchó el alboroto a unos cuantos metros después de cruzar la esquina. El frío que había sentido antes se le sacudió por completo, y se vio obligado a apurar el paso —con cajas de cartón en mano— hasta llegar a donde Skippy le esperaba, evidentemente ofuscado por lo que el camarero, según, le había dicho.

Finalmente, oteó a la mujer por encima de aquellas características gafas, e indagó sobre si estaba bien, o no. Kaido asintió y le extendió una de las cajas enteras para que comiera.

—Bueno, Skippy, creo que va siendo hora de recogernos. ¿En dónde te estás hospedando?
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#32
La muchacha acabó descolgándose del brazo de Kaido al verse tan cerca del local donde estaban el resto de sus amigas, como si aquello le diese fuerzas para continuar la noche pese a estar —esencialmente— drogada. Antes de despedirse, se inclinó sobre el gennin y le estampó varios besos en las mejillas, acompañados de agradecimientos balbuceados y palabras incomprensibles. Luego se despidió otra vez, abrió la puerta del karaoke y entró.

Skippy observó todo aquello con una risilla traviesa, tan propia de su expresión infantil, pero sólo cuando la chica ya hubo entrado y la puerta del bar se cerró tras ella se atrevió a hablar.

Ah, tío, ¡sí! Mis fans mi audiensia, seguro que pronto va a estar soñando con esa chica —le dijo a Kaido, dándole un par de codazos a lo compadre—. Pues que eres todavía muy hóven, ¿eh? ¿Cuántos años tiene?

Aunque hablaba por los codos hizo caso al gennin y, sacando un pequeño paraguas de dentro de su viejo yukata, abandonó la cobertura del techado. Abrió la sombrilla, sin preocuparse en ofrecerle siquiera un poco al Gyojin, y comenzó a andar.
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#33
La invasión personal a la que se vio sujeto el escualo transcurrió sin que se quejase de aquel manojo de besos y caricias desmedidas que la zorra le propinaba, probablemente a modo de agradecimiento. Teniendo en cuenta que su estilo de vida no le habría enseñado otras formas de decir gracias, Kaido no iba a ser el que evitara una muestra de afecto para con su persona, desde luego; y mucho menos después de los problemas que la mujer le había dado tras su desfallecimiento en el interior del local.

Tampoco pudo evitar ponerse tan morado como una ciruela, y echarle unas buenas vistas a las tetas de la chica antes de que se fuera. Estuvo a punto de darle una nalgada mientras partía a las puertas del Karaoke, pero la mirada introspectiva de Skippy-dono le acomplejó de hacerlo.

Ah, tío, ¡sí! Mis fans mi audiensia, seguro que pronto va a estar soñando con esa chica —le dijo a Kaido, dándole un par de codazos a lo compadre—. Pues que eres todavía muy hóven, ¿eh? ¿Cuántos años tiene?

Kaido echó a andar con él, sin preocuparse de la lluvia.

—Un ninja nunca es demasiado joven para nada, Skippy-dono. Que mañana en una misión te toca recibir la visita de la muerte, y no está bien haberse ido de éste mundo sin haber probado los placeres de una mujer, ¿no crees? —indagó, intentando sonar lo más convincente posible. Pero lo cierto es que Kaido era más virgen que el aceite de oliva más puro de Arashi no Kuni, pues su conejo aún no entraba en la madriguera—. yo tengo 15, ¿y tú?
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#34
Mientras caminaban bajo la ligera cortina de lluvia que empapaba las calles de Amegakure entre luces de neón, música de los bares y algún que otro borracho echando la pota en una esquina, el gennin de piel azul y aquel bizarro personaje formaban una pareja de lo más curiosa. Skippy parecía alegre, risueño, incluso más que de costumbre.

Ante la pregunta de Kaido sonrió de tal forma que parecía que la cara se le iba a partir por la mitad. Como si el chico le acabase de alegrar la noche. Como si ya esperara que fuese a preguntar eso mismo. Entonces, con un tono de voz melodioso y agudo, empezó a canturrear.

Esperado tantas horas por mis coleguitis... ¿Y qué pasa? Estoy un poco intoxicado, mira cómo estoy, mira cómo estoy —extendió los brazos mientras sonreía—. ¿Cuántos años tiene Skippy? No te puedo desir cuantos años tiene, ¿sabe por qué? Porque me siento tan bien pero soy muy jodidamente viejo y nadie sabe la verdad —chasqueó los dedos frente a la cara del Gyojin—. ¿Y sabe por qué? Porque me siento tan fantástico, estoy lleno de toxinas pero después expulsa las toxinas. El Taijutsu, comer joder, cerveza, carioqui, pizza, mis amigos.

Kaido se dio cuenta de que su discurso había adoptado un tono rítmico que Skippy marcaba chasqueando los dedos de su mano libre.

La vida, jodido estrés, dinero, intentando pagá el alquiler. Jodido bajón de tensión y joder, parriba pabajo. Los gatos, joder, hay que pagar las cosa hay que tener éxito, hay que buscar la vida. Hay que ser bueno con tus jodidos madre padre y los jodidos primos y los otros. Y no sí, nos ha aceptado, ¿qué te pasa?

Se acercó al muchacho hasta ponerse totalmente en frente de él.

Estoy de fracaso, ¿estamos parriba, estamos pabajo? ¡De dónde coño vamos!

Skippy chasqueó los dedos una vez más con un movimiento rápido que obligo al Tiburón a cerrar los ojos un momento por puro acto reflejo.

Cuando los abrió, aquel misterioso personaje ya no estaba allí. Por más que buscase no lo hallaría, ni allí ni en ningún lado. Eso sí, notaría en su bolsillo el peso de un pergamino de misión de rango D sellado como exitosamente completo.
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#35
Su interrogante desembocó en una de las tan características reacciones de su interlocutor. Y es que en cuanto empezó a tratar de explicar su edad, Skippy terminó yéndose por las ramas, realizando una actuación digna de alguien como él.

La vida, jodido estrés, dinero, intentando pagá el alquiler. Jodido bajón de tensión y joder, parriba pabajo. Los gatos, joder, hay que pagar las cosa hay que tener éxito, hay que buscar la vida. Hay que ser bueno con tus jodidos madre padre y los jodidos primos y los otros. Y no sí, nos ha aceptado, ¿qué te pasa?

Se acercó al muchacho hasta ponerse totalmente en frente de él.

Estoy de fracaso, ¿estamos parriba, estamos pabajo? ¡De dónde coño vamos!


Un chasquido melodioso. Y así, de pronto, la noche terminó tal y como había empezado. Con una fugaz desaparición, luego una tonada pegajosa acompañada además de una letra que no tenía ningún tipo de sentido. Pero así era Skippy, el hombre con fans, y audiensias.

Siempre intentando pagar el alquiler.

***

Aún ensimismado por la repentina desaparición de su contratista, Kaido hizo acto de presencia en la torre de la Arashikage a la mañana siguiente. Hizo entrega del pergamino que de alguna forma, avalaba por el tal Skippy que la misión había sido exitosa —que, a opinión personal, no sabía cómo catalogarla realmente, teniendo en cuenta que desde principio a fin se trató de uno de los encargos más extraños que hubiese tenido nunca, y ni hablar de su desenlace— y esperó además el pago de la misma, para poder despachar su azulado trasero a casa.

En el camino cantaría, inconscientemente, alguna de las frases más características del extraño personaje. Como cuando no puedes evitar repetir una melodía que puedes no recordar de dónde haberla escuchado.
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