26/02/2019, 20:20
Las garras de Nabi cayendo sobre su rostro. Los ojos de Datsue viendo su propio reflejo descompuesto antes incluso de que sucediese. No hacía falta ningún Sharingan para saber que le destrozaría la cara. Su preciosa cara. Lo único bueno que le quedaba en aquella triste vida.
Datsue no se consideraba una mala persona, pero hasta él reconocía que sentía un odio visceral por todo aquel que le golpease en la cara. Era algo instintivo, animal, que no pocas veces había culpado en broma a sus genes de Uchiha. ¿Parece exagerado?
Pues lo mejor está por venir. Y es que, justo antes de que Nabi le golpease, el Inuzuka captó un brillo en los ojos del Uchiha. En el ojo derecho, para ser más precisos. Y luego…
Una luz que lo eclipsó todo. Una bijūdama con forma de láser, con sus seis metros de ancho y que arrasó con todo a su paso. Con Nabi. Con Stuffy. Con media Villa y con todo aquel hijoputa que se atreviese a poner una mano encima de su rostro.
¿Una reacción exagerada? Ah, sí. Datsue se arrepintió en el preciso momento en que liberó la Bijūdama de Kokuo. Por todas las posibles muertes inocentes que había provocado. Pero, así era su naturaleza. No podía evitarlo. Como el escorpión en su fábula con la rana.
Nabi cayó sobre los escombros de la grada, las cenizas de su perro en su pecho. Notó que le faltaba algo. Una pierna. Un brazo. La piel le ardía como si le estuviesen quemando y cada diminuto hueso que le quedaba en su maltrecho cuerpo estaba roto.
Mientras tanto, en el mundo real, ese donde Nabi acababa de caer en el Genjutsu de Datsue, todo seguía tranquilo. Stuffy se había situado a la espalda del Inuzuka, convencido de atacarle a traición. No obstante, en aquel momento, ya no supo por qué iba a hacer semejante cosa.
Había recuperado el control.
Datsue no se consideraba una mala persona, pero hasta él reconocía que sentía un odio visceral por todo aquel que le golpease en la cara. Era algo instintivo, animal, que no pocas veces había culpado en broma a sus genes de Uchiha. ¿Parece exagerado?
Pues lo mejor está por venir. Y es que, justo antes de que Nabi le golpease, el Inuzuka captó un brillo en los ojos del Uchiha. En el ojo derecho, para ser más precisos. Y luego…
¡¡¡BAAAAAAAAAMMMMMMM!!!
Una luz que lo eclipsó todo. Una bijūdama con forma de láser, con sus seis metros de ancho y que arrasó con todo a su paso. Con Nabi. Con Stuffy. Con media Villa y con todo aquel hijoputa que se atreviese a poner una mano encima de su rostro.
¿Una reacción exagerada? Ah, sí. Datsue se arrepintió en el preciso momento en que liberó la Bijūdama de Kokuo. Por todas las posibles muertes inocentes que había provocado. Pero, así era su naturaleza. No podía evitarlo. Como el escorpión en su fábula con la rana.
Nabi cayó sobre los escombros de la grada, las cenizas de su perro en su pecho. Notó que le faltaba algo. Una pierna. Un brazo. La piel le ardía como si le estuviesen quemando y cada diminuto hueso que le quedaba en su maltrecho cuerpo estaba roto.
Mientras tanto, en el mundo real, ese donde Nabi acababa de caer en el Genjutsu de Datsue, todo seguía tranquilo. Stuffy se había situado a la espalda del Inuzuka, convencido de atacarle a traición. No obstante, en aquel momento, ya no supo por qué iba a hacer semejante cosa.
Había recuperado el control.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado