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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Más allá del mar, Kasukami presumía de tal magnificencia, que no tenía que envidiarle nada a grandes urbes cómo Notsuba o Tanzaku Gai. Esta gozaba de una marcada diferencia entre las clases sociales, notable en su infraestructura principalmente. Pocos podían decirse que estaban en un punto medio. Es aquí, dónde desembarcaba el genin con el ego más grande de todo Ōnindo. Llegó a un atracadero en un barco de pasajeros que traía a varios turistas y curiosos, pero él no venía a pasear en esta ocasión. No señor. "En la que me acabo de meter..." Su meta, llegar al barrio alto, que por esta vez, iba a poder darse un pequeño lujo por razones poco ortodoxas. "Ojalá y no termine igual que la última vez, porque peor no puede salir." Aquellos cinco días en el País del Viento fueron los más largos de su vida.

A inicios del Otoño...

La sala del hogar estaba sóla. La televisión estaba prendida a todo volumen, pero nadie estaba cerca para prestar atención. Iroha estaba distraída preparando la cena, mientras Minamoto aún no regresaba de su trabajo. Lo importante, estaba sucediéndose en la recámara del viejo Shishio. El anciano estaba parado frente al balcón, sin importarle que la lluvia estuviese mojando dentro del cuarto. Rōga, recostado de brazos cruzados en el marco de la puerta de la habitación, con los ojos filosos, casi cómo si quisiera apuñalar en la espalda al viejo.

—Es por Kid, ¿verdad? La razón por la cuál no estás solicitando apoyo por parte de la aldea— Escupió cada palabra.

Shishio no contestó.

—Me involucraste en un desmadre allá en Kaze no Kuni. ¿Ahora pretendes que vaya a ciegas fuera del continente a buscar no sé que chunche?— Volteó la cabeza al corredor, observando las gradas que iban al segundo nivel, esperando que su madre no se diese cuenta que no estaba frente al televisor.

—Dijiste que en Tanzaku Gai, alguien robó la pintura de las Montañas Dragón que iba a ser subastada. El donador, una tal Fundación Hakaze, ¿no?— Seguía sin verle.

El genin se dio la vuelta en un arrebato, tomó la puerta y la cerró con violencia detrás de sí.

—No me estás respondiendo lo que te pregunté. ¿Qué mierdas son esas armas de los Dioses Cardinales? Más aún, ¿por qué tú y ese tal Kid tienen tanta preocupación en protegerlas?— entonces, señaló con el dedo el bastón que yacía recostado al lado de la cama. —Esa cosa, es una de esas... Dime ya la puta verdad.

Shishio se volteó y posó sus ojos rabiosos en su propio nieto. Sin embargo, este no se movió y le mantuvo la mirada. Tenía ya mucho más carácter encima, así que suspiró al darse cuenta de que ya no era el niño idiota cómo solía llamarlo.

—Supongo que tarde o temprano te ibas a terminar enterando— El hombre caminó con parsimonia, sentándose en el borde de la cama. Juntó los brazos, pensativo. Observó la tormenta, a los altos edificios que se perdían en el horizonte. Su mente viajó al pasado, sus ojos vieron algo que no estaba allí. Otro suspiro, habló. —Kid fue mi hermano.

Rōga se turbó, abriendo un poco la boca sin poder pronunciar nada. Sabía perfectamente, que no podía ser de sangre. Sin embargo, siendo Yotsuki, era una revelación muy muy fuerte. Más que nada, porque eso significaba que Kid rompió su juramento al renegar de la aldea.

—Hace muchos años, Kid y yo conocimos a un anciano en el País del Rayo, quién nos mencionó que existían cinco armas forjadas por un clan que despareció junto al país al que pertenecían. Estas armas fortalecían al shinobi débil, y convertían a uno fuerte en una verdadera máquina de matar. Cada arma recibe su nombre en honor a una deidad que vigila un punto cardinal, aunque pronunciado en un lenguaje extraño pero que tiene sus equivalentes en nuestra mitología tradicional. Nos dijo que quién poseyera una de ellas, ostentaría el título de ser un Shitennō. En teoría, sólo pueden existir cuatro Reyes Celestiales. Esto es porque sólo alguien con el poder comparable a un Kage es capaz de poseer la quinta. Se nos dijo, que aquel que se convierta en un Rey Celestial, deberá proteger a las personas y velar por el bien con el poder otorgado, más allá de la lealtad de las aldeas.

—¿Entonces tú aceptaste ser un puto superhéroe?

Shut up! Déjame terminar— rechistó. —Los Reyes deberían unir fuerzas cuando un gran mal aparezca, pero lastimosamente muchos al conocer de su existencia sólo piensan en su beneficio. Así, las armas fueron escondidas en distintos templos de las antiguas Cinco Grandes Naciones. Se nos encargó, por tanto, salvaguardarlas. Nadie que fuese indigno debería convertirse en un Rey Celestial.

—Bendita bronca en la que te metiste. ¿Por qué Kid se exilió entonces?

—Esa historia va aparte y no nos interesa ahora, aunque a decir verdad, no me esperaba que Kid siguiera intentando protegerlas... pensé que se había olvidado de ese juramento, pero no sé que planea ese puto loco. En fin. Pasa que existe un mapa para cada arma, normalmente disfrazado de pintura antigua. Cuando yo robé el arma del País del Fuego, me la traje a Amegakure—. Ladeó su vista unos instantes a la pared, dónde se divisaba a un fénix sobrevolando una versión extraña del mundo, dónde el trigo crecía en las nubes y la tierra ardía. —La de Báihū, partimos el mapa en dos, siendo que yo conservaba una mitad y Kawaraga la otra. No esperaba que alguien más supiera de la existencia del mapa y lo asesinaran. El cuadro quedó entonces oculto en el templo, aunque fue destruido para siempre. Además, quién sea que atacó el casino en Tanzaku sabía que el mapa del Templo de Qīnglóng iba a estar ahí; me preocupa que alguien ya haya ido tras ella— Se estiró un poco y tomó el misterios bastón de escarlata y oro.

—¿Quieres que vaya a buscar el puto templo?— Refunfuñó.

—No. Quiero que vayas a investigar a esa tal Fundación Hakaze. La última vez que me cercioré, esa pintura estaba en un museo de Kasukami. Averigua cómo carajos la consiguieron. No tenemos información del ladrón, pero quizás y sólo quizás ellos sí. No es garantía y pueda que resulte absurdo y ambiguo, pero no hay más pistas.

—Y luego tú me llamas irresponsable a mí— Carcajeó el genin.

¡RŌGA BAJA AQUÍ AHORA MISMO Y APAGA LA MALDITA TELEVISIÓN! La voz de Iroha estalló, imperando por encima del ruido, de las paredes, y de la propia tormenta del exterior.

Whoops. Bueno, lo voy a hacer porque al menos lo puedo considerar un entrenamiento... Además yo no pude atrapar al ladrón en Tanzaku Gai, y eso si ya es personal. No me interesan tus viejos dilemas, esto es sólo por mí. Nada más— se giró, marchándose altivo.

—No hagas una tont... Bah, para que me esfuerzo.

...días después.

Ho ho! Me la voy a pasar en grande aquí— Pensó en voz alta mientras caminaba entre las calles del barrio alto.

Era cómo esas historias, dónde todo era demasiado perfecto para ser verdad. La gente iba bien vestida, las calles y los edificios denotaban pulcritud y lujo. Incluso las calles, con su empedrado de mármol tallado. El Yotsuki y su aspecto de maleante desencajaba y llamaba mucho la atención en aquel sitio, ganándose miradas reprobatorias de algunos transeúntes. "Que se jodan" Devolvía una sonrisa siniestra, ante lo cual algunos preferían acelerar el paso por miedo.

Se plantaría entonces en una calle llena de locales comerciales. Sin embargo, los restaurantes de la zona no eran nada a lo que hubiese visto antes. Había guardias, mientras los letreros parecían escritos en caligrafía fina. Los comensales iban todos con sus mejores galas, además de que los meseros estaban perfectamente uniformados y peinados, al punto que parecían todos gemelos. "El abuelo me dio dinero de su fondo de retiro pero joder... Que acá todo ha de costar el quíntuple que en el Distrito Comercial. Malaya comprarme algún cuerito fino, ya que estamos." Suspiró.

Se acercó a un restaurante que tenía un gran toldo, con varias mesas fuera del mismo para que los comensales pudiesen degustar al aire libre. Nunca iba a ver nada similar en su natal País de la Tormenta. "A probar suerte." Se sentó entonces en una de las mesas, tomando la carta y leyéndola a la espera de que alguien llegase a tomar su orden. "Nunca pensé que el abuelo actuaría a espaldas de la aldea." No el entraba en la cabeza que el siempre recto Shishio también tuviera sus secretitos.
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#2
—¿Da-damas de honor?— titubeé al escuchar la noticia, fue tan repentina que caí de lleno en el sofá de la cama —. ¿Las dos?

Ante mis esmeraldas yacía la figura de mi madre quien parecía estar más alegre y calmada con las buenas nuevas, sonrió con regocijo y asintió —. ¿Sabes cuanto tiempo hemos esperado que tu prima Sango formalice su relación?— Naoko se encontraba tan de buen humor que había pasado un par de horas en la cocina horneando unas galletas con chispas de chocolate, ahora mismo se encontraba comiéndose una de ellas con té frío, esto parecería normal en cualquier casa, con diferencia que a mi progenitora no se le daba bien el arte culinario, todo parecería normal sí las galletas no se hubiesen quemado y ella no se las estuviese comiendo así...

—Será un honor...— respondí con obligación, tenía muchos años que no veía a la familia de mi madre, había pasado tanto tiempo que ni lo recordaba, mucho menos a San-chan —¿Será incómodo? — suspiré, en mi interior esperaba que no.

—Lo mejor de todo es que ya notifiqué nuestra ausencia, así no tendrás ninguna excusa para no ir— soltó Naoko previendo algún pretexto de mi parte —. Partimos mañana, quiero llegar antes para descansar y relajarnos un poco, asegúrate de llevar todo lo necesario— no había más que decir, mi madre se fue, dejando en la mesa un plato con tres galletas chamuscadas —. ¡Y no creas que lo dejé pasar por alto, no quisiste probar mis galletas!

Unos días más tardes

El viaje hasta el País del Agua transcurrió normal, nos tomamos el tiempo necesario para llegar, era uno de los beneficios de haber salido con tanto tiempo de anticipación, sí, falta casi que una semana para el día del matrimonio, así de planificadora era Naoko, incluso había pedido un permiso por quince días, por sí había algún contratiempo, ¿qué podría ocurrir? ¿iban a secuestrar al novio o algo así? ¿quedaríamos varadas en una de las islas? ¿los barcos por algún extraño motivo no zarparían? Yo sabía que ante todas esas dudas en mi mente solo sabía un rotundo no, pero aún así mi madre era precavida, muy precavida.

—Bueno, admito que había olvidado como era la capital del país del agua— sí no lograba recordar la última vez que visité a mi tía y a mi prima, ¿como recordaría la ciudad? Bueno, sí recordaba algo, pero era totalmente diferente a lo que ahora tenía frente a mis ojos.

—Claro, sí te has negado a venir todas las veces que te he dicho o te han invitado, sigo sin entender porqué, con lo bien que te llevas con Sango— evidentemente era el momento oportuno para hablar del tema —. Entonces... ¿Pasó algo entre ust-

—¿No me comentaste que tenías que ir confirmar la reservación del hotel? — dije cambiando el tema de conversación con rapidez.

—¡¿EL HOTEL? Casisemeolvida!— corrió de un lado a otro buscando ubicarse, luego se detuvo en seco, parecía que recordó la localización exacta del lugar y entonces volvió, puso un mano en mi hombro y luego agarró mi equipaje —. Yo te busco, ve a curiosear un poco, quizá encuentres algo que te guste.

Y ahí me encontraba yo, viendo las vidrieras de las finas y lujosas tiendas de la capital, tenían ropa exquisita y diferente, más moderna, más juvenil, más colorida, ciertamente podría aprovechar para adquirir algunas «Definitivamente tengo que venir para acá con mamá» seguí caminando hasta que me topé de frente con un restaurante, mis entrañas se retorcieron y mi estómago rugió demandando comida, recordándome lo hambrienta que estaba.

Las mesas estaban al aire libre y bajo la protección de un gran toldo unicolor, me senté y busqué con mi mirada al camarero, en la mesa no había carta.
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#3
El Yotsuki estaba pendiente a la espera del mesero, ojeando mientras tanto el menú. "¿Ravioli? ¿Prosciutto?" Ahora entendía un poco a las personas que se quedaban con cara de tontos cuando él hablaba en un idioma que no entendían. "Mierda, que ni siquiera está cerca el puto camarero para que me explique que demonios es cada cosa, que si pido algo sin saber que es terminaré indigestándome." Bufó. "Para ser un supuesto sitio de lujo, la atención al cliente no es muy buena." Se sintió molesto por la tardanza.

Fue entonces que a través de los cristales negros de sus gafas una imagen familiar se le hizo presente, que menos mal no comió antes o terminaría con agruras. "NO WAY!" No tardó en reconocer aquel extraño look de huesos y calaveras. Además de que las ropas de la muchacha eran un tanto más reveladoras de lo que recordaba haber visto en Tanzaku Gai. "Es un jodido Déjà vu. Justo aquí, en otra lejana capital en otro jodido restaurante. ¿Pero por qué está en este sitio?" No creía que fuese demasiada casualidad, pero tampoco tenía nada que pudiera asociarla al crimen de la vez anterior.

El Yotsuki no era de sutilezas. Aún estaba ardido por no poder ayudar con el incidente del casino, aunque en parte culpaba a la chica porque según él ella en su egoísmo no quiso trabajar en equipo y todo terminó yéndose al caño. Es así, que quería dejar las cosas claras.

No dudó en levantarse de su asiento con una sonrisa malévola. Él portaba un atuendo muy distinto a cuando se conocieron la primera vez, pero si ella no se acordaba, se lo iba a rememorar a las malas.

Con la carta en mano, caminó con pasos fuertes hasta plantarse delante de ella. Su lenguaje corporal decía que estaba calmado, pero lo cierto es que estaba muy alerta. Normalmente no era tan patán, pero cómo dice el dicho, "hasta para caer mal hay que saber". Era consciente de que si la provocaba iba a poder reaccionar agresiva, además de que ella misma le confesó la última vez ser una kunoichi. Oh, pero esa vez si tenía muchas ganas de ser el malo de la película. Lo mejor, es que no tenía que hacer nada especial; bastaba con ser él mismo.

—Hooola, Pechuguita~ Canturreó coqueto, aunque de todas formas no recordaba su nombre. "Creo que ni siquiera nos presentamos el uno al otro." —¿Necesitas una de estas?— Apoyaría su brazo izquierdo en la mesa, dejando caer parte de su peso hacia ese mismo lado mientras alzaba el menú con la derecha, sacudiéndolo para que Mei lo viese mientras él mantenía enseñando su pícara dentadura. —¿O vas a hacerte la difícil cómo la última vez?— Remató con brutal honestidad.
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#4
«¿Dónde está? ¿Qué no me ha visto venir?» me preguntaba incómoda porque no venían a atenderme, normalmente tenía un poco de paciencia, pero tenía mucha hambre y mientras más rápido pudiera pedir más rápido podría saciar mi hambre. Seguí buscando con mis esmeralda por los alrededores hasta que me topé con un muchacho de vestimenta peculiar, se me hacía familiar, pero no lograba dar con él lugar en dónde nos vimos.

«¡Se está acercando!» me alarmé, mis orbes no se se apartaron de él al ver como se aproximaba.

—Hooola, Pechuguita~

«Ayy.. no...» reconocí su voz, lo recordé todo —. ¿Pechugita?— repetí, no sabía sí debía sentirme ofendida o halagada, lo que sí se acentuó fue mi incomodidad, mi rostro de coloró —. ¿Ah, así que tú eres el mesero?— dije jocosa cuando me ofreció la carta —. ¿No?

— Ah... Sí, ya recuerdo, tú eres de esos que buscan chicas fáciles y sentiste que tu orgullo se hirió cuando no pudiste con alguien como yo.
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#5
Rōga soltó una estruendosa risotada ante las palabras de Mei a la vez que daba manotazos a la mesa, principalmente, porque ella seguía recurriendo a los mismos argumentos baratos que la última vez, aún cuando él le dijo que no estaba para nada interesada en ella, muy divertido. "Es que se hunde solita" Jugarle en contra a palabras a Yotsuki, era muy difícil. Era cínico y no tenía reparos en admitir que cuando quería ser un abusivo, era uno muy despreciable.

—Ay par favar, ¿tengo cara de tener edad para andar preocupándome por mujeres?— En realidad, tenía un par de años menos de los que realmente aparentaba. —¿Te gusta cambiar la versión eh? La que se fue con cara de tomate porque no te quise seguir el jueguito fuiste vos— Puso su mano delante de sí en un ademán de intentar tapar su maléfica sonrisa.

Seguía siendo un niñato de once, aunque era uno bastante pícaro y atrevido, con muchas costumbres inapropiadas, pero que eso no le quitaba que apenas hubiese abandonado sus años de inocencia.

—Y no, no soy el mesero, yo no dejaría que una cualquiera vestida de ofrecida se sentara en mi restaurante— fijó los ojos en los senos de Mei mientras tiraba la carta al centro de la mesa. —Y yo que creía que este era un sitio de altura, mejor zafo— Se daría la vuelta cómo si quisiera irse, pero seguiría observando a la chica por el rabillo del ojo cómo medida de precaución.

Estaba más que satisfecho con lo dicho. Ya si ella quería rebatirle algo, iba a sacar artillería pesada. "Si ella no fuera tan pedante, yo no tendría que estar aquí metido en esta bronca. Hay cosas más importantes que podría reclamarle, pero ni siquiera se merece que me esfuerce por ella." Mantenía aún la guardia alta.
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#6
Le lancé una mirada llena de confusión a la par que miraba su acto primitivo de manotear la mesa «¿qué le sucede a este chico? sí que es inmaduro»

—Ay par favar, ¿tengo cara de tener edad para andar preocupándome por mujeres?

—Las apariencias engañan — fue lo único que llegue a decir ante tal aseveración.

—¿Te gusta cambiar la versión eh? La que se fue con cara de tomate porque no te quise seguir el jueguito fuiste vos

—Y tú pretendías que aceptara de buenas a primeras tu propuesta, pude haberla rechazado contundentemente, y aún así te di una oportunidad de lograr tu cometido, cosa que desaprovechaste.

—Y no, no soy el mesero, yo no dejaría que una cualquiera vestida de ofrecida se sentara en mi rest-

PLAF!

Mi cuerpo se movió instintivamente, me había puesto de pie y abofeteado al carajito en menos de lo que canta un gallo —. Vamos a ver sí aprendes a respetar, que yo me visto como se me da la gana, aprende a controlar esa lengua dije irritada —. Y esas hormonas también— advertí ante su descarada mirada a mi pecho.

Fui yo quien dio media vuelta antes de que él se marchase, yo sí me iría, sin mirar atrás, no tenía que aguantar esa falta de respeto. ¿Qué le pasaba a la gente? Primero la hermana de Ranko, y ahora el mamarracho este.
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#7
Al ver a Mei tener un arrebato de enojo, las comisuras de sus labios se elevaron por un instante. Desde un inicio buscaba desquiciarla y por eso estaba actuando con la guardia en alto. ”Tal y cómo lo planeé..." Era más fácil alegar inocencia cuando la violencia la inició el contrario.

Para la sorpresa de la Aburame, Rōga demostraría tener una presteza mucho mayor de lo que aparentaba. Antes de que su mano llegase a su mejilla, este reclinaría el rostro hacia atrás en el último segundo mientras usaba su mano contraria para sujetar la muñeca de la uzujin y aprovechar su propia fuerza cinética para acercarla y tenerla a tiro mientras su otro brazo recubierto de un misterioso rayo de color plateado impactan en el abdomen de la joven con muy malas intenciones.

"Oh, ella me atacó primero y no sabía que podía hacerme. Una vez dijo ser una kunoichi pero nunca se identificó como perteneciente a alguna aldea." Pensaba cínicamente en su excusa, soltándola luego del impacto.

Aquello probablemente desataría pánico entre los cercanos y no tardarían en llamar a una autoridad, pero eso no iba a quitarle la satisfacción. Simplemente quería dejarle clara su postura a la chica, en respuesta a la vez que ella dijo estar a su altura y que podía defenderse sola. No usaría toda su potencia por si acaso, pero se contuvo para evitar consecuencias mayores.

No diría nada, simplemente se relamería al verla.


Estado de Rōga

Vida

200/200


Chakra

162/210

-48



Fuerza: 30 • Resistencia: 30 • Aguante: 30 • Agilidad: 30 • Destreza: 60
Poder: 40 • Inteligencia:
50 • Carisma: 40 • Voluntad: 60 • Percepción: 40

¤ Raiton: Superman Punch
¤ Elemento Rayo: Puñetazo del Súper Hombre
- Tipo: Ofensivo
- Rango: S
- Requisitos: Yotsuki 60
- Gastos:
  • 24 CK
  • (multiplicable x2)
  • (multiplicable x3)
- Daños: 40 PV
- Efectos adicionales: Deja inconsciente al oponente bajo ciertas condiciones (ver descripción)
- Sellos: -
- Velocidad: Muy rápida
- Alcance y dimensiones: El usuario puede saltar hasta 3 metros.
Jutsu insignia original de Shishio y heredado a Rōga, dotado de gran peligrosidad pese a su simpleza. La técnica concentra una gran cantidad de chakra raiton en un sólo puño, para que luego el ejecutante de un veloz salto con el fin propinar un brutal puñetazo a su rival que además le electrocutará. Esta técnica resulta especialmente efectiva si se busca golpear en la cara al oponente.

La versión multiplicada al máximo, si da de lleno en la cabeza, dejara inconsciente al objetivo durante los siguientes tres turnos, víctima del impacto y la descarga eléctrica. Esto sólo ocurrirá media vez su PV sea igual o inferior al 40%. En el caso de un civil este podrá ser noqueado únicamente con recibir de lleno la versión multiplicada x2 sin cumplir la regla de PV.


Garra de Lobo: 13-4 de Resistencia =9PV
80PV de Superman Punch.
[Imagen: 7FT8VMk.gif]

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#8
Mi mano abanicó cariñosamente la nariz del enano quien reaccionó a tiempo para evitar mi bofetada, y no solo la evitó, sino que logró capturar mi muñeca con un agarre doloroso —. ¡Ay!— balbuceé sorprendida por el jalón, luego vi el inminente puñetazo de destellos plateados acercarse a mi.

—¡¡AAGGHH!!— vociferé en el momento en que el dolor me invadió, el corrientazo recorrió desde mi estómago hacia todo mi cuerpo arrebatandole suplicios a todos mis músculos. Cuando él me liberó de mi garra caí de platanazo con mis manos sobre mi abdomen, gimiendo del dolor y desconcertada por el repentino impacto.

Tras unos largos segundos que tomé para poder recuperarme, posé mis manos en el suelo usandolas como soporte y sentarme —. ¿ESTAS LOCO? ¿QUÉ TE PASA? ¿POR QUÉ ME GOLPEAS?— grité histérica, mi rostro demostraba una mueca entre dolor e ira.

Sí la gente no se había percatado de la escena, ahora quedaría más que claro que yo era la victima. ¿Era evidente, no? Él viendome, estando de pie, una vista totalmente superior, yo tirada en el piso con algunas lágrimas que salían solas de mis ojos.

Los chismosos se habían detenido a mirar la escena, incluían a todos los que estaban cercanos, el murmullo de la gente se hacía cada vez más alto; los no chismosos pasaban caminando pero disminuían el ritmo para ojear la situación y seguir su trayecto; y los cobardes y quienes temían por su integridad se marchaban.

—Ayudenme por favor, este sujeto me está faltando el respeto y después de golpea— supliqué a las personas que estaban a nuestro alrededor, luego intenté ponerme de pie.

«Maldito»


PV: 91/180
-89

CK: 200/200


• Fuerza: 30
• Resistencia: 40
• Aguante: 40
• Agilidad: 40
• Destreza: 30
• Poder: 40
• Inteligencia: 40
• Carisma: 50
• Voluntad: 30
• Percepción: 40

Recibidos: Garra de Lobo = 9PV, Superman Punch = 80 PV
Ocasionados:
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#9
En efecto, algunos transeúntes salieron huyendo mientras otros se acercaban tímidamente a la escena. Incluso un par de guardias de seguridad del restaurante y un mesero acudieron de inmediato ante los gritos ocurridos en las afueras del sitio.

Y sin embargo, Rōga no perdía la sonrisa mientras se encogía de hombros. Quizá lo único molesto es que ahora se acababa de fichar una malísima referencia en ese sector. "Bueno, algo habré de encontrar en el distrito bajo. De todas formas por aquí es muy caro." Menos mal no era muy exigente.

—¿No dijiste la última vez que podías defenderte sola? Al final sólo sirves para llorar— observó de reojo a los trabajadores que se acercaron.

El mesero de inmediato corrió hasta Mei para socorrerla.

—¡Señorita! ¿Está usted bien?— Intentaría ayudarla a mantenerse en pie. —¡No lo dejen ir!— ordenó rápidamente.

Dos guardias altos y musculosos intentaron flanquearlo por cada lateral, a una distancia de tres metros cada uno, dispuestos a lanzarse en cualquier momento.

—Que quede claro que yo no golpearía a una civil inocente. Y no me intentes negar ahora que no eres shinobi, porque si no fueras ninja ni siquiera estarías consciente— observaba a los guardias de seguridad que se acercaban al sitio.

Sin embargo, el no parecía afectado en lo más mínimo. Estaba igual de tranquilo y sonriendo en su regocijo de verla acorralada.

—Así que vas a recurrir a involucrar extraños... Pero no tengo ganas de perder el tiempo— le guiñó el ojo y le tiró un beso.

Los guardias arremetieron contra él, pero este simplemente saltó dos veces hacia atrás, dos metros con cada salto. Igual, tenía las de perder si intentaba dialogar. "Media vez esté buenorra todos le harán ojitos." Suspiró.

—¿¡Qué pasó aquí!?— dijo alarmado el trabajador. —Hay una clínica cercana para que la traten, no se preocupe— dijo condescendiente.
[Imagen: 7FT8VMk.gif]

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#10
—¿No dijiste la última vez que podías defenderte sola? Al final sólo sirves para llorar

—¡Ni siquiera te conozco!— respondí con una voz frágil, evidentemente a consecuencia del dolor.

[su=seagreen]—¡Señorita! ¿Está usted bien?—[/sub] dijo un muchacho que acudió a mi ayuda, tomé su mano y terminé de levantarme —. Me duele mucho el estómago— admití mientras mis manos seguían en mi vientre.

—¡No lo dejen ir!

Advertí la presencia de dos sujetos altos que siguieron las orden del primero, aproximándose por ambos francos del enano.

—Que quede claro que yo no golpearía a una civil inocente. Y no me intentes negar ahora que no eres shinobi, porque si no fueras ninja ni siquiera estarías consciente— se excusó en aquellas palabras, que a pesar de ser verdad, parecía que nadie le creía, porque la escena fue diferente, tal y como yo pensaba, vieron a un antisocial golpeando a una dama, con eso era más que suficiente —. Así que vas a recurrir a involucrar extraños... Pero no tengo ganas de perder el tiempo— me guiñó el ojo y entonces expulsó un repugnante "beso" de sus labios.

—Púdrete imbécil— maldije cuando el aliento lo habría recuperado.

—¿¡Qué pasó aquí!? Hay una clínica cercana para que la traten, no se preocupe

—Ese bruto me golpeo sin razón alguna— expliqué al trabajador —. No sé que habría pasado sino vienen a ayudarme— mis orbes seguían firmes en el enano, esperaba a que se retirara —¿Por dónde me dijo que estaba la clínica?— pregunté mientras seguía viendo de soslayo al antisocial.

«Esto no se quedará así»
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#11
El genin enarcó una ceja al ver la actitud de la kunoichi, la cuál parecía querer escaquearse de la situación por alguna razón. "¿Porqué? ¿Qué está ocultando? Entonces empezó a maquinar cosas en su cabeza, pues quizá no fuese una casualidad que ella estuviese justamente en el país. "Un minuto... Ella fue delante mía el día del robo; ¿no será que todo el tiempo fue una cómplice? Y entonces frunció el ceño borrando la sonrisa.

—No intervengan o me veré forzado a defenderme— ordenó lo más autoritario posible.

—¿¡Pero que te pasa maldito enano!?— defendió a Mei el mesero.

Sin embargo, Rōga ignoró la alegata y siguió observando a la kunoichi.

—Vos. ¿Qué tuviste que ver con el robo del cuadro de las Montañas Dragón en Tanzaku Gai?— su tono juguetón había desaparecido y ahora estaba muy serio. —Responde por las buenas, porque si crees que voy a detenerme por estos tipos a los que estás manipulando estás muy equivocada. Dime qué demonios pasó el día de aquel crimen.

Si bien al inicio sólo quería humillarla, la actitud sospechosa de Mei le hizo disparar las alarmas. "Una kunoichi sin bandana en medio de un asalto... Cómo mierda no lo pensé antes..." Ahora sí que se había puesto en postura de batalla.

Los guardias estaban alerta al ver que se mostraba agresivo.

—Les pido por favor que no interfieran. No quiero lastimarlos, pero si se interponen en mi camino no me van a dejar opción. No pienso dejar libre a una posible criminal— aseveró.

—¿De qué está hablando este niñato?— pareció confundido.

El asunto se había vuelto un terrible malentendido.
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#12
Sin embargo, el enano no terminaba de marcharse, al parecer tenía otra cosa en mente y se quedó ahí, noté como su estúpida sonrisa desaparecía para dar lugar a un ceño fruncido.

—No intervengan o me veré forzado a defenderme— ordenó lo más autoritario posible.

—¿Defenderte de qué? Sí el único que está atacando aquí eres tú— respondí más irritada, me separé del mesero y me erguí, aunque el dolor en mi abdomen se no había marchado, ya me sentía un poco mejor.

—¿¡Pero que te pasa maldito enano!?

—Vos. ¿Qué tuviste que ver con el robo del cuadro de las Montañas Dragón en Tanzaku Gai? Responde por las buenas, porque si crees que voy a detenerme por estos tipos a los que estás manipulando estás muy equivocada. Dime qué demonios pasó el día de aquel crimen.

—Para empezar, ¿quien te crees que eres para golpearme? Sin siquiera disculparte, ¿quién te crees que eres para interrogarme?— dije aún más seria que él —. Identificate, luego pídeme perdón y después veré sí me da la gana de colaborar contigo— exigí.

—Les pido por favor que no interfieran. No quiero lastimarlos, pero si se interponen en mi camino no me van a dejar opción. No pienso dejar libre a una posible criminal.

—¿Osas levantar calumnias contra mi?— sí las miradas mataran... —¿No te dije que cuidaras tu lengua?— mi indicé acusó al enano, pero... ¿era él a quien realmente apuntaba? Sí el antisocial se atrevía a voltear la mirada vería que a aproximadamente tres metros detrás de él se encontraba una mujer más alta que él y que yo, de cabellera negra y larga, piel clara, tenía un semblante serio y desafiante, en su frente reposaba el protector del espiral y en su mano reposaba uno igual; ella no venía sola, no, un ejercito de mil bichos volaban a su alrededor, dando un aspecto más intimidante.

—¿Alguien me puede explicar lo que está sucediendo?— Naoko caminó hacia mi, seguida de todos sus insectos y entonces dejó el metal en mi mano —. ¿Cuantas veces tengo que decirte que debes llevar la bandana?— me reprochó.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo, mi mamá tenía cara de pocos amigos, ¿cuanto tiempo tendría ahí? Ni yo me había percatado de su presencia.
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#13
En un momento determinado, el Yotsuki se percató de que alguien más estaba presente. "¿En qué momento llegó aquí y qué son esos insectos?" No le preocupaba que fuese una shinobi de gran calibre, le preocupaba que fuese de la Espiral. "Qué no me joda." Observó atónito cuando la mujer le entregaba la otra bandana a la chica. Oh, en esos momentos le dieron muchas ganas de encontrar un poste para darle de cabezazos por la gran cagada que acababa de cometer, pero ahora no le quedaba más que tragarse la vergüenza. "Por Amenokami, la que se va armar." Se llevó la palma a la cara y el manotazo resonó en el aire.

—¿PORQUÉ NO ME DIJISTE DESDE UN INICIO QUE ERAS DE UZU?— Se dejó caer de sentón al piso, negando con la cabeza mientras se quitaba las gafas y procedía a restregarse los ojos para reflexionar. —Pensaba que eras una kunoichi errante. La puta madre...— no sabía ni por dónde empezar. —Cómo mierda voy a explicar esto— resopló y rodó los ojos para luego observar a la jounin. Aunque ya le había exigido una explicación, no estaba seguro de cómo responder.

—Ella, ella gritó porque el niño la atacó. Y luego él dijo que ella era una posible criminal— dijo un intimidado mesero ante la ausencia de palabras por parte de los dos genin.
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#14
La presencia de Naoko hizo que la tensión del ambiente se acentuase más, mucho más, a tal punto de que se desquebrajase lentamente, para posteriormente dejar fluir aquella ráfaga que venía acompañada de cierta paz y seguridad para mi, después de todo estaba bajo la protección de mi madre.

El enano se quedó perplejo y sin palabras, hasta que cayó en cuenta el grave error que había hecho —¿PORQUÉ NO ME DIJISTE DESDE UN INICIO QUE ERAS DE UZU?— vociferó histérico, mis esmeraldas le siguieron hasta el suelo, escudriñaron sus ojos, me mantuve en silencio —. Pensaba que eras una kunoichi errante. La puta madre... Cómo mierda voy a explicar esto.

—Ella, ella gritó porque el niño la atacó. Y luego él dijo que ella era una posible criminal— soltó el mesero mientras miraba a la kunoichi de elite.

—¿Desde un inicio?— repetí seca —. No lo preguntaste, me golpeaste y luego te regocijaste por tomarme con la guardia baja, me insultaste— recordé y me acerqué lentamente a él, la rabia se sentía en mi voz —. ¿En algún momento pediste explicaciones? ¿Me preguntaste de forma protocolar? ¡¿Tenías que hacer un escándalo para que todos supieran!?— ahora era yo quien estaba llamando la atención de todos los demás.

Naoko por su parte parecía no querer dar más largas al asunto, por lo que se acercó también hacia nosotros, aunque su semblante se mantenía serio, transmitía cierta paz y tranquilidad —. Aburame Naoko, jounin, ella es Aburame Mei, genin— se presentó de una forma no tan cordial, pero era suficiente para la situación que teníamos en frente —¿Con quien tenemos el placer?— exigió lo que era justo, que él hiciera lo mismo.

Yo no tenía derecho a la palabra, lo sabía, me mordí la lengua para evitar seguir llamando más la atención, sí es que eso era posible.

—Yo me haré cargo de la situación, pueden volver todos a sus actividades ordinarias, no hay nada que ver aquí— sentenció a la gente de los alrededores —. Gracias por su colaboración— dijo al mesero, despachandole.

—Les recuerdo que estamos en tiempos de paz entre las tres grandes, estamos en alianza y en unión, y no está bien visto que nuestros ninjas se golpeen entre ellos, menos que se interpongan en sus labores— eso último lo dijo viendo al enano, palabras directas para él —. Me es imposible hacer la vista gorda ante tal acción y los exhorto a que unan lazos, que se comporten a la altura— sentenció.

Lancé una mirada cargada de rencor al antisocial, no dije nada, cerré nuestra brecha y extendí la diestra, todo aquello con una expresión facial que denotaba inconformidad.
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#15
Pese a los griteríos de chica, al muchacho de la lluvia se le entraba por un oído y se le salía por el otro, con una cara de póquer ante las alegatas de la muchacha que se hacía la víctima y la digna, probablemente confiada de que al tener a una superior de su propia aldea tenía asegurada la razón en la discusión. "¿En serio tiene la sinvergüenza de hablarme así?" La observó de arriba a abajo.

—Ajá. ¿Al verme la placa no se te ocurrió decírmelo tú misma?— "Pues parece que no, porque en su lugar quisiste mentir y te pusiste a fingir ser una civil que no sabía nada e involucraste a los cercanos para escudarte tras ellos." No lo dijo, pero lo pensó. No quería echar más leña al fuego en todo aquel malentendido.

Fue entonces que la mujer se presentó y también lo hizo por la muchacha. "Wait, tienen el mismo apellido. ¿Serán familiares? Quizá la madre o la tía, o quizá sólo una sensei de su mismo clan." Aquello cambiaba un poco la siatuación, pues notaba cómo la chica de Uzushio aguardaba con sumo respeto hacia la de cabellos azabache. Sin embargo, en cuanto le preguntaron su nombre, el interruptor se activó. No importaba que fuese una situación jodidamente seria, era superior a él, un instinto tan primitivo cómo la libido o el hambre. Se puso de pie y se irguió recto, cruzó el pie derecho detrás de su pierna izquierda, sosteniéndolo sólo con la punta de los dedos. Con la mano zurda tomó la esquina inferior de la chaqueta y la alzó delante de sí con aire gallardo mientras extendía el brazo diestro en horizontal con la palma apuntando hacia arriba. Manteniendo aún la seria expresión y su filosa mirada, pronunció su nombre.

King Rōga Completó con expresión estoica para luego recuperar una postura más normal.

Ante la presencia de la mujer, el resto de los curiosos se dispersaron de la escena, aunque no sin cuchichear sobre lo sucedido.

—Fue un malentendido por ambos lados, pues procedí acorde a mis sospechas. Créame que no intentaría provocar un incidente entre integrantes de la alianza—. Él fue el primero en cerrar la boca para no causar problemas entre las aldeas durante el incidente en el País del Viento, que si bien la injuria por el otro lado fue mayor, también conocía muy buenas personas en la Espiral, así que estaba curado de espantos con eso.

Fue entonces que la otra genin hizo un ademán de hacer las paces, aunque no de forma sincera. No se inmutó en lo más mínimo y la observó.

Él vio odio en sus ojos, vio insatisfacción en su rostro. Fue entonces que se recordó de la vez que se disgustó con Daruu cuando le acusó de ser un traidor, pero que al final lograron entenderse mutuamente. Pensó entonces, que si aceptaba darle la mano en ese preciso instante, no sería algo genuino de corazón de parte de ninguno de los dos. A él no le gustaba ser deshonesto, por lo que si quería una reconciliación de verdad tenía que tragarse el orgullo.

Fue así que no correspondió el apretón. En su lugar, se agachó de rodillas, manos al suelo y con la frente en el piso. Odiaba siempre las normas de conducta, pero sabía que la reverencia dogeza era la única manera de mostrar que en verdad estaba arrepentido.

—Por el honor que mantengo como shinobi de la lluvia, lamento la ofensa cometida, Aburame— Se mantuvo de cara al suelo, pronunciando aquello solemnemente.
[Imagen: 7FT8VMk.gif]

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