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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
»Espacio para usuarios nuevos«

Era una tarde tranquila de Entretiempo. El viento había llevado algunas hojas secas a la plazuela donde se encontraba Ranko, en la Torre de Ocio, y las hacía bailar. Ranko solía evitar ir a la Torre sola, pero tal parecía que la estación había calmado los ánimos de los habitantes de Kusagakure, y no había muchas personas por los alrededores.

Vestía una blusa de largas y anchas mangas, mucho más casual que su usual atuendo de combate. Su pantalón, sin embargo, era del mismo estilo de artista marcial de siempre. La chica de la trenza llevaba una flauta de madera a sus labios y soplaba, moviendo suavemente sus dedos. La plazuela se llenaba entonces de una melodía lenta.

Hacía mucho que no practicaba la flauta, y aquél era el lugar perfecto: una hermosa vista a la aldea, pocas personas pasando por los pasillos de la torre, una temperatura agradable y solo el viento haciéndole compañía en la plazuela.

"Pocas veces se siente una paz así…" pensó, mientras paraba y regresaba al inicio de su canción para ensayarla de nuevo.
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#2
Como de costumbre, Bant se quedó dormido de nuevo sobre un pergamino en blanco que esperaba pacientemente ser manchado con un arte que no llegaba desde hacía unos días.
El pincel yacía en su mano, tambaleándose por la falta de fuerza de ésta causada por el sueño. Pocos segundos después, el pincel cayó.
El ruido que produjo no fue estridente, pero fue lo suficientemente fuerte para despertar al joven.
"Vaya, otra vez... Será mejor que salga a tomar el aire."

Salió de casa, vestido como de costumbre con una capa cerrada que ocultaba su fina figura, botas, y el pelo liso, cayendo sobre su frente, pero despeinado por su despreocupación.
Tras horas encerrado decidió que sería una buena idea salir en busca de inspiración y superar ese bache llamado síndrome de la hoja en blanco (más propio de escritores, aunque Bant se lo atribuía cada vez que no lograba dibujar algo de su agrado en menos de una hora).
El día era calmado, ni un rastro del viento que días atrás había removido cada árbol de la aldea, dejando finas sábanas agujereadas fabricadas con hojas de tonos otoñales. Sonrió. La naturaleza siempre sacaba lo mejor de él.

Puso rumbo en dirección a la Torre del Ocio, donde creyó poder encontrar estímulos suficientes para después plasmarlos en sus pergaminos.
Cuando se acercó lo suficiente, un débil sonido acarició sus tímpanos. "Música..."
Hacía tiempo que no se detenía a escuchar una melodía, e instintivamente, sus piernas empezaron a andar en dirección a la música que oía, centrando toda su atención en su oído, olvidando por completo sus otros sentidos.
Cuando llegó, vio a una chica con una trenza, haciendo bailar sus dedos como si de piernas minúsculas se tratasen, sobre los agujeros de una flauta de madera.

Se acercó como un gato que se acerca a un humano por primera vez: sigiloso, curioso... Pero, obviamente, ni rastro de miedo.
Decidió que sus palabras sólo conseguirían romper esa melodía que le producía tanta paz, así que decidió sentarse lo más cerca posible sin estorbar a la chica, y empezó a dibujar.
—Hablo—”Pienso”
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#3



Ranko se dejó llevar por la música. Cerró los ojos mientras sus dedos se movían, acompañados por el susurro del viento. Se detuvo, sumamente relajada, y decidió volver a comenzar la melodía.

Sin embargo, justo cuando abrió los ojos vio a un chico joven, de cabello azul muy claro, que entraba a la plazuela. El corazón de la chica se alteró, como si hubiese descubierto que toda la torre estaba en llamas. La melodía se agudizó y aceleró un poco, pero ella no tardó en recuperar el ritmo. El chico se notaba curioso, aunque Ranko intentaba no prestarle atención, e imaginaba que estaba solo de paso. No obstante, él se quedó. Y más aún, se sentó cerca de ella.

"¡AAAH! ¿Por qué tan cerca? ¡Hay mucho espacio en la plazuela!" pensó, mientras el rubor y las perladas gotas de sudor aparecían en su rostro. No. Está bien, Ranko. Tranquila. Sólo… Sólo viene a relajarse. ¿Ves? Se sentó y no ha hecho sonido alguno. ¡No tienes nada de qué preocuparte!"

Ranko se detuvo, mas no tardó en tocar de nuevo, desde el inicio de la melodía. Pudo ver de reojo que el chico comenzaba a trazar algo en papel.

"¿Es un artista? ¿Un dibujante? Me pregunto qué estará dibujando… ¿Y si me está dibujando a mí? ¡AGH! ¡Pero si soy una mala modelo! ¡Sería mejor dibujar…! Ahm… ¡El paisaje de Kusagakure! Bueno, sí es mucho trabajo dibujar tantos edificios… ¡O la Torre! ¡No a una chica dizque-flautista sentada en el suelo de una plazuela! No. No, cálmate. Podría estar dibujando gatitos. ¡O conejitos! Sí, eso es. Conejitos. No te preocupes, Ranko. Tranquila."

Pero no se tranquilizó del todo, y se notaba, pues la melodía comenzó a escucharse dispareja y poco concentrada al cabo de un minuto. Ranko quiso salir de la duda y preguntarle qué hacía, mas pensó que sería muy maleducado interrumpirle.
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#4
La inspiración corría por sus venas, como si el viento que emergía de la flauta fuera una brisa llena de colores que acariciaba el papel, llenándolo de emociones convertidas a tinta.
Por una vez, Bant se dejó llevar por su oído para dibujar, tanto que a los dos segundos de sentarse sus ojos se cerraron.
También por primera vez, se mostró despreocupado y tranquilo, y sin siquiera observar el resultado, abrió lentamente los ojos y los fijó en la chica.

Un ligero rubor cubría su tez, y su expresión facial parecía desconcertada, mirando de reojo e intentando descifrar qué escondía el pergamino.
Sin vacilar un instante, el artista giró el dibujo y mostró su obra:

En su dibujo se podía discernir la silueta de la flautista, y acercando la vista, parecía incluso que sus dedos se movían sobre el dibujo. Del instrumento, emergían cientos de mariposas de alas completamente diferentes, pero todas de una belleza equitativa, que parecían salir de la hoja dispuestas a posarse sobre la mano del observador.

Nada que ver con su expresión facial, Bant sentía cientos de emociones cuando se sumergía en el arte (ya fuera música, danza, arte gráfico...), y su mejor método para exponerlas era el dibujo.

Cuando la melodía cambió, fruto del nerviosismo que su presencia había podido ocasionar sobre la artista, el dibujante decidió levantarse, y con su mejor (media) sonrisa, dio un paso hacia ella y extendió su mano izquierda, ofreciéndole el pergamino que acababa de decorar.

Quiso evitar mirarla demasiado tiempo, pero desprendía inocencia por los poros, hecho que atrajo tanto su mirada que olvidó su plan inicial de desviarla para no incomodarla. Evitó hablar hasta que ella dejara de tocar la flauta, pues siempre consideró irrespetuoso romper el silencio cuando un músico se está expresando.
—Hablo—”Pienso”
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#5
Después de un rato de practicar sus respectivas artes por separado, el chico le mostró lo que había estado haciendo.

"¡AAAAAH! ¡SÍ ME ESTABA DIBUJANDO!" pensó Ranko, y su melodía se aceleró un poco sin querer. Vio entonces su silueta en el papel, y todas la mariposas que surgían de su flauta. Se preguntó si las diferentes alas representaban lo irregularmente que estaba tocando en ese momento.

No pudo sino interrumpirse cuando el joven se le acercó y le tendió el pergamino que le había enseñado.

¿P-para m-mí? —La castaña bajó la flauta y tomó el papel con mano temblorosa. Estaba incluso más hermoso de cerca. Lo admiró por unos segundos antes de alzar la vista brevemente hacia el artista —. ¿S-soy yo? G-gracias…

"¡Por supuesto que eres tú! ¿Quién más está tocando la flauta aquí? ¿No pudiste pensar en algo mejor qué decir?"

Pero no, Ranko no pudo pensar en algo mejor qué decir. Estaba sorprendida, de buena manera, y halagada de que alguien hubiese hecho algo tan lindo basándose en ella.

Gracias —repitió después de dos segundos —. M-me llamo Ranko. Sagisō Ranko. U-u-un gusto.

No había escuchado palabra alguna de los labios del chico, y por un momento sospechó que era mudo, como la amiga de aquella chica de Amegakure.
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#6
Cuando la chica vio el dibujo por primera vez, Bant pudo sentir cómo el tempo se aceleraba ligeramente. "Quizás no debí moverme hasta que la canción acabase".

Una vez se acercó, ella detuvo la música. Tras un breve instante de respiración, le agradeció por su obra, con un tono dubitativo, casi tembloroso. "Definitivamente, debí esperarme a que acabara... Así que Ranko... No me suena su nombre."
No era rara esta situación, toda la memoria que tenía para sus estudios y el arte, restaba totalmente desaparecida cuando se trataba de caras o nombres.

—No hay de qué. —dijo mientras se frotaba el pelo con una mano—El dibujo pertenece a aquél que lo ha inspirado, yo soy solo un intérprete con una mano capaz de plasmar esa inspiración.—En cuanto acabó la frase, se arrepintió de ella. Siempre hablaba de una forma tan rebuscada... Que la mitad de las veces intimidaba, y la otra mitad, repelía.

Decidió remontar tras esa perla de frase y mostrarse más cercano. Pensó que debía presentarse ante todo, y tratar de ayudarla en su nerviosismo de forma pasiva, por ejemplo, evitando la cortesía de dar la mano, gesto que para muchos puede presentar dificultades.
—Yo soy Bant. Inoue Bant. Encantado de conocerte—Cuando la miró de cerca, pudo observar que era una chica alta, lo cual le sorprendió por un instante (pensamiento que se disipó en cuanto recordó que entre los chicos nunca ha destacado por su altura).

"Primer objetivo conseguido, ahora sólo debo buscar un tema de conversación adecuado para la situación..." Su mirada descendió del rostro ligeramente cabizbajo de Ranko y se topó con un Hitai-ate decorado con el símbolo de Kusagakure. —Veo que eres una kunoichi de la aldea, y por tu edad y tu vestimenta deduzco que eres... ¿Genin? En todo caso, yo lo soy.—Separó su flequillo, siempre despeinado, dejando a la vista su bandana. Entonces llegó a una conclusión: todavía no había visto a nadie sentir el arte de esa forma dentro de la academia. Sonrió.—¡Es genial ver a otros artistas entre los ninjas de la aldea!
—Hablo—”Pienso”
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#7
Ranko se apresuró a ponerse de pie y dedicarle una breve reverencia al chico.

M-mucho gusto, Inoue Banto-san —la chica casi no se daba cuenta, pero había ciertos nombres que se le dificultaba pronunciar, especial aquellos con sílabas extranjeras, como el King de Rōga. Agradeció de nuevo el dibujo, poniéndose mucho muy nerviosa.

No sabía qué responder a lo de ser la dueña del dibujo. No se sentía tan inspiradora como para que alguien la hubiese dibujado de manera tan bella, y no tenía nada qué darle a cambio, más que, tal vez, tocar la melodía que estaba practicando de nuevo. Sin embargo, le alegró saber que Bant era también un genin, pues el shinobi era al menos un idioma que podían hablar en común.

S-sí, lo soy. Ge-genin, quiero decir… Artista… N-no sé. Sólo practico. No creo… No c-creo poder considerarme u-un… Una… ehm… músico.

Recordó a su amigo Hanamura Kazuma y la vez que participaron en el concurso de poesía de manera anónima. Se preguntó si eso también la hacía una artista. Sin embargo, no lo mencionaría, pues era algo que se llevaría a la tumba. Posiblemente porque moriría de la pena si lo contaba.

¡P-pero Inoue-san di... dibuja muy hermoso!
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#8
Ranko hizo una pequeña reverencia, a la cual Bant decidió corresponder imitándola.
Titubeaba al hablar, al igual que a la hora de considerarse un artista. El dibujante se sorprendió por la actitud de la chica, ya que sus oídos acababan de presenciar caricias procedentes del instrumento, y ante eso no podía negar la realidad.

—Para mí, un artista es cada uno que consigue transmitir sentimientos a través de una expresión artística, y el que lo hace a través del sonido es un músico. Así que para mí, ¡eres una artista!— Sonrió.

Decidió meditar durante un ligero instante, era la primera vez que se encontraba ante otro Genin desde que salió de la academia, tenía tantas curiosidades, tantas preguntas a hacer... Decidió respirar y hablar pausadamente, no quería sonar ansioso a pesar de sus infinitas ganas de saber más.

—¿Sabes? Todavía no he realizado mi primera misión, es algo que desconozco y que espero vivir muy pronto.— Arqueó las cejas, mostrando interés, mientras una curva se dibujaba en sus labios.— ¿Tú ya has estado en alguna?
—Hablo—”Pienso”
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#9
Se le hizo conmovedor que alguien desconocido le considerara una artista, así que Ranko le dedicó otra reverencia, casi sin querer.

G-gracias —dijo por tercera vez. Era la primera vez que alguien la elogiaba sobre su música, pues rara vez tocaba por mucho tiempo, y mucho menos frente a otros. Curiosamente habían sido sólo un par de ninjas de Amegakure quienes la habían escuchado.

Tendría el dibujo en mano, junto a su flauta, pues no sabría dónde ponerlo. ¿Doblarlo, enrollarlo? No, no quería maltratarlo mucho. ¿Colocarlo en el suelo? ¡Qué falta de respeto! Se movió un poco en su lugar. ¿Cómo proceder? Después de un momento se sentó otra vez al lado del chico, algo indecisa.

”Tranquila, Ranko, es sólo un chico de la aldea. ¡Lo has hecho antes!”

S-sí, he hecho un par. Quisiera ha… hacer más, s-sólo que a veces… No sé —Eso era verdad. No sabía que fuerza interior (o divina) evitaba que fuese a solicitar más misiones. No: sí sabía —. C-creo que no tengo la… la iniciativa suficiente para solicitar más.

Soltó una risita que se notaba nerviosa a leguas. No lo había pensado, pero ella nunca había solicitado una misión. Simplemente su madre se las había asignado, y Ranko había aceptado. Suspiró y recordó la petición de Sora de unirse a su equipo, y cómo lo tomaría su madre, bajo cuya tutela había entrenado toda su vida.

¡S-son experiencias interesantes! Te ponen a prueba. De… de una u otra forma. ¿Planea Inoue-san… ahm… —Jugueteó con su flauta y pasó la yema del pulgar izquierdo por el borde del papel. No quería sonar metiche —solicitar alguna m-misión pronto?

"¡Ah! ¡Te acaba de decir que quiere vivir una pronto! ¡No hagas preguntas redundantes!" se regañó mentalmente, tensándose.
Pensamientos (Plum) Diálogos (PaleVioletRed)

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