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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#76
Ranko seguiría la soga y el hombre del carromato tiraría para ayudar. Tras lo difícil de hacer que la kunoichi la tomara acercarla a la cabina fue una tarea sin muchas complicaciones. La ayudó a agarrar la escalera para que pudiera pasar al frente, a la cabina, y quedará sentada entre el conductor y su acompañante.

¿Y tú quién eres?— él que llevaba las riendas de los caballos haría la misma, y básica, pregunta que su compañero.

Déjala tomar un poco de aire, que no tengo ni idea cómo hizo para alcanzarnos con los caballos a esta velocidad. Está bien que no sean los más rápidos de Oonindo pero...

No empieces a hablar que luego no paras, si la muchacha llegó hasta aquí por el barba cómo me dijiste antes entonces debe de ser importante. Déjala hablar.

Los dos hombres esperarían en silencio a una kusajin que ya comenzaba a recuperar ligeramente una respiración normal y por primera vez en largos minutos podía estar tranquilamente sentada.
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#77
Unos segundos después de respirar profundamente, y después de escuchar a los dos hombres, Ranko logró hablar.

M-me llamo... Me llamo Sagisō Ranko... M-mi compañero Yamanaka Karamaru-san y yo ha-hablamos con Asuko Yamato-san. Y-y-y acordamos a-ayudarlo. Nece... Necesitamos ir a Gero pa... para ello. E-el... El Barbas-san nos dijo q-que alcanzáramos e-este carromato... C-creo que llegamos u-un poco tarde y... Y yo pude adelantarme, ¡p-pero Karamaru-san se quedó detrás! —Tomó un par más de respiros profundos, intentando normalizar su acelerado corazón —. ¡Le-les suplico que se de-detengan s-solamente un momento! ¡S-s-sólo para dejar q-que Karamaru-san nos alcance! ¡Así podremos ayudar a Barbas-san y a Yamato-san!

Karamaru tenía muy preocupada a Ranko, y realmente no había sido su intención dejarlo detrás. Esperaba que aquellas personas pudieran ceder por algunos minutos para que ambos genin pudiesen llevar a cabo su misión juntos.


Agotamiento: 0
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#78
Los hombres escucharon con atención; el conductor con la mirada seria y firme en el camino y su acompañante con la suya puesta en la muchacha. Se tomaron unos segundos para responder, intercambiaron miradas casi que pasándose los pensamientos de cada uno sin mediar palabra.

Conocemos a Asuko, conocemos al barba, sabemos de los problemas en los que andan envueltos. Si sobrepasó la discresión contigo y tu compañero para contarles del tema entiendo que eres de confiar, no se dejaría ayudar por cualquiera dado los tiempo que corren. Será una leve desviación realmente pero no sería mucho problema llevarte hasta Gero. Eso sí, una vez que toman carrera estos muchachos no se paran, andamos con unos horarios un tanto apretados. Lo lamento por tu compañero pero tendrá que buscar su forma de llegar a Gero, ya demasiado milagro que pudieras tú sola alcanzarnos.

¿Más rápida que estas líneas de caballos? Un logro digno de mención.

Hiromasa— señalo al conductor que saludo con un leve gesto de la cabeza— Fudo.

Se terminó por señalar a si mismo antes de recostarse en su asiento y acomodarse para lo que sería un largo viaje. En la tranquilidad de su asiento las figuras de aquellos hombres eran más claras, a la vez que sus voces. Ambos de voz ligeramente grave, típicas de un hombre con unos cuantos años ya en su historial, y flacos. Pelo negro, corto, ojos del mismo color y unos atuendos poco elegantes. Narigones, ojos saltones, orejas chicas. Si no fuera por la actitud que emanaban y los colores de la ropa poco se podría hacer para diferenciarlos a ambos.

Un placer, Sagiso Ranko.
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#79
Los hombres entendieron su encomienda y le explicaron que no podían detener a los caballos, amén de sus ajustados horarios. Ranko suspiró.

"Si no mal recuerdo, había otro transporte unas horas más tarde. Espero que Karamaru-san me perdone por haberlo dejado así atrás. ¡Qué vergüenza de mi parte por abandonarlo!"

U-un gusto, Hiromasa-san, Fudo-san —Ranko les dedicó una pequeña reverencia a cada uno —. Mu-muchas gracias por ayudarme.

"Pero fue lo correcto, ¿No? Tenemos esta misión y era importante alcanzar Gero. Si llego antes, comenzaré a buscar pistas antes. ¿O debería de esperar a Karamaru-san? ¡Siento que fui yo quien lo arrastró a esto! Aunque si logramos resolverlo, si ayudamos a Yamato-san, la prima de Karamaru-san estará con su amado de nuevo, y Karamaru-san estará feliz de haber ayudado a su familia, ¿No? ¿No?"

Se quedó sentada en silencio, recuperando su aliento de a poco. Se sentía mejor, pero para nada podría alcanzar a esos caballos de nuevo. Sólo oraba a los dioses porque su compañero Amejin siguiera la misión.

Di-Disculpe… ¿A cuánto se e-está de Gero?


Sunshin no Jutsu: 1 turno. (-20 Aguante)
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#80
Los muchachos se miraron y se rieron sabiendo que Ranko seguramente esperaba una respuesta positiva. "Unas pocas horas", "Un ratito y nada más" podían ser palabras dulces pero no era para ellos así. Tal vez yendo directamente hacia allí era todo más rápido y esas afirmaciones eran ciertas, pero no lo eran para esos hombres transportistas.

Unas cuantas horas. Largas horas.

Casi un día para ser más precisos.

Sí, siendo positivos. Yo diría que un poco más, todo depende de que tanto tardemos en descargar y demás. Hay que pasar por otros lados, ¿sabes?

Viaje largo e incómodo de esos que te pegan al asiento y donde estás obligado a quedarte dormido en las posiciones más incómodas conocidas por el cuerpo humano. Al menos había algunas pocas paradas en unos pueblos para estirar las piernas, descansar del movimiento de la carreta y del monótono sonido de los caballos pateando el suelo. El buen clima era al menos alentador si es que uno buscaba ser positivo. Era una buena manera de conocer un país y su gente, también.

En cada pueblo que paraban buscaban uno o dos bares para abastecerlos de distintos tipos de alcohol. Bajaban cajas, se firmaban unos papeles y de nuevo a traquetear por el camino. La noche les pasaría por encima, lo mismo haría la mañana y para cuando se acercara otra vez la Luna la kusajin recibiría buenas noticias.

Ya deberíamos de estar, bueno... digamos que relativamente cerca.— la expectativa de menos de un día se hacía difícil de cumplir y tanto tiempo en aquella carreta se hacía bastante cansador.
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#81
"¿Casi…?"

¿U-un… día?

Ranko se desinfló emocionalmente. Se hundió en la culpa.

"Oh. Cielos. He abandonado a Karamaru-san por más de un día, al parecer.Un día. ¿Estará bien? ¿Habrá tomado el siguiente vehículo a Gero? ¿Seguirá con la misión? ¿Estará enojado conmigo? ¿Enfadado? ¿Furioso? ¿Iracundo? ¡Espero me perdone cuando nos veamos!"

Los ánimos de Ranko cayeron en picada. Se estabilizaron con las primeras paradas, pues Hiromasa y Fudo no eran mala compañía, aunque sí hubo muchos silencios incómodos (por parte de Ranko, al menos). Tuvo suficiente tiempo para hacer algo de ejercicio para mantenerse relativamente activa. La noche pasó y, aunque a la Kusajin le costó un poco conciliar el sueño en movimiento, se despertó temprano y con ánimos de ver ya Gero.

Sin embargo, las luces naranjas del siguiente atardecer evidenciaban la creciente preocupación en el rostro de Ranko. Sentía que llevaban años en aquel carromato. El joven Amejin no salía de la cabeza de Ranko, y ella deseaba que él no terminara odiándola.

S-si no es mucha molesta… ¿Cuánto… cuánto es… relativamente cerca —preguntó, temiendo una sentencia de 12 horas más.
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#82
Diría que a medianoche. Minutos más, minutos menos.— respondió bastante despreocupado el hombre acostumbrado a pasar semanas por las carreteras de Oonindo. Pero razón no le faltaba, relativamente unas horas eran poco en comparación a más de un día sentado en el mismo pedazo de madera saltando al compás de las piedras del camino.

Con una Luna lejana y menguante poco se podía ver más allá de los faroles que acompañaban en la carreta, y por eso mismo, el leve destello que se vería a los lejos era suficiente para calmar cualquier cansancio que Ranko llevara encima.

Ahí está, no se hizo tan largo al final, ¿no?— bromeó el conductor aliviándose él también porque llegar a Gero significaba que ya habían avanzado bastante en su recorrido. Después de todo la carreta ya llevaba mucha menos carga que con la que había partido.

Los caballos aminoraron la velocidad y se adentraron por una calle ancha en las luces del pueblo. Pocas casas humildes y espaciadas adornaban un ambiente verde lleno de flores apenas visibles en la oscuridad. Las calles de tierra estaban desiertas y solo se podía saber que allí vivía gente por los faroles que colgaban de algunos pocos hogares.

Hasta acá llega nuestra misión, Sagiso Ranko.— se terminaron por detener en un espacio amplio con algunos puestos de mercado vacíos y un suelo irregular que denotaban el paso de la gente.

Ya mucho no te podemos ayudar, no conocemos mucho del pueblo más que saber dónde queda.— el acompañante se irguió de hombros apenado de no poder ayudar más que en el viaje.

Hay un pequeño hotel, si es que siquiera se puede llamar de esa manera, por aquel camino.— señaló con índice hacia el fondo de la oscuridad— Demasiado barro para los caballos, vas a tener que ir caminando, no deberías de tardar mucho en llegar. Al menos es un lugar por el que empezar, o pasar la noche. Que siempre es mejor trabajar de día.
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#83
"Medianoche..."

Hasta sonaba poético, lo cual le hubiera parecido genial en otras situaciones. Las horas, aunque no eran muchas, pasaron lentas para Ranko, quien se sentía ansiosa por su compañero dejado atrás.

Gero era un lugar pintoresco, aunque el manto de la noche apenas y mostraba sus cualidades. Se notaba sencillo, vacío, como si todos tuviesen que levantarse temprano para trabajar al alba. Uno de los hombres le indicó dónde podía hospedarse.

Ranko descendió del carromato, mochila al hombro, y les dedicó una profunda reverencia al par de conductores.

Le-les agradezco bastante, Hiromasa-san, Fudo-san. E-espero pronto se pueda res… resolver todo este problema. ¡Le-les deseo lo mejor en el… el resto de su travesía! —Buscó rápidamente su monedero entre sus cosas y sacó un par de billetes de cincuenta ryōs para cada hombre —. Qui-quisiera compensar las m-molestias que he causado. S-sé que no es mucho.

Después de despedirse, ya fuese que los hombres aceptaran o no el dinero, la Kusajin se pondría en marcha con sumo cuidado hacia el hotel que se le había indicado.
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#84
Una leve negación con la cabeza y una amable fue lo que recibiría la kusakin al querer dar dinero. Sin siquiera pensar en tomarlo, el jinete movió elegantemente las riendas y los caballos comenzaron a levantar ritmo a medida que avanzaban metros. Quedaba solo Ranko en aquella plaza donde, una vez se terminasen de alejar los transportistas, quedaría envuelta en un silencio inquietante.

La leve brisa retumbaba en los oídos como susurros de muerte, el vaivén de los sombras con el movimiento de los faroles criaturas extrañas que se correteaban alrededor. Y allí, lejos de las luces, apenas se podía ver un camino de tierra y barro colina arriba sin un el hotel a la vista. Un plano agujero negro era aquel horizonte que Ranko tenía que seguir.

La sensación de tener a alguien observando, caminando detrás de ella, mirando desde detrás de un árbol o un arbusto era constante y lo único que le permitía sentir algo vivo por aquellos lugares, ya lejos de las primeras casas, era sus botas al golpear el piso, el latido de su corazón, su propia respiración.

Un túnel oscuro que, como otros, tenía una luz al final. Ya con los pies llenos de barros y tras un rato largo de caminata por terreno instable pudo ver en la lejanía como una tenue luz iluminaba la carretera y un solitario edificio con dos plantas. Madera oscura, húmeda, resquebrajada y vieja pero al acercarse podría notar que estaba bien mantenida. Los vidrios del frente estaban limpios, estaba rodeado de flores y, más importante, viniendo de la noche ya sin entrar se podía prever el calmo ambiente acogedor que se podría encontrar adentro.

¡Gente!— exclamó una joven muchacha de pelo negro y ojos oscuros, petisa y con el rostro lleno de pecas, al ver entrar a la gennin— ¿Qué andas haciendo a estas horas por el camino? ¿Te encuentras bien? ¿Te ha pasado algo? ¿Andas perdida?

En pocos segundos la joven pasó de estar tirada en una silla a estar encima de Ranko dispuesta a ayudar con cualquier problema que trajese consigo.
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#85
Los hombres se rehusaron a tomar el dinero, por lo que Ranko les dedicó otra reverencia, una más profunda. Pronto vio cómo la negrura se tragaba el carromato de Hiromasa y Fudo. La kunoichi suspiró.

Con sólo la indicación del hombre por delante, Ranko avanzó entre la tierra y el fango. Fue una marcha siniestra, pues sentía que descendía a las profundidades de una cueva maligna, y tenía la impresión de que en cualquier momento una criatura saltaría sobre ella para chuparle la sangre o comerse sus riñones. Ranko tragó saliva, nerviosa, intentando estar atenta a todos lados, aunque poco podía ver en la noche. Sólo la silueta de las casas contra lo oscuro.

Sin embargo, al final del camino se topó con el supuesto hotel. Sintió un alivio intenso al extender su mano y asir la perilla. A pesar de que se notaba un lugar viejo, pero tal vez acogedor. Abrió la puerta, mas apenas sacudirse los zapatos y dar un paso, una chica se lanzó para recibirla con una descarga de preguntas.

A-ahm… E-estoy bi-bien… Vine… Ahm… S-soy una… Ve-vengo… ejem… Quisiera pa-pasar la noche. ¿E-es posible? E-estoy esperando… Ta-tal vez u-un amigo me alcance. E-en unas horas. O-o mañana. Creo. ¡Mu…! ¡Mucho gusto! —concluyó su balbuceo con una reverencia —. Ranko. M-mi nombre es Sagisō Ranko. Un gusto.

La calidez de aquella joven le había tomado de sorpresa, aunque de manera bastante agradable. Tal vez ese lugar no era tan siniestro como la oscuridad de la medianoche daban a entender...
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#86
¡Genial! Sagiso Ranko, bienvenida. Mi nombre es Akira, un gusto tenerte aquí.— a pasó ligero se acercó a una pequeña mesa con un libro grande. Tomó una birome, buscó por los renglones y escribió.

Sagiso Raaaanko, habitacióóón…. 103.— volvió a levantar la mirada, sacó una llave de un cajón a su derecha, y se puso de pie.— Sígueme.

La madera húmeda de los escalones hacían ruido a cada pisada. La escalera las llevaría a un primer piso de un pasillo angosto con varias puertas a cada lado. En ellas prolijamente se marcaba el número de habitación. La muchacha acompañaría a la gennin hasta la puerta 103, la abriría y le presentaría el lugar. Cuatro paredes adornadas con una sola diminuta ventana, un mueble para guardar ropa y una cama. Akira se apresuró a encender el farol que descansaba en la parte superior del mueble.

Espero que te sientas cómoda. Esa puerta es un baño, tienes agua caliente aunque te pido que la uses a consciencia. Ante cualquier problema o duda que tengas voy a estar abajo toda la noche sin ningún problema. El desayuno se incluye con la habitación, a la hora que quieras por la mañana. Asi que puedes dormir tranquila y hasta tarde.

Sin querer indagar mucho sobre la vida de la kusajin Akira dejó las llaves junto al farol y se acercó a la puerta.

Espero que tu amigo llegue.— y con esa presentación terminada cerró la puerta dejando a Ranko adentro y volvió a la recepción.
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#87
La chica se presentó como Akira (Ranko inclinó la cabeza a modo de saludo al escuchar su nombre) y le dio la bienvenida. Después de registrarla, Akira la llevó hasta la habitación 103. Era un cuarto bastante sencillo, con baño. El desayuno estaba incluido en la renta, lo cual le encantó a la Kusajin.

M-muchas gracias, Akira-san. S-si llegase… S-su nombre es Yamanaka Karamaru. ¿Po-podría poner s-su cuarto a mi n-nombre? Me… me gustaría p-pagar su estancia tam.. también.

”Se supone que llegaríamos juntos… Quisiera hacer más para compensarlo…”

Después de una última reverencia, Ranko desempacó sus cosas y se preparó para tomar una ducha (y lavar sus zapatos lodosos). No le importó el agua fría, pues su madre siempre le había aconsejado aquello para mejorar la circulación, entre otras cosas. Mientras tanto, todas las cosas de aquel día, desde la pelea por ser cliente de un establecimiento, hasta el problema de Asuko Yamato, hasta Karamaru quedándose atrás, surcaron su mente una por una, y Ranko las analizó lentamente.

Se acostaría con la intención de esperar una o dos horas en la cama, a ver si Karamaru llegaba. El siguiente vehículo salía un par de horas después del Botellón, ¿no? Sin embargo, no tardó ni diez minutos en dormirse.
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#88
El olor a pasto mojado, el canto de los pájaros, la brisa matutina y unos pocos rayos de Sol todos entraron por esa pequeña ventana que brindaba de vida a la habitación. La sábanas eran más acogedoras que la noche anterior, la almohada más cómoda y el ambiente más cálido. Después de tanta caminata y esfuerzo las piernas de la kusajin eran las más agradecidas por aquel largo descanso bien merecido, sentirse refrescante era decir poco.

Desde que abriera la puerta un intenso olor a pan recién horneado la inundaría. A cada paso que diera en dirección a las escaleras más fuerte se haría, y ya unas pocas contadas personas hacían su camino a la planta baja. La sala contigua a la recepción tenía varias mesas y sillas completamente diferentes— no formaban parte del mismo juego— y una mesa larga donde se encontraban unos termos con bebidas y varias masas de distintas formas, cada una con un aspecto particular.

En esa sala estaba desayunando Akira terminando su turno, masticando, tragando y bebiendo todo al mismo tiempo y a gran velocidad. Frente a ella, en la misma mesa y acompañándola en aquel desayuno estaba Karamaru. Sonriente, alegre y mucho más calmo que la muchacha del hotel.

¡EEEYY! Miren quién se despertó, la bella durmiente.— no tardó en gritar llamando la atención de los pocos presentes hacia Ranko.
Hablo ◘  Pienso ◘  Telepatía
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#89
Se sintió una lechuga, bañada por el fresco rocío matutino. La noche la había tratado como a una princesa, y ahora despertaba con los ánimos renovados. Se apresuró a tomar un baño y a prepararse para el día. Apenas salir al pasillo le llegó un muy apetecible olor.

”Ah, el desayuno incluido. ¡Me muero de ganas de comer!”

Bajó las escaleras mientras terminaba de ajustar su equipo ninja, y caminó, guiada por su nada especial sentido del olfato hasta la habitación contigua a la recepción. Vio la mesa puesta y una gran cantidad de comida. Al entrar, sonriente por los alimentos, reconoció entre los presentes a dos personas. Una era Akira, comiendo a toda velocidad por alguna razón desconocida para la kunoichi. La otra persona era…



¡K-Karamaru-san!

La chica se detuvo un momento, como si las miradas que de repente caían sobre ella la repelieran con una fuerza invisible. Tragó saliva y continuó su andar con dudosos pasos, mientras los ojos se apartaban de ella. Llegó a la mesa y, antes de tomar asiento, le dedicó una muy profunda reverencia.

¡L-l-lo siento! ¡M-me siento terrible p-por haberlo dejado atrás! ¡De-debí de haberlo e-esperado y-y… y habríamos llega… llegado juntos! ¡P-perdón!

No se movería de su posición hasta que el Amejin hablara. De hacerlo, Ranko tomaría asiento y comenzaría discretamente a servirse cuanto pudiese para desayunar. Tenía que llenar el tanque de combustible antes de empezar con la misión.
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