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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Allí estaba de nuevo. En las puertas de entrada del edificio del Morikage, dispuesto a tener una nuevo día de trabajo con el que sacarme unos ryos y seguir aumentando mi curriculum como shinobi de Kusagakure. También tenía en cuenta el examen de acceso al grado chunnin, claro. Era algo que llamaba la atención de cualquiera y para ello había que hacer misiones. era uno de los requisitos y sentía que estaba rezagado, por lo que el tiempo era oro.

Crucé las puertas y me dirigí al mostrador en el que se solían pedir los encargos, me encaramé sobre aquella mesa en busca del encargado o de la encargada.


— Buenas, soy Sasagani Yota, gennin de la aldea. Querría solicitar una nueva misión

Rodeos los justos. Directo y al grano, no había tiempo que perder.
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#2
Sasagani Yota, uno de los genin más prometedores de la aldea acudió al gran Dojo que hacía función de recepción a unos cuantos pisos abajo de la oficina del Morikage. Ahí, detrás de un curioso y bien tallado despacho de bambú y madera, aunque ataviado de cualquier clase de utensilios administrativos no tan obsoletos, yacía un hombre de edad avanzada aunque con una aparente buena forma física.

Lleno de vitalidad, aunque con vestigios de canas tanto en su barba como en su ya no tan tupida cabellera, el hombre recibió al moreno por encima del escritorio y le arrojó una de las sonrisas más cordiales.

—Muy buenos días, Yota-san. Claro que sí, sólo permítele a este viejo chunin un pequeño segundo. A ver, a ver... aquí está.

Sacó de una de las gavetas un expediente, y luego otro. Lo abrió, leyó levemente los registros de Yota, y rebuscó con su otra mano en otro montón de papeles. Comparó dígitos, buscó en el archivero, y tomó uno de los tantos pergaminos sellados para entregar esa mañana.

Alzó su viejo brazo y corrió el pergamino hasta los linderos de Yota.

—Ahí tienes, una misión de rango D. Mucha suerte, muchacho.


Las Aventuras de MouKou (Rango D)

Asignada a: Sasagani Yota
Objetivo: Asistir a Shinjapa Tokaro
Descripción: Shinjapa Tokaro es un muy querido y reconocido pastor de la comunidad de Kusagakure que ha hecho vida en la aldea durante más tiempo del que algunos podrían recordar. Vive una granja ovejera en una pequeña parcela de tierra ubicada a unos cuantos metros del Acantilado Rompe-Olas donde comparte en soledad junto a sus ovejas, y su fiel mascota: MouKou.

MouKou, sin embargo, ha estado teniendo comportamientos extraños y Tokaro, que tiene ya sus buenos ochenta años de edad; poco puede seguirle el ritmo a su perro.

Necesita de alguien que le ayude a averiguar qué está pasando con MouKou.
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#3
*Chunnin... Yo también lo conseguiré, ¡Y no tardaré en hacerlo!*

Sonaba demasiado bien. Sasagani Yota, chunnin de Kusagakure. Estaba decidido a participar en ese examen que ya tenía fecha y que se celebraría ese mismo año. Era precipitado pero tenía la confianza de salirme con la mía, realizarlo y recibir un señor aprobado que aumentase mi rango como shinobi.


— ¡Gracias! — dije en cuanto me tendió el pergamino con la misión asignada — Estaré de vuelta pronto

Me despedí agitando la mano zurda ya que la diestra sujetaba el pergamino y salí del edificio, desenrollando el pergamino y echando una ojeada a lo que tenía que hacer.

— Vaya... así que los acantilados a cuidar un chucho...

No pude evitar el desanimo ante aquella misión de poca monta. No resultaba atractiva ni mucho menos, pero bueno, todo por el dichoso examen. Y por los ryos, claro. Así que sin perder más tiempo eché a correr en dirección al Acantilado en busca del tal Shinpaja Tokaro y ver qué diantres le pasaba a MouKou... No me llevaría demasiado tiempo llegar hasta allí.
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#4
En efecto, a Yota le llevó poco menos de diez minutos llegar hasta los linderos del acantilado. Una vez ahí tan sólo tendría que buscar hacia el fondo de los bosques aledaños y encontrarse con la única granja permitida en aquellas parcelas de tierra que regularmente se tienen como áreas recreativas y zonas de meditación.

Cuando percibió a lo lejos unas modestas murallas de madera y bambú, que partían desde un espacioso portón por cada laYotdo y se extendía hasta rodear lo que parecía ser una casa muy rural, supo que era ahí a dónde tenía que dirigirse.

Pasado el portón, se encontraba un camino de tierra principal que llevaba justo hasta la entrada de la casa. De dos pisos, con un pequeño estar en el exterior y una silla mecedora en uno de los costados. Un techo amplio para protegerle del sol, y con buen sistema de cañería y riego por los bordes que llevaba el agua de lluvia hasta un frondoso jardín que tenía todo tipo de siembras. Por atrás de el hogar de Tokaro, estaba el conocido corral donde tenía al menos 7 ovejas. De frondoso pelaje blanco que no paraban de balar.

De la chimenea parecía salir algo de humo negro, por lo que daba la sensación de que el viejo Tokaro sí que estaba en casa.
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#5
En efecto, no me tomó más de unos 10 minutos llegar hasta el acantilado. Una vez allí tuve que cruzar una pequeña muralla de arboles que protegían la casa de los curiosos y al fin llegué hasta el lugar, llegando hasta un portón que daba a un camino. Comprobé que dicho portón estuviese abierto y seguí aquel camino hasta llegar hasta la propia casa la cual disponía de una terracita con una silla mecedora idónea para los momentos de descanso.

*Bueno, parece que está en casa*

El humo que expulsaba la chimenea así lo hacia indicar así que hice impactar 3 veces consecutivas mis nudillos en la superficie de la puerta a la espera de que alguien me abriese. de lo contrario debería seguir buscando...
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#6
Noc, noc, noc

Por allá, en el fondo de la granja; se escuchó un ladrido pesado y poderoso, tan grave que parecía provenir de un tigre y no de un simple chucho ovejero. Éste se fue haciendo cada vez más y más cercano, a tal punto de que de un momento a otro la puerta de madera frente a Yota tembló tras un fuerte impacto proveniente del otro extremo de la misma. Aquello con lo que había dado habría podido tumbarla, desde luego.

Pero entre ladridos, y si Yota agudizaba ligeramente su oído; podía escuchar algunas reprimendas en forma de palabras que también se iban haciendo cada vez más inteligibles con cada paso que el hombre daba. Se escucharon otro buen par de perjuras, una como "Joé, ¿me vas a hacer montar visagras de nuevo?".

Hasta que la puerta finalmente se abrió.

A yota, sin embargo, no le dio tiempo de reaccionar a la montaña peluda y maciza que se le vino encima. El gran perro le podría sacar fácilmente un metro de altura al genin, y probablemente le superara en fuerza; que lo dominó por sobre las escaleras y una vez encima de Yota, comenzó a lamerle el rostro con su larga y húmeda lengua.

Shinjapa Tokaro se esforzó por sacárselo de encima, hasta que lo convenció con una galleta.

—¡Perro malo, perro malo!

MouKou ladró.

—¡wOoOof WoOof!

Tokaro le tendió la mano, y le ayudó a levantarse. Sólo allí pudo ver cómo era su contratista: un tipo de apariencia anciana, con la espada curvada y la cara arrugada. Un cabello ataviado de canas en cada uno de los cabellos y unos cuantos lunares recorriéndole el rostro a causa de la edad.

En su mejilla derecha yacía una marca permanente, aunque ligeramente borrosa, que asimilaba a dos formas parecidas a colmillos.
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#7
Poco después de hacer sonar la puerta pude sentir el poder de la estampida en forma de perro al otro lado, desde el interior de la vivienda acompañado de unos sonoros ladridos al mismo tiempo que una voz anciana le regañaba, aunque no atiné a oír de forma precisa lo que decía. Instantes después la puerta se abrió y...

— Apadta yoder — trataba de decir bajo toda esa mata de pelo.

No fue hasta que su dueño le dio la orden que se apartó de encima mío.


—¡Perro malo, perro malo!

Empezaba a pensar que razón le faltaba con lo de pedir ayuda externa pero tenía serias dudas sobre si era yo la persona adecuada para llevar a cabo dicha labor. En cuanto el perro se apartó pude ver la persona que tenía frente a mí. como era de imaginar por la voz escuchaba antes, se trataba de un viejo bien entrado en años, con un manto blanco como cabellera, una piel arrugada y un curioso ¿tatuaje? con forma de colmillo en la mejilla.

— No.. No se preocupe. ¿Es usted Shinjapa Tokaro?

Me levanté del suelo no sin tener controlado en todo momento al chucho, no fuera que le diese por revolcarse conmigo de nuevo.

— Soy Sasagani Yota, el gennin que solicitó

Con el revolcón la bandana se me había descolocado así que la desanudé de mi frente y volví a anudarla como era debido.
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#8
MouKou devoró la galleta, y casi se trata la mano de su anciano dueño. Luego volvió a ladrar, y Tokaro le apartó el hocico con las manos, dándole dos pequeños toques por sobre la nariz y inquiriéndole a que se sentara. El chucho —que aparte de su gran tamaño, tenía un frondosos pelaje entre marrón y anaranjado, con algunas franjas negras; de ahí la traducción de su nombre, "tigre rabioso"— sacó la lengua, jadeó un par de veces, y miró fijamente al shinobi, quien ahora le hablaba directamente a Tokaro.

— No.. No se preocupe. ¿Es usted Shinjapa Tokaro? —preguntó, para luego presentarse—. soy Sasagani Yota, el gennin que solicitó.

—¡Oh, Sasagani-chan, claro! estábamos esperándote. Por favor, pasa adelante.

Cuando Yota se dispusiera a entrar, se encontraría con una amplia sala de estar, aunque adornada y acomodada con algunos pocos muebles, una silla de mecer, dos estanterías y una esquina donde varias sábanas y almohadones yacían tirados en el suelo, donde probablemente dormiría MouKou. El chucho tomó la delantera, casi que siendo él el que les guiase a través de cada rincón de la casa, que además, tenía dos pasillos contiguos hacia la derecha que guiaban hacia el área de cuartos, y hacia el jardín, donde había un amplio ventanal panorámico por el cual se podían observar las ovejas dentro del corral.

Tokaro le ofreció asiento, y tan rápido como su viejo cuerpo se lo permitía, sirvió dos tazas de té. Una para Yota, y otra para él.

—Bueno, jovencito. Sé bienvenido a nuestra humilde morada, no es la granja más elegante ni mucho menos, pero es todo lo que tenemos. Y a MouKou parece gustarle vivir por estos lares, ¿o no, Mou?

—¡wOoOof WoOof!

—¿Es ésta tu primera misión, Yota-chan? —indagó luego, con mirada introspectiva.
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#9
—¡Oh, Sasagani-chan, claro! estábamos esperándote. Por favor, pasa adelante.

Parecía que el perro no iba a abalanzarse sobre mi cuerpo, lo cual sentía como si fuera un alivio.

— Gracias

Y sin más, guiados por aquel felpudo con patas entramos en el hogar de Tokaru el cual no respondió directamente a la pregunta pero quedaba claro que era él. Dejé que fuera Tokaro quien pasase detrás del perro y yo lo haría en última instancia, cerrando la puerta una vez hubiese accedido hasta que llegamos a las a la de estar.

—Bueno, jovencito. Sé bienvenido a nuestra humilde morada, no es la granja más elegante ni mucho menos, pero es todo lo que tenemos. Y a MouKou parece gustarle vivir por estos lares, ¿o no, Mou?

—¡wOoOof WoOof!

—¿Es ésta tu primera misión, Yota-chan?


Eso hice. Tomar asiento mientras escuchaba lo que tenía que decir. al parecer el tipo no quería a un perfecto novato para que le ayudase lo cual no hacia más que seguir sembrando dudas. Aquella no dejaba de ser mi segunda misión, pero necesitaba el maldito dinero y sobre todo, completar la misión con éxito.

— Oh, no se preocupe por eso. No es mi debut, no. — dije con tal de tranquilizarle — Y bueno, ¿De qué se trata? Me contaron que últimamente MouKou hace cosas raras, ¿No?

Por mi parte, no dejaba de prestar atención al can. Aunque según me habían informado el problema estaba con las ovejas y el propio perro, todo detalle podría ser importante desde el minuto 0.

Di un sorbo a la taza de té expectante ante las informaciones que pudiera dar el anciano.
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#10
—Oh, no se preocupe por eso. No es mi debut, no —dijo el genin, con la confianza de un aguerrido y experimentado ninja que sólo ha completado una única misión—. Y bueno, ¿De qué se trata? Me contaron que últimamente MouKou hace cosas raras, ¿No?

MouKou pareció comprender algo de lo que dijo, así que volteó la cabeza; y le mostró los dientes a Yota. Tokaro habló, también observando de reojo al chucho y acariciándole el tope de la cabeza.

—Sí, bueno; últimamente no ha estado tan obediente ni tan tranquilo como de costumbre. Él lleva conmigo alrededor de dos años, y aunque al principio fue difícil para él adaptarse a que le hayan dado de baja a su servicio como Ninken, por suerte terminó acostumbrándose al lugar, y a la pasividad de una vida lejos del abrumador mundo ninja. Me ayuda en todo, a arrear a las ovejas, a recoger sus pelajes, a darles de comer. A arreglar la casa. Es un gran compañero, y extremadamente útil.

MouKou se acostó, sin dejar de ver a Sasagani.

—Las últimas semanas, sin embargo, ha estado muy revoltoso. No obedece aún cuando debe hacerlo y no ha estado muy motivado a hacer nada que no quiera, y cuando intento hablar con él, se larga lejos, y se pierde.

»También cada noche, a eso de las doce; MouKou deja la granja por horas. Vuelve ya cuando amanece. Es muy extraño, nunca antes se había escapado, y mucho menos a altas horas de la madrugada.


Tokaro tocio, víctima de su vieja garganta, y se vio obligado a hacer una larga pausa. Para tomar té, y para dejar que Yota digiriera la información como mejor fuera capaz.
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#11
Nada más cerrar la boca vi como MouKou abría la suya para enseñarme sus afilados incisivos, tuve que apartar la mirada antes de que la cosa fuera a más.

Fue entonces cuando Tokeru dio más detalles de lo qué había estado sucediendo, incluso dijo algo que me pareció asombroso.

*¿Un perro ninja? Vaya esto si que no me lo esperaba*

El hombre tuvo que aclararse la garganta con un poco de su té.


— Así que MouKou es como yo, ¿No? — bromee dedicándole una sonrisa al can — Igual lo que necesita es moverse un poco. ¿Trabajaban juntos como ninjas? Y bueno, ¿Durante el día se comporta como siempre?

Por lo que explicaba el anciano, la raíz de los problemas venía a partir de las 12 de la noche. Había algo que provocaba que MouKou dejase a un lado sus labores y abandonase su puesto de trabajo por algo que captaba más su atención.

— Por casualidad no les habrán atacado, ¿No? Quiero decir... Por lo que me cuenta parece como si MouKou viese algo extraño o alguien que no le agrada
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#12
—Así que MouKou es como yo, ¿No? —Tokaro asintió, en medio de la probada que le dio al té—. igual lo que necesita es moverse un poco. ¿Trabajaban juntos como ninjas? Y bueno, ¿Durante el día se comporta como siempre?

—Pues, no precisamente. Verás... por mis venas corre la sangre de los Inuzuka, un clan antiguo cuyas raíces provienen de la que alguna vez fue una gran aldea, Konoha. Somos una familia conocida por luchar con un can a nuestro lado durante toda nuestra vida como shinobi, incluso nuestro ninjutsu está intrínsecamente relacionado. Yo una vez tuve a un fiel compañero con el que serví a Kusagakure por casi 40 años, pero él falleció hace un buen tiempo.

MouKou no es mi perro originario de clan, sino el de mi nieto. Que... falleció hace dos años durante una misión a la que sólo MouKou sobrevivió.


En el aire se sintió cierta nostalgia, incluso por parte del perro, que aunque era incapaz de hablar; sí que entendía casi todo lo que se conversaba.

—Fue un largo proceso de rehabilitación. Perder a su compañero humano no resultó ser para nada sencillo. Pero así como nosotros vemos caer a tantos ninjas, MouKou también tuvo que aprender a vivir con eso. Y lo logró. Lo que no sé es si ésta actitud de estas semanas tiene algo que ver con una recaída, o sólo una fase rebelde. La verdad es que no lo sé.
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#13
—Pues, no precisamente. Verás... por mis venas corre la sangre de los Inuzuka, un clan antiguo cuyas raíces provienen de la que alguna vez fue una gran aldea, Konoha. Somos una familia conocida por luchar con un can a nuestro lado durante toda nuestra vida como shinobi, incluso nuestro ninjutsu está intrínsecamente relacionado. Yo una vez tuve a un fiel compañero con el que serví a Kusagakure por casi 40 años, pero él falleció hace un buen tiempo.

MouKou no es mi perro originario de clan, sino el de mi nieto. Que... falleció hace dos años durante una misión a la que sólo MouKou sobrevivió.


Esa historia me sonaba, sobre todo por la parte de haber perdido a alguien tan importante. Bueno, la palabra no era perder, sino más bien arrebatar. Era muy duro y sabía que por mucho que otros pudieran decir con tal de subir el ánimo, era en vano. Nada podría substituir aquel vacío que había dejado dicha perdida, en caso del anciano y de MouKou ese vacío era el nieto, en el mío, mi padre.

— Yo... Lo siento, n..no quería recordarles eso. No tenía ni idea

—Fue un largo proceso de rehabilitación. Perder a su compañero humano no resultó ser para nada sencillo. Pero así como nosotros vemos caer a tantos ninjas, MouKou también tuvo que aprender a vivir con eso. Y lo logró. Lo que no sé es si ésta actitud de estas semanas tiene algo que ver con una recaída, o sólo una fase rebelde. La verdad es que no lo sé.

Supongo que era normal que el perro tratase de llamar la atención de algún modo u otro. Sería algo así como su modo de exteriorizar sus sentimientos.

— Pero deben saber que les entiendo muy bien como se sienten. Yo también perdí a un ser muy querido. También me lo arrebataron y fue asesinado a sangre fría

La situación se había convertido realmente incómoda. Todo era como demasiado tétrico y se respiraba nostalgia y melancolía por cualquier rincón de aquella habitación. Incluso el té desprendía un aroma de tristeza bastante agudizado. Tuve que volver a callar ya que se me había hecho un nudo en la garganta. Carraspee para tratar de desanudarlo.
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#14
Por melancólica que se hubiese tornado la situación, lo cierto era que la vida de un shinobi, en general, nunca iba a estar exentas de situaciones similares. Tokaro lo sabía, MouKou también; y Yota no sería la excepción ni mucho menos, aunque aún era muy joven, y quizás, aquella pérdida aún mermase en él por su edad y su inexperiencia.

—Pero deben saber que les entiendo muy bien como se sienten. Yo también perdí a un ser muy querido. También me lo arrebataron y fue asesinado a sangre fría

—Lamento escuchar eso, Yota-neechan. Lamentablemente son cosas que suceden muy a menudo en nuestro oficio. Mucha gente debe aprender a vivir con la pérdida, incluso MouKou.

Tokaro, no obstante, no iba a dejar que aquello se convirtiera en un velorio. No. Sonrió amigablemente, levantó los brazos y se mostró un poco más vívido de antes. MouKou también reaccionó a su levantada moral y levantó el hocico, con la lengua afuera.

—¡Pero vamos, que ellos no nos querrían ver así, tristes ni melancólicos! eres un muchacho que tiene toda la pinta de ser muy carismático, y fuerte también. Así que me gustaría que intentases conocer a MouKou, pasar el día con él y ver si logras animarle un poco. Creo que además le vendría bien un entrenamiento contra un joven habilidoso como tú, ¿no crees? tal vez lo que necesita es eso, descargar un poco las malas energías.
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#15
—Lamento escuchar eso, Yota-neechan. Lamentablemente son cosas que suceden muy a menudo en nuestro oficio. Mucha gente debe aprender a vivir con la pérdida, incluso MouKou.

— Sí, sí, lo sé. Los ninjas debemos aprender a vivir con la muerte. Ya me lo han contado alguna vez. supongo que no tenemos mucha elección, de todas formas

«Pero ese hijo de puta pagará por sus crímenes, lo juro»

—¡Pero vamos, que ellos no nos querrían ver así, tristes ni melancólicos! eres un muchacho que tiene toda la pinta de ser muy carismático, y fuerte también. Así que me gustaría que intentases conocer a MouKou, pasar el día con él y ver si logras animarle un poco. Creo que además le vendría bien un entrenamiento contra un joven habilidoso como tú, ¿no crees? tal vez lo que necesita es eso, descargar un poco las malas energías.

— Sí, supongo que tienes razón — admití levantando la cabeza hasta cruzare con el rostro del perro — MouKou y yo vamos a disfrutar de un gran día de campo, ¿A qué sí, MouKou? — pusé un tono cariñoso en esa última frase, la cual iba dirigida al can.

Me terminé mi taza de té de un largo sorbo ya que quedaba algo menos de la mitad de la taza y me levanté de mi asiento.

— Cuanto antes empecemos, mucho mejor
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