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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#46
Indignada, la chica bramó en contra de el trío de ratas que se disponían a destrozar su trabajo; acumular las latas y bricks en una montaña, con tal de ahorrar tiempo a la hora de sacarlas del habitáculo. Tomó a una, y la apartó, tomó a la segunda, y la apartó, tomó a la tercera y última, y la apartó también. Éstas, huyeron despavoridas, buscando cobijo al igual que la otra amiga que había tomado entre manos antes. No era de extrañar, la chica les cuadriplicaba en tamaño, eso como mínimo. El instinto animal les decía que era mejor huir, a luchar una batalla que estaba condenada desde el primer golpe.

Sin mas, comenzó a meditar cuál era su prioridad, y decidida, comenzó a amontonar los envases al lado derecho de la puerta. Su intención era sencilla y presta, no iba a perder mas tiempo del necesario, su misión era la prioridad. Tras agrupar una gran cantidad de esos envases que no estaban dañados junto a la puerta, la chica puso una lata a modo de tope para la puerta, y comenzó a dejar el montón de envases fuera de la sala, en el pasillo. Tras ello, dejó apartada la lata-tope, y comenzó a repetir el proceso.

La cosa pintaba bien, pero... sus amiguitas querían jugar también a ese juego, y estaban en pleno derecho, era su reino ratonil. Un par de éstos animalejos acudieron al montón anterior, y se pusieron a dos patas sobre la cima. *HIIIC HIC* Inquirieron a la chica, como intentando de persuadirla en su labor. La mas cercana se giró, y buscó con la mirada a su compañera, como diciendole que no era buena idea, que la humana estaba ocupada y no debían molestarla. Pero la rata jefa no parecía estar de acuerdo, ni hacía caso a su amiga, solo tenía los ojos clavados en la pelirosa e intentaba comunicarse con ella.

De pronto, y a descuido de la chica, una tercera rata le propinó un bocado en pleno tobillo, un bocado que pareció un pellizco de Satán, intenso y caluroso. Tras el bocado, salió a la fuga para esconderse detrás de envases y latas.
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#47
La primera parte de su plan se había cumplido a la perfección, eso hacia sentirse a la joven más que satisfecha con su desempeño aunque sabía que debía de seguir así antes de poder celebrar algo. Así que tras volver a cerrar la puerta, se dispuso a repetir la maniobra nuevamente, sin embargo en esta ocasión los animalejos que ocupaban el lugar parecían no tener ganas de seguir cooperando con la chica pues en seguida aparecieron dos ratas a bichear entre las latas que intentaba recuperar.

—¡Fuera!— instó la joven un tanto molesta pues estaban interrumpiendo su progreso —¡Apartad!— el animal que parecía ser el jefe, pues su tamaño era ligeramente superior la miraba fijamente sobre una lata. No parecía estar dispuesta a aceptar las órdenes de la humana —¡Vamos! ¡Tengo trabajo que hacer!— Izumi empezaba a enfadarse, una cosa es que los animales le parecieran monos y que incluso estuviera dispuesta a ayudarlos a marcharse del lugar... pero no toleraría que se interpusieran entre ella y su objetivo, no estaba en juego nada baladí —No me obligues a... ¡ayyyyyy!— instintivamente dirigió la mirada hasta su tobillo, solo para ver una sombra escabullirse —¡Joder, duele!— acababa de recibir un bocado en el tobillo, se agachó colocando las manos sobre la pequeña herida —¡Me has mordido, maldita!— se frotó la zona con las manos para aliviar el dolor antes de volver a incorporarse, sin embargo su rostro había cambiado.

Izumi estaba tremendamente enfadada, las había tratado con mimo y cuidado a pesar del desorden que habían montado... y así se lo devolvían. Es más, incluso se interponían entre ella y la posibilidad de completar una misión de manera brillante para Morikage-sama

—Me temo que voy a tener que hacer esto por las malas— amenazó la joven a los animalillos que habían acabado con su paciencia —Pienso acabar mi trabajo, la próxima que se interponga lo pagará caro— gruñó la joven, que no sabía muy bien si esos animales tendrían la capacidad de entender que se había enfadado pero sintió la necesidad de advertir de todas formas

Después de aquello, la chica volvió al trabajo. Su ritmo había aumentado y en sus movimientos se podía notar cierta violencia, estaba tremendamente enfadada y el escozor del bocado que había recibido no hacía más que aumentar su enfado por momentos. Izumi seguiría amontonando las cosas junto a la puerta un rato más, antes de realizar la operación de extracción
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#48
Con los gritos de la chica, las ratas comenzaron a corretear rápidamente, buscando cobijo entre los envases, pales y latas. En unos escasos segundos, todas parecieron desaparecer de la faz de la tierra. Pero, sus característicos hablares delataban que seguían allí, y no eran pocas. Pero, por suerte o desgracia, parecían dejar a la chica atarear a sus anchas. Por un momento, parecía que habían entendido las palabras de la pelirosa...

¿Tan inteligentes eran esos roedores? ¿O solo tramaban cómo derrocar a la loca que estaba desordenando el desorden que ellas habían creado?


Siento el post tan corto, pero no hay nada mas que decir por el momento xD
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#49
Las ratas parecían haber captado que la paciencia de la chica tenía un límite muy cortito, así que a su voz se dispersaron ocultándose de nuevo entre el desorden.

Izumi torció el gesto molesta, mientras dedicaba una última y severa mirada a su alrededor. Satisfecha en cierta forma por el efecto que había causado entre aquellos revoltosos animales.

Había acabado de amontonar las latas junto a la puerta, así que una vez más repitió el proceso anterior. Una lata hacía de tope mientras sacaba con presteza los bienes que había recuperado del embargo animal, una vez hubo acabado salió ella también y cerró tras de sí echando la llave.

"Poco a poco" se dijo mientras volteaba y miraba con atención todo lo que había recuperado del almacén, eran bastantes cosas pero le daría para llenar al menos una de las tres estanterías y quizás parte de otra "Manos a la obra" recogió lo que pudo entre sus brazos y con cuidado, atravesó el pasillo hasta llegar a la escalera, la cual descendió cuidadosamente hasta llegar a la planta baja donde se encontraba el supermercado. Repitió el proceso tres veces, hasta tener todos los objetos que había sacado del almacén a los pies de las escaleras, en un lateral para no molestar el paso "Y ahora a reponer..." fue leyendo las etiquetas y colocando todos los productos de los que disponía, con cada viaje que daba el vacío de las estanterías se iba reduciendo hasta que finalmente había acabado de rellenar la primera de ellas con salsas, especias y derivados "Genial y aún me quedan algunas cosas" terminó por colocar lo que restaba de su trabajo anterior para después volver a tomar nota de lo que faltaba por completar "Mierda... todo esto no lo he visto por la zona cercana a la puerta... tocará adentrarse"

Sin ni siquiera darse tiempo para tomar un respiro, la chica ascendió las escaleras a toda velocidad y se plantó frente a la puerta. La abrió con cuidado, para evitar que ningún animal de aquellos saliera y convirtiese el resto de la tienda en un reflejo del caos. Una vez dentro, cerró la puerta y echó el pestillo pues ahora su misión la llevaba más allá de la frontera de objetos que había levantado.

—La primera que se me moleste mientras trabajo lo pagará muy caro— advirtió la joven mientras echaba a caminar hacia el fondo de la habitación, apartando con cuidado todas las cosas que podía con los pies para dejar un camino claro. Según avanzaba, iba rastreando con la mirada en busca los productos que faltaban en el resto de baldas
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#50
Con el cuidado pertinente, la chica abrió la puerta y deslizó las cosas hasta sacarlas, para una ve fuera proceder a rellenar las estanterías con los productos que tenía a mano fuera del habitáculo. Le tomó su tiempo, pero la chica había concluido con éxito parte de la misión, pero aún le quedaba un buen camino para concluirla con éxito. Las especias y salsas ya las había repuesto, ahora podía pasar a otras de las tantas opciones que aún recorrían su mente. ¿Qué tomaría en ésta ocasión?

De nuevo, la chica subió hasta el almacén, y abrió con cautela la puerta, en pos de que ningún animalejo escapase. Ninguno aguardaba su regreso, pero sí que se habían estado asomando en su ausencia. Un claro reflejo de ojos y sombras moviéndose a gran velocidad crearon un fugaz y efímero teatro, que casi no pudo apreciar. Los ruidos de envases y plásticos moldearse fue lo mas perceptible.

La pelirosa, alzó la voz advirtiendo a las ratas, pese a que éstas podían no entenderla. Quizás eso le importó poco, los gritos le habían servido antes, ¿por qué no ahora?

Comenzó su andanza por el pasillo central del almacén, apartando a su paso con la pierna todo lo que podía estorbar en su labor. Poco a poco, se hizo espacio, pero quizás ésta actitud déspota y destructiva del desorden no gustó a los roedores. Al menos una decena de roedores se asomó por entre los pales que tenía al frente la chica, otra decena recortó las distancias sin miedo a ser vistas por su flanco izquierdo, y aproximadamente veinte mas por su flanco derecho. Algunas incluso mostraban los dientes al emitir su característico habla, amenazantes ante la intrusa. Eran pequeñas, pero realmente eran muchas, y no parecían ahora realmente agradables...

Por otro lado, a su frente, justo al lado derecho de la puerta que se encontraba al final, había un buen lote de herramientas de cocina. Desde cucharones de metal hasta escurridores, por no hablar de cubos y demás. Con ese material quizás podía llenar media estantería mas, pero... debía pasar por ese pasillo de roedores.

Aunque, realmente no debía de hacer caso omiso a que tenía de éstos roedores por ambos flancos también... A simple vista, no habían muchas mas cosas que recoger si no era revolviendo un poco mas por los trastos tanto centrales como finales, el principio ya era caca de rata.
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#51
Las ratas no parecían haberse tomado muy bien la incursión de la extranjera en su territorio. Alrededor de Izumi comenzó a revolverse todo, parecían estar cercándola.

"Parece que había más de lo que esperaba" y eso que solo había divisado por el momento la decena que le cerraba el paso por su frente, las cuales habían asomado desde debajo de un palé "Ahora me parecen menos monas" los animales mostraban sus dientes de forma agresiva tratando de intimidar a la shinobi "Mejor... así no me sentiré culpable" la joven miró a su alrededor para comprobar si había más... y sí, los había y a patadas "Son muchas..." sí en sus manos hubiese estado una buena espada, seguramente el número de aquellos animales no le resultaría ningún problema... sin embargo solo tenía a mano el kunai que ocultaba en su muñeca izquierda.

Dio un par de pasos hacia el frente, antes de volver a detenerse "Preferiría tener que evitar dañar a estos animalillos... pero parece que no me van a permitir acabar con mi trabajo" aprovechó la tensa calma para repasar el caos en busca de los objetos que buscaba y... ¡bingo! sus ojos se detuvieron en una cajas al fondo de la sala, cerca de la otra puerta donde pudo divisar material de cocina más que suficiente para rellenar al menos una de las estanterías que le faltaban "Al fin un poco de suerte..." sin embargo, entre ella y su objetivo se interponían unas diez amenazantes ratas "A pesar de su número no deberían de suponer un problema... aún así, combatir aquí podría terminar de mandar los pocos productos que quedan en buen estado a la mierda! repasó de nuevo con la mirada a sus adversarios "Sí... creo que puede funcionar" la mente de la chica se había iluminado por un instante, recordando la rata que parecía ser la líder "Los animales siguen a sus alfa, si lo liquido el resto debería de huir" así que la chica puso sus ojos a trabajar, buscando entre aquellos innumerables animalejos a la rata que parecía ser la jefa "¿Dónde estás?"
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#52
La chica buscó con su mirada lo que pensó sería la mejor opción, encontrar a la alfa y derrocarla. Para la kunoichi, esa opción fue la mas viable, pero... ¿Acaso los animales no atacan cuando están acorralados? Estaba claro que ninguna de éstas se pondría a corretear alocadamente mientras era atacada, sacarían los dientes para combatir hasta el final, eso seguro.

*HIIIC HIC*

En el grupo de 20, el que tenía a la derecha, los chillidos del animal lider se elevaron entre el resto. Ésta se disponía en pié, observando a la pelirosa mientras que el resto parecían esperar la orden. Sus rojados ojos se clavaban en los de la kunoichi, retándola, ¿o puede que tratando de librar un pacto de paz? A saber... ni que esos animales fuesen tan inteligentes... ¿o sí lo eran?
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#53
*HIIIC HIC*

Izumi localizó a la que parecía ser la líder de la manada en mitad del grupo que tenía a su derecha, posiblemente el más numeroso de todos. El animalillo clavaba sus pequeños ojos en la joven, ¿la estaba retando? ¿Quizás sentía que su final podía estar cerca? ¿O tal vez buscase una tregua?

La pelirosa evaluaba la situación, estaba rodeada por aquellos animalejos y debía de andarse con cuidado. Montar una batalla campal allí dentro podía significar perder todo lo que quedaba en condiciones de ser vendido y eso significaba fallar la misión "Sí tan sólo pudiera coger las cosas y salir de aquí..." chasqueó la lengua molesta

Lanzó una mirada hacia las cosas que necesitaba, justo detrás de un grupo de ratas "Creo que puedo hacerlo, a una malas puedo usar eso..." repaso a sus oponentes con una mirada fría, para detenerse sobre la rata líder

—Voy a coger esas cosas— dijo señalándolas con su mano izquierda mientras mantenía la diestra en la cintura —Sí alguna de vosotras se interpone en mi camino esto va a acabar mal...— amenazó la chica antes de girarse en la dirección de las cajas, avanzaría firme y decidida esperando ver que ocurría
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#54
La chica del pelo rosado quizás se lo pensó dos veces al ver a tanto roedor suelto, o simplemente recapacitó o pensó en el bienestar de los pobres animales, a saber. Pero por una o por otra, en vez de lanzarse a atacar al alfa, lo advirtió de que iba a recoger las cosas y no quería problemas. Incluso se molestó en señalar las cosas que iba a tomar, las cuales estaban tras una banda de 10 roedores. ¿Acaso pensaba que éstos la iban a entender?

La rata alfa gritó mas fuerte, como en una entablada conversación de lideres de facciones en mitad de una guerra cruel y despiadada. Entonces, en mitad de la acalorada conversación, la chica se giró y comenzó a andar con paso firme y decisión hacia su objetivo.

Los roedores que tenía a su frente comenzaron a gritar despavoridos, con un ritmo muy similar al que hacía la alfa, pero claramente no tan convencidas. La mayoría salieron corriendo de un lado a otro al ver que la chica avanzaba hacia ellos, algunos de los roedores incluso mordían con recelo aquello que se cruzaban mientras corrían de un lado a otro. Apenas un par de ellas quedaron en el sitio, como piqueros que ansiaban alzar el arma a mitad del progreso de los enemigos, enemiga en éste caso. Pero no, ni tan siquiera cuando la chica estaba a dos pasos de ella, que podían perfectamente morder, llegaron siquiera a intentarlo.

Los roedores, que en alguna ocasión se entremeterían hasta por las piernas de la chica, parecían indispuestos a combatir, ya estuviese en juego el destino del reino. Sin embargo, una de éstas ratas que corrían despavoridas, en un momento dado, llegó a morder de nuevo a la chica en el tobillo. De nuevo, un intenso dolor recorrería su columna, avisándole del hecho.
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#55
Las ratas parecían inquietas, pero ella no se detuvo en su empeño de atravesar aquella línea defensiva que la separaba de su objetivo. Nada, ni nadie, iba a impedir que Izumi cumpliese su misión para gloria y orgullo de Kusagakure.

Conforme se iba acercando, la formación ratil empezaba a desbandarse. No parecían dispuestas a dar la vida por proteger lo que fuese que la chica deseaba coger, así que se fueron apelotonando unas contra otras de forma caótica y luego empezaron a correr de un sitio a otro como si estuviesen en modo pánico. Incluso pudo ver como en la huida se mordían y pisaban unas a otras.

Frente a ella solo quedaron dos, las más valientes o temerarias de entre las suyas. Por un instante, la kunoichi llego a pensar que no le quedaría más remedio que enfrentarse a ellas pero cuando llegó a la altura de los animales, estos se retiraron finalmente. Una de las que paso por debajo de sus pies le soltó otro bocado en el tobillo

—Iff— Izumi no pudo evitar exhalar aire para contener la sensación de dolor, no tenían mandíbulas grandes... pero esos bocaditos como pellizcos picaban lo suyo. Sin embargo, sobre poniéndose al dolor. Siguió avanzando intentando no mostrar ningún dolor, para marcar aún más su presencia entre aquellos bichejos.

Cruzó sobre la extinta barricada y pronto llegó hasta su preciado tesoro. Sin perder más tiempo, recogió todo lo que pudo entre sus brazos y volvió a cruzar la habitación para dejarlo todo una vez más junto a la puerta. Descargado todo el material, regresó una vez y terminó de trasportar todo lo que creyó imprescindible.

Volvió junto a la puerta y una vez más, atascó con una lata la hoja y sacó todo el material rápidamente. Una vez acabado el trasvase, Izumi cerraría la puerta tras ella y comenzaría el trasporte hacia la planta baja en varias rondas. Sin el peligro de acabar en una guerra contra las ratas, podía permitirse dilatar un poco más la situación. Dejaría todo finalmente, junto a la escalera y una vez que hubiera bajado todo los elementos. Comenzaría a rellenar las estanterías restantes rezando para no tener que volver a entrar a ese maldito almacén

"Ya falta poco"
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#56
La chica contuvo el grito, y pese a que todo el almacén comenzó a convertirse en un bullicio de ratas gritando, mordiendo y corriendo a diestro y siniestro, mantuvo la calma. Se centró en su objetivo, y pasó entre roedores como quien pasea por su casa, haciendo caso omiso a éstos. En mas de una ocasión tuvieron la oportunidad de volver a morder, pero no lo hicieron, quizás por miedo, o meramente porque las alocadas ni se darían cuenta entre el pánico que las sacudía.

Finalmente, tras un par de viajes, quizás tres, la chica consiguió bastante suministro como para rellenar al menos una estantería. Conforme, comenzó un trasvase para salir del almacén con ayuda de una lata, y tras acabar, quitó ésta de la puerta y cerró. Pronto, comenzaría el trasvase hasta el final del pasillo, y a mucho mas no tardar, hacia la parte de abajo de las escaleras.

En el primer viaje, hacia la parte inferior de la escalera, la estirada mujer se acercó desde su flanco izquierdo. Ésta se encontraba con un buen taco de hojas, que estaban firmemente afianzadas por un entablillado. Alzó las primera hojas, y leyó para si misma algunos datos, dejó caer éstas hojas, y fue entonces que interrumpió la actividad de la chica.

Chica, estará teniendo sumo cuidado con que ninguno de esos diablos con garras salga de esa habitación, ¿verdad? —Preguntó sin mesura, preocupada por el caos que éstos podrían causar abajo.
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#57
—Chica, estará teniendo sumo cuidado con que ninguno de esos diablos con garras salga de esa habitación, ¿verdad? — Preguntó sin mesura, preocupada por el caos que éstos podrían causar abajo.

La mujer había detenido a la pelirosa, cargada y casi oculta por la enorme caja que transportaba no le hizo mucha gracia, sin embargo aguantó el peso de la carga

—No se preocupe, no ha salido ni una de esas bolas peludas— respondió la joven con aplomó, esa mujer ni se imaginaba el cuidado que estaba teniendo su empleada transitoria para evitar que el caos abandonase aquella sala

"Menos mal que no la voy a tener que aguantar mucho más..." aquel pensamiento la alegro más de lo que jamás se hubiese esperado que lo haría, dentro de poco estaría lejos de allí... lejos de esas ratas, del hambre y de esa pensión de mierda en mitad de la nada "Vamos Izumi, aguanta"

—Terminaré dentro de poco, no tiene porque preocuparse— sentenció la joven antes de reanudar la marcha —Si me disculpa— tomó la escalera y comenzó a descender con su carga en dirección a la estantería.

Una vez delante de ella, dejaría la caja en el suelo y comenzaría rellenar la estantería "Espero que de para terminarla..." pensaba mientras iba sacando los productos para colocarlos en sus baldas correspondientes
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#58
La chica se detuvo en su labor cuando fue victima de la pesada de turno, que insistió en saber si todo andaba bien —a su manera— puesto que el negocio parecía ser suyo. Eso si, ni se le pasaba por la cabeza subir a verlo con sus propios ojos, quizás tenía miedo de ciertas alimañas peludas portadoras de incontables plagas. Fuese como fuese, la chica no tardó en contestar a su pregunta, negando que alguna de esas "bolas peludas" hubiese escapado. Así mismo, no tardó en quitarse de en medio, continuando con su labor.

En unos cuantos viajes, la chica tendría repleta de utensilios la estantería, tal y como ella misma había llegado a predecir, colocando las cosas bien espaciadas para su bonita visión, todo quedaba listo. Bueno, ahora solo faltaba una última estantería, cuyos productos no había llegado a ver demasiado visibles.

De nuevo, le tocaba rebuscar por el cada vez mas ajetreado almacén... ¿Qué se encontraría ahora?
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#59
Contemplo su obra satisfecha, pero no lo suficiente. Aún le quedaba otra maldita estantería que rellenar antes de mandar a tomar por culo a las ratas, la tía estirada (y al master). Sin querer perder más tiempo, volvió a coger el camino que la llevaba de nuevo a las escaleras. Ascendió por ellas y en menos de lo que Mogura dicen: No peleen, ya estaba abriendo de nuevo la puerta del almacén.

"Acabemos con esto"
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#60
La chica abrió la puerta, y en cuanto atravesó el umbral de ésta, vería el panorama. Había un montón de ratas correteando de un lado a otro, en completo y absoluto caos. Otro gran grupo de ratas se deleitaban mordiendo los estantes del fondo con saña, arrancando todo lo que podían y volviendo a morder, reculando y moviéndose tanto como podían con tal de tirarlo abajo. Tanto era así, que antes de que la chica siquiera llegase a cerrar la puerta, uno de estos pales caería al suelo a peso de plomo.

¡Booom!

Parecía que había caído una bomba en mitad del arrozal, pero no, había sido tan solo un pale.

Una polvareda tremenda se alzó alrededor del estruendoso palé, desde el cuál las ratas circundantes salieron corriendo despavoridas. Algunas se arrojaron hacia los laterales de la sala, mientras que un grupo de al menos 20 roedores se arrojó en dirección a la chica. De éstas, al menos un par de ellas mordieron, eufóricas y presas del miedo. Evidentemente, no fueron a quedarse quietas, todas y cada una siguieron corriendo de un lado a otro, como almas que lleva el diablo.

Varios productos de limpieza quedaron repartidos por el suelo al "reventar" el palé contra el suelo, así como numerosos utiles de cocina, como ralladores y espátulas. Papel higiénico, y tras cosas que, ciertamente aún faltaban para rellenas la última de las estanterías.
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