Al ser consciente de lo rápido que la kunoichi se había esfumado, el pelirrojo se puso un poco nervioso. Si realmente se trataba de una ninja de alto nivel, podría haberse metido en un lío muy gordo. Un follón con el que no tenía nada que ver, para mayor inri; solo era un pobre chico de los recados.
Ignorando las quejas del rubiales, continuó observando el callejón. Una perla de sudor descendía por su frente, surcando piel y hitai-ate a partes iguales. Le pareció entrever algo en uno de los muros. Centró su mirada en ese punto, y tras unos instantes concluyó que había algo extraño. «¿Un truco...? ¿Es lo que creo que es?».
Soltó al quejica, atento a esa posición. Se fue acercando a grandes zancadas.
—Hmpf, vaya... ¿no me digas que he vuelto a perder el paquete? —dijo en voz alta, haciéndose el sueco— Será mejor que vuelva y se lo diga a mi cliente.
A ojos del chico de la bufanda podría parecer que Ralexion caminaba sin rumbo, pero nada más lejos de la verdad. Agarró la parte que se estaba "resquebrajando" de la pared y tiró de ella, esperando que conjetura fuera cierta.
—¡Kakuremino no Jutsu, eh!
Nivel: 30
Exp: 45 puntos
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16/03/2017, 20:20
(Última modificación: 16/03/2017, 20:20 por Uchiha Akame.)
El muchacho rubio gimoteó lastimosamente un poco más cuando Ralexion se puso en pie, soltando por fin la presa asfixiante que había mantenido sobre él. La cara de aquel chico, con sus grandes ojos azules y su bigotillo de adolescente en ciernes, le resultaba familiar al gennin; mas no terminaba de ubicarlo. Nada más el Uzumaki se dio media vuelta, el bobalicón se levantó torpemente, todavía lloriqueando, y echó a correr sin mirar atrás.
Por su parte, Ralexion se acercó disimuladamente al muro —o a lo que parecía serlo— y dió un fuerte tirón. Notó el tacto áspero de la tela cuando sus dedos la aferraron con fuerza, descubriendo al instante a la autora de aquella burda treta de camuflaje.
—¡Mierda! —gimió la chica, saltando hacia un lado para alejarse un par de metros del gennin pelirrojo—. Pensaba que esta técnica sería suficiente para engañar a un merluzo como tú.
La chica era delgada y algo más alta que el propio Ralexion, de pelo oscuro y ojos verdosos, muy vivos. La bandana de Uzu relucía en su frente, y atado al muslo derecho llevaba un portaobjetos ninja. Bajo su brazo izquierdo, bien sujeto, el paquete que Diamondog había dado a Ralexion.
—¡Vaya, me has descubierto! —exclamó, remarcando lo obvio—. Meh, nunca debí haber delegado el encargo en ese idiota de Raruto... No por nada es el tonto del barrio —masculló por lo bajo—. Bueno, pues un pin para tí. Ahora, si me disculpas, me voy.
Y ni corta ni perezosa, empezó a caminar en dirección contraria al gennin pelirrojo, aun sin darle completamente la espalda.
De brazos cruzados y semblante severo, Ralexion prestó atención a las palabras de la kunoichi. Torció el gesto, algo molesto porque le llamara "merluzo". No obstante, se mantuvo en silencio hasta que la chica empezó a marcharse como si no pasara nada, a lo que este se aclaró la garganta.
—Primero devuélveme el paquete —le ordenó, crujiéndose los nudillos— Y entonces pírate a donde te de la gana.
No estaba bromeando. Incluso aunque se tratara de una compatriota de su aldea, se sentía más que dispuesto a pelear por el objeto que le habían arrebatado. Tensó los músculos de sus brazos y piernas de forma inconsciente, casi imperceptible. Atravesó con sus amarronados orbes a la kunoichi...
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Plum se paró en seco cuando Ralexion formuló aquella amenaza haciendo sonar sus nudillos. No era demasiado intimidante, para ser sinceros. Puede que el Uzumaki hubiera podido amedrentar a dos chicos más pequeños que él y estudiantes para más inri —tal vez su bandana había jugado un papel más determinante que su propia persona en aquello—, pero a la chica de ojos verdes aquella amenaza pareció resbalarle a base de bien.
—¡Ja, que te lo has creído! —exclamó, desafiante—. Mira, chulito, como sigas así voy a tener que darte una buena tunda. No es que no me apetezca, no me malinterpretes, pero tengo cosas más urgentes que hacer —sus ojos esmeralda refulgieron con un brillo de determinación—. Has tenido mala suerte y ya, acéptalo, haznos un favor a ambos y lárgate de aquí.
Pese a su tono confiado, Ralexion pudo observar que la chica temblaba ligeramente. Quizás no era miedo, sino anticipación. La anticipación de un enfrentamiento feroz.
Su faz se tintó de una expresión de cabreo más acorde con su edad. Resopló con sonoridad. Nunca le había agradado pelear, pero dada la situación no tenía muchas más opciones. Si la dejaba marchar tendría problemas mayores a largo plazo, en cualquiera de los casos. Además, quería averiguar porqué le habían robado el paquete y para qué lo querían.
Cargó hacia Plum, introduciendo su mano diestra en el interior de la chaqueta del chándal. Sacó, antes de encontrarse a distancia de combate cuerpo a cuerpo con la kunoichi, su baikunai. Exhalando un grito de guerra, trató de inflingirle un corte en vertical, de arriba a abajo, a la altura del pecho, utilizando uno de los dos filos.
PV: –
CK: –
-Hilo shinobi (3 usos de 10 metros/uso, en el portaobjetos bajo la chaqueta)
-Shuriken x3 (en el portaobjetos bajo la chaqueta)
-Baikunai (en la mano derecha)
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20/03/2017, 21:30
(Última modificación: 20/03/2017, 21:31 por Uchiha Akame.)
La muchacha entrecerró los ojos con gesto ofuscado cuando vio como Ralexion cargaba contra ella. Desde el primer momento había esperado no tener que llegar a aquel extremo; pero el estrepitoso fracaso de Raruto —que ella debía haber previsto— y la terquedad de aquel gennin pelirrojo la habían llevado directa hasta aquel punto. El final de la línea.
Su brazo izquierdo se apretó contra el pecho, aferrando con más fuerza el misterioso paquete mientras agitaba el derecho con fuerza. De la manga de su camisa salió disparado un kunai que aferró con fuerza en su mano diestra.
— ¡Venga, machirulo opresor!
Ralexion lanzó un tajo con su baikunai y Plum lo bloqueó haciendo uso de su propio acero. No tenía tanta técnica como el Uzumaki, pero sus fuerzas estaban parejas. Saltaron chispas cuando Plum deslizó la hoja de su kunai para destrabar las armas y alejarse, retrocediendo con un par de brincos.
— ¡Estás loco! ¿Es que quieres matarme? —voceó, recuperando el aliento—. ¡Heteropatriarca, vas a ver de lo que es capaz una seguidora de la senda violeta!
Llena de furia y miedo a partes iguales, Plum dejó el paquete en el suelo, detrás suya, y luego lanzó el kunai directo hacia Ralexion con un movimiento de su brazo derecho. Rápidamente sus manos se entrelazaron en una secuencia de sellos que culminó con un anuncio lapidario.
— ¡Katon! ¡Goukakyuu no Jutsu!
La kunoichi se llevó una mano a los labios, y de su boca emergió un torrente de llamas que cubrió el ancho del callejón en casi toda su amplitud y se dispersó hacia delante, como una marea de fuego, buscando al gennin pelirrojo.
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