Nivel: 21
Exp: 118 puntos
Dinero: 3570 ryōs
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¿Qué diablos me había llevado hasta allí? Solo Dios sabe por qué, o mejor dicho, solo Hagoromo sabe por qué. Pero ahí estaba, tras unas cuantas jornadas de caminata con aquella estúpida araña a cuestas. La muy maldita no se desenganchaba de mí ni de pura casualidad, así que simplemente me resignaba a aquella compañía obligada.
— Vamos a ver, ¿Algún día me contarás por qué no te desenganchas de mí?
Refunfuñaba con total resignación, mirando al cielo como si alguien ahí arriba pudiese librarme de Kumopansa.
— ¡Ah! Puede ser, puede ser... Pero antes deja que chapotee en esta tumba
Tan graciosilla como siempre. No se debía hacer broma con aquel lugar. Las pasamos putas de verdad. Tanto que llegamos a morir. Todos. Toda la gente de la zona. Pero Hagoromo-sama nos salvó. No podía quitarme sus palabras de la cabeza. Nos había encargado la lucha contra un mal mucho mayor que aquel bijuu. Algo, o alguien, que actuaba desde la sombras y esperaba su momento para sembrar el más absoluto caos. y Aquello que dijo del desierto... Un puto año había pasado y no me lo quitaba de la maldita mollera.
Mientras me sumergía en mis pensamientos, Kumopansa lo hacía en el agua y de pronto mi mirada se quedó, congelada en el islote central, la verdadera tumba, donde un epitafio recogía los nombres de todos los fallecidos del torneo de los Dojos del Combatiente.
— ¡Oye, tío! — gritó la araña desde el agua — ¿Te acuerdas de este sitio? Tus chorbas me han contado mil veces lo de que te convertiste en merienda de bijuu ¡Qué pasote!
— Claro que me acuerdo... Esto antes era una aldea — tardé unos segundos en contestar, los necesarios para salir de mi ensimismamiento.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa
Me habían encargado acompañar en una misión a un jounnin de mi villa en busca de un ninja desertor que había robado unos papeles secretos de nuestra villa, normalmente en este tipo de misiones no participaba ningún Gennin, pero debido a mi olfato Extremadamente sensible me habían seleccionado para únicamente rastrear en donde se escondía dicho traidor.
Dentro de mi propio clan era una rareza, no solo por que a diferencia de los demás Inuzuka mis tatuajes eran de otro color si no que mis rasgos eran totalmente distintos a los de ellos ya que normalmente, los Inuzuka tenían el cabello castaño y los ojos marrones, verdes o negros, pero en mi caso era una excepción mi cabello era blanco como la nieve y mis ojos rojos como la sangre, quizás por eso cuando hachiko se encontraba en mi cabeza la gente pensaba que ella era parte de mi pelo, pues el pelaje de hachiko era del mismo color que el mío.
Tras una larga persecución llegamos al país del fuego en un bosque cercano a las ruinas de lo que antes fue la antigua aldea , que ahora no era más que un montón de escombros, fue allí donde vi mi sentido del olfato detecto otro olor distinto, alguien se encontraba en esas ruinas, hachiko no parecía preocupada y esto hizo que mi curiosidad fuera a investigar, de todas formas mi superior me había ordenado alejarme del bosque así que haciendo caso a mi naturaleza curiosa junto a mi fiel amiga hachiko, fuimos a ver quién era el responsable de aquel olor.
No tarde mucho en llegar pues era rápida y hachiko era capaz de seguirme sin problemas, además mientras avanzaba iba hablando con ella, preguntándole cosas como, ¿Será un chico de mi edad, una chica, amigo o enemigo?, todas preguntas que pronto sabría las respuesta, y de paso hacia turismo por el país.
Minutos más tarde llegue la ubicación del chico, presentándome ante el con hachiko a mi lado, observándolo de arriba abajo, un chico moreno de piel, pero lo que más me llamo su atención no fue el símbolo de su protector si no el color de su pelo, era rojo, igual que el color de sus ojos o el color de los mios, además no veía motivo para ser descortés con el, no solo éramos “alidados” si no que no había motivo para desatar una batalla, así que simplemente levante mi brazo izquierdo cual chica tonta y le salude con una sonrisa en mis labios, pero sin apartar la visa del chico y de aquella araña que estaba allí junto a él, aunque me sorprendió que la araña pudiera hablar.
-Hola, me llamo Inuzuka Naoko, y esta de aquí es Hachiko mi Perro ninja, somos de Takigakure y estamos rastreando a un traidor de nuestra villa, tu no lo has visto por casualidad?, es un tipo alto de piel blanca, con el pelo de punta de color azul lleva una cicatriz en el ojo izquierdo en forma de X y lleva la bandana en la pierna izquierda.
Tras aquellas palabras baje izquierdo mi brazo terminando así con el saludo mientras que hachiko estaba sentada a mi lado, observando a aquel ninja de uzu y a su araña acompañante por si hicieran un movimiento extraño.
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-Hola, me llamo Inuzuka Naoko, y esta de aquí es Hachiko mi Perro ninja, somos de Takigakure y estamos rastreando a un traidor de nuestra villa, tu no lo has visto por casualidad?, es un tipo alto de piel blanca, con el pelo de punta de color azul lleva una cicatriz en el ojo izquierdo en forma de X y lleva la bandana en la pierna izquierda.
Alguien optó por interrumpir el momento que estábamos compartiendo Kumopansa y yo. Giré la cabeza y vi aquella chica y su perra por encima del hombro ojeandola de arriba a abajo y luego hice lo propio con el canino, tomándome así un tiempo para responder ante aquella peculiar presentación.
— Un traidor dices, ¿Eh? Resulta curioso que haya llegado hasta un lugar como este. ¿Tu has visto a ese tipo, Kumopansa? — pregunté, aunque la respuesta ya la sabía
— ¿Qué dices, tronco? No, no, yo solo estoy pendiente de tu trasero
— Ya veo... Entonces me temo que no tenemos buenas noticias para ti... Naoko.
— Pero si ha venido por aquí lo más probable es que está buscando refugio en el bosque de ahí, aunque podría ser peligroso adentrarse en su busca...
— Eso es decisión suya, no tuya
El arácnido sacó una pata del agua y señaló de qué bosque hablaba, se podía divisar a lo lejos y a primera vista no parecía demasiado frondoso. Quizás Naoko y Hachiko tuvieran suerte y dieron con su presa si se daban prisa.
— ¡Oh, por cierto! Yo soy Yota, un placer, Naoko-san
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