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Versión completa: Una noche para olvidar
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Koko

Una noticia había llegado a su residencia la cual fue transmitida ni más ni menos por Koko, la pecosa sirvienta personal de la menor de los hermanos aceptados. Una noticia que probablemente no habría sentado bien a la rubia sin importar quién se la comunicase por más que la persona afectada haya sido alguien a quien siquiera pudiera decir que conoció realmente, después de todo ni siquiera era consciente de que ese alguien había salido de viaje durante los últimos días.

—¡No me jodas! —Exclamó antes de retirarse.

La pobre Koko se había quedado sola y un tanto dolida por la reacción, pero no se podía esperar menos considerando lo que se había visto obligada a decirle a la Sakamoto.

Desde aquello pasaron varios días y también varias, pero una noche en que casi no habían personas en la calle salvo por alguno que otro vago de paso o algún ebrio… Entre estos últimos se encontraba ella. Sakamoto Noemi cuyo paso por los jardines de cerezo dejaban en duda a muchos ya que no seguía una línea recta, en su lugar se tambaleaba de un lado a otro y cualquiera que pudiera verla en la oscuridad seguramente podría identificar en su diestra una botella. ¿De qué? Solo ella lo sabría seguramente.

Aquella fatídica noche la kunoichi vestía un yukata más que sencillo completamente negro, sin mangas y de falda corta, como si no quisiese que en Uzushio se olvidasen de su silueta. Siquiera llevaba calzado y ni hablar de sus herramientas shinobi, todo eso había quedado en su habitación. Fuera como fuere, el rostro de la chica estaba completamente enrojecido y su habitual expresión de seguridad y arrogancia había desaparecido dando lugar a un rostro deformado totalmente por la tristeza que asolaba su alma. Aunque si algo se mantenía intacto pese a todo, eso seguramente era su perfecta melena dorada que parecía haber recibido la misma atención de siempre.

—Es mentira, no te pudiste haber muerto, ¿verdad, Haskoz…? —Se preguntaba a sí misma justo antes de acercar la botella una vez más a sus labios y beber como buenamente pudo.

En consecuencia, el líquido cayó en abundancia en su boca y una buena cantidad se le escapó empapándola parcialmente pero por encima de todo ello terminó por desplomarse de espalda al suelo donde permaneció completamente quieta mientras tragaba tanto como podía del sake que caía a montones de la botella.

—Es mentira —Repetía una y otra vez entre sollozos.

Seguramente los problemas caerían si alguien la encontraba en ese estado, pero la joven había caído en una zona justo detrás de uno de los cerezos más grandes del lugar y donde curiosamente la luz no llegaba y por ende, a ella no se la podría identificar casi de ninguna manera a no ser que decidieras acercarte. Pero una vez más, señales de su presencia allí casi no habían a excepción de unos casi imperceptibles sollozos que para escuchar uno tendría que pasar excesivamente cerca del árbol y en silencio.
Datsue caminaba por el Jardín de los Cerezos como si aquellos fuesen sus jardines, y no los de toda Uzu. Deambulaba sin rumbo fijo, con los pies desnudos, sobre la alfombra verde que componía aquel famoso y extenso parque de la Villa. Los rumores de que a aquellas horas de la noche uno podía encontrarse con algo que alguien de su edad no debería ver eran extensos, pero desilusionantemente inciertos en su experiencia.

Sin embargo, el Uchiha había descubierto que era el lugar ideal para relajarse. Para descansar de tanto plan para hacerse rico y, simplemente, filosofar sobre la vida o leer algún libro interesante. Aquel día se encontraba allí por el segundo motivo.

Sellado en uno de sus antebrazos —le daba pereza tenerlo en la mano durante todo el trayecto—, el libro de Genji Monogatari. Genji el brillante, famoso por seducir a toda mujer que se le cruzase por el camino, incluida, según la sinopsis, a la segunda esposa de su padre. Con una sinopsis tan potente, el Uchiha no había dudado en comprarlo, y lo cierto era que no le estaba decepcionando en absoluto. Por el momento, ya llevaba cuatro frases apuntadas para emplearlas él mismo cuando le surgiese la oportunidad... y qué cuatro frases.

Es mentira.

Datsue escuchó algo a su derecha. Sonidos… extraños. Le recordaban tanto a los que en aquel fatídico día había escuchado de su… «Por Shiona, en paz descanse, ¡a ver si los rumores iban a ser ciertos!»

Con el corazón en un puño, se agachó en la oscuridad y avanzó de puntillas a la procedencia de los “ruidos”. Luego, recordando las lecciones de clase, decidió no avanzar directamente hacia el “punto de interés”, sino dar un pequeño rodeo. «¡Ja! ¡Como un verdadero ninja!» Asomó la cabeza tras un árbol y…

Oh…

La escena, incluso para alguien que se dejaba el corazón en casa cada vez que salía, resultaba conmovedora. Triste. La silueta de una mujer sollozando, más borracha que un Uzureño en la vendi…

¡Plaf!

La bofetada eclipsó los sollozos y se expandió como un eco por todo el jardín. Sí, había sido Datsue, quien irritado por un antiguo tic, se había castigado a sí mismo. Por desgracia, había viejas costumbres que nunca se perdían…

«¡Estúpido!» Datsue se agazapo rápidamente tras el árbol, temeroso de que la chica le hubiese descubierto. Lo último que quería ahora era tener que aguantar el desconsuelo —o la furia, según se terciase— de una mujer desconocida y borracha.

Koko

La chica permaneció un buen rato tumbada boca arriba sin hacer nada más que sollozar, pero muy lentamente se fue girando hasta adoptar una posición fetal en que la botella de sake ahora vacía fue atrapada entre los brazos de la joven quien parecía muy dispuesta a pasar el resto de la noche allí mismo.

En su estado ni siquiera se había percatado de que alguien la acababa de descubrir, alguien a quien conoció hacía unos días atrás y que permanecía allí, observándola sin decir nada y por ende ella no se daba por enterada, hasta que…

¡Plaf!

Un fuerte ruido que incluso la ebria kunoichi pudo sentir demasiado próximo para su gusto, aunque su reacción fue de todo menos digna de alguien de su profesión.

Ante tal ruido, la joven de dorada cabellera alzó la vista hacia el árbol pero no había nada allí. Muy lentamente empleando ambos brazos alzó su torso, como quien acaba de despertar y todavía no se cree que haya amanecido.

—¿Haskoz…? —Susurró con un leve destello de ilusión en la mirada.

Entonces, Noemi con toda su voluntad luchó por ponerse de pie y tras un segundo de lucha prefirió desistir y en su lugar gatear sin importarle lo desarreglado de su atuendo, aquello era lo más práctico para el poco equilibrio que tenía y aun así se tambaleaba a cada lado.

—¿Haskoz? —Repitió con un tono más alegre al llegar gateando al árbol y asomarse. —Tú no… —Concluyó al mismo tiempo en que su rostro una vez más se deformaba por la tristeza.

Casi como si hubiese perdido el conocimiento, la Sakamoto simplemente volvió a desplomarse sobre la hierba para luego adoptar la posición fetal que había mantenido anteriormente solo que esta vez no había botella a la que abrazar y ahora daba la espalda a Datsue, a quien debería de haber podido reconocer si al menos estuviese sobria pero no era el caso.
¿Haskoz…?

A Datsue casi le da un infarto al reconocer su voz. No podía ser. Tenía que estar confundiéndose de persona. No podía ser que la hija de una de las familias más prestigiosas y ricas de Uzu estuviese llorando como una cría desconsolada en plena sitio público, más borracha que un…

Se mordió la lengua, que de algún modo afectó también a su mente, cortando el hilo de sus pensamientos justo a tiempo para no tener que flagelarse de nuevo.

¿Haskoz?

Datsue sintió un pinchazo en el pecho. Noemi, una de las chicas más bellas de toda la generación, cuya apariencia parecía siempre tan inalterable, derrumbada en el suelo, preguntando por su amado. Preguntando por un muerto.

Hozuki Chokichi le había asegurado que tan solo había sido un romance de primavera. Ahora empezaba a pensar que quizá había sido algo más.

Tú no… —La voz de la decepción al descubrir que no era él. De descubrir que no era aquel risueño peliblanco con aires de grandeza. Pero en aquel momento no se sentía despechado, simplemente… triste. O una sensación parecida y más ligera a la tristeza.

Lo siento, Noemi, no quería molestarle —dijo, pensando que le había reconocido. Sin saber muy bien qué hacer, y tras un momento de duda, caminó despacio hasta la botella de sake que había dejado junto al árbol. La alzó al revés y comprobó que ni una triste gota caía de ella—. ¡Por Shiona, en paz descanse, ¿te las has bebido entera?! —exclamó, incrédulo.

Aquella botella era muy grande, y ella no era precisamente alta…

Koko

Los segundos para ella pasaban como horas, aquella noche no parecía querer irse al igual que todas las demás desde aquel triste día en que se enteró de la muerte de Haskoz y también de Shiona. Ambos habían tenido su grado de importancia para ella, pero tenía que aceptar que nunca tuvo mucho trato con la Uzukage y por otra parte el Uchiha había sido su primera pareja. No tuvieron muchos encuentros, tampoco momentos que considerar románticos ni nada similar pero le había llegado a coger demasiado cariño durante ese tiempo y tenía asumido lo que algún día haría con él… Cosa que no le hubiese disgustado en lo más mínimo por más que tuviese miedo de ello.

Mientras la rubia sollozaba en el suelo, el chico que la había pescado se disculpó y se dio el lujo de revisar la botella que ella antes había estado abrazando. No tenía absolutamente nada en su interior pero Noemi aprovechó ese instante para intentar sentarse con bastante esfuerzo y dejar su espalda descansando contra el árbol.

—Esa no —fue la respuesta que le proporcionó al contrario dando a entender que había bebido incluso más.

Se dice que los ebrios no mienten y en su caso era cierto, no se había logrado beber todo el contenido de la botella porque buena parte se lo había derramado encima aunque no se podía culpar a Datsue por no distinguir la sustancia que la tenía bastante empapada, después de todo cualquiera pensaría que con tanto llanto había empapado su ropa con lágrimas pero la mayor parte era bebida derramada.

Cuando ya estuvo segura que no volvería a caerse, la joven flexionó las piernas y las atrajo contra su cuerpo de modo que pudiese esconder su rostro entre sus extremidades y también abrazarlas, sencillamente para seguir con su silencioso llanto.
Esa no.

Datsue tardó en captar el doble sentido de aquellas palabras. El verdadero significado de la frase. Cuando lo hizo, sus ojos se abrieron como dos platos, incrédulo. «¡Por Shiona, ¿quiere decir que hubo otra?! ¡Definitivamente está más borracha que un Uzureño en una vendimia!»

Esta vez, no se flageló por su desliz. Aquella era una de esas pocas ocasiones en la vida que bien merecían la pena usar la frase en su máxima expresión. Dubitativo, dejó la botella de nuevo sobre el suelo. Noemi había cambiado de postura, abrazándose las piernas y continuando con el sollozo silencioso. De esos que sientes más por las sacudidas que daba el cuerpo que por el sonido del llanto.

No deberías quedarte aquí, Noemi —sin confianza en acercarse, pero sintiéndose mal por dejarla allí, sola y desconsolada, se quedó clavado en el sitio. Era un nueva y extraña sensación para él. La sensación de querer ayudar a alguien. Y por eso, como todo novato, no sabía muy bien por donde tirar—. ¿Quieres…? ¿Quieres que te acompañe a casa? —preguntó, dando un paso dubitativo al frente.

«Por Shiona, yo debería estar leyendo las locas y picantes aventuras de Genji el brillante. Espero que al menos esto me sirva para ganarme su favor… Tener a la familia Sakamoto de clientes sería un subidón de cojones.»

Koko

No había motivos para que Noemi hablase con aquel supuesto extraño, tampoco para que este siguiese ahí presente pero de todas maneras lo hacía. Aunque claro, ella ignoraba absolutamente todo lo que este pudiera hacer ya que su rostro seguía refugiado entre sus carnosas piernas que no le permitían ver absolutamente nada.

Finalmente, el Uchiha decidió ofrecerse a llevarla a su casa, idea que incluso ebria aun podía rechazar y más le valía que lo hiciera o el tal Datsue terminaría muy mal al menos para el juicio de la Sakamoto.

—No —fue lo único que la chica respondió, tajante y breve para seguir con sus sollozos silenciosos.

De haberle reconocido y estando sobria le habría advertido que nunca jamás se acercase a la residencia Sakamoto y que mucho menos afirme ser un Uchiha o probablemente terminaría mal, pero al no ser el caso simplemente se negó y manteniendo la postura, cayó hacia un lado como si fuese una especie de estatua.

¿Cómo? A saber, pero parecía estar tan ebria que ni siquiera podía mantener el equilibrio sentada, o puede que lo haya hecho a propósito.

Pero si había algo cierto era que el viento comenzaba a soplar y en el cielo se podían apreciar unos nubarrones de tormenta pese a que estuviesen en verano, o puede que justamente por ello haya sido todo tan espontáneo. A saber, la cosa estaba en que la kunoichi no parecía dispuesta a moverse de allí a pesar de que pronto llovería y la temperatura bajaría convirtiéndose todo en un peligro a su salud.
La negación de Noemi llegó tan contundente como clara. ¿Y quién era él para llevarle la contraria? Que cada cual obrase con su vida lo que quisiese. Él había actuado mucho mejor de lo que algunos esperaban de él —mejor incluso de lo que se esperaba él de sí mismo—. Había actuado con honor, tal y como se habían encargado de repetirle una y otra vez en la Academia, ofreciendo su ayuda a la kunoichi.

Pero no podía obligarla a aceptarla.

Como quieras —se rindió Datsue, dando media vuelta—. Pero no te quedes hasta muy tarde, ¿vale?

Una pequeña presión le oprimió el pecho al dejarla allí. Algunos pensarían que era la consecuencia por abandonarla, borracha y sola. Por no tratar de consolarla, de quedarse con ella. Pero él se conocía a sí mismo mejor que el resto. Aquella era la presión de saber que había obrado mal: de saber que había perdido la oportunidad de ganarse un cliente de lujo para la tienda de armas. Chasqueó la lengua y escupió a un lado, irritado. Simplemente, aquellas cosas no se le daban bien.

•••

Había dejado ya el Jardín de los Cerezos a sus espaldas cuando sintió las primeras gotas de lluvia cayendo sobre su pelo. El Uchiha se detuvo, mirando al cielo con expresión ceñuda:

Hoy queréis amargarme la noche, ¿verdad?

Dio una patada al suelo, miró hacia atrás y, tras dudarlo, dio una nueva patada. Cómo odiaba tener que hacerlo.

•••

¡Noemi! —exclamó por tercera vez, mientras correteaba entre los árboles. La oscuridad le envolvía como un manto espectral, pero sus ojos, teñidos por el sharingan, brillaban como el fuego de Amateratsu—. ¡Noemi, ¿dónde estás?!

La lluvia caía cada vez más fuerte, y el Uchiha no daba con el rastro de la Sakamoto. A decir verdad, no sabía siquiera si se había movido del sitio. Su sentido de la orientación era… Bueno, digamos que no era su punto fuerte.

Koko

¿Quedarse hasta muy tarde? Pues digamos que Noemi no tenía esa intención, iba a quedarse hasta muy pero muy temprano, hasta el amanecer siguiente si nada malo la obligaba o mejor dicho, la sacaba de allí por la fuerza.

Ni siquiera se encargaría de despedirse del chico, se mantuvo en aquella posición tumbada en el piso mientras sollozaba tan bajo como podía y lagrimeaba a montones pero ni un sonido salía de su boca, a excepción de una que otra exhalación algo más pesada que las usuales.

Habrían pasado unos cinco minutos que del cielo comenzaron a caer algunas gotas aisladas indicando a todos los pueblerinos que una tormenta estaba a punto de producirse y por ende, tendrían que buscarse refugio, pero la rubia seguía demasiado ebria como para levantarse siquiera así que tras removerse un poco en el suelo que lentamente empezaba a humedecerse se quedó estática, dispuesta a dejarse empapar como si ya nada le importase.

Fue allí cuando recibió un fuerte golpe en el estómago que le sacudió el mundo entero. Dio una vuelta por la hierba y como pudo se puso a gatas para vomitar buena parte del sake que se había bebido y que le tenía el vientre hinchado. Por suerte la lluvia pasó a ser una fuerte tormenta casi al mismo instante en que la joven comenzó a potar y pronto tanto su piel como los pocos cabellos que entraron en contacto con el vómito se lavaron en un santiamén.

—¡Ya! —Se quejó con un tono caprichoso antes de echarse hacia atrás para quedar sentada en el húmedo césped.

Ahora estaba algo más despierta pero seguía igual de ebria. Sentada en la hierba y abrazándose el vientre que aún estaba algo resentido por el impacto que se había llevado. ¿Qué había pasado? Un Uchiha con un pésimo sentido de la orientación pasó corriendo y al no verla en la oscuridad le plantó tremenda patada en el vientre que le sacudió hasta las ideas. Pero ni se enteró, simplemente estaba sentada en el piso lloriqueando en silencio mientras la lluvia se encargaba de lavarle tanto el vómito como el sake y las lágrimas que traía encima.
¡La madre que...!

¡Plaf!

Datsue cayendo de morros contra el suelo, empapando sus ropas y llevándose un buen castañazo en la cabeza. Tan oscura que era la noche, que había pisado algo blando y tropezado con ello sin darse cuenta. Levantó la cabeza, ceñudo, ante el responsable de su tonta caída.

No pudo llevarse mayor sorpresa al comprobar que se trataba de Noemi. No supo en qué zona la había pisado, pero ahora se encontraba vomitando todo el alcohol que se había metido entre pecho y espalda. «Bueno, pues… Parece que la he salvado del coma etílico. ¡Otro punto para Datsue el Intrépido!»

Se acercó a ella, evadiendo el feo charco de vómito mientras esbozaba una mueca de asco, y la agarró del brazo, con cuidado de no mancharse con algún resto. Puede que Noemi hubiese sido elegida una de la más bellas de la generación, pero en aquel momento estaba lejos de estar ni en el top 10.

Con esfuerzo, pasó el brazo por encima de sus hombros y la aupó. Era pequeña y poco pesada, pero esperaba que le ayudase algo o iba a tener problemas para llevarla a casa.

Está bien, Noemi. Se acabó la juerga por hoy —zanjó. No iba a perder el tiempo ni en discutirlo. Aquella chica se venía con él lo quisiese o no—. Ahora vamos a salir de los jardines y me vas a indicar por donde se va a tu casa.

Decidido, pasó el brazo libre por la cintura de ella para sujetarla mejor y empezó a caminar hacia la salida.

Koko

Luego del golpe la rubia prefirió regresar a sus lloriqueos que casi parecían causados por el golpe que se había llevado y en realidad seguía llorando por lo mismo que la había llevado a beber tanto. Aunque había que aceptar que Datsue le había hecho un gran favor al dedicarle esa patada ya que terminó vomitando buena parte del alcohol que tenía encima.

En su estado actual no podía dar mucha resistencia al Uchiha, aunque nada la detenía a al menos intentarlo retorciéndose un poco y protestando como niña berrinchuda.

—¡No! —Se quejaba tratando de escapar al agarre pero sin ningún éxito.

Y siguió así hasta que lograron ponerla de pie, cosa que duró tal vez segundo y medio, tiempo suficiente para que Datsue lograse acomodarse a la ebria encima para así cargarla pero el equilibrio de esta última la traicionó una vez más y terminó por “caerse”. Gracias al agarre del contrario la chica simplemente se le refregó por todo el lateral hasta terminar colgada del cuello ajeno con ambos brazos y literalmente delante suyo aunque no a la misma altura, después de todo la Sakamoto no tenía los pies apoyados en tierra y estaba literalmente colgada de él.

—No quiero —Balbuceó antes de que le diera hipo así porque sí.
Pues aquí no te puedes quedar —respondió, molesto. Noemi no se lo estaba poniendo nada fácil. La culpa era de él, eso sí. ¿Quién narices le había mandado volver a por ella? Ahora estaría en casa, con un tazón de leche bien caliente entre sus manos mientras escuchaba la lluvia caer contra el cristal de su ventana, envuelto en una mantita bien gruesa. Y en su lugar estaba…

… con una borracha colgada de su cuello. Una potencial cliente, bien era cierto. Pero no sabía hasta qué punto le iba a merecer la pena todo aquello.

Está bien, vamos a… —¿A dónde? Todavía no lo sabía. Pero cualquier sitio era mejor que allí, donde nada se interponía entre ellos y la tormenta. Trató de pasarla de nuevo a su lado para poder cargar mejor con ella, y, si no hacía nada para impedirlo, ponerse a andar sin todavía un rumbo claro. Cuando al fin alcanzaron la salida del Jardín de los Cerezos, volvió a la carga:—. Noemi… Entiendo que no quieras ir a casa ahora, pero… ¿Qué piensas hacer sino? ¿Vas a pasar toda la noche fuera? ¿Con la que está cayendo?

«¡Por Shiona, entra en razón!»

Koko

. Noemi… Entiendo que no quieras ir a casa ahora, pero… ¿Qué piensas hacer sino? ¿Vas a pasar toda la noche fuera? ¿Con la que está cayendo?

Con solo mirarla en pleno berrinche debería de conocer la respuesta a aquella sencilla pregunta. Aunque ella ni siquiera se dignó a responderle y se dejó manipular de todas formas hasta que nuevamente terminó de pie a un lado del contrario, aunque apenas si se mantenía erguida y por si fuera poco seguía abrazada a él lo que en consecuencia obligaba a su busto a aplastarse contra las costillas de Datsue.

Literalmente no estaba dispuesta a hacer mucho más, iba a tirarse la noche entera si así se lo permitían y para ello quiso despegarse del Uchiha, le soltó y dio un paso hacia atrás para tambalearse una vez más y esta vez caerle en la espalda al contrario donde pareció estar ciertamente cómoda.

—No quiero —balbuceó aplastando su rostro en la espalda ajena.

Si a Datsue le preocupaba que hubiese vomitado momentos atrás podía relajarse, la lluvia ya se había encargado de limpiarle todo rastro de vómito, además que ya estaban los dos empapados así que mucho más no lo podía mojar.

—¡No quiero! —Repitió con un tono más fuerte.

Esta vez la kunoichi se aferró con fuerza a la espalda del chico, lo abrazó por la espalda con todas sus fuerzas que a decir verdad no eran muy notorias considerando su pésimo estado aunque probablemente muchos desearían tener a la Sakamoto aplastándole los pechos en la espalda de esa manera.
Está bien. Por Rikudo, ¡está bien! ¡Tú ganas! —exclamó, ante la negación reiterativa de la Sakamoto.

Quizá el hecho de que la kunoichi hubiese aplastado sus generosos pechos contra su espalda tuviese algo que ver con su concesión, ablandando alguna parte de su ser —o endureciendo otras, según donde uno mirase—.

Pues entonces vamos a… —el corazón de Datsue se agitó de pronto, como si hubiese estado dormido hasta aquel momento y alguien lo hubiese despertado a golpes—, mi casa. Al menos hasta que se te pase la borrachera o se pase la tormenta. ¿De acuerdo?

Koko

La insistencia de la borracha al final dio resultados pero ¿quién en su jodido sano juicio hace lo que una ebria le dice? Hay que ver, pero tal parece aquel Uchiha no era tan brillante como uno que otro lo pintaba. Igual, Noemi no recordará absolutamente nada de todo aquello así que su reputación seguramente permanecería segura.

—Jum… —respondió apenas la fémina.

Aprovechó ese preciso instante para levantarse aprovechando que Datsue se estaba dejando usar de soporte y así, sin soltarle, depositó su mentón en uno de los hombros del contrario usándole de soporte no solo para su cabeza sino que también para el resto de su peso.

Y claro que el chico se podía tomar todo eso como quisiera, una afirmativa o una negativa, o incluso si se le antojaba seguro la tenía fácil para tirarla de culo sobre la hierba pero seguramente eso iría en contra de aquello que lo obligó a regresarse en primer lugar, a saber.
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