NinjaWorld

Versión completa: Una noche fría
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Caía el sol en Kusagakure, el crepúsculo pintaba de anaranjado el cielo y el frío se hacía un poco más intenso, pero no tanto, permitía todavía deambular por las calles sin un abrigo grueso. Geki se encontraba en una pequeña plaza, después de un recorrido por la aldea. Estaba acompañado solamente por los grillos que empezaban su canto y algunos pájaros que dejaban en evidencia su presencia cuando aleteaban entre los árboles para despegar o detenerse.

Una persona llegó al lugar y lo saludo haciéndole un gesto con la cabeza, Geki respondió con la mano. Llevaba con sigo una lámpara y un palo, aproximadamente de un metro. Estaba vestido de verde y con detalles en marrón. Iba viajando de farol en farol, encendiéndolos, utilizando el palo para transportar el fuego de su lámpara a las que estaban en la calle.

Geki se desperezó en su asiento, al parecer, otro día había terminado, pero no se quería ir, los ruidos de los insectos eran muy agradables, y aunque el banco no era lo más cómodo del mundo estaba pasando un momento confortable.

Pausadamente empezó a recordar sus pendientes para mañana, la comida en su casa escaseaba y debería de ir por provisiones en cuanto pudiera, la cocina era un desastre, un intento fallido de fideos había dejado una escena del crimen de un piso lleno de sopa, que frustradamente había intentado sacar varias veces en el día.

–Uff cómo extraño mi madre. Se dijo entre un llanto fingido y una sonrrisa. Miró hacia arriba, la luna, que no estaba del todo llena, brillaba intensamente y descansaba en un cielo lleno de estrellas.
Había sido un día largo. Largo pero provechoso. Aquellos largos días de entrenamiento solían ser satisfactorios y lo cierto es que en aquellos dojos los horas pasaban con gran rapidez.

— Vamos, vamos, que hoy te has ganado la cena

Los ocho ojos rojos que tenía sobre mi cabeza parecieron iluminarse.

— En serio, entrenamos demasiadas horas, tio. Un día de estos nos vamos a desmayar

— Exagerada... anda vamos, que yo también tengo algo de hambre

La noche abrazaba a Kusagakure con aquel manto fresco y un cielo estrellado. Los farolillos iluminaban las calles de la aldea y allí estaba yo, andando por la calle camino a casa pero hubo algo que nos llamó la atención a ambos.

— ¿Es nuevo, verdad?

Vi aquel tipo, sentado en el banco y no le recordaba de antes. Pondría la mano en el fuego de que no estuvo en Uzushiogakure. Me puse las manos en la boca y silbé para sacarlo de su ensimismamiento, luego le saludé con la mano, cuando hubiese llamado su atención.
Un silbido llamó la atención de Geki, que bajó su mirada y busco el origen del sonido, a unos metros del asiento por la calle había un chico saludándolo.

– Será a mí? Se preguntó el genin mientras giraba buscando a alguien más en esa ubicación, pero no había nadie, la situación lo desconcertó ya que no conocía a ninguna persona de Kusagakure hasta el momento.

Era un muchacho de mediana estatura, rubio de ojos ámbar, con un sombrero llamativo. Quizá estaba en un lugar no permitido, o quizá lo había confundido con otra personas, cuestiones que se propuso que resolvería en unos instantes.
Geki tomó un pequeño impulso y se paró delante del banco, miró de nuevo al genin para ver si se lo había cruzado antes, pero no recordaba de nada esa cara, observó de nuevo a los lados para asegurarse que el saludo era hacia él, y empezó a caminar hacia el autor del silbido.

En el trayecto iba pensando las opciones por la cual lo podría haber llamado pero no se le ocurría ninguna.
Al acercarse al muchacho notó que el sombrero no era sólo original, sino que tenía forma de una araña, bastante peculiar.

- Hola, ¿Cómo estás?. Atinó a decir aunque le faltaban unos pasos para llegar.
–¿Me estabas saludando a mí?
dijo para esperar una respuesta.
Geki, que había revisado varias veces con la mirada aquel lugar seguía con la duda de que le estuviese saludando a él.
El tipo recibió la señal acústica sin problemas y en seguida se percató de que fui yo el emisor. Me fijaba en él y definitivamente no me había cruzado con él, no lograba recordarle de absolutamente nada. Empezaba a ir cogiendo fuerza la idea de que fuera nuevo pero no lograba vislumbrar su bandana.

«¿Será un estudiante?»

El chico del kimono negro se fue acercando no sin antes comprobar en un par de ocasiones que no había nadie más y ver que le había llamado a él y no a otro. Por si aún le quedaban dudas hice una señal con la mano para que se acercase, algo que finalmente hizo para acabar haciendo una pregunta de lo más obvio.

Acariciaba la trenza que caía por mi hombro derecho mientras alcé mi mirada y no pronunciaba palabra alguna.


— Oh, claro, claro — dijo lo que el chico percibía como un sombrero de lo más original. De hecho, después de haber hablado, incluso carraspeó — Pues claro que es a ti, tío, no veo a nadie más aquí

Vale, utilizar a Kumopansa de aquel modo era divertido, jodidamente divertido. En especial para aquellos que desconocían de la naturaleza del arácnido, lo cual sucedía en un 99% de los casos. Era divertido y yo me regodeaba de ello.
Geki se asustó y tomó una bocanada de aire repentinamente, sus ojos se abrieron de par en par, como si fueran dos focos más en medio de la noche. El joven quedo congelado unos segundos, el silencio fue tanto, que el leve aullido del viento y el ululeo de un búho musicalizó el ambiente. ¿Pero qué era esa cosa? El shinobi que al acercarse, se fijó mejor y con más detalle sobre el bulto que traía sobre su cabeza el otro muchacho. Era peludo, tenía varias patas y unos cuantos ojos rojos. Pero volvió en sí, sacudió la cabezas y trató de tranquilizarse, quería creer que había sido el muchacho que le había dirigido la palabra, y después de intercambiar la vista un par de veces con el bulto y el dueño se le habló de nuevo al genin.

-Em, perdona, si. Es que soy nuevo y no conozco a nadie en realidad. Mi nombre es Geki.
le comentó el muchacho, que al decir su nombre se le iba apagando la voz mientras volvía a mirar aquel bulto sobre la cabeza.

-Quizá esto es medio incomodo. Dudó en seguir hablando, pero al final prosiguió. ¿Pero te diste cuenta qué tienes algo sobre tu cabeza?

Le advirtió Geki señalando levemente los cabellos del otro muchacho, aquella cosa parecía totalmente desagradable para tenerla sobre la cabeza, quizá le había caído encima o iba a participar de alguna fiesta donde tenían que ir disfrazados para dar miedo como algunas culturas en Octubre. No lo sabía pero aquél montón de ojos, como un racimo de uvas rojas lo ponían incomodo.
-Em, perdona, si. Es que soy nuevo y no conozco a nadie en realidad. Mi nombre es Geki.

Me fijaba en el muchacho y seguía bastante preocupado o alucinado o quizás las dos cosas en Kumopansa. Realmente algo se escapaba de mi comprensión, ¿tan jodidamente alucinante era una maldita araña? Me gustaba pensar que era la costumbre lo que creaba todo aquel mar de dudas en mi cabeza. Joder, hasta se le apagaba la voz por momentos.

-Quizá esto es medio incomodo. Dudó en seguir hablando, pero al final prosiguió. ¿Pero te diste cuenta qué tienes algo sobre tu cabeza?

— Ah, sí. Permiteme un segundo, Geki-san

Hice una pausa para crear algo de falsa expectativa, sin quitarle la mirada de encima al muchacho. Puse su mano sobre su hombro y el animal la usó a modo de puente, para posarse sobre su delicado y aparentemente vulnerable hombro.

— Yo soy Yota, y esta es Kumopansa. Digamos que es una buena amiga. No te preocupes, no te hará daño — posé mi mano sobre mi barbilla, acariciándola con mis dedos — Bueno, así que eres nuevo, ¿eh? Tal y como pregije, Kumopansa

— Ya, ya, bueno, tampoco te me vayas muy arriba

Ambos reímos.

— Dime, Geki-san, ¿como de nuevo?
El genin parecía notar que Geki estaba nervioso, pero no era para menos, los dos estaban reunidos en una plaza de la aldea, (capaz no en en mitad de la noche, pero la oscuridad le daba un toque siniestro) y con un animal de terror parado sobre la cabeza de uno. Había un poco de tensión en el ambiente y se notaba pero hasta que una segunda voz habló — Ah, sí. Permiteme un segundo, Geki-san. Está vez se había percatado que esa era la voz real del muchacho, ya qué, había visto mover su boca en perfecta sintonía y estaba seguro que el sonido provenía de él.*¿Qué es esto un genjutsu? Pero ¿Por qué lo haría?*

Tras un breve silencio el muchacho se apoyó en el hombro de Geki, y la pequeña cosa negra con ojos rojos bajo de su cabeza y se cruzó hasta el cuerpo del muchacho, el Senju quedó petrificado, rezando en silencio para que aquello fuera una marioneta y nada más. Tenía el ceño fruncido como si estuviera enojado pero en verdad estaba aterrado y un sudor frío bajo por su espalda, sentía que los cachetes y las orejas se le incendiaban.

El genin no entendía bien que estaba sucediendo, ¿Aquello era un sueño?¿Una pesadilla? simplemente quería bajar su brazo para el portaobjetos, tomar un kunai y rebanar a esa asquerosidad y luego rebanar a ese tipo que le estaba haciendo pasar tan mal. Pero estaba totalmente en shock, solo pudo observar recorrer el camino del insecto de un cuerpo al otro y sentir el hormigueo cerca de su cuello. Por suerte el dialogo continuó.

— Yo soy Yota, y esta es Kumopansa. Digamos que es una buena amiga. No te preocupes, no te hará daño. Bueno, así que eres nuevo, ¿eh? Tal y como predije, Kumopansa. Geki se alivianó un poco, aquello, era una simple mascota y al parecer inofensiva

*Si esta cosa me hubiera querido morder ya lo hubiera hecho* reflexionó y fue soltando poco a poco la tensión, mientras buscaba las palabras para contestarle al muchacho que tenía en frente, pero por el momento no le salía ninguna, más que mirar de reojo su hombro para controlar al arácnido sin hacer ningún movimiento y seguir escuchando la charla de aquellos dos.

— Dime, Geki-san, ¿como de nuevo?

-Si..Si. fué lo primero que pudo emitir, mientras que poco a poco se iba soltando, - Un gusto Yota, un gusto... Se paró - Kumopansa. continuaba mirando su hombro de reojo -Lo lamento es que nunca había visto una cosa así, osea un tú, kumopansa. El genin paró de hablar antes de meter la pata, sus brazos se habían aflojado, pero la tensión sufrida le había dejado un poco de dolor en el cuello, subió sus manos y se froto la cara y después los ojos para volver un poco más nítida la vista.

-Si, llegué hace un par de semanas, apenas me dejaron dar la prueba genin, y bueno aquí estoy con ustedes, mientras me acoplo al pueblo. Geki no hablaba mucho, prefería ser puntual e ir al grano, así que se quedo en silencio, mientras que algunos perros cercanos ladraban tras haber escuchado la voz de la conversación de aquellos ninjas. El vaho saliendo de las bocas dejaba en evidencia que la temperatura había descendido aproximadamente por debajo de los once grados.
Aunque el tal Geki empezaba a relajar tensiones, se notaba que no lograba entrar en un estado de no peligrosidad, seguía como un shock por culpa de la araña parlanchina. No le culpaba, no era el único que reaccionaba así ante Kumopansa, pero al menos parecía entrar en razón y quizás ya se hubiese dado cuenta de que no era una amenaza para él.

— Oh, no me extraña que nunca te hayas cruzado con un animal como Kumopansa. Es prácticamente único en su especie

— ¡Jah! ¿Le has oído Geki? ¡ha dicho que soy la única e inimitable Kumopansa!

No pude evitar soltar un suspiro, momento en el cual el joven nos desveló su verdadera historia, el porque estaba allí, en Kusagakure.

-Si, llegué hace un par de semanas, apenas me dejaron dar la prueba genin, y bueno aquí estoy con ustedes, mientras me acoplo al pueblo.

— Espera... ¿qué? ¿no eres de aquí? esto es curioso, ¿de donde vienes? — preguntaba, sumamente interesado en lo que había sido de él antes de llegar a la hierba — ¿Y la prueba? supongo lo lograste y obtuviste tu bandana, ¿verdad?

«Pero lo cierto es que no la veo por ningún lado..»
-Si en realidad soy de un pueblo de por aquí cerca, nada especial, sólo un conjunto de casas. Empezó -Pero mi familia estaba empeñada en que fuera ninja y aquí estoy. ¿Tú naciste aquí? El genin metió su mano entre sus ropajes, mientras observaba, como buscando algo. Algunos búhos hacían ecos de su cántico en la villa para recordarles que estaban en la noche.

Geki cogió un metal frió, emparchado a una tela y lo sacó fuera de sus vestiduras -Tuve la suerte de aprobar, pero no por mucho. sonrió, la estiró delante de sí y la subió lentamente hasta su frente donde luego la ató. -Y tu Kumopansa, ya eres Genin? Le retrucó a la araña.

El genin ahora se sentía más tranquilo, más seguro, tanto como para hacerle chistes a la araña. Había comprobado que no tenía nada que temer junto a que aquellas, bueno, a aquél ninja y su araña. Tomó una pausa y le preguntó.

-Y ¿qué hay para hacer en la aldea a esta hora?

Después de tanta charla y la exaltación por la araña el joven había recuperado un poco la energía y el sueño que le atacaba el cuerpo había desaparecido. Ahora tenía ganas de hacer algo.
Por lo visto era un tipo singular, así como su familia. apenas nos conocíamos de unos pocos minutos, pero empezaba a caerme bien y creía que yo a él también, ya se le veía bastante relajado.

«Así que tus padres vieron algo en ti, ¿eh?»

Solo el tiempo diría si Geki sería uno de tantos casos de padres que sobrevaloraban a sus hijos, el trabajo de un ninja no rea sencillo y potencialmente muy peligroso. Oonindo estaba repleto de ese tipo de historias y la mayoría desencadenaban en fracasos. Al parecer obtuvo su bandana de Kusagakure, su primer gran éxito, aunque tal y como relataba no muy holgadamente. Cada vez sentía más y más curiosidad por el chico.


— En efecto, nací aquí. ¿Sabes? no es habitual que un extranjero se instale aquí, nunca sabes a quien podrías estar abriendo las puertas de tu casa. Pero también es cierto que Morikage-sama es alguien bondadoso. Recuerdalo bien, Geki-san — dije ante la confesión del muchacho

Se le veía algo inquieto por hacer cosas y más ante su última pregunta. Habría tiempo para eso, de hecho ya tenía una idea de lo que podríamos hacer.


— ¿Así que tus padres también fueron shinobis?
Geki observaba a Yota mientras él le contaba un poco como eran las cosas en la villa de Kusagakure. Un olor a queroseno suave se podía sentir en el aire, este descendía de las varias lámparas que alimentaba e iluminaban la zona con su fuego. Geki Dejó salir un poco de vaho por la boca.

*Morikage-sama…* repitió en su mente luego de que Yota lo nombrara. En realidad, desde que había llegado muchas personas nombraban al Morikage, era común cuando alguien era el líder de una aldea, pero le causaba curiosidad, Geki quería conocerlo, aunque aún no había tenido oportunidad. Siempre estaba ocupado ymucho más para perder el tiempo con un genin y no consiguió dar con él desde su llegada a Kusagakure.

- ¿Lo conoces? A Morikage-sama. Le preguntó al otro genin esperando una respuesta positiva por ser oriundo de la villa misma.

Geki abrió la boca como si fuera a decir algo pero se detuvo por unos segundos y no salió ninguna palabra de la misma. Se llevó la mano a la cabeza y rasco un poco su pelo, revolviendolo un poco más de lo que ya estaba. Parecía como si estuviera buscando la respuesta adecuada para la pregunta de Yota. Hasta que se decidió por una.

-¡Que va! Soltó entre una risotada – Mis padres son panaderos, a menos que se inventen algún trigo no justsu quedaran por esa. Rió un poco, abrillantándosele los ojos y subió sus manos para limpiarse las lágrimas que le había causado su propio chiste.

-Este muchacho es todo un comediante ¿no? Esta vez las palabras iban hacia la araña mientras buscaba hacer contacto con su mirada. -¿Y tú, tus padres son ninjas? finalizó cuestionando al otro un poco sobre su familia.

Geki observaba a Yota esta vez, un poco más detenidamente y en detalle, era un genin, pero parecía un tipo bastante curtido, no como era el caso del Senju que era un recién salido de la academia.
- ¿Lo conoces? A Morikage-sama.

— Supongo que podría decirse que si

Bueno, podría decirse que si si contábamos con aquella misión en la que también tomaron parte Uzushiogakure y Amegakure, porque a parte de aquello no había tenido ningún tipo de contacto directo con El Morikage. Aunque a decir verdad, me encantaría tener algún tipo de charla privada con Kenzou-sama, pero hasta la fecha, ese momento todavía no había llegado.

– Mis padres son panaderos, a menos que se inventen algún trigo no justsu quedaran por esa.

No pude evitar mirar al cielo con nostalgia y algo de tristeza.

«Papá...»

Era consciente, las apariencias en ocasiones podían ser engañosas y no serlo que parecen. La historia de Geki podía cumplir con esos requisitos, los mismos que había tenido yo. se suponía que mi padre no era más que un simple ayudante sin dotes ninjas en las murallas de la aldea. cuan equivocado había estado, pues se trataba de un shinobi más que capaz. En ese caso, ¿cómo diantres una familia de panaderos iba a saber que su hijo tenía madera de shinobi? Era, cuanto menos, extraño.


-¿Y tú, tus padres son ninjas?

— Pues... debería decir que no — dije, sin saber muy bien qué contarle — Aunque mi padre tuvo contacto con los ninjas de la aldea. Trabajó en las guardias nocturnas de la puertas de la aldea

No me gustaba hablar de aquello con gente que acababa de conocer y, la verdad es que no acababa de entender porque me apetecía contárselo. De algún modo había logrado estar a gusto con aquel gennin. En cierto modo me recordaba a mi en mis primeros días. su historia no parecía ser muy distinta a la mía.

— antes preguntabas que se me ocurría que podríamos hacer, ¿cierto, Geki-san?
Yota no había reaccionado como esperaba tras el chiste malo del trigo, al contrario, una energía taciturna lo apago un poco. Geki podía ver en aquellos ojos un pequeño hilo de nostalgia mezclada con pena mientras el genin miraba el cielo. El Senju no quiso indagar más. El tono de la voz calma de Yota lo hizo pasar de un estado alegre a uno de respeto, notó que quizá podía haber tocado un punto sensible.

No era tonto, o por lo menos no del todo, sabía que la vida de los ninjas era así, dar la vida en una misión era algo que estaba sujeto al trabajo. No quería abrir una cicatriz vieja o echar sal a una herida.

El ambiente se tensó, pero no era un silencio incomodo o molesto, era un espacio temporal reflexivo para los dos, era un préstamo de oreja por si Yota quería contarle algo más en forma de desahogo. Mientras tanto en su mente buscaba las palabras para sugerir algún consuelo, pero no parecía el momento ni el lugar para hacerlo, así que se quedó callado, con ganas de apoyarle una mano en el hombro para darle animo, pero al final no lo hizo.

Geki aprovechó para recordar a su familia en un pequeño flash y dedicó unos segundos a agradecer poder aún tenerlos. Pero fue breve, Yota se reincorporo, o por lo menos intentaba hacerlo. Al joven de pelo blanco se le dibujo una pequeña mueca de sonrisa, se sintió a gusto de compartir un momento sincero con el otro, no tanto quizá en las palabras sino en los gestos.

— antes preguntabas que se me ocurría que podríamos hacer, ¿cierto, Geki-san?

- Tú lo has dicho Yota-kun. dijo mientras se llevó las dos manos hacia atrás de su cabeza para poder apoya la nuca. Esperaba que el otro muchacho estuviera de mejor humor -¿Qué se te ocurre?. Intrigó con un tono curioso entrecerrando un poco los ojos.
Fue como si una bombilla hubiese iluminado pro completo mi cerebro y este se hubiese activado. Tenía algo en mente, claro, pero debía planteárselo de forma adecuada. Había riesgo de que Geki no me creyese. Lo que estaba claro es que si el gennin aceptaba, podría ver realmente ese talento que advirtieron sus padres antes de enviarlo a Kusagakure.

- Tú lo has dicho Yota-kun. asentí a medida que el muchacho hablaba -¿Qué se te ocurre?

— Oh, bueno, pues verás... — decía a medida que introducía un misterio en forma de pausa que esperaba fuese despertando el interés del chico — se trata de algo que los recién graduados en la academia suelen hacer. Podríamos definirlo como un examen de madurez si quieres. Aunque como hace poco que estás aquí en Kusagakure, puede que no hayas oído hablar de la prueba. No me refiero al examen de ascenso protocolario, claro, sino a la otra prueba...

— Oh, así que era la prueba... — añadió el arácnido mostrando un gran interés.

La pelota estaba ahora en el tejado del Senju.
- La otra prueba?

Retrucó Geki mientras rascaba su pera intrigado con su mano derecha. En un movimiento ocular volvía sus retinas hacia arriba, como si intentara entrar en sus recuerdos para buscar si alguien le había comentado de esa segunda prueba antes. Pero sus esfuerzos fueron en vano, no encontraba en su memoria rastros de eso ni de esa tal “prueba”.

Era, probablemente, una de las desventajas de no ser originario de Kusagakure, no conocía algunos rituales ni palabras usadas habitualmente por los residentes de allí, y a veces, era fácil reconocer que Geki no era del lugar. Por eso el genin hacia todos los esfuerzos por adaptarse y aprender todas las costumbres que pudiera para pasar más desapercibido.

- Nadie me había dicho de otra prueba.

El Senju miró al otro con una pizca de sospecha en sus ojos mezclado con un interés grande que se le despertaba dentro del cuerpo. Esperó unos segundos mientras la orquesta de grillos que los rodeaba parecía intensificar el volumen.

- Cuéntame más.

Insistió a Yota finalmente en un tono curioso. Geki quería ser un ninja de Kusagakure y si lo que necesitaba era otra prueba no dudaría en hacerla.
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