NinjaWorld

Versión completa: (D) Verde, con ganas de madurar
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—Sí, no se preocupe, Handa-san —le dijo a la madre, quien parecía por poder ir a hacer sus cosas con la seguridad de que su casa no se derrumbaría.

Nubu por su parte parecía realmente emocionado y, como la mayoría de estudiantes, ya quería saltarse varios años de estudio de ninjutsu para hacer cosas espectaculares.

Kazuma, siempre tan sereno, intentó calmar un poco al chiquillo.

—Tiene razón ¿Por qué no empezamos por conocernos un poco? Y luego... —sonrió—, podemos salir fuera, a hacer cosas de ninja.
Furie suspiró, aliviada de que Daigo le dijera que harían las cosas fuera.

Bien, los dejo, entonces, chicos. Suerte.

Acto seguido, la mujer se retiró en dirección a los cuartos. Mientras tanto, la mirada del pequeño pasaría de uno a otro genin repetidamente.

¿Conocernos? ¡Pero si ya saben que soy Nubu!

Creo que eso ya… Mmm… Bueno, mucho gusto, Nubu-chan, yo… yo soy Ranko. ¿Q-Qué más nos puedes contar de ti? —La kunoichi se inclinó un poco hacia él, colocando sus manos en sus rodillas.

El pequeño comenzó a mecerse hacia adelante y atrás, con un dedo presionado contra el labio inferior.

Aaahm… Pues… Soy Nubu… Tengo cinco… Me gusta la leche con chocolate… No me gusta el takoyaki... Ahm… ¡Oh! ¡Voy a ser el ninja más superpoderoso de Kusagakure! ¡Más fuerte que el Morikage! —Nubu comenzó a agitar sus manos, como si siguiera lanzando shuriken, aunque se detuvo al cabo de tres segundos —. Y-y-y mi cumpleaños es en Benvienida. Entonces ¿Qué haremos ahorita?

Era evidente que el infante se moría por comenzar su entrenamiento.
Kazuma escucho con atención al infante; y lo dicho era más o menos lo que esperaba. Era natural que a esa edad todo futuro se predefiniese por algo sencillo, el superpoder en el caso de Nubu.

Ya veo —Se llevó la mano a la barbilla y pensó un poco en la situación—. Mi nombre es Hanamura Kazuma; es un gusto el conocerte Nubu-san.

Sentía la necesidad de hacer muchas preguntas; pero debía de esperar el momento oportuno, los sucesos adecuados.

Creo que ha sido una buena presentación, para comenzar —dijo con amabilidad—. Creo que ahora si podríamos salir al jardín y dejar que fluyan un poco las energías, ¿les parece?
Daigo se apuntó a sí mismo con el pulgar luego de que Ranko, Nubu y Kazuma se presentaran.

—¡Yo soy Tsukiyama Daigo, mucho gusto!

Nubu parecía estar seguro de que un día sería el ninja más fuerte de Kusagakure, algo normal en un chico de su edad, pero Daigo esperaba que afectara positivamente en su entrenamiento.

—Claro —le respondió a Kazuma. Él también tenía ganas de empezar—. El ninja más superpoderoso de Kusagakure no se hará sin un poco de entrenamiento.
Daigo le daba tantas alas al pequeño que sus ojos parecían llenos de diamantina de lo mucho que brillaban. Nubu asintió varias veces y corrió por la habitación para recoger todas las shuriken de cartón que pudo, aunque, claro, algunas habían quedado fuera. Ranko se apresuró a abrir la puerta, y el infante fue el primero en lanzarse al sol de la tarde, corriendo con mucha energía.

¡Sisisisisí! —Se colocó a la mitad del gran patio, dando pataditas de la emoción. Soltó los shuriken y juntó las manos en un torpe sello del tigre —. ¡Ya sé! ¡Jutsu primero! ¿Sí? ¿Sí?

Ranko esperaría junto a la puerta hasta que todos hubiesen salido, para luego cerrar. Después recogería algunos de los shuriken de cartón que habían caído fuera, cerca de la puerta.

Ahm… Creo… Creo que… No sé si podamos comenzar con eso. —soltó Ranko con suma pena.

¿Ah? ¿Por qué, Ranko?

A la kunoichi se le hizo un poco raro que el niño la tuteara tan fácilmente, aunque lo atribuyó a que era todavía muy pequeño. O eso quiso suponer.

Pueees… —Alzó la mirada hacia sus compañeros. Era una duda honesta, pues ella realmente no era experta en Ninjutsu. ¿Cuándo había aprendido su primer técnica? ¿Qué había puesto en práctica para ello?

"Independientemente de ello, no creo que Nubu-chan pueda moldear su chakra ya… ¿O sí?"
Porque las técnicas ninjas no están disponibles para todo el mundo —respondió Kazuma, sentándose relajadamente sobre la hierba, con las piernas cruzadas—. Primero debes superar ciertas pruebas, demostrar que eres fuerte y digno de seguir el sendero de los ninjas.

Sus palabras estaban colmadas serenidad y solemnidad, como las de un ermitaño que esta por compartir los misterios de su mundo. E internamente sonreía, porque no estaba seguro de que libro, cuento o legenda, había sacado aquel dialogo; pero le parecía que era adecuado para el momento.

¡Dime, Nubu-san, aspirante a ninja!, ¿crees que tienes lo necesario? —pregunto dramáticamente.
«¡Oooooh, qué bien lo ha recuperado!» pensó Daigo, asombrado por la improvisación de Kazuma.

Siguiéndole el juego, el peliverde se irguió y se cruzó de brazos, esbozando una sonrisa que por sí sola ya decía lo que estaba a punto de suceder.

—¡Si es así demuéstralo! —ladeó su cuerpo para apuntar a Nubu con la Palma de su mano derecha—. ¡Demuéstranos de lo que eres capaz!
A pesar de que Kazuma solventó la duda de Nubu, su respuesta le causó algo de incomodidad a Ranko.

"Estoy casi segura de que no se trata de ser digno del sendero ninja… Aunque supongo que Kazuma-san sólo lo dijo para llamar la atención de Nubu-chan… No sé si deberíamos seguir eso…"

Pero tanto el pequeño como el genin peliverde siguieron a Kazuma.

¡Sí, sí lo tengo! —rugió con su vocecita. Luego adoptó una pose de combate, o algo así: sus piernas abiertas y rígidas, el puño izquierdo al frente, apuntando a Daigo, y el derecho pegado al pecho. Parecía querer imitar a un karateka, pero sin saber exactamente dónde poner las manos o pies —. ¡Lo demostraré!

Ranko miró a los presentes. Kazuma se había sentado, con las piernas cruzadas. Daigo había adoptado una pose sencilla e invitaba a Nubu a pelear. Y Nubu estaba más que animado para luchar contra el boxeador. Ranko tragó saliva y se puso entre los dos.

"Vamos, Ranko, esto es para ilustrar un punto, creo. ¡Tsukiyama-san por supuesto que no lastimaría a Nubu-chan! Ni al revés. ¿Verdad?"

E-esperen… A-antes de comenzar ha-hay que hacer algo —La chica recordó tanto su combate con Yota como aquel contra Rōga —. Nubu-chan, tienes que hacer e-el sello de Combate. Se hace u-uno al co-comenzar y otro un poco diferente a-al t-terminar. Así.

Ranko entonces dobló el dedo anular y el meñique mientras extendía el índice y el medio, haciendo el sello típico que usaban los shinobi. Un medio sello del carnero.

¿Y eso por qué?

E-es tradición. Muestra que somos ninjas, significa… Ahm… significa que enfrentarás en batalla a Tsukiyama-san.

Aah…

Nubu intentó doblar los dedos, pero le costó varios intentos hacerlo de la manera correcta. Aun así, no lograba estirar el dedo medio por completo, y lo curvaba levemente. Ranko miró a Daigo y esperó a que hiciera el mismo sello.

Después, la de la trenza alzaría el brazo derecho.

¿P-preparados? —Unos segundos después, si nada se lo impedía, bajaría el brazo velozmente mientras daba un paso hacia atrás, apartándose del campo de batalla —. ¡Comiencen!

¡AAAAAAAH!

Nubu saldría corriendo tan rápido como lo permitieran sus piernitas en dirección a Daigo. Si llegaba a él, intentaría golpearlo con un par de puñetazos/manotazos casi aleatorios mientras gritaba.

¡Hiya! ¡Hiiiya!


Por si se lo preguntan, todos los stats de Nubu están a >10
De alguna forma, las palabras habían funcionado y aquel muchachito se encontraba dispuesto a afrontar cualquier “prueba” que le impusieran. Kazuma se quedó observando como Nubu se alistaba y como Ranko le guiaba en la antigua tradición de los duelos ninjas. Luego se hizo la señal, y el combate comenzó con el niño arrojándose a bocajarro contra Daigo.

Debes apuntar tus golpes, Nubu-san —dijo con calma—. Intenta atacar aquello que este a tu alcance, como los tobillos o las rodillas.
Daigo mantuvo su sonrisa a pesar de que se encontraba ligeramente confundido. No esperaba que se tomara su reto como un duelo uno contra uno sin camiseta, pero, ¿por qué no?

El peliverde se mostró emocionado mientras efectuaba el sello de combate a la vez que el pequeño Nubu y, a la orden de Ranko, adoptó su guardia ortodoxa de boxeador.

El aspirante a ninja se lanzó hacia Daigo e intentó golpear todo lo que pudo mientras el genin se un poco para evitarlo. Lo suficiente para oponerle solo un poco de resistencia y obligarlo a mantenerse en movimiento.

El puño del boxeador se alzó peligroso y bajó con cuidado hacia la cabecita del pequeño. ¿Qué haría el futuro shinobi para defenderse?
Dos cosas coincidieron en ese momento: Kazuma le daba un consejo a Nubu acerca de apuntar sus golpes, mientras que Daigo esquivaba por un momento para contraatacar con un golpe a la cabeza del chico.

¿Ah? —dijo el infante, mientras volteaba a ver al peliblanco. Al distraerse, no pudo hacer nada contra el puño de Daigo, el cual cayó sobre su coronilla. Claro, el genin había usado una fracción de su fuerza, y el impacto no hizo más que hacerle soltar un quejido y hacerle tallarse la cabeza —. ¡Ay! ¡No es justo! ¡Él me habló! ¡No se vale!

K-Kazuma-san sólo le daba un consejo a Nubu-chan. ¡N-no pasa nada! —Se apresuró a decir Ranko, mostrando las palmas e intentando calmarlo, aunque Nubu no estaba alterado realmente.

Mmm… Bueno. ¡Otra vez, entonces!

El pequeño arremetería de nuevo contra el peliverde, lanzando los mismos manotazos, pero esta vez contra las piernas del boxeador, pues era lo que podía alcanzar.
Kazuma observo entretenido como el muchacho arremetía contra Daigo. Quizo verse a sí mismo en Nubu, lo que consideraba un ejemplo de chico normal; pero lo cierto que él había sido mucho más tranquilo y menos soñador, más curioso y menos ansioso.

Vas bien, Nubu-san, ¡animo! —le alentó Kazuma.

El joven peliblanco le hizo un gesto a Daigo para que continuara, pues ahora tenía en sus puños dos posibles lecciones para el aspirante a ninja: la primera era darle un golpe de gracia, algún movimiento que le derribara y lo dejara en una posición de indefensión; la segunda era hacerle gastar energía hasta que estuviese cansado y le costase respirar.

«De cualquiera de las dos formas aprenderá una buena lección»

Siento la tardanza, no me fijé en que ya habían posteado.

Una risilla divertida se le escapó al peliverde cuando Nubu recibió su golpecito. Daigo no pretendía burlarse del pequeño ni mucho menos, pero simplemente no podía evitar reírse cuando se lo pasaba tan bien.

—Vale, vale, no ha valido —dijo y recuperó su guardia—. ¡Empecemos la segunda ronda!

Nuevamente Nubu se lanzó al ataque, esta vez concentrándose en las piernas del genin, pues eran todo lo que llegaba a alcanzar.

«Parece tener actitud. No creo que haga falta alargarlo mucho más».

Los ataques de Nubu parecían tener cada vez más efecto en el boxeador, que se defendía con algún pequeño jab ocasional.

Más pronto que tarde, Daigo se vio obligado a bajar sus manos y agacharse para proteger sus piernas, pero al hacerlo acabó descubriendo su rostro...
Los varones seguían alentando a Nubu, mientras que Ranko se preocupaba un poco al ver a tan pequeño novato luchar con un usuario de Taijtsu. Sin embargo, el infante se notaba lleno de ánimos, podría decirse que estaba inspirado.

A pesar de ello, Nubu estaba vaciando rápidamente sus reservas de energía con sus caóticos manotazos, y no tardaría en sudar y en aumentar el ritmo de su respiración. A su vez, sus golpes se desviaban más y más de su objetivo, como si la concentración se le fuera a cada segundo.

Por su lado, Daigo contenía la casi inofensiva ráfaga de golpes del muchachito, pero se vio obligado a bajar su defensa para proteger sus piernas. Los ojos de Nubu brillaron cuando vio su oportunidad, al tener el rostro del boxeador cerca, pues él se había agachado.

Casi como si cargara su ataque con energía, recogió su puño derecho por un segundo y luego liberó toda la fuerza que le quedaba (que no era mucha) en un puñetazo ascendente dirigido al mentón del peliverde. No obstante, le diese o no, el impulso que tomase dominaría su postura y le haría perder el equilibrio. Nubu daría media vuelta sobre sí mismo y caería de bruces sobre el césped.

¡Auu! —gemiría, con más hastío que dolor.

¡Nubu-chan! —soltaría la kunoichi, levantándose para ir a su lado. Sin embargo, el pequeño se levantaría solo, con la ropa ligeramente manchada de verde y marrón.

¿Le di? ¿Le di? —preguntó mientras se sacudía.
Podría ser —contesto el peliblanco—. La verdad que no pude ver bien.

Kazuma pensó en que el esfuerzo de Nubu estaba bien, pues lo estaba dando todo. Aunque quizás Ranko no estuviese de acuerdo, pues la percibía preocupada. De todas formas, las cosas parecían estar marchando bien; pero tendrían que tener cuidado de que el joven aprendiz no se agotase mas de la cuenta.

¿Qué tal estuvo Nubu-san? —pregunto.
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