Concebido para ser un arma - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: Base de datos del rol (https://ninjaworld.es/foro-base-de-datos-del-rol) +--- Foro: Historia, acontecimientos y ambientación (https://ninjaworld.es/foro-historia-acontecimientos-y-ambientacion) +---- Foro: Historias antiguas (https://ninjaworld.es/foro-historias-antiguas) +---- Tema: Concebido para ser un arma (/tema-concebido-para-ser-un-arma) |
Concebido para ser un arma - Yoshimitsu - 8/05/2015 [] Ahondando en el pasado [] Recuerdo una infancia feliz con mi familia, mi padre que en paz descanse, fue un hombre benevolente, que arriesgó su vida por salvarme del abismo. A pesar de que apenas tenía tres años, el recuerdo de aquel fatídico día se me quedó impreso en mi retina. Y tan solo con cerrar los ojos, puedo ver como si fuese ayer, mi padre muriendo por darme una oportunidad de vivir con honor y dignidad.
Todo ocurrió en una noche de verano, la luna llena iluminaba el bosque del bambú mágicamente. El sonido del cantar de los grillos y la danza de las luciérnagas era un espectáculo que veía con ilusión cada noche. La cortina de el ventanal de mi habitación bailaba al son de una brisa reconfortante nocturna...jamás podría olvidar aquella noche, y el vuelco tan dramático con la que terminó, y que acabó siendo mi mas traumático recuerdo. Desperté por un ruido en la madrugada, por lo que aproveché para cerrar la ventana de mi habitación. Me levanté a oscuras y me dispuse a cerrarla cuando de repente algo entró súbitamente con tanta fuerza, que caí de espaldas contra el suelo, en el momento del impacto cerré involuntariamente los ojos por un instante, pero cuando los abrí de nuevo pude ver cuatro sombras que me acechaban dentro de mi habitación. Cada uno de ellos, me agarraron por una extremidad y me sacaron rápidamente como si volasen por donde vinieron, la ventana. Intenté pedir ayuda gritando, pero antes de ni si quiera poder hacerlo, recibí un fuerte golpe en la cabeza y perdí el conocimiento. Jamás olvidaré el ruido de aquel golpe, parecía que mi cráneo se rompía en mil pedazos, pero antes de que eso sucediera, fallecí sin saber cuánto tiempo transcurrió hasta que volví a despertar. Cuando volví a abrir los ojos...fue aterrador, me sentía impotente. Recuerdo un sótano muy antiguo, como si fuera una mazmorra de piedra y humedad, el olor era tan fuerte que me costaba respirar. La sala en la que me hallaba estaba iluminada por antorchas, sus llamas consumían el poco oxigeno que allí había. Estaba atado de pies y manos desnudo en una especie de altar. Ya no habían sombras, ahora era mucho peor, estaba rodeado de unos hombres decrépitos con unas túnicas roídas por el tiempo y las ratas. Parecían que esperaban pacientemente a que despertará para que así pudieran regocijarse al ver mi rostro de dolor que ellos me iban a ocasionar. Pedí clemencia, sollocé, llamé a mi madre y a mi padre. Pero nada ni nadie vino en mi ayuda. Mis secuestradores se posicionaron a mi alrededor y empezaron a dibujar con sus manos en mi cuerpo, concretamente en mi pecho y en mis brazos. Después se apartaron unos pasos de mí. Y comenzaron a ejecutar unos sellos y a recitar unas palabras que jamás llegué a comprender. Entre los encapuchados, había uno que destacaba sobre los demás y se encontraba justo a la altura de mi cabeza. Cuando acabaron ese encapuchado posó su mano en mi frente, y es ahí donde comenzó el dolor. Un dolor tan intenso que casi perdí el juicio, mi pecho ardía y después mis brazos. Podía oír mi corazón desbocado como si de un martillo se tratara. Sabía que iba a morir, mi vista se apagaba y veía la luz al final de la oscuridad, una intensa, cálida y familiar luz que me clamaba mi nombre. Apunto estuve de cruzar esa luz que me traía la paz cuanto mas cerca estaba de ella. Cuando llegué al umbral, había algo que me empujó hacía la oscuridad de nuevo y me dijo que aún no era mi hora. Fue tan real que no me lo puedo quitar a día de hoy de la cabeza. Desperté de nuevo, exhausto, malherido y moribundo en mitad del bosque. Pude ver a lo lejos un enorme cráter en el que manaba una lengua de fuego que salía de las mismas entrañas de la tierra. Gire la mirada al escuchar una respiración jadeante, se trataba de mi padre. Le faltaba un brazo y tenía el rostro desfigurado. Estaba quemado, malherido y bañado en sangre...siempre que le recuerdo así no puedo evitar llorar... A pesar de su estado me llevó hasta casa, y después murió ante mi. Volví a dormir entre sollozos, no tenía fuerzas, quería morir... Desperté a los días en mi habitación como si nada hubiera ocurrido. Observé que tenía vendado el pecho y las manos. Notaba una sensación extraña, una sensación grotesca. Llamé a mi padre, pero no respondió, en su lugar vino mi madre que se le veía triste, pero al verme despierto se le iluminó un poco la cara. Al rato, vino mi abuelo, observaba con una extraño rostro de curiosidad desde la puerta, cómo mi madre me abrazaba entre lágrimas. Al cabo de las semanas mi madre y mi abuelo me retiraron las vendas y pude ver con horror como en mi pecho y en las palmas de mis manos tenía unas bocas humanas que para mi, me resultaron monstruosas. Grite de pavor y mi madre entre sollozos me volvió a abrazar. Esos fueron los días mas duros de mi vida y no creo que vuelva pasar por algo tan traumático como eso, ni si quiera la muerte me me asusta ya. Pues el recuerdo que mantengo de ella, es paz y sosiego. [] La dolorosa verdad [] Pasaron unas semanas, llegué a acostumbrarme a mi nueva condición de monstruo. Notaba que mi madre no podía evitar al verme, recordar la perdida de mi padre. Por otra parte, mi abuelo que antaño fue un excelente shinobi perteneciente a la división de explosivos, me ayudó bastante. Me ayudó a olvidar lo sucedido, el sabía que era fuerte, aunque desde ese día me cambió el carácter, mi forma de ser.
El me insistió que lo mejor era tratar de olvidar, yo no lo podía hacer sin embargo, procuraba no pensar en ello. Y cuando lo logré, pude seguir adelante con mi vida con cierta normalidad. Con el tiempo, tanto mi madre como mi abuelo pensaron que por seguridad dejáramos la pequeña aldea y fuésemos a vivir a la villa oculta de la Hierba. Una vez instalados mi madre pudo regentar un pequeño establecimiento de comestibles, con el que sacaba dinero más que suficiente para mantenernos. De mientras, mi abuelo mantuvo varias conversaciones con el honorable Morikage Kenzou-sama. Al parecer, este se interesó por nuestro caso y nos aseguró a mi familia, que no nos faltaría protección. Durante los años venideros mi abuelo me entrenó en el arte de mi extraño Bakuton y me preparaba a la vez, para ingresar en la academia ninja en cuanto alcanzara la edad mínima. Además, investigaba sobre mis bocas con la ayuda del Morikage. A veces, Kenzou-sama en persona venía a verme de vez en cuando acompañado de otros shinobis y me hacía preguntas de lo que me sucedió. Incluso a veces me traía algún regalo, la verdad que era como un nuevo padre para mi. Llegaron con el tiempo, a la conclusión de que se trataba de un kinjutsu olvidado por el tiempo. Perteneciente a las antiguas villas que ya no existen, y estaba relacionado con el elemento explosivo de mi chakra. Creían que no se trataban de simples bocas, tenían la corazonada de que llevaban a cabo alguna función extraña. Al cabo de un año, mi abuelo averiguó que esas bocas servían para imbuir mi chakra explosivo lo que entrara por esas fauces, sería regurgitado como explosivos. Pero ya que dominaba el Doton pudimos ver que con sustancias arcillosas el proceso era mas sencillo y además, con entrenamiento la arcilla adquiría propiedades especiales. Cuando aprendí a dominar mis fauces, y estaba preparado para ingresar en la academia ninja, un nuevo golpe en mi vida sacudió mi corazón. Casi perdiendo la fe en todo. Sin embargo, esta vez me salvo el Morikage Kenzou-sama. Mi abuelo me despertó un día en mitad de la madrugada, me insistía en que debíamos abandonar la villa, que aquí no estábamos seguros. Eso sí, mi madre no tenía por que acompañarnos. Como es normal me extrañé y le pregunté el por qué de partir así, y más aún estando a punto de ingresar en la academia ninja. No me quiso dar explicaciones, por lo que yo no me negué en rotundo en irme con él. Iba a llamar a mi madre para hacer entrar en razón a mi abuelo, pero este perdió la compostura y reveló lo que realmente sucedió en el pasado en un arrebato de ira. Confesó que el fue el responsable de la muerte de mi padre, su hijo. Años atrás su equipo de explosivos shinobi buscó con desesperación y extraoficialmente el kinjutsu que usó en mi. Lo acabó encontrando pero demasiado tarde, ya que dada su avanzada edad, el proceso del kinjutsu lo hubiera matado, por lo que decidió secuestrarme y usarlo en mi, puesto que mi padre se negó. Y así crear un arma viviente y, poder hacerse influyente y temido, empleándome como un vulgar instrumento, una arma sin voluntad. Casi logró mi padre impedirlo, pero llegó tarde y el proceso ya se había completado. Me rescató pero a costa de su vida, solamente mi abuelo podría haber acabado con el. Mi abuelo a quien yo admiraba, fue el asesino de mi padre, me quedé en shock, y en ese momento, aprovechó para sacarme de casa y después de la villa. Pero reaccione y ésta vez si pude gritar, bien alto, lo suficiente para que los guardias nocturnos pudieran ayudarme. Pero a pesar de todo, mi maldito abuelo consiguió escapar. Era un cobarde, que prefirió salvar su pellejo que querer conservar su preciada obra maestra, su nieto convertido en un objeto. Algún día lo encontraré y tendrá que explicarme unas cuantas cosas. Después de mi rescate, conté todo lo sucedido a Kenzou-sama que se interesó y preocupó como un verdadero padre. Le dije que mi abuelo fue desde el principio un traidor y que asesinó a mi padre por mi culpa. Kenzou-sama se apiadó de mi por decir la verdad, diciéndome que no se me ocurriera pensar que mi padre murió por mi culpa. Mi abuelo fue considerado un renegado y partir de ese día fue puesto en el libro Bingo, en busca y captura, vivo o muerto, eso daba igual. [] Un nuevo horizonte [] Por mi parte, Kenzou-sama mantuvo su promesa, y cuidó de mi y de mi madre como si fuera un ciudadano más con pleno derecho y, gracias a él, no eché nada de menos a mi abuelo. Le odio con toda mi alma, y espero que allá donde esté reciba el castigo que se merece.
Y a pesar de todo, el caprichoso destino quiso en cierto modo que reemplazara el vacío que dejo mi abuelo de la forma más inverosímil que jamás hubiera sido capaz de imaginar. Un día en el bosque del Bambú, continuaba mis entrenamientos acompañado por shinobis expertos, enviados de confianza de Kenzou-sama que aprovechaban la ocasión para recopilar información de mi singular capacidad mientras que me ayudaban a desarrollarla con dedicación y paciencia. Todo marchaba según lo esperado, pero ya nos encontrábamos a pocas semanas de que ingresara en la academia, y quisieron comprobar hasta que punto había incrementado mi poder destructivo desde que comencé con mi entrenamiento. Me detuvieron ante una gran roca que era realmente enorme, y me provocaron para haber si era capaz de partirla por la mitad. Yo me tomé el asunto como un verdadero reto, y comencé a lanzar mis proyectiles buscando un punto débil que me permitiera quebrar o destruir a aquel bloque macizo de roca. Tras varios intentos y de explosiones, la piedra cedió y aquella mole se convirtió en una masa de polvo y escombros. Satisfecho de mi proeza, me fije en mis maestros con un rostro pícaro de confianza mientras recuperaba el aliento, para ver si los había impresionado, di la espalda a los restos de aquella roca para fijarme bien en sus caras, en un primer momento pareció que los había impresionado, pues sus bocas quedaron abiertas de manera antinatural. Pero resultó ser que no fue únicamente mi victoria lo que les hizo desencajar sus mandíbulas, cuando la nube de polvo amainó, se pudo ver como justo debajo que aquella gran roca que destruí, había una especie de compartimento. Entre los escombros yacía una chica allí, en aquel agujero, y parecía ser que estaba muerta. No sentí ningún atisbo de culpa, pues yo únicamente ataqué a aquella gran roca que mis maestros me indicaron. Recuperaron su cuerpo y comprobaron que efectivamente no tenía constantes vitales. Fue tan impactante el asunto que el día de entrenamiento acabó de golpe y regresamos a Kusagakure de inmediato. Tras unos días de comprobaciones, nadie fue capaz de identificar su cadáver y fue enterrada debidamente en el cementerio, en donde se entierran a aquellas personas que no tienen ni familia, ni recuerdos, ni nada de nada. Tras aquel incidente, mi vida siguió con la normalidad que era habitual, pero tres días después de aquello, apunto casi de olvidar para siempre aquella anécdota. Vi un fantasma de carne y hueso, era la misma muchacha muerta que encontramos y estaba felizmente pululando por la villa repleta de tierra, se le veía realmente confusa. Había vuelto a la vida, era como magia. Incrédulo, me acerque hasta ella para comprobar que realmente era ella. Me dirigí hacía ella sin saber muy bien que decirle, pero cuando me vio no hizo falta ninguna palabra por mi parte. Se me adelantó y me agradeció que la hubiera liberado de su cautiverio. Me abrazó y me llamo seguidamente hermano. Quedé extrañado sin saber muy bien como reaccionar, pero después de hablar con las autoridades pertinentes con la muchacha, se decidió al cabo de unos días, que a partir de ese día aquella muchacha que se presentó por el nombre de Mikasa, formara parte de lo poco que quedaba de mi familia. Como mi madre no vio objeciones por su parte, yo no me negué en absoluto, pues en cierto modo, no existían motivos para que me disgustara aquella decisión. Después de aquello, continué con mis entrenamientos, logré hacerme fuerte mientras ayudábamos a Mikasa a integrarse y a entrenar, ya que tenía aptitudes más que suficientes para ingresar en la academia ninja. Puesto que ahora también era una miembro de la villa oculta de la Hierba. Además de mi nueva hermana, hice muchos amigos en la academia, y aunque aún se asustan de mis cualidades y de mi aspecto, son bastante comprensivos. Con ellos me gradué en la academia, ahora son todos como mis hermanos y tanto los instructores como Kenzou-sama son mis nuevos padres y tíos. Por fin la vida me devuelve algo bueno, algo por lo que lucharé incluso poniendo mi vida en juego. Es lo mínimo que puedo hacer por nuestro Morikage, me haré más fuerte para que se sienta todavía más orgulloso de mi. Mis metas y propósitos son elevados, y procuraré siempre seguir la senda del honor. Y quizás así, algún día me convierta en Morikage. RE: Concebido para ser un arma - Yoshimitsu - 17/06/2015 Año 200
|