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[Cronología] Entre las sombras - Versión para impresión

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[Cronología] Entre las sombras - Sayaka - 11/05/2015

La puerta se abrió de golpe, todos los que había en aquella sala se volvieron la mirada hacia el furibundo hombre que irrumpía en el lugar. Era un tipo muy alto, casi de metro noventa, delgado, muy delgado, tez muy pálida, una cortina de pelo azabache bastante grasoso, unos pequeños ojos verdes agrandados por una lentes pequeñas y redondeadas que completaba aquel siniestro aspecto. Vestía con una larga gabardina, cerrada, totalmente negra de cuellos levantados, un sombrero de ala ancha.

Aquel tipo paseo su furiosa mirada por aquella sala. El lugar parecía ser el área de descanso de un hospital, en ella se encontraban tres hombres y una mujer. Todos ataviados con batas blancas, sentados alrededor de una mesa donde parecía que habían estado disfrutando de una apacible merienda. Sin embargo, ahora, todos habían dejado sus cafés sobre la mesa para clavar la mirada sobre aquel tipo. La tensión podía cortarse en aquella habitación, todos mantenían la respiración esperando a que su jefe hablase. Algo que no tardó mucho en producirse

-¡Malditos viejos de mierda!- bramó dando un paso hacia delante para dejar la entrada a su espalda -¡Juro que los mataré a todos!- la puerta había rebotado contra la pared y volvía por inercia hacia atrás, Ryu se dio la vuelta y la cerró de una patada. El golpe volvió a retumbar en toda la sala, tras él de nuevo el silencio. Tan sólo se podía escuchar la furiosa respiración del médico.

La única mujer que había en la sala parecía bastante más tranquila que sus compañeros, ella llevaba muchos años compartiendo investigaciones con aquel tipo y se imaginaba bien que era lo que había sucedido. De momento estaban fuera de peligro. Aquella doctora era una mujer de cabellos platino, recogidos en un elaborado moño, un rostro fino y muy agraciado, labios finos y unos ojos grises de mirada despierta que ahora se posaban en su compañero. La mujer dio un sorbo a su café

-Veo que las cosas no han salido como esperabas- dejó su café sobre la mesa y despidió al resto con la mirada, que entendieron a la perfección la orden de su superiora. Un instante después, se encontraban totalmente solos -Te dije que esos carcamales no comprenderían nuestro trabajo, ellos sólo querían resultados-

-¡Eso ya lo sé!- Ryu pegó un fuerte puñetazo a la puerta, seguía igual de enfadado que cuando entró

-Deja tranquila esa maldita puerta, no tiene la culpa- la rubia suspiró algo exasperada, no soportaba a su compañero cuando se ponía así

-¡¿Ahora eres mi jodida madre, Yūki?!- se dio la vuelta violentamente hasta clavar su mirada en los de su compañera, aquella mujer tenía el don de enfadarle cuando ya pensaba que no podía enfadarse más -¡Estoy hasta los cojones de este maldito país!- volvió a maldecir mientras comenzaba a quitarse aquella pesada gabardina y su sombrero, para después lanzarlos hacia una de las sillas que rodeaban la mesa

-¿Qué ha pasado?- la mujer dejó a un lado su exasperación, tenía curiosidad por saber que había ocurrido para que se enfadase tanto ¿acaso la cosa había ido peor de lo que había pensado?

-¡Nos retiran la puta financiación!- gritó lleno de rabia a la vez le daba una patada a la silla donde había dejado sus cosas, Ryu estaba fuera de sí -¡Esos malnacidos dicen que somos un fracaso! ¡Que no tirarán más su dinero con nosotros!-

Yūki chasqueó la lengua, aquello era mucho peor de lo que había imaginado. Sin la financiación de aquellos carcamales, mantener aquellas instalaciones era imposible y menos ahora que tenían casi veinte sujetos. Y aún así había algo peor, esos viejos se encargaron de que el laboratorio permaneciese oculto casi dieciocho años, ahora sin ellos corrían el riesgo de quedar al descubierto. La rubia se recostó en la silla, tratando de asimilar aquello, retiró el flequillo de su rostro con la mano izquierda como tratando de ganar tiempo antes de hablar.

-¿Qué haremos?- dijo visiblemente preocupada, el asunto no era para menos

-Yo te diré que haremos- Ryu pasó sus dos manos a la vez por entre aquella densa cortina de cabello oscuro y grasoso, se notaba nervioso -Vamos a mandar a la mierda este proyecto- se mordió los labios mostrando aún más su nerviosismo -Vamos a mandar todo a la mierda-

-¿Qué diablos estás diciendo?- aquello hizo enfurecer a la doctora que no dudo en incorporarse de un salto, lo que provocó que su silla se moviese hacia atrás -¡Llevamos casi dieciocho años trabajando en esto, no podemos mandarlo todo a la mierda!-

-¡Sé cuanto llevamos!- contestó con furia renovaba -¡Pero seamos realistas joder! ¡No tenemos medios para mantener todo esto y menos para ocultarlo!-

La mujer guardó silencio, ante aquello no tenía nada que replicar, ella había pensado lo mismo.

-Escúchame Yūki- comenzó tratando de calmarse y calmarla a ella -No vamos a abandonar nuestro trabajo, sólo a reorganizarlo- siguió conteniendo los nervios como podía -Cogeremos todos nuestros documentos, nuestros avances, limpiaremos todo esto y nos marcharemos a otra parte. Igual que hicimos cuando nos fuimos de Uzushio- Ryu se fue acercando poco a poco hasta quedar cara a cara con su compañera

-¿Y qué hacemos con la Uchiha?- replicó la doctora visiblemente disgustada -Sabes igual que yo lo difícil que es conseguir una y aún más que este embarazada ¿Dejaremos ese proyecto también?-

Ryu respiró profundamente, no había pensado en aquello y para colmo Yūki tenía toda la razón, les había costado mucho tiempo y dinero conseguir a aquella mujer.

-¿Qué propones entonces?- preguntó el siniestro doctor algo contrariado

-Solo faltan cinco meses para el parto, podemos esperar hasta entonces- contesto casi suplicando, llevaban cuatro meses trabajando en ella y perder la oportunidad de comprobar si su trabajo iba por el camino correcto sería un palo muy duro -Sabes tan bien como yo, que si todo sale bien ese bebé nos hará ricos. Podremos costear todas nuestras investigaciones sin ningún problema-

-Lo sé, pero nos arriesgaríamos mucho- el médico dudo de nuevo

-Si viésemos que hubiera peligro tan sólo tendríamos que matarla como al resto y marcharnos, no te estoy diciendo que nos quedemos a toda costa- argumento la mujer tratando de trasmitir calma con su voz

-mmm- dudo un instante, pero él también deseaba ver los resultados de su trabajo -Esta bien, pero al más mínimo atisbo de peligro...-

-Por supuesto, por supuesto- dijo la mujer visiblemente emocionada, casi había perdido la esperanza por unos instantes ante la duda de su compañero

-Entonces decidido- dijo mientras tomaba asiento en la mesa y cogía una botella de agua que había sobre ella -Da la orden de que eliminen a todos los demás experimentos y se deshagan de los cuerpos-

-Entendido Ryu- respondió la mujer que no tardó ni un instante en abandonar la sala por una de las puertas traseras para dar las órdenes de su líder.

—Cinco meses más tarde - Día 7 de Verano del 188—

Frente a una pequeña caja de cristal rodeada por cables y tubos, se encontraban aquellos dos personajes con sus siniestras batas blancas. Habían esperado cinco meses aquel momento y ahora, frente a ellos, tan sólo separados por un cristal, tenían el objeto de sus anhelos más cerca del otro mundo que de este. El parto no había salido como se esperaba, la madre había fallecido un mes antes de dar a luz y tuvieron que mantener el cuerpo vivo con ayuda de sus máquinas para que no se perdiese el bebé. Sin embargo, este había nacido muy débil a causa de las altas dosis de droga que había recibido su madre. Aún así los primeros análisis habían mostrado, que pese a todo, las fibras musculares de aquella pequeña eran mucho más resistentes. Si la niña lograba sobrevivir, seguramente sus tesis se verían cumplidas.

Ambos miraban aquello tan pequeño fijamente, no podían apartar la mirada de ella, allí estaba su sueño encarnado en un pequeño trozo de carne. Esa cosita tan pequeña, se convertiría en el soldado perfecto, fuerte, rápido, hábil, resistente... no podría negarse a cumplir sus órdenes, no podría traicionar a sus señores... y si todo eso no fuera poco, era Uchiha. Los grandes señores se matarán por tener a esa niña bajo sus órdenes, pagarán lo que les pidan. Y ellos por fin podrán demostrar al mundo de lo que son capaces.

-Tendremos que esperar unos meses más a que esté en condiciones de sobrevivir a un traslado- indicó Yūki con tranquilidad mientras anotaba las constantes del sujeto en una pequeña libretita

-Lo sé, aún así no creo que tengamos ningún problema. En todo este tiempo hemos permanecido ocultos, así que por unos meses más no creo que haya problemas- convino el doctor

-Todo está saliendo perfecto- convino la mujer mientras acercaba su rostro hacia la cristalera que contenía a la pequeña Uchiha.

—Una año después—

La doctora Yūki se encontraba acunando a la pequeña Tomoe, como ella había decidido poner a la pequeña Uchiha. Durante aquellos meses, la situación había cambiado bastante. Aquella mujer se había ido encariñando con aquél pequeño pedacito de carne, que últimamente no hacía nada más que llorar puesto que le estaban saliendo los dientes. Dicen que el roce hace el cariño y en cierta forma aquello era lo que le había ocurrido a aquella mujer que siempre pensó que no tenía corazón.

Fuese por lo que fuese, no podía separarse de Tomoe ni un instante. Al principio no paraba de repetirse que era simple preocupación científica, pero poco a poco se fue dando cuenta de que comenzaba a sentirse como si fuese la madre de aquella niña desvalida, como si fuese su madre adoptiva. Ryu por su parte había tratado de disuadirla, de evitar que se encariñase con el experimento pero le había sido imposible. Aquella situación había generado bastante tensión entre ambos, aunque por el bien de los intereses de los dos decidieron aparcarlo a un lado por el momento.

La situación de Tomoe en aquel momento seguía siendo delicada, había ganado bastante peso y comenzaba a mejorar cada vez más, pero para un cuerpo tan pequeño no era fácil soportar el estrés que causaba en su organismo aquella droga tan potente que potenciaba el desarrollo muscular. Aún así, gracias a los cuidados de Yūki, la pequeña había logrado sobrevivir durante un año entero.

—Nueve meses más tarde—

Yūki se acababa de atrincherar en la sala de la incubadora, había dejado a Tomoe dentro de ella mientras la doctora bloqueaba la puerta con una mesa y sillas. La situación se les había ido de las manos, los habían descubierto y Ryu pretendía matar a la niña, antes de huir con todos los documentos. Ella se había negado, habían discutido y este trató de matarlas a ambas, por suerte pudo escapar y refugiarse en aquella sala. Sabía que casi no había esperanzas para ellas dos, si no decidía a huir, tarde o temprano lograría derribar la puerta y finalmente darles muerte a las dos.

Para desgracia de la doctora, Ryu no se dio por vencido. Apenas tardo unos minutos en acudir al lugar y comenzar a golpear la puerta con furia, mientras gritaba como un poseso

-¡Te mataré maldita traidora!- gritaba fuera de sí -¡Yo confiaba en ti! ¡Me has traicionado por una maldita mierda deforme!-

Yūki permanecía en silencio, sostenía a Tomoe en sus brazos que en aquellos momentos lloraba a pleno pulmón. Los gritos de aquel hombre infundían terror tanto a la adulta como a la niña. Mientras los golpes en lugar de decrecer, seguían aumentando más y más, la endeble puerta comenzaba a ceder, de vez en cuando astillas volaban desde el marco de la puerta que empezaba a astillarse irreversiblemente.

Tras más de media hora golpeando aquella puerta, al final cedió. Una fuerte patada lanzó todo por los aires: sillas y mesa salieron despedidas golpeando contra la pared, cerca de donde se acurrucaba Yūki con la niña. El llanto se acrecentó aún más, mientras el doctor muerte aparecía recortado en el marco de la puerta. Sus manos estaban totalmente ensangrentadas, había asesinado a todo su equipo médico y después las había usado para derribar la puerta. Las miradas de aquellos viejos compañeros se cruzaron por última vez en aquella vida

-Por... por favor... Ryu...- la mujer se incorporó lentamente, con la espalda apoyada en la pared. Mientras se desplazaba hacia la incubadora donde dejo a Tomoe con cuidado, todo ello sin apartar la mirada de aquel hombre que ahora se le antojaba aún más demonio -No tenemos por qué matarla... por favor... te lo pido por favor... puede viajar-

-¡No pienso arriesgarme a que me pillen por culpa de un maldito crío!- rugió lleno de ira

-Marcharte entonces y déjanos atrás...- imploró la joven

-¡Me marcharé sí...! ¡pero antes os mataré a las dos!- sacó una kodachi de entre sus ropas y comenzó a caminar lentamente hacia Yūki -¡Primero la mataré a ella, a ti te daré la oportunidad de venir conmigo... pero si todavía tienes ganas de morir, te mataré con mucho gusto! ¡Así que apártate!- gritó de nuevo con una rabia inhumana

-¡Jamás!- la doctora no se movió ni un ápice

-¡TÚ LO HAS QUERIDO MALDITA PERRA!- alzó su mano y le propino un profundo tajo que comenzaba sobre la clavícula izquierda de la mujer y bajaba casi hasta la altura del ombligo, sin lugar a dudas una herida mortal por necesidad. Yūki cayó hacia atrás, empujando con su espalda la incubadora que golpeó fuertemente contra la pared. El llanto de Tomoe se intensificó de nuevo. La mujer cayó a los pies de la incubadora, todavía viva pero agonizante, observando la escena y sin poder hacer nada. Aquella mujer que había cometido atrocidades comenzó a llorar por aquel experimento al que había llegado a amar -¡ERES PATÉTICA!- Ryu la aparto de los pies de la incubadora con una patada en la cabeza, no quería ni siquiera acercarse a ella, la mujer que le había traicionado por un experimento. Se fue acercando poco a poco. Volvió a alzar su mano sosteniendo la kodachi, pero cuando se disponía a dar el golpe de gracia sintió como algo frío y afilado le atravesaba su pecho, tan sólo pudo ver por unos instantes el filo de una espada salir desde su corazón, antes de perecer en el acto.

Yūki pudo ver entre sus lágrimas como sus enemigos habían salvado a su niña, era un Anbu que sin duda había venido a eliminar aquel laboratorio clandestino. Entre todo aquel dolor que estaba soportando, pudo encontrar algo de paz cuando vio que al menos Tomoe se había salvado, estaba a punto de dejarse morir cuando la voz de aquel tipo se lo impidió

-Todos los enemigos están muertos, tan sólo queda una niña en el laboratorio ¿Qué debería de hacer con ella?- el shinobi parecía hablar por algún tipo de dispositivo que se ocultaba tras aquella máscara de zorro azul -Entendido, procederé a su eliminación-

¡La iban a matar igualmente! Aquel pensamiento hizo a la mujer incorporarse lentamente, el shinobi la vio y desvió su atención de la niña

-Vaya todavía estás viva, tranquila yo solucionaré eso- dijo mientras blandía su espada de nuevo antes de acercarse a su victima

-Es.... una.... una.... Uchiha...- aquellas palabras le costaron algo más que su aliento, el dolor de hablar con aquella herida en el pecho no podía ser descrito con palabras

El Anbu bajo su espada, miró a la niña y volvió a mirar a aquella mujer que agonizaba

-¿Esa niña?- preguntó extrañado, dudo un instante pero al ver el estado en el que se encontraba la mujer no creyó que estuviese mintiéndole

-Si...- respondió con dificultad

-Señor- el shinobi se llevó de nuevo su mano izquierda hacia su oreja, parecía que así activaba el comunicador -Parece ser que el bebé podría ser del Clan Uchiha, debería de seguir con el procedimiento?-

Yūki estaba a punto de fallecer, pero se retenía con todas sus fuerzas, no quería irse sin haber hecho al menos algo bueno en su vida.

-Esta bien, la llevaré al cuartel. Dejaré a un equipo aquí para que revisen los documentos. Procedo a eliminar al último objetivo- sin embargo aquello no hizo falta, la doctora se desplomó frente a él. Esbozando lo que le pareció una última sonrisa de paz.

—Ocho años más tarde—

-Bien, veo que según su informe esa Uchiha no tiene ningún daño psicológico- el anciano cerró el informe con ambas manos, antes de dejarlo cuidadosamente sobre la mesa. Era un hombre de rostro bastante redondo, se notaba que hacía años que se había dado al buen comer, estaba totalmente calvo pero lo compensaba con una prominente barba que le llegaba hasta el regazo cuando estaba sentado como en aquella ocasión. Frente a él, tenía una mujer (o al menos eso deducía por la voz), enmascarada y cubierta por un manto negro. Era una de las líderes del Anbu en Ame, aunque ya estaba cerca de retirarse. Se hacía llamar Mitsuki -Aún así, me gustaría que estuviésemos totalmente seguros de que no supondrá ningún peligro incorporarla a nuestras fuerzas-

-Le garantizo que no será ninguna amenaza, estamos totalmente seguros de su estabilidad emocional y de que la droga que le suministramos no le causa ningún tipo de prejuicio mental. Los doctores que la idearon, lo hicieron pensando en ello y tenemos que reconocer que hicieron un buen trabajo- respondió sin titubear Mitsuki

-Casi parece que les admire- comentó el anciano mientras se acariciaba la barba

-Le garantizo que nada más lejos de la realidad, simplemente hacia una observación señor-

-Eso espero, no debemos olvidar que no eran más que monstruos al servicio de traidores- el anciano se levantó lentamente, gesto al que respondió rápidamente la anbu que se puso en pie también. Ambos quedaron mirándose el uno al otro, solos en aquella pequeña sala, tan sólo separados por una mesa -Confío en usted, Mitsuki. Así que entregue esa niña a la Academia. Aún así, que la mantengan vigilada- el anciano se dio la vuelta, se acercó hasta la puerta que tenía a su espalda y cuando agarró el pomo de la puerta se detuvo -Por cierto, todo lo que concierne al PFDC es información reservada... quiero que se diga que la niña está enferma y es su medicación, que alguno de tus médicos se invente un nombre para esa enfermedad... yo ya no tengo imaginación...- dijo el anciano mientras abría la puerta para terminar marchándose.

La Anbu simplemente se limitó a asentir.

—Dos años más tarde—

El paso por la Academia de Tomoe había sido espectacular, la joven se había graduado como la primera de su promoción y con resultados que muy pocas veces se habían visto anteriormente. Aquella chica que todos veían como delicada y enfermiza, resultaba ser una auténtica fuerza de la naturaleza, una hermosa bestia que no podía evitar destacar en todo. Todos sus profesores destacaban sus capacidades fuera de lo común, nadie tenía muy claro de donde había salido y tampoco hacían preguntas, simplemente se limitaron a instruirla. Sin embargo, a pesar de todos sus esfuerzos, no lograron que aquella genio se convirtiese en una persona mínimamente sociable. Tendía a menospreciar a los demás o a ignorarlos en los mejores casos, en sus combates de entrenamiento siempre terminaba lastimando a sus compañeros y no parecía importarle demasiado, a veces parecía que incluso lo disfrutaba. En otros casos seguramente se habría tenido más mano dura, pero ella tenía algo, era cautivadora y terrible a la vez, había algo que evitaba que la viesen como a los demás. Era diferente en todos los aspectos y además... toda villa necesita gente como ella. Así que a sus doce años, fue graduada con honores y puesta al servicio de la Cuarta Arashikage*

*La parte concerniente a la graduación será mi primer rol, me parecía alargar demasiado la historia y no quería que se hiciese pesada de leer


RE: [Cronología] Entre las sombras - Sayaka - 10/07/2015

Expediente 6161616

VERANO AÑO 200
Las tierras de la Tormenta
Un encuentro en la torre
Esto no estaba aquí


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Imprevistos en el Valle


INVIERNO AÑO 200
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