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La hoja de la Salamandra - Versión para impresión

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La hoja de la Salamandra - Yuki - 30/04/2017

Mediaba ya la hora del caballo, con el sol en su punto más salto, cuando la joven regresaba de su visita al famoso herrero Ninzō Matsumura. Las cosas no habían salido tal y como ella hubiese deseado, pues el artesano se había negado en redondo a fabricarle un arma alegando que no tenía nada que ofrecerle a cambio. Como era lógico, Izumi le había ofrecido pagarle lo que el solicitase... pero la respuesta había sido la misma: Vuelve cuando tengas algo que ofrecer.

La chica no podía disimular su enfado, no estaba habituada a que nadie le dijese que no y mucho menos un comerciante. Lo que deseaba, lo obtenía... el dinero nunca era problema para ella. Y ahora, sin embargo... se veía volviendo por aquel maltrecho camino con el rabo entre las piernas y, de nuevo, sin una espada que empuñar.

Empezaba a valorar ir al primer armero que encontrase en Kusagakure y comprar una cualquiera, sin importar que no sintiese que ese era su arma. Quizás no eran más que cuentos de viejas eso de que la espada elige a quién la empuña.

Así que un tanto malhumorada y cansada, la chica regresaba de hacia Taikarune a través del camino que dividía un enorme campo de labranza. El trigo comenzaba ya a amarillearse, creando un enorme mar de diferentes tonos de verde y amarillo que se mecía suavemente con la brisa. Sin duda era una postal para admirar, la ciudad al fondo y aquellos enormes campos de labor rodeados por un bosque tan lejano que la vista casi no alcanzaba a distinguir su verde del de el trigo.

En una de las vueltas del camino, se encontró de frente con un grupo de tres niños que pateaban y lanzaban piedras a algo que había en el suelo. Una rápida mirada le vasto para ver el objetivo de la ira de los pequeños, no era más que un pequeño anfibio, en concreto una salamandra. Izumi tenía varias en su terrario, era una animal muy querido en su familia y había muchas historias alrededor de ellas. Incluso era el símbolo y nombre de su clan. Así que se sintió en la obligación de ayudar a aquel pobre animal, salvandolo así de una muerte casi segura

—¡Eh! ¡Mocosos!— gruñó la pelirosa al tiempo que desenvainaba su bokken para intimidar a los críos —¡Dejad al animal en paz! ¡No os ha hecho nada!— los niños volvieron las miradas, quedándose casi petrificados al ver a un chica bastante más grande que ellos, armada y con un itae-ate en su cintura

—¡Corred!— gritaron casi al unísono, dejando todo lo que tenían sus manos caer al suelo

La chica envainó el arma rápidamente, dio un par de largas zancadas y finalmente se arrodilló junto al animal que parecía no estar mejor de lo que había creído. Aún así, tenía una herida en el abdomen y había perdido la cola al intentar escapar de los salvajes menores.

Alargó la mano para cogerlo, pero el animal parecía reacio aunque apenas podía moverse debido a la herida que estaba cerca de una de las patas delanteras

—No voy a hacerte daño— intentó tranquilizarlo la chica, mientras acercaba la mano lentamente arriesgándose a ser mordida —Déjame ver la herida— el animal se revolvió y le mordió en la mano, sin embargo Izumi se ayudó de la otra y aguantando el dolor lo cogió para observarlo más de cerca —No parece grave...— la volvió a dejar en el suelo, antes de llevarse la mano herida ante sus ojos para revisar ahora su herida —Y esto tampoco, solo espero que no seas venenosa— acto seguido sacó de su kit médico un par de cosillas para cuidar la herida del animal, la limpio con un poco de agua fresca, un unguento y la tapo con una pomada que se endurecía al rato formando una costra, pues vendarla le parecía un poco estúpido pues en cuanto se arrastrase un poco seguramente lo perdería por ahí —Ves, ya eres libre— le dijo mientras guardaba las cosas en su kit médico

"¿Quién me iba a decir que mi primera cura sería a una salamandra?" por primera vez se sentía bastante contenta de concoer los primeros auxilios y ser capaz de aplicarlos, después de todo no parecía tan malo ser capaz de actuar como un médico

—Ya puedes irte— la salamandra la miró por un momento, casi parecía apunto de hablar cuando salió disparada hacia el campo de trigo —¡Ten cuidado y no te acerques a más niños!— se levantó lentamente y se vio obligada a tragar saliva del impacto.

Todo a su alrededor había cambiado, estaba totalmente rodeada por campos de trigo hasta el infinito. Ya no podía ver Taikarune o el bosque de fondo, solo había un inmenso mar de cereal a punto de madurar.

—¡No.. puede ser!— llevó la mano instintivamente hasta el mango de su bokken —¡¿Estoy soñando de nuevo?!— la pelirosa conocía aquel lugar, había estado incontables veces en sus sueños y nunca acababa bien para ella... siempre aparecía aquella inmensa criatura y después se despertaba. Sin embargo, ahora no recordaba haberse dormido... aún era temprano... o quizás eso también lo había soñado y aún ni siquiera se había levantado de la cama

Fuese como fuese, la chica iba a comprobarlo. Miró hacia sus pies en busca de una piedra, en sus sueños siempre había una y... allí estaba —Parece que sí es un sueño...— se agachó y recogió el guijarro, volvió a alzarse y lo arrojó hacia delante con todas sus fuerzas, como solía hacer siempre que soñaba

"Ahora aparecerá la salamandra gigante, me asustaré y apareceré en mi mullida cama..." o al menos eso es lo que ella creía pues, la piedra cayó en el suelo provocando el sonido sordo de cuando cae sobre tierra húmeda... nada sucedió

—¡No me jodas!— se quejó amargamente, ahora dudaba de nuevo de si estaba despierta o soñando... pero si estaba despierta ¿Qué estaba pasando?


RE: La hoja de la Salamandra - Yuki - 30/04/2017

Ahora mismo sentía que la situación estaba totalmente fuera de su control, hasta hacía unos instantes se encontraba en un camino bien delimitado y de camino a Taikarune... ahora en mitad de uno de esos infinitos campos de trigo, sin un horizonte definido o cualquier otro punto de referencia que le diese una pista de que camino debía seguir.

Resopló agobiada "Todo me parece igual..." mirase donde mirase, aquello parecía no tener fin "Bueno, lo único que tengo seguro es que si me quedo quieta no saldré de donde quiera que este" sin pensarlo más, dio un paso al frente y comenzó a caminar en línea recta, justo por donde se había escabullidos el pequeño reptil.

Avanzaba con ambos brazos por delante, para poder ir apartando las plantas de cereales y poder al menos ver donde pisaba, no quería meter el pie en alguna irregularidad del terreno y doblarse un tobillo encima.

Los minutos pasaron y se convirtieron en más de una hora o al menos eso es lo que a Izumi le había parecido, por mucho que andase nada parecía cambiar a su alrededor. El horizonte seguía tan lejano y enigmático como el principio, además de que no era capaz de afirmar si se había movido en linea recta o círculos. Estaba totalmente desorientada

—¡Maldita sea!— gritó frustrada —¡¿Dónde coño estoy?!— se llevó ambas manos a la cabeza en un gesto de total desesperación

Su respuesta fue el silencio total, solo roto a veces por el sonido de las plantas de cereal moviéndose al suave compás del viento.

"Está bien, está bien" trato de serenarse "Si no he avanzado caminado hacia delante, lo intentaré hacia atrás" la joven se dio la vuelta y nada más dar el primer paso, notó que bajo su pie no había nada. Instintivamente miró hacia abajo a la vez que trataba de retener el cuerpo, había un enorme agujero en el suelo cuyo fondo se perdía entre las sombras.

Finalmente perdió el equilibrio, precipitándose hacia su oscuro interio. Trató de agarrarse al borde, pero sus dedos resbalaron en la húmeda tierra.

"¿Se acabó?" fue lo único que le dio tiempo a pensar antes de que notase como caía sobre una especie de tobogán natural de tierra —Ahhhh— gritó mientras descendía a toda velocidad hacia dios sabe dónde, sin embargo de momento había esquivado la muerte.

El tobogán acabó abruptamente, sus pies se clavaron en la tierra lo que hizo que diese una voltereta hacia adelante y terminará pegando un duro espaldarazo contra el suelo.

Izumi quedó tendida en medio de una total oscuridad, respirando frenéticamente, cada exhalación hacia que su espalda le quemara de dolor. Su instinto le decía que debía levantarse, pero su cuerpo pedía a gritos un minuto de descanso. Todo había pasado demasiado rápido, ni siquiera era capaz encadenar pensamientos coherentes en su mente. Respiraba tan aceleradamente, que casi se asfixiaba.

Poco a poco, fue recuperando el control sobre su respiración y comenzó a intentar serenarse con largas y profundas bocanadas de aire que luego soltaba lentamente. La espalda seguía oliéndole, pero no creía que fuese nada más allá del fuerte golpe que había recibido

"Casi me mato..." fue lo único que alcanzó a discernir por aquel momento, y solo sabía que estaba viva por el dolor... y por el dolor sabía que aquello no era en sueño.

Izumi quedó allí tendida, en plena oscuridad, sin saber muy bien que haría. Por el momento solo quería reponerse de aquel susto.


RE: La hoja de la Salamandra - Yuki - 30/04/2017

Tras un par de minutos controlando su respiración, su corazón había vuelto a un ritmo normal y el dolor ya no le resultaba tan intenso. Con ayuda de sus manos, se incorporó lentamente hasta que dar sentada con las piernas extendidas y los brazos como apoyo, casi como quién toma el sol en la playa pero en mitad de la oscuridad más oscura que jamás la había envuelto.

"No sé de donde salió ese boquete en la tierra... juraría haber pasado antes por ahí" aunque esa fuese la impresión, la realdiad es que ni siquiera estaba segura de si era cierta. Había estado vagando un buen rato sin dirección alguna, sin un solo punto de referencia, podía haber dado vueltas en circulo sin saberlo "Bueno... supongo que eso ahora ya no importa" chasqueó la lengua "Centrémonos en salir de aquí por el momento..." trataba de centrarse en lo importante, pero sin ningún tipo de luz le iba a resultar casi imposible moverse siquiera por aquel túnel... eso sin hablar de que podría volver a caer por otro socavón sin darse cuenta

"Estoy en un buen lío..." a tientas, comenzó a levantarse "Cuidado Izumi..." con una mano sobre su cabezas y otra como apoyo, se fue levantando poco a poco "Parece que puedo estar de pie aquí dentro" el túnel en el que se encontraba parecía ser lo suficientemente alto, al menos, para que caminase libremente.

Asegurando cada paso y con ambos brazos adelantados como medida de seguridad, la kunoichi comenzó a avanzar lentamente. Pisaba dos y hasta tres veces, no quería volver a caer.

Tras un par de minutos apenas había avanzado un par de metros, ya empezaba a convencerse de que el camino sería muuuy largo... cuando de repente, una fuerte luz la cegó por un momento. Sintió calor que golpeaba, en mitad de aquella fría humedad, su rostro. Tras unos instantes, sus ojos se acostumbraron a la luminosidad y pudo divisar lo que parecía una gran hoguera al fondo de un largo pasillo "¿Qué...?"

Una hoguera en mitad de una cueva, eso era ya el remate. Empezaba a pensar que hoy era una de esos días donde no debía de haberse levantado de la cama.

—Acércate, huamana— una poderosa y profunda voz resonó por las paredes del túnel, Izumi jamás había escuchado una voz como aquella... no parecía humana.

Tragó saliva "¿Dónde me he metido?" sintió como su sangre se helaba y la boca se le secaba.


RE: La hoja de la Salamandra - Yuki - 2/05/2017

—No tienes nada que temer— la voz volvió a retumbar de nuevo por todo el túnel

"Eso lo dirás tú..." aunque las palabras que pronunciaba la voz debían resultar tranquilizadoras, el efecto que producía en aquel lugar era exactamente el opuesto.

Armándose de valor, comenzó a caminar hacia la luz lentamente, tratando de discernir que había al otro lado. Sin embargo, la luz resultaba tan potente en contraste con la oscuridad de donde se encontraba, que apenas podía mantener la mirada al frente.

Aunque no tardaría más de un minuto en llegar hasta el final de túnel, ha Izumi se le hizo eterno. Sentía casi como si el tiempo se hubiese parado, como si no hubiese nada más en el universo a parte de ella y lo que quisiera que hubiese al final de aquel pasillo natural.

Nada más cruzar el umbral, se encontró en una inmensa bóveda. Desde el techo se veían tanto discurrir como caer raíces de plantas, alguna que otra gota de agua y agujerillos que debían usar algún tipo de animalillo para viajar de un sito a otro. No era difícil adivinar que estaban a bastante profundidad bajo la tierra.

En el centro de la sala había una enorme hoguera y tras está, una sombra enorme. Izumi se detuvo nada más divisarla, no sabía muy bien que podía ser aquello... ella había esperado algún tipo de criatura humanoide gigante pero aquello no tenía ninguna forma familiar. Era casi un circulo, excepto por una parte que se asemejaba a una flecha roma

"¿Qué...?" sobre aquella enorme sombra, surgieron dos esferas gigantes de color amarillo oscuro que resplandecían a la luz del fuego. Aquellos enormes ojos registraron toda la sala hasta posarse en la chica, que asistía a aquella revelación con estupefacción

—Acércate— ordeno aquella profunda voz, que claramente surgía de la criatura que tenía justo delante

Sin pensarlo, la joven decidió obedecer y se acerco hasta quedar a un par de metros de la hoguera central

—¿Es ella?— pregunto, desviando la mirada hacia el suelo, en un lateral.

Izumi hizo lo mismo y divisó al pequeño reptil que había ayudado antes, lo reconoció por que se veía el color rojizo de su ungüento sobre las escamas del animal "Esto es absurdo..." ahora mismo no sabía muy bien que era lo que estaba pasando, totalmente descolocada. No estaba segura por qué estaba allí, ni siquiera si estaba o no en peligro, pero no tenía escapatoría

—Ya veo— aquellos inmensos ojos amarillos volvieron a posarse sobre la joven, que casi dio un respingo —No debes temer, humana. No te haré daño— hizo una breve pausa —Has salvado la vida de uno de mis súbditos y quería agradecértelo, por eso estás aquí—

—No... ha sido nada, de verdad— trato de quitar importancia al asunto, haber si con un poco de suerte la dejaba irse

—Quizás tengas razón, pero un buen gobernante debe saber ver más allá de los gestos— replicó con tranquilidad aquella mole oscura de ojos amarillos —¿Cómo te llamas pequeña humana?—

—Sanshouo Izumi, señor— respondió como lo haría ante un superior, aunque no tenía muy claro de si la palabra "señor" debía utilizarse para referir a una criatura gigante no humana

—Hum..— su voz sonó sorprendida —¿Sanshouo dices?—

—Así es, soy la actual Heredera del Clan— especifico un poco más para que viese que no mentía

—Interesante— la enorme sombra se adelanto un poco, revelándose al fuego —Muy... interesante— la luz de la hoguera reveló una enorme cabeza de lo que parecía una salamandra gigante, que la observaba ahora con mucho más detenimiento —Mi nombre es Kotohito, uno de los Siete Reyes Regentes de las Salamandras— la kunoichi tragó saliva, había escuchado ese nombre en cuentos que su abuela le había contado cuando era más pequeña —Y el destino me trae ante mi a una Sanshouo, nada más y nada menos que la heredera— el animal medito un instante sus próximas palabras —Tu familia y la mía han estado ligadas durante siglos, y creo que así debe seguir siendo... pero eres demasiado joven e inexperta aún, tu chakra es aún es débil... Sin embargo, me pareces muy interesante humana— el sonido de una pequeña explosión hizo reverberar toda la cúpula, seguido de una pequeña nube de humo frente a la pelirosa.

Conforme se fue disipando la humareda, pudo divisar un pequeño armero que sostenía entre sus dos brazos de madera una hermosa sirasaya. Tanto la vaina como el mango era de un color morado intenso, casi negro con un sageo de color rojo sangre.

—Toma este arma como muestra de mi agradecimiento, espero que te resulte útil—

—Gra... gracias— titubeo un momento, aún estaba obnubilada por la la belleza del arma —Es preciosa....— extendió ambas manos para tomarla del armero.

Su tacto era increíblemente suave, se notaba que era una madera trabajada por las manos de un autentico experto. Con cuidado, desenvaino levemente la katana para poder contemplar la hoja. El metal resplandeció a la luz de las lamas, desvelando un acero digno del guerrero más avezado.

Izumi quedó prendada de aquella arma al instante, no podía creer que una cosa como aquella estuviese entre sus manos. Sobre la suba pudo divisar un tallado en la hoja, era una salamandra y con la palabra 山椒魚 (Salamandra) escrita en el interior.

—Me alegro de que te guste, pero hay algo más— la pelirosa notó como un quemazón en su espalda, justo entre los omóplatos, casi pegado al final de cuello

—Aff— se quejó la joven, que no pudo evitar llevarse la mano o intentarlo al menos

—No tienes de que preocuparte, joven humana— dijo la voz —solo te he marcado—

—¿Marcado?— no tenía muy claro a que quería hacer referencia, pero algo se iba imaginando al menos por la extraña forma del escozor

—Como te he dicho antes, los Reyes de las Salamandras son Siete— empezó a explicar el animal — Seis salamandras y un humano, pero tras la muerte del último Rey humano hace siglos... hemos sido solo seis— hizo una breve pausa —Por eso te he marcado como sucesora con la palabra 女王 (Reina), hay algo en ti que me indica que eres la correcta... Sin embargo eso no quiere decir que llegues a convertirte en quién yo espero, solo te he postulado. Los otros cinco reyes deben aceptarte como su igual primero—

—¿Por qué yo?—

—Llámalo intuición o mero capricho de un viejo rey como yo, el por qué es algo que escapa a ti o a mí en estos momentos— el enorme animal hizo de nuevo temblar todo con su movimiento, caminaba hacia atrás por lo que su rostro se fue perdiendo en la oscuridad —Ahora si me disculpas, este anciano esta cansado y necesita dormir...—

—¿Pero...?— trató de detenerlo, pero simplemente se perdió en las sombras. Izumi no entendía nada, le había regalado un arma y contado una historieta de los reyes salamandra y puff, una marca sin consentimiento y ahora la dejaba allí —¿Como salgo de aquí?— terminó la pregunta mirando al pequeño reptil que había ayudado anteriormente.

La luz de la hoguera se intensificó un instante, cegándola de nuevo. Cuando recuperó la visión se encontraba en mitad del camino entre la casa del herrero y Taikarune, rodeada de aquellos interminables trigales.

—¿Ha sido una alucinación?— eso fue lo primero que se paso por su mente pero... el tacto del arma que acababa de recibir, le dejó claro que no había sido un sueño. Instintivamente se llevó la mano hasta donde la había marcado, pero solo pudo notar que tenía la piel irritada. Necesitaría un espejo para poder comprobar si era cierta, aunque ahora ya no lo dudaba.

Un tanto descolocada todavía, Izumi aseguraría aquella asombrosa sirasaya en su espalda, junto a su bokuto y pondría rumbo a Taikarune, necesitaba descansar y reflexionar sobre todo lo que acababa de pasar. Quizás incluso viajar hasta casa rápidamente y hablar con su abuela, tal vez ella pudiese darle algún sentido a todo aquello.

—————

—¿Estás seguro de lo que acabas de hacer, Kotohito?— preguntó una voz igual de poderosa que la de la enorme salamandra, pero con un tono más femenino

—Sí...— respondió con serenidad la salamandra de ojos amarillos —Nada más verla, la reconocí... era la humana con la que llevo soñando todos estos años...—

—Solo espero que no te equivoques, si no es ella ya sabes como acabará—

—...— el silencio fue su respuesta, mientras se alejaba perdiéndose aún más en las sombras


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