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Ambientación: País de la Tierra - Sama-sama - 8/10/2018 País de la Tierra Breve historia El País de la Tierra es uno de los territorios más estables del continente, siempre gobernado por la misma familia feudal: los Kurawa. Hasta hace bien poco, y desde el año 216, el Daimyō era Kurawa Jagaimo, que ascendió al poder cuando solo tenía 10 años tras de la muerte de su padre (que, se dice, cayó desde un risco en una de sus borracheras). No obstante, las malas lenguas aseguraban que no era más que un títere manejado por su tío, Kurawa Kaikei. Precisamente, tras la muerte del joven Daimyō en el Torneo de los Dojos, fue su tío quien heredó el sombrero, siendo el actual Señor Feudal. Nada más Kaikei ascendió al poder, recrudeció todavía más unos impuestos ya abusivos, destinando buena parte de los recursos a mejorar y aumentar la guardia en Notsuba. No tanto para limpiar la capital de delincuentes, sino más bien para volver todavía más inexpugnable su complejo palaciego. El motivo de tanta obsesión por su seguridad, aunque no muchos se atreven a decirlo en voz alta, es de sobra conocido por todos. Un motivo con nombre y apellidos: Kurawa Ivvatsumi, su sobrina y, según la opinión de algunos y la de ella misma, la legítima heredera del país. Para entender esto, hay que saber que Kurawa Ivvatsumi era la heredera natural del Daimyō, antes incluso que su difunto hermano menor, pero fue desheredada por su padre en el año 215 por negarse a contraer matrimonio concertado. Actualmente es una joven de 19 años (este escrito data del año 220) que se encuentra en paradero desconocido. La mayor parte del pueblo llano está convencido de que con ella el país iría mucho mejor, y lo que antes era un murmullo que se escuchaba en alguna hoguera solitaria de boca de un errante de dudosa reputación, ahora es un secreto a voces dicho por todos: «Se avecina un terremoto».
Mitología Se dice que, hace cientos y cientos de años, el Daimyo del país vio descender desde el cielo a una doncella celestial. Ambos se enamoraron el uno del otro, se casaron y tuvieron descendencia. A los siete años, no obstante, ella se despidió de él con gran pena. Aseguró que no era un ser humano, que su tiempo en la tierra había expirado y que debía regresar a su morada celestial. Con estas palabras, desapareció. El Daimyo, con gran melancolía, trató de seguirla al cielo. Recordando el lugar donde la había visto descender, subió hasta el monte Sora y rezó a los Dioses para que la llevasen junto a ella. No dio resultado, pero sin darse por vencido, repitió aquel peregrinaje año tras año. Hasta que, un día, desapareció. Algunos dicen que marido y mujer se reencontraron al fin en el Cielo, y que viven felices y juntos desde entonces. Otros, sin embargo, que la vejez del Daimyo le hizo caer desde la cima, y que sus restos se pudren todavía al pie de la montaña. Ambientación El País de la Tierra se encuentra al noroeste de Oonindo, y se caracteriza por ser una zona eminentemente montañosa, escarpada y con numerosos valles y ríos. Salvo Notsuba, no existen grandes ciudades en ella, y la población está distribuida en pequeñas y desperdigadas aldeas. La suya es una economía de subsistencia, y es considerado como el país más pobre del continente. Es común ver rebaños de cabras, ovejas y vacas (principal ganado de la población) en los campos, así como cabras monteses, linces, osos y —en las altas montañas del norte— leopardos de las nieves. Con algo de suerte, uno hasta se puede topar con restos de huesos gigantescos sobresaliendo de la tierra, procedentes de animales ya extintos como los dinosaurios. Desde hace algo menos de un año, incluso surgieron algunas voces asegurando que los habían visto... vivos. Cabe decir que ninguna de estas voces pudieron aportar pruebas que respaldasen sus palabras. Debido a lo numerosos escondites que proporciona su irregular terreno, y la escasez de guardia, el país suele ser cobijo de exiliados y delincuentes buscados por la ley. |