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El hombre que espera - Amedama Daruu - 1/03/2020 Como cada mañana, aquél hombre esperaba. Esperaba sentado, mientras la lluvia caía sobre él y empapaba su pelo, su ropa, resbalaba sobre sus hombros y acababa en el suelo, sobre la resbaladiza plataforma en medio del Lago de Amegakure. Sí, como cada mañana, aquél hombre esperaba, pero no lo hacía en el mismo sitio, ni de la misma forma. No esperaba bebiéndose un café bien cargado, sin azúcar, como a él le gustaba. Ni leyendo el periódico, ni preparándose para ir a trabajar al hospital, u observando desde las sombras cuando tenía un día libre. Preguntándose, en su fuero interno, cuando llegaría el día en el que se cumpliría por fin la promesa. Esperaba sin decir ni una palabra, pero tampoco completamente en silencio, como lo había hecho todos estos meses. Esperaba cabizbajo, pero no con la guardia baja, como un auténtico shinobi cuando se preparaba. Esperaba algo, o a alguien, al fin y al cabo, y no esperaba, simplemente. Acuclillado, parecía tranquilo, pero estaba expectante. Aotsuki Zetsuo esperaba porque se había cansado de esperar. Aquella mañana, Aotsuki Ayame volvía a despertar, quizás ignorando lo que le depararía el día, como cualquier otro día normal. No esperaba nada, como aquél hombre que era su padre sí lo hacía. Pero la casa estaba inusualmente vacía, el silencio era denso y el olor que tanto odiaba a café hacía tiempo que ya no pululaba por la cocina. Sin embargo, una nota escrita con letra pulcra la aguardó junto a su propia placa de jōnin. Aotsuki Zetsuo era un hombre de justas y certeras palabras. Pocas veces se andaba con rodeos hacia los suyos. Y así, le hizo saber: En el sitio de siempre.
No, Zetsuo no se andaba con rodeos. Pero tampoco empleaba más palabras de las que eran necesarias. Con la placa de su hija había bastado. Ella ya sabía lo que significaba. Y ahora, tenía algo que esperar de aquél día. RE: El hombre que espera - Aotsuki Ayame - 1/03/2020 «En el sitio de siempre.»
Aquellas cinco palabras escritas bastaron para ponerle la carne de gallina. Conocía aquella letra pulcra y firme. Como también conocía el significado que escondían tras aquel escueto mensaje. Su propia placa de jōnin lanzaba reflejos dorados a la luz. Su padre la estaba esperando. Esperando a que cumpliera el reto que tiempo atrás le había lanzado. —Maldita sea... —Ayame apretó las mandíbulas. Apretó la placa entre sus dedos. Cerró los ojos con rabia. Su hermano tenía razón. Daruu tenía razón. Había esperado demasiado tiempo. Se suponía que debía ser ella quien le lanzara el desafío cuando obtuvo su placa de chūnin. Pero había sido una absoluta cobarde. Y al final había sido él quien había venido a buscarla a ella. No se le ocurría una peor manera de comenzar a cumplir su reto. Ayame suspiró con resignación y se dio la vuelta. No podía dar marcha atrás en el tiempo, por lo que sólo podía tratar de caminar hacia delante y enfrentarse a las consecuencias de sus actos. Aquella vez no había sitio para el miedo. Por eso, tomó todas sus armas, su equipamiento de kunoichi y salió al exterior como si fuera a enfrentarse a la misión más difícil de su vida. En cierta manera, lo era. Y aún así, cuando llegó al punto de encuentro, un escalofrío la recorrió de arriba a abajo. Ayame había pisado aquellas plataformas que se alzaban sobre las aguas del Lago de Amegakure en más de una ocasión. En ellas, Aotsuki Zetsuo había golpeado su voluntad una y otra vez, con la fuerza de un martillo sobre un yunque, para fortalecerla mentalmente. No había sido agradable. Nada agradable. En ocasiones llegó a pensar que aquellas sesiones de entrenamiento eran sesiones de tortura. Pero las cicatrices en su mente habían terminado por convertirla en lo que era en aquellos momentos. Ahora, en aquellas plataformas, Aotsuki Zetsuo encontraría lo que tanto tiempo llevaba esperando: Que Ayame le platara cara y le demostrara de lo que era capaz. —Siento haberte hecho esperar... papá —dijo, sus palabras acompañadas del chapoteo de sus botas sobre el agua. Ayame se plantó en la misma plataforma que su padre, tras su espalda. Su padre estaba acuclillado frente a ella, cabizbajo, pero ella sabía bien que no había bajado la guardia en ningún momento. Jamás lo hacía. Como el águila que era, esperaba en su percha a que sus presas salieran a la luz. RE: El hombre que espera - Amedama Daruu - 1/03/2020 Zetsuo escuchó los pasos de su hija por encima del estruendo de la lluvia, que arreciaba a cada minuto. El hombre se levantó con un gruñido cansado y se dio la vuelta, clavando en ella esos ojos aguamarina suyos, escrutándola detenidamente. —Me cago en la puta, Ayame —blasfemó nada más contestar, como venía siendo habitual—. ¿"Siento haberte hecho esperar"? Ha pasado mucho tiempo desde que conseguiste esa placa. Y ahora, otra placa más. "Tú y yo ajustaremos cuentas", dijiste. Y sin embargo, sí, aquí me tenías, esperando. »Y aún así, he tenido que hacerte venir yo. ¿Cuándo pensabas medirte con tu viejo padre? ¿Cuando el sombrero de Kage reposara sobre tu impresentable y cobarde cabezota? RE: El hombre que espera - Aotsuki Ayame - 2/03/2020 Él no tardó un instante en reparar en su presencia, como siempre. Se levantó con un ronco gruñido y se volvió hacia ella, atravesándola con sus iris aguamarina. —Me cago en la puta, Ayame —blasfemó—. "¿Siento haberte hecho esperar?" Ha pasado mucho tiempo desde que conseguiste esa placa —Un año, aproximadamente—. Y ahora, otra placa más. "Tú y yo ajustaremos cuentas", dijiste. Y sin embargo, sí, aquí me tenías, esperando. Y aún así, he tenido que hacerte venir yo. ¿Cuándo pensabas medirte con tu viejo padre? ¿Cuando el sombrero de Kage reposara sobre tu impresentable y cobarde cabezota? Ayame agachó la mirada, con las mandíbulas apretadas y los puños cerrados a ambos lados de su cuerpo. —No tengo excusa... —Tuvo que admitir, temblando ligeramente. Cuando había formulado en voz alta su reto le había parecido la mejor idea del mundo. Pero cuando se había visto con la placa plateada entre las manos se sintió al borde de un abismo. ¿Y si se enfrentaba a él y no conseguía alcanzar sus expectativas? ¿Y si le acababa decepcionando? El terror la invadió. Y el "mañana se lo diré" se fue postergando hasta que recibió la segunda placa, la que aquel día lucía dorada en su hombro—. Entenderé que no quieras darme otra oportunidad... Ayame respiró hondo por la nariz y volvió a alzar la mirada. Sus ojos castaños chocaron violentamente con los aguamarina de su padre. —Pero si me la das, no te defraudaré. Te mostraré de lo que soy capaz. RE: El hombre que espera - Amedama Daruu - 2/03/2020 Zetsuo chasqueó la lengua, molesto. —Todavía tienes que aprender muchas lecciones básicas, niña —espetó, y cerró el puño con fuerza delante del pecho—. Un shinobi no necesita excusa alguna, sólo debe responsabilizarse de sus actos y aceptar las consecuencias —dijo, y dio un paso adelante—. Un shinobi no pide oportunidades, ni las otorga. —Zetsuo respiró hondo y se cruzó de brazos—. ¡Un shinobi crea sus propias oportunidades, y reduce las de sus adversarios! El hombre, sin dejar de cruzar los brazos, giró la muñeca derecha y levantó los dedos índice y corazón de la mano. »¿Quién eres? ¿Qué eres? RE: El hombre que espera - Aotsuki Ayame - 2/03/2020 Pero su padre chasqueó la lengua con molestia. Y Ayame se temió lo peor. «Demasiado tarde.» —Todavía tienes que aprender muchas lecciones básicas, niña —le espetó, cerrando el puño delante del pecho—. Un shinobi no necesita excusa alguna, sólo debe responsabilizarse de sus actos y aceptar las consecuencias —dijo, dando un paso al frente. Ayame no retrocedió ni se movió, se mantuvo firme en su posición—. Un shinobi no pide oportunidades, ni las otorga —Zetsuo respiró hondo, cruzándose de brazos—. ¡Un shinobi crea sus propias oportunidades, y reduce las de sus adversarios! Entonces lo vio. Su padre giró la muñeca, levantando los dedos índice y corazón en un gesto ya muy familiar: Era el sello de la confrontación. —¿Quién eres? ¿Qué eres? El corazón de Ayame comenzó a aletear con fuerza en su pecho. Había oído esas dos preguntas decenas de veces, con cada golpe de martillo contra su alma. Temblorosa de expectación, la kunoichi alzó su mano diestra, con los dedos índice y corazón también alzados en el mismo gesto que esgrimía su padre. —Soy Aotsuki Ayame, del clan Hōzuki, descendiente de la familia Aotsuki y jōnin de Amegakure. «Pero no más una Guardiana.» RE: El hombre que espera - Amedama Daruu - 4/03/2020 —Bien —dijo Zetsuo, simplemente. No hubo felicitaciones, ni un correctivo por no haberse llamado a sí misma guardiana, pese a que no lo había pasado por alto. Para el padre de Ayame, bastaba el orgullo, la frente alta y una voluntad de hierro. Bastaba que no hubiera quiebros en la voz. Una leve sonrisa frugal casi pasó desapercibida—. Entonces, basta de cháchara. —El hombre se llevó una mano al portaobjetos y sacó de él el mismo extraño aparato que Ayame había visto llevar puesto a Hōzuki Shanise toda su vida. Zetsuo se ajustó bien el respirador y formuló un sencillo sello especial que hizo aparecer frente a sí mismo un Kage Bunshin. Hubo un instante de incógnita. Ni el clon ni el original, detrás de él, parecieron querer realizar ningún movimiento. Pero luego, tan pronto como quien pestañea, el clon salió corriendo hacia Ayame. Quizás para otro ninja médico como él era, el Kage Bunshin hubiera parecido rápido. Pero a los ojos de Ayame, una kunoichi reactiva con una gran sensibilidad a su entorno, casi pareciera que estaba combatiendo contra un novato. Pero no se había de subestimar a Zetsuo, quien, a lo lejos, se mantenía expectante y con los brazos cruzados, mientras su clon arriesgaba la vida por él enarbolando un Fūma Shuriken que ahora hacía girar hacia la muchacha cuerpo a cuerpo, utilizándolo a modo de espada. Quizás no era tan ducho en peleas directas como lo podría ser Daruu, pero guardaba demasiados ases bajo la manga. RE: El hombre que espera - Aotsuki Ayame - 4/03/2020 —Bien —respondió Zetsuo, con una fugaz sonrisa en la comisura de sus labios—.Entonces, basta de cháchara. Y Ayame no pudo evitar sentir cierta sorpresa al no verle protestar por la omisión a la parte de la Guardiana a la que ya había renunciado tiempo atrás. Si se le había pasado por alto o había dejado de importarle, era algo que sólo el veterano shinobi sabía. Fuera como fuese, Kokuō quedaba completamente al margen de todo aquello, era entre Ayame y su padre. Y, fuera como fuese, no era momento para pensar en ello. La kunoichi tensó todos los músculos del cuerpo al verle rebuscar en su portaobjetos. De él sacó un respirador, que se ajustó al rostro. «¿Va a utilizar venenos?» Dedujo, entrecerrando ligeramente los ojos, al recordar como Hōzuki Shanise siempre lo llevaba precisamente para evitar un ataque así. La otra opción es que pretendía meterse en las aguas del lago que les rodeaban; pero... dada la afinidad de Ayame con el agua, lo dudaba seriamente. Debía estar preparada para lo que pudiera ocurrir. Pero Zetsuo no la atacó directamente. En su lugar, creó junto a él un clon de sombras; y, tras un breve instante de incógnita y una pequeña nube de humo, la réplica del médico liberó un Fūma Shuriken desde uno de los antebrazos donde lo llevaba sellado y se lanzó a la carrera contra su propia hija. Los ojos de Ayame siguieron su movimiento sin ningún tipo de problema, y la kunoichi flexionó las rodillas y saltó hacia arriba en el momento en el que el metal iba a desgarrar su cuerpo. Un aleteo de las alas de agua que habían surgido tras su espalda la impulsaron lo suficiente para quedar por encima de él mientras entrelazaba las manos en un tres sellos: Dragón, Tigre, Liebre. «¡Suiton: Mizurappa!» Ayame inspiró hondo y, al soltar el aire, liberó a su vez un torrente de agua a presión que dirigió hacia abajo, buscando disolver el clon de Zetsuo. RE: El hombre que espera - Amedama Daruu - 5/03/2020 El Kage Bunshin rasgó el aire. La kunoichi había dado un ágil salto, y había desplegado sendas alas de agua que le habían elevado lo suficiente como para quedar encima de él. Lejos de amedrentarse, el clon, como un suicida loco, dio un bote hacia arriba mientras la muchacha juntaba las manos. Entonces, el original chasqueó los dedos. Del cogote del clon surgió una nube de humo espeso de color morado que se proyectó hacia Ayame y la envolvió en sombras, cegándola. La ponzoña pasó a través de su boca y su nariz hacia los pulmones y envenenó a la kunoichi, quien sintió una punzada de dolor en el pecho. Su técnica acuática alcanzó al clon, por lo que pudo deducir del tintineo metálico del Fūma Shuriken. RE: El hombre que espera - Aotsuki Ayame - 5/03/2020 Ayame saltó justo en el momento en el que el Fūma Shuriken rasgaba el aire, en el espacio exacto donde la kunoichi había estado hasta hacía unas milésimas de segundo. Se alzó en vuelo, y la réplica de Zetsuo la siguió con un salto. Estaba dispuesta a elevarse todo lo que hiciera falta para evitar ser atacada al mismo tiempo que desataba su propia técnica acuática, pero entonces escuchó un chasqueo de dedos, y antes de que pudiera entender qué era lo que estaba ocurriendo se vio envuelta por una densa nube de humo violeta. Un humo amargo que se coló por su nariz y por su boca sin poder evitarlo, y en cuestión de segundos sintió una punzada de dolor en el pecho y un profundo vértigo que la hizo caer al suelo. «¡No, no, no! ¡Maldita sea!» Blasfemó para sí, con una rodillas postrada en tierra. ¿Pero qué gusto tenía la gente por envenenarla de aquella manera? Ayame aguantó la respiración como pudo, aunque ya era del todo inútil. Lo había respirado, y el veneno ya había pasado a su torrente sanguíneo. El problema era que Ayame sólo tenía un antídoto... y si su padre decidía utilizar más venenos contra ella, o alguno aún peor, podría significar su final. Tendría que aguantar... por el momento. El Fūma Shuriken surgió de entre la nube de veneno silbando de forma mortífera, girando a toda velocidad de vuelta contra su legítimo dueño en forma de parábola. Por detrás de él, Ayame salió a la carrera también, siempre por detrás del arma, y con los ojos fijos en su padre. RE: El hombre que espera - Amedama Daruu - 7/03/2020 Zetsuo sonrió cuando la nube de veneno envolvió a Ayame. Otra estratagema que daba en el blanco. El médico no estaba acostumbrado a pelear al máximo de sus capacidades, y por eso, por primera vez en mucho tiempo, se sentía vivo. Tenía la oportunidad de estirar un poco al fin. Tenía la oportunidad de dejar de dirigir un hospital por un día. Pero esperaba que ninguno de los dos acabase en una camilla. Su fūma shuriken le fue devuelto a través de la nube de humo, con una Ayame a la carrera que casi alcanzaba la velocidad del arma por detrás. Cualquier shinobi que no estuviera ciego o fuera un auténtico gilipollas habría previsto que allí había plantada algún tipo de trampa. Aotsuki respiró hondo, tratando de mantener la serenidad, y llegó a una conclusión rápida. Dio un salto hacia atrás y se sumergió bajo las aguas del lago. RE: El hombre que espera - Aotsuki Ayame - 7/03/2020 Pero el Fūma Shuriken nunca llegó a acertar en su objetivo. Aotsuki Zetsuo, con un simple salto hacia atrás, se había sumergido en las aguas del lago y el arma, sin un objetivo claro, siguió volando y girando a toda velocidad en línea recta hasta que terminó por hundirse también con un sonoro chapoteo. «¿Te has atrevido a sumergirte en mis dominios?» Se preguntó Ayame, extrañada ante aquella decisión. Zetsuo sabía mejor que nadie cómo se las gastaba en el agua, su medio natural. Sólo podía esperar una extraña estratagema por su parte. Y, por esa misma razón, aceleró aún más su carrera y le siguió. Su elemento la recibió con los brazos abiertos cuando se lanzó al agua, con las manos muy juntas entre sí, y sus ojos le buscaron con desesperación contenida. RE: El hombre que espera - Amedama Daruu - 7/03/2020 Ayame se sumergió en las heladas aguas del lago de Amegakure, algo a lo que sólo estarían acostumbrados los Hōzuki más duros o los Hijos de la tormenta. El viento y el torrente de agua que caía por encima de la superficie eran suficientes para crear algo de oleaje, y el agua estaba turbia y revuelta. A izquierda y a derecha sólo había lugar para el vacío, pues Aotsuki Zetsuo parecía haberse escabullido antes de que su hija pudiera verle. Con el respirador, el hombre era capaz de respirar bajo el agua. Si bien no podía ser uno con ella, como Ayame, era muy consciente de la ventaja que supondría para su hija combatir bajo el agua. Y Zetsuo no era imbécil. RE: El hombre que espera - Aotsuki Ayame - 7/03/2020 Pero sus ojos no le encontraron en las profundidades del lago. Sobre ella sólo vio la luz ambiental que le proporcionaba el cielo nublado y las gotas que caían sobre la superficie del lago, a los lados el azul de las aguas, abajo... una terrible oscuridad. No bajó la guardia, pero entrelazó las manos en el sello del Pájaro y entonó una melodía. Su voz se extendió a su alrededor hasta unos diez metros a la redonda. Estando en aquel vacío, Ayame sólo esperaba un único eco. El único que debía regresar a ella. Si no calculaba mal, sólo habían pasado unos pocos segundos entre el hundimiento de su padre y el suyo propio. Y Zetsuo no era tan rápido como ella. No podía haber ido muy lejos, tendría que poder alcanzarle con su ecolocalización. RE: El hombre que espera - Amedama Daruu - 7/03/2020 Y como Zetsuo no era imbécil, no iba a arriesgarse. Por ello, había rodeado la plataforma de combate por la derecha con un rápido buceo, manteniéndose cerca de la esquina, y cuando había escuchado a Ayame caer, había salido a la superficie y de nuevo subido a la plataforma, alejándose inmediatamente de la orilla y tratando de discernir, si la nube de veneno se había disipado, si la que había corrido hacia él era un clon y la Ayame real estaba oculta esperando su momento. Se mantuvo en todo momento en guardia, con el oído alerta y las piernas flexionadas. Fuera real o no la Ayame que había saltado al agua, no podía dejar que le cogiese por sorpresa. Ayame, con su técnica de ecolocación, detectó a Zetsuo tras la esquina de la plataforma. El hombre subía hacia la superficie e instantes después ponía un pie de nuevo en el cemento. |