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Ambientación: País del Fuego - Sama-sama - 31/08/2020 País del Fuego Breve historia Antaño baluarte del progreso, el País del Fuego fue relegado, durante mucho tiempo, a ser un simple centro del ocio y el comercio. También un lugar de paso para viajeros dirigidos a países colindantes. También un nido para la miseria y el crimen, especialmente la capital, Tanzaku Gai. Cuando en el verano de 220 el Daimyō fue asesinado durante un incidente en un torneo del Valle de los Dojos, el país quedó sin heredero al trono. Las bandas criminales aprovecharon las discusiones de los nobles menores para tomar el poder por asalto. Con el control político de facto tomado ya hace tiempo, una de las mayores mafias del país, los Mensajeros del Yomi, amenazaba con eliminar a todas las demás e instaurar una cleptocracia. El Jūchin del Valle de los Dojos, territorio que se había mantenido hasta la fecha completamente neutral, había sufrido un duro golpe durante el asalto que acabó con la vida del Señor Feudal del Fuego, y ahora, estaba recibiendo ataques de las mafias del país desde el sur. Por tanto, tras una larga deliberación, rompió su juramento de neutralidad y cargó junto a sus samuráis y los guerreros ninja que a lo largo de los años habían hecho de los Dojos su hogar y liberó el territorio del crimen, limpiando —bajo su juicio— Tanzaku Gai y el resto de poblaciones del paraíso para el libertinaje en el que se habían convertido y extendiendo los ideales del Valle de los Dojos, ahora convertido en la capital, en los ideales de todo el País del Fuego. Honor, Orden, Justicia y Humildad. Sus samuráis patrullan ahora por todo el país, asegurándose de mantener la férrea paz que habían amasado durante tanto tiempo en el Valle... en un espacio mucho más amplio. El Jūchin, Kaito Shōkai, persigue sin descanso con la colaboración de las Tres Grandes cada resto agonizante de la banda de los Mensajeros del Yomi, a cuyo líder nunca se atrapó. Y también se asegura que el grupo conocido como Dragón Rojo, quienes mataron a decenas de civiles de su hogar, jamás vuelva a echar raíz alguna, por pequeña que sea, cerca de sus dominios. Breve historia En construcción... Ambientación Tras ceder el territorio del Bosque de la Hoja al País de la Espiral, el País del Fuego es un territorio en el que se unen verdes praderas transición entre bosque y el desierto del País del Viento, colinas, algunos riscos de piedra y montañas de baja elevación. El suelo transitable está cortado por decenas de ríos y afluentes, y entre los recovecos en las montañas hay multitud de refugios cavernosos que dificultan la búsqueda de maleantes, pero que también sirven de escondite durante las misiones de muchos shinobi o de auspicio para viajeros cuando el tiempo no acompaña, que suele ser casi nunca. El clima es bastante estable, con lluvias de baja intensidad de vez en cuando y temperaturas que suelen rondar los 18-30ºC dependiendo de la zona y de la época del año. Las zonas occidentales, más cercanas al desierto del País del Viento, suelen ser las más cálidas. El modo de vida más habitual para las clases populares es el de la agricultura y el comercio. Hace poco tiempo que el gobierno de Kaito Shōkai cortó de raíz todos los establecimientos de juego de azar y casas de placer, donde se explotaba el cuerpo de mujeres que, en tantos casos, eran de familias pobres que necesitaban ingresos extra, y en tantos otros, esclavas sexuales con las que traficaban las mafias. Así, el mayor atractivo del actual Tanzaku Gai es ahora el del mercado central, donde se venden todo tipo de productos alimenticios, herramientas y armas para los samurái y los guerreros que visitan el país para entrenar. Sí, entrenar. Los característicos dojos de entrenamiento del Valle se han extendido también a la antigua capital. El antiguo palacio se ha convertido en un gigantesco recinto de enseñanza de las artes de la espada para iniciados al servicio del Jūchin, y en un cuartel de vigilancia desde donde los samuráis coordinan patrullas para controlar los alrededores de Tanzaku y asegurarse de que el crimen no vuelva a asentarse. Los habitantes del País han recibido el gobierno del Jūchin y abrazado las costumbres del Valle con los brazos abiertos. ¿Qué otra cosa podían hacer? Los samuráis han demostrado ser un auténtico bálsamo para la mayoría de problemas que tenían. Al fin y al cabo, ellos ya vivían humildemente, pero no por ideales, sino por las rodillas de sus señores y de las bandas del crimen organizado. A lo largo y ancho del País del Fuego se erigen nuevos templos para todas las deidades de Ōnindo y como centros de meditación. Centenares de torī guían a los viajeros a dichos templos, y a dojos donde antiguos maestros de la espada y del Ninjutsu entrenan a algunos discípulos libremente. Muchos de estos dojos sirven como lanzaderas para las guardias del Valle, de Tanzaku y de Taikarune, pero hay quienes también cultivan sus habilidades por mera superación personal y para conectar con su entorno y con sus comunidades: algunos hablan del resurgimiento de la filosofía de Rikudō: el Ninshū. De cualquier forma, no faltan oportunidades, tanto para las Aldeas como para ninjas independientes libres: las bestias salvajes gigantes que antaño escaparon del Bosque Prohibido de la Hoja siguen poblando los riscos y recovecos entre las montañas. Tal vez esos refugios en los que se cobijan criminales, ninjas y viajeros por igual no sean tan seguros como parecen... |