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— Vale, vale, lo que tu digas. si a mi en el fondo me da igual — contesté en vistas de que el chaval empezaba a estar molesto por algo [/color=yellow]— Yo no diría venenosos como tal, es decir... ¿Qué entendemos como venenosos? ¿Si por haber tomado te vas a morir? en ese caso no son venenosos. Considérate afortunado, aún no ha llegado tu hora. Sin embargo... Osea, yo nunca los he probado, cosas de los nativos del País, sabemos que si tomamos hongos vamos a pasarlo mal. Ya sabes, mareos, malestar, puede que incluso alucinaciones si es una dosis de cierta importancia... Pero cuando haya pasado todo volverás a ser tu mismo, así que relajate.[/color]
Bueno, ¿Fue por qué noté que el tipo empezaba a cansarse de mis bromitas sin mala intención? Era una opción, desde luego, pero por primera vez ante el ninja del Remolino había dicho la verdad y nada más que la verdad. Volvía a ser yo, un tipo normal que trataba de no buscarse demasiados problemas.
— Hmmm — contesté poniéndome la mano bajo la barbilla, acariciando el mentón con mis dedos — Como quieras pero no vamos a quedarnos mucho rato. Este lugar puede ser peligroso. Lo mismo aparece un desalmado dispuesto a quitarnos la vida y yo todavía no soy el ninja más poderoso del mundo. Algún día lo seré, pero todavía no
Me encogí de hombros al mismo tiempo que sonreia.
— Estaremos 10 minutos para que te repongas y luego pondremos rumbo a Tane-Shigai. Toma esto, te irá bien comer algo para acelerar el proceso
De uno de mis bolsillos saqué un pequeño paquete translucido de dangos precocinados. No eran los mejores del mundo, pero para llevártelos de viaje estaban bastante bien y como había dicho, llevarse algo al estomago le iría bien.
— No hace falta que me los pagues. Tómalos como un favor
*Quien sabe si algún día necesitaré yo de su ayuda*
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Entreabrió los ojos, con la cabeza todavía reposando en el suelo, para mirar a Yota y escucharle. Agradeció saber que las esporas que había inhalado no le producirían mayores secuelas, si no tenemos en cuenta el mareo que había sufrido antes y seguía sufriendo ahora junto a una pronunciada sensación de debilidad. Su acompañante rubio también mencionó alucionaciones, lo cual explicaba las extrañas imágenes de las que había sido testigo y solo recordaba retazos.
—Entonces me alegro de que me hayas encontrado tú y no un desalmado —le respondió con seriedad.
El ninja de Kusa le aseguró que comer le ayudaría a recuperar su estatus quo con mayor rapidez. Ralexion nunca le decía que no a un bocado, a excepción de contadas ocasiones en las que había estado realmente enfermo del estómago. Se incorporó una vez más y extendió la diestra, tomando el paquetillo.
—Muchas gracias —expresó con sinceridad, rompiendo el plástico—. Por cierto, no conozco tu nombre. Yo soy Uchiha Ralexion, es un placer.
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Bueno, en verdad, cabe la posibilidad de que siga siendo un desalmado, solo que quizás estoy siendo simpático para ganarme tu favor para luego pegarte una puñalada trapera
Solté una sonora carcajada.
— Vale, vale, era broma. Perdona — me excusaba tratando de contener aquella risa repentina que resultaba difícil de controlar.
El muchacho, sin embargo, aceptó los dangos de buena gana. La verdad es que unos buenos dangos recuperaban a cualquiera. Maldita sea, aquello era manjar de los dioses y los que los elaboraban eran los profetas. Básicamente me volvían locos y me daba cierta rabia habérselos regalado, para que negarlo, no solo aquello tenía que ser mi merienda, sino que me encantaban, pero bueno, supongo que la situación requería un pequeño esfuerzo por mi parte.
— De nada, majete — contesté cordialmente — Puedes llamarme Yota, Uchiha Ralexion. Y bueno... ¿Cómo ha sucedido todo? Ya sabes... Cuando he llegado ya estabas ido...
Sí... También sentía mucha curiosidad por como había ocurrido todo. No dejaba de repetir que no había fumado cualquiera de esas mierdas que los retrasados se fuman para morir antes de tiempo, así que opté por creerlo, pero ahora quería saber como lo había hecho.
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Se llevó un dango a la boca. Lo saboreó con gusto. ¡La verdad es que estaban muy buenos! La dulzor de aquel manjar ya le estaba haciendo sentir mejor. Le dedicó una sonrisa nerviosa a Yota, debido a su broma. El Uchiha esperaba que fuera de verdad un chiste inocente y no algo que escondiera intenciones oscuras, pues no estaba en condiciones de pelear, al menos por el momento.
La siguiente pregunta del ninja de Kusa le llevó a torcer el gesto. No estaba muy seguro de lo que había ocurrido ni él mismo. No había hecho ni visto nada en especial antes de sumirse en esa odisea de imágenes, colores y sonidos. Continuó masticando un dango con la mirada perdida durante unos instantes. Se estaba esforzando en pos de recordar los acontecimientos antes de que el mundo se pusiera del revés.
—Me estaba moviendo rápido, de seta en seta. Recuerdo que me quedé parado en una muy grande, de colores, porque no estaba seguro de la dirección que seguir. A partir de ahí, ya, no sabría decirte...
Se palpó las sienes, todavía atormentado por el dolor de cabeza. Acto seguido suspiró, para luego meterse otro dulce en sus fauces.
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—Me estaba moviendo rápido, de seta en seta. Recuerdo que me quedé parado en una muy grande, de colores, porque no estaba seguro de la dirección que seguir. A partir de ahí, ya, no sabría decirte...
Se le veis visiblemente desconcertado, quizás con algo de confusión, ni siquiera él mismo sabía con certeza qué había pasado realmente.
Aunque lograba hacerme una aldea.
Por lo que dices, debiste "atacar" aquella seta grande que dices. Verás, digamos que tienen sus propios mecanismos de defensa. Suelen liberar esporas para ahuyentar a sus enemigos. Me da que te lanzó sus esporas y tu te viste preso de ellas, por ello esta sensación de malestar, las alucinaciones, todo eso...
Trataba de sacar una conclusión. Aquello debía ser lo que había sucedido. ¿Un pisotón? ¿Una caída violenta sobre la seta? "El ataque" era lo único que desconocía, el resto era de lo más esperable.
Mientras tanto, el muchacho iba dando cuenta de aquellas bolitas de extrema dulzura.
— Afortunadamente parece que ya estás bastante mejor
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Escuchó con atención a las explicaciones de su acompañante. El Uchiha no entendió del todo bien lo que le había ocurrido, pero algo le quedó en claro: había sido culpa de las malditas setas. Deseó no volver a pisar ese bosque jamás. Es más, ahora que deseaba irse, se sentía mucho mejor de pronto.
Se levantó y se llevó el último dango a la bonca.
—Mejor y con ganas de salir de aquí —le aseguró con una cara de marcado desagrado— Voy a ponerme en marcha hacia Tane-Shigai antes de que anochezca. Muchas gracias por tu ayuda.
Extendió su mano diestra. Esta estaba abierta, quería que Yota se la estrechara. El Uchiha sentía que tenía una deuda con el ninja de Kusagakure después de los acontecimientos de aquel horrible día.
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Le tendí la mano, por supuesto. La estrechamos en lo que parecía ser una despedida. el chico Uchiha quería llegar antes del anochecer a su destino, y yo... Bueno, quería hacer lo propio. Aquellos bosques eran traicioneros de por sí, así que en horas nocturnas todavía más.
— en ese caso deberías darte prisa, no creo que tarde en anochecer, ¿Podrás ir solo? Yo debería ir a Kusagakure antes de que caiga la noche
Los colores entre rojizos y naranjas se colaban entre las copas de los arboles. el sol ya empezaba a caer y antes de que la fresca noche nos abrazase sentíamos los últimos soplos de color propios de aquella primavera.
— La próxima vez que nos veamos el que invita a dangos eres tu, ¿Vale?
Tenía la necesidad de despedirme con una broma. Fue algo totalmente repentino.
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Ralexion esbozó una sonrisa que irradiaba confianza.
—Después de cagarla una vez, no voy a cagarla dos. No te preocupes, llegaré a la ciudad entero —aseguró.
La broma final de Yota, a modo de despedida, le hizo reír. Asintió varias veces con energía, manteniendo los ojos cerrados.
—¡Claro! Y una taza de té si quieres, en un lugar más cómodo que este bosque —afirmó, alegre.
Era hora de ponerse en marcha. No tenía idea de a dónde pretendía dirigirse el habitante de Kusagakure y al fin y al cabo no era asunto suyo. El moreno debía de alcanzar Tane-Shigai, preferiblemente, antes de que anocheciera.
Quizás le resultaría gracioso al rubio saber que la prisa que llevaba Ralexion estaba basada en el deseo de llegar a una tienda de manga muy famosa, localizada en la susodicha Tane-Shigai, antes de que cerraran...
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