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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
El niño sonrió, y para sorpresa de Ralexion, le dio un tierno y fuerte abrazo.

—¡Gracias, Ralexion-san! —exclamó—. Bueno, pensándolo más tranquilo puede que no sea para tanto, si miro el lado bueno de las cosas...

»Mi abuelo ha contratado a un ninja para que le lleve las calabazas del huerto a la pequeña tienda que tenemos en Yachi. Yo le dije que a lo mejor le salía más barato comprarse otro huerto más cerca de Yachi, como otros muchos que lo tienen allí, pero dice que no, que los genin salen baratos.

»Tú tienes que ser chunin por lo menos, despues de enfrentarte a un oso. ¿A que sí, a que sí?

En la cocina, se oyó la puerta del horno cerrarse, y Daruu abrió el grifo para lavarse las manos.

—Supongo que hasta que pierda el miedo, puedo dedicarme a hacer cosas baratas, como llevar calabazas. Pero ojalá nadie me mande llevar calabazas, que estoy harto de ellas.
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#32
No esperaba aquella muestra de cariño tan repentina, por lo que en primera instancia se encogió sin saber muy bien cómo reaccionar. Unos instantes más tarde, sin embargo, estrechó contra sí a Kabocha como si se tratara del hermano que nunca tuvo, añadiendo a la presión ya generada por el niño.

Se separaron, ambos sonrientes.

»Mi abuelo ha contratado a un ninja para que le lleve las calabazas del huerto a la pequeña tienda que tenemos en Yachi. Yo le dije que a lo mejor le salía más barato comprarse otro huerto más cerca de Yachi, como otros muchos que lo tienen allí, pero dice que no, que los genin salen baratos.

De pronto algo hizo clic en el interior de la mente del Uchiha. Calabazas, abuelo, contrato...

Ah sí, su misión.

¡OH NOOOOOOO! —se levantó del sofá con la impetuosidad de mil huracanes.

Sus manos aterrizaron a ambos lados de su rostro, agarrándose a las mejillas. Su expresión lo decía todo: se había olvidado de algo importante, es decir, de su misión.

»Tú tienes que ser chunin por lo menos, despues de enfrentarte a un oso. ¿A que sí, a que sí?

¿Eh? —su ataque de pánico se vio interrumpido momentáneamente— ¿Yo, Chūnin? ¡Qué va!

Aunque quizás no era un disparate tan grande; había escuchado que las convocatorias para el siguiente examen ya estaban en curso. Quizás, si se ponía las pilas, podría apuntarse...

Supongo que hasta que pierda el miedo, puedo dedicarme a hacer cosas baratas, como llevar calabazas. Pero ojalá nadie me mande llevar calabazas, que estoy harto de ellas.

Escucha, Kabocha-san, ¿qué pretendes hacer? ¿No se pondrá tu abuelo muy triste si te marchas a ser ninja? ¿Has hablado con él sobre esto?
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#33
El niño se había asustado un poco cuando Ralexion se había levantado y había gritado impetuosamente, pero como la conversación continuaba con normalidad, no le dio mayor importancia y sólo pensó que aquél ninja estaba un poco majara.


Uchiha Majara

—Escucha, Kabocha-san, ¿qué pretendes hacer? ¿No se pondrá tu abuelo muy triste si te marchas a ser ninja? ¿Has hablado con él sobre esto?

El niño agachó la cabeza y puso un puchero.

—Ese es el problema... El abuelo no quiere que yo sea ninja... Creo que lo hace porque está preocupado por mí, ¡pero es que yo quiero ser un ninja de verdad! ¡Quiero ser un ninja!

En ese momento, Daruu apareció por la puerta del salón, sacudiéndose las manos en un par de palmadas.

—Bueno, pues ya está —anunció—. Deberían estar listas en unos diez o quince minutos. Oye, Ralexion, ¿a qué ha venido ese grito de hace un momento?
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#34
El Uchiha se cruzó de brazos, adquiriendo una expresión de circunstancias. No era ni muy mayor ni muy maduro, pero se atrevía a decir que comprendía por lo que estaba pasando Kabocha, ya que él había sufrido un drama similar con su madre. Pero Kanade le había permitido ser ninja. Por otro lado, ella lo había sido en su momento, lo cual hacía más que posible que el punto de vista de su progenitora y el del abuelo del muchacho, un campesino, fueran muy distintos...

Mas una cosa tenía clara: si Kabocha quería ser un ninja, lo terminaría siendo, de una forma u otra. Eso es precisamente lo que le había ocurrido a él.

Creo que deberíamos de ir a hablar con tu abuelo, colega.

Entre tanto, Daruu volvió a escena.

Bueno, pues ya está —anunció—. Deberían estar listas en unos diez o quince minutos. Oye, Ralexion, ¿a qué ha venido ese grito de hace un momento?

Ralexion se ruborizó cual tomate maduro. No había sido consciente de lo exagerado de su reacción hasta que resultó ser demasiado tarde.

Es que... ¡me acabo de acordar de que tengo calabazas que entregar!
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#35
—Creo que deberíamos de ir a hablar con tu abuelo, colega.

—¿Lo... Lo haríais? Gracias, pero no os va a hacer caso, porque mis...

—Bueno, pues ya está. Deberían estar listas en unos diez o quince minutos. Oye, Ralexion, ¿a qué ha venido ese grito de hace un momento?

—Es que... ¡me acabo de acordar de que tengo calabazas que entregar!

El niño pasaba la mirada de uno a otro, confuso. Cuando Ralexion contó lo de las calabazas, se quedó un ratito mirándole, y luego su cara se iluminó como si acabase de comprender cuál era el significado de la vida.

—¡Tú eres el ninja que el abuelo contrató para transportar las calabazas! —exclamó—. ¡Qué bien! ¡Así podrás acompañarme y hablar con mi abuelo! No sé por qué desperdician tu talento, si eres capaz de vencer a osos ASÍN DE GRANDES.

El muchacho se levantó y separó sus cortos bracitos todo lo que pudo en tal de enfatizar lo grande que era el animal.

Daruu pasó el peso del cuerpo de una pierna a la otra y se cruzó de brazos.

—¿Alguien tendría el placer de explicarme qué está pasando aquí? —requirió amablemente.
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#36
Se aclaró la voz. Era más que probable que se estuviera metiendo donde no le llamaban, pero creía con sinceridad que si Kabocha quería ser un ninja, debía serlo.

Encaró a Daruu, cordial pero serio, decidido.

He pensado que sería buena idea hablar con el abuelo del niño. Si el chaval quiere ser ninja, ¿por qué no?

Ese era el alcance del resumen que le ofreció a Daruu, justo el mismo que el de su plan. A efectos prácticos era una idea terrible, pero el joven genin solo tenía buenas intenciones. Era una pena que incluso el mejor de los propósitos pudiera terminar causando una desgracia.

Pero a ver, lo importante, antes de nada, hay que comerse la pizza.
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#37
Ralexion se aclaró la voz, como cuando alguien está a punto de decir algo importante.

—He pensado que sería buena idea hablar con el abuelo del niño. Si el chaval quiere ser ninja, ¿por qué no?

Daruu dirigió la mirada al suelo, pensándolo unos instantes.

—Entonces será mejor que te acompañe —decidió al fin—. Si su abuelo es igual de cabezón que tú, tendremos más posibilidades de convencerlo si somos dos.

Kabocha se levantó del sofá y se acercó corriendo a Daruu, quien retrocedió un poco. El niño abrazó a Daruu, que parecía entre sorprendido e incómodo.

—¡Creía que eras igual que el abuelo, pero eres buena persona!

—Niño, dudo que tu abuelo sea mala persona... ¡Ay, quita, que me estás aplastando! Menuda fuerza.

Se separaron.

—Bueno bueno, qué bien huele ya.

—Pero a ver, lo importante, antes de nada, hay que comerse la pizza.

Daruu asintió enérgicamente, y se dirigió a la cocina. Tardó unos minutos en volver, y cuando lo hizo entró cargado de dos platos gigantescos con sendas pizzas, una con salsa carbonara, jamón y cebolla, y la otra con jamón, pimiento y mucho queso. Dejó los platos sobre la mesita que había frente al sofá, se frotó las manos y se relamió.

—¡Vamos allá! —anunció, emocionado.
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#38
Entonces será mejor que te acompañe —se decidió—. Si su abuelo es igual de cabezón que tú, tendremos más posibilidades de convencerlo si somos dos.

Ralexion le asintió.

El comportamiento de Kabocha y la reacción de Daruu le arrancaron una sincera sonrisa. No pudo evitar reirse por lo bajini.

Bueno bueno, qué bien huele ya.

Él también lo había notado. El aroma era sabroso, le hacía la boca agua. También era una excelente ayuda a la hora de olvidar el terrible incidente con el oso. Barajó el apremiar a Daruu, pero se contuvo, manteniendo sus buenos modales. El estómago le rugió como una bestia hambrienta.

¡Aleluya! Aquí llegaba el chef con sus deliciosas creaciones, que seguro que sabían tan bien como pintaban. Apresurado, se sentó en el sofá, esperando que sus acompañantes estuvieran listos para comer.

¡Que aproveche! —exclamó, feliz.

Arrancó una porción del manjar de carbonara casi como si le fuera la vida en ello. Todavía quemaba, pero el Uchiha se lo llevó a la boca igualmente. Empezó a soplar, pues la temperatura de la pizza le estaba irritando el paladar, pero eso no le impedió engullir.

¡Que rica! —expresó, su voz distorsionada al hablar con la boca llena.
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#39
—¡Qué rica! —exclamó Ralexion con la boca llena. El ego de Daruu recibió estas palabras de buena gana, y el muchacho levantó el dedo pulgar de una mano en señal de aprobación. Le guiñó un ojo y empezó a comer él mismo.

La pizza estaba muy caliente todavía, pero los tres se la zamparon como si fuese la última comida que iban a hacer. Harto de comer, el Hyuuga se permitió unos minutos de reposo echado hacia atrás en el sofá mientras se sujetaba la panza. Suspiró hasta dos veces más antes de decidir que ya era hora de levantarse. Al fin y al cabo tenían algo que hacer, y qué mejor que con la tripa llena.

—Bueeeno —se estiró los brazos y los dedos de las manos hacia adelante—. Si nos quedamos parados, nos va a entrar modorra. Además, hay que bajar todo esto. Joder, qué buena que estaba.

—¡No había probado esto nunca! ¿Pizza, dices que se llama?

—Pizza, sí. Si consigues hacerte ninja, ven a verme a la Pastelería de Kiroe-chan, el local de mi madre. ¡Te prepararé otra aún más buena, que allí tenemos mejores hornos!

Kabocha era del País de la Tormenta, lo que significaba que si alguna vez se convertía en ninja, tendría que dar servicio a Amegakure. O era lo que más sentido tenía para él, de modo que lo dijo automáticamente, sin pensar.

El muchacho pelirrojo bajó la cabeza, atormentado por las dudas.

—No sé... De verdad, chicos, muchas gracias... Pero dudo que el abuelo me deje alistarme...

—Vamos a hacer todo lo que podamos para convencerlo, Kabocha-kun. ¡Venga, vamos! Que al final se nos va a hacer tarde.

Los tres salieron de la cabaña después de que Daruu insistiera que ya limpiaría los platos más adelante él mismo, que no pasaba nada. Daruu se plantó delante de la calabaza que Ralexion tenía que transportar hasta Yachi, y la señaló.

—Ralexion-san, ahora estamos juntos en esto, así que agarra de un lado y yo de otro y la levantamos —indicó—. No aceptaré un no por respuesta. Piensa que si tardamos mucho el abuelo del crío se va a preocupar más.
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#40
El muchacho engullía como un animal salvaje que no había comido en cinco días. Masticaba, sí, porque no era un pato, pero lo hacía a velocidad de vértigo, perdido en un frenesí alimenticio azuzado por el excelente sabor de la pizza. Si hubiera sido un maleducado ni siquiera le habría dejado más de un par de trozos a sus acompañantes de mesa.

***

15 minutos más tarde y los platos se encontraban vacíos, contenedores tan solo de algún que otro resto de topping o salsa de tomate que había caído. Ralexion eructó; se le escapó, de inmediato se tapó la boca con ambas manos y miró a los lados, avergonzado.

Bueeeno —el Hyūga se estiró de brazos y piernas—. Si nos quedamos parados, nos va a entrar modorra. Además, hay que bajar todo esto. Joder, qué buena que estaba.

Marchando que es gerundio —secundó la moción, alzándose del sofá a una velocidad que revelaba que no estaba tan amodorrado como podía parecer.

No sé... De verdad, chicos, muchas gracias... Pero dudo que el abuelo me deje alistarme...

Vamos a hacer todo lo que podamos para convencerlo, Kabocha-kun. ¡Venga, vamos! Que al final se nos va a hacer tarde.

El Uchiha se llevó las manos a los lados de la cintura y miró directamente a Kabocha.

Aún eres pequeño, pero tienes que tratar de hacerle entender a tu abuelo que puedes decidir por ti mismo. Nosotros te ayudaremos —afirmó con tono tranquilizador.

Abandonaron la cabaña. En el exterior todavía esperaba la calabaza que el moreno había estado transportando antes de que ocurriera todo ese follón. Agradeció en su fuero interno que esta no hubiera desarollado patas y se hubiera ido corriendo también. Daruu la señaló y le dijo que le ayudaría a cargar con ella.

¡Muchas gracias por la ayuda! —sonrió.

Siguiendo las indicaciones de su acompañante de ojos especiales, se posicionó a uno de los lados del vegetal y arqueó la espalda hacia delante, agachando su torso para poder tomar con sus manos el sector que le tocaba. Daruu hizo lo propio, y se pusieron en marcha.
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#41
Los muchachos acompañaron a Kabocha durante el trayecto a Yachi, que resultó ser bastante duro. No sólo la calabaza pesaba como mil demonios vegetales, sino que además tuvieron bastante dificultades para adecuarse al ritmo del crío, que como siempre les llevaba siempre una gran ventaja. Ahora avanzaba canturreando, dando saltitos por un camino a ambos lados de huertos y huertos de calabazas.

—La verdad es que sí que podría comprarse un huerto más cercano, tu abuelo —bufó Daruu, casi con la lengua fuera de puro cansancio—. Me duelen los brazos.

Daruu, que no era especialmente fuerte, estaba haciendo un esfuerzo bastante grande para cargar la hortaliza.

—¡Vamos, no seas quejica, Daruu-san! —bromeó el niño—. Además, ¡mirad! Ya casi hemos llegado. Oh no.

Era verdad. Daruu se asomó por detrás de la calabaza. Apenas les quedaba medio kilómetro para llegar, a juzgar por el poblado que se erigía en el horizonte.

—¿"Oh no"? ¿Es que ha pasado algo? —preguntó Daruu.

—No todavía —contestó Kabocha—. Es que acabo de acordarme de que tenemos que hablar con el abuelo de... eso.

Daruu miró a Ralexion de reojo, preocupado.

—Todo irá bien —musitó, con algunas dudas.


Rolea tu al abuelo Risa
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#42
El itinerario no fue tan duro para Ralexion. Al fin y al cabo, aparte de que él era más fuerte que el Hyūga, llevaba toda la mañana cargando con los vegetales por sí solo; se había habituado.

Seguía cavilante respecto a la velocidad de Kabocha. Era muy probable que el jovenzuelo tuviera madera de ninja, viendo de lo que era capaz sin entrenamiento alguno. ¿Podría convertirse en el shinobi más rápido de su generación? Le resultaba probable.

—La verdad es que sí que podría comprarse un huerto más cercano, tu abuelo —bufó Daruu, casi con la lengua fuera de puro cansancio—. Me duelen los brazos.

El Uchiha sonrió con malicia.

Ánimo, Daruu-san, no queda tanto —dijo, aumentando el ritmo.

Cuando Daruu miró al moreno de reojo, este tenía su campo de visión fijado en el niño, así que no se percató de ello. Tenía un debate mental sobre cuál era la mejor manera de tratar de convencer al abuelo de la criatura. No se le ocurría nada mencionable, así que se resignó a la improvisación cuando fuera necesaria.

—Todo irá bien —musitó, con algunas dudas.

Claro que irá bien —expresó, intentando así reafirmar las esperanzas de todos, las suyas propias incluídas.

Alcanzaron el poblado. Ralexion sabía de sobra a dónde debía ir, así que dirigió a Daruu según cargaban con la calabaza por las calles de Yachi. Diez minutos más tarde estaban a las puertas del granero el cual era propiedad del abuelo de Kabocha. Pasaron dentro, donde por fin podían dejar la hortaliza en el suelo.

¿Señor, señor? ¿Está usted por aquí? —el Uchiha alzó la voz.

Ya voy, ya voy.

El anciano asomó desde el interior de una de las cuadras al fondo del edificio. Ojeó a los presentes y se acercó a ellos con paso firme. Su aspecto gritaba a voces la palabra "campesino". Vestía con un peto de trabajo de color gris y unas sandalias de esparto. El cabello brillaba por su ausencia, aunque gozaba de una lustrosa barba gris que cubría gran parte de su rostro y cuello. Su tez había sido tostada por las largas y duras jornadas de trabajo al sol. Se conservaba bien para alguien de su edad, con sus músculos haciéndose obvios incluso a pesar de la ropa.

¡Kabocha! ¡¿Qué haces con el ninja que contraté?! Por tu bien, chico, espero que no lo estés molestando —imprecó, malhumorado.

No, señor, Kabocha-chan se ha portado muy bien. Queríamos hablar con usted...

El anciano aupó una de sus cejas, receloso.

¿Y este quién es? —señaló a Daruu.
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#43
El trío alcanzó el poblado. Daruu se dejó conducir a la casa de Kabocha, ya que tanto Ralexion como Kabocha conocían el lugar. Aún tardaron diez minutos en llegar, durante los cuales los tres se mantuvieron en completo silencio. Cuando pasaban por al lado de un tenderete o alguna persona, se les quedaban mirando.

«¿Qué, que no han visto una calabaza en su vida o qué?»

Luego, Daruu pensó que probablemente no habían visto una calabaza TAN GRANDE en su vida. Desde luego, él no lo había hecho.

Acabaron plantándose frente a las puertas de un granero enorme. Los muchachos pasaron adentro, y dejaron la calabaza en el suelo. Daruu suspiró y sintió que le iba a dar un calambre en un brazo, así que se lo masajeó con la mano del brazo contrario.

—Ay, ay, ay.

¿Señor, señor? ¿Está usted por aquí? —Ralexion alzó la voz para llamar al anciano.

—Ya voy, ya voy.

Desde el interior de una de las cuadras del fondo asomó un hombre fornido, calvo y con una barba gris bastante poblada. Vestía con un peto gris y unas sandalias, y tenía la piel de un color moreno, extraño. Extraño, porque en Amegakure rara vez se veía a alguien así, claro.

—¡Kabocha! ¡¿Qué haces con el ninja que contraté?! Por tu bien, chico, espero que no lo estés molestando —espetó a su nieto el anciano.

«¿Por qué me parece a mi que esto no va a ser fácil?»

—¡No! N-no, yo sólo...

No, señor, Kabocha-chan se ha portado muy bien. Queríamos hablar con usted...

El anciano levantó una ceja de un modo que sólo había visto en una persona. Y sintió un horrible escalofrío recorriéndole el espinazo.

¿Y este quién es?

—Amedama Daruu, shinobi de Amegakure, a su servicio. —Daruu hizo una reverencia respetuosa—. Ayudé a Ralexion-san con la última calabaza, por voluntad propia. No tenía nada que hacer, y necesitaba conversación. —No era verdad, pero tampoco era necesariamente lo contrario a la verdad.
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#44
—Amedama Daruu, shinobi de Amegakure, a su servicio. —Daruu hizo una reverencia respetuosa—. Ayudé a Ralexion-san con la última calabaza, por voluntad propia. No tenía nada que hacer, y necesitaba conversación. —No era verdad, pero tampoco era necesariamente lo contrario a la verdad.

El veterano currante se meció la barba con delicadeza, evaluando de arriba a abajo al Hyūga. Finalmente, se encogió de hombros.

Bueno, mientras traigáis las calabazas enteras me da igual lo que hagáis, ¡pero no pienso pagaros a los dos! ¡Entendéos entre vosotros! —sentenció, zarandeando los brazos— Pero me estoy yendo por la tangente... ¿de qué queréis hablar? Estoy muy ocupado, niños ninja.

Ralexion tragó saliva y acto seguido se aclaró la voz. Se sentía como un samurai desarmado y malherido que no tenía más remedio que enfrentar a una jauría de oponentes con semblante resignado, preparado para morir. Pero siempre podía morir de pie, al menos.

Tuvimos la mala suerte de toparnos con un oso. Logramos espantarlo, pero déjeme que le diga, Kabocha-san tiene grandes dotes físicas. Nos comentó que le gustaría ser un ninja, y quizás...

¡OLVIDADLO! ¡NO ES NO! ¡MI NIETO NO SE CONVERTIRÁ EN UN NINJA!

El Uchiha casi cae para atrás, sorprendido por la violenta e inesperada explosión verbal del señor. Una expresión de circunstancias nació en sus facciones. «¡Vaya mala leche! Esto va a ser complicado...», se mordió el labio inferior.

No me ha dejado terminar...

¡Me da igual! ¡Os he dicho que estaba muy ocupado! ¡No voy a perder el tiempo hablando de tonterías! —dictaminó, furioso— ¡Y tú, Ralexion-kun, todavía tienes calabazas con las que cargar!
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#45
—Bueno, mientras traigáis las calabazas enteras me da igual lo que hagáis, ¡pero no pienso pagaros a los dos! ¡Entendéos entre vosotros! —Menudo gilipollas. Ya le había dicho que ha sido por voluntad propia—. Pero me estoy yendo por la tangente... ¿de qué queréis hablar? Estoy muy ocupado, niños ninja.

Ralexion tragó saliva, pero a Daruu se le acumuló una mala leche desde el fondo del estómago que no sabía muy bien por qué le estaba viniendo. Quizás es que no había tenido padre al que enfrentarse nunca, quizás valoraba demasiado la libertad.

—Tuvimos la mala suerte de toparnos con un oso. Logramos espantarlo, pero déjeme que le diga, Kabocha-san tiene grandes dotes físicas. Nos comentó que le gustaría ser un ninja, y quizás...

—¡OLVIDADLO! ¡NO ES NO! ¡MI NIETO NO SE CONVERTIRÁ EN UN NINJA!

Empezaba a notar un calor extraño en las orejas...

No me ha dejado terminar...

¡Me da igual! ¡Os he dicho que estaba muy ocupado! ¡No voy a perder el tiempo hablando de tonterías! —dictaminó, furioso— ¡Y tú, Ralexion-kun, todavía tienes calabazas con las que cargar!


Daruu dio un paso al frente. O algo dentro de él le hizo darlo.

—¡Su hijo hará lo que él quiera hacer, no lo que usted quiera que haga! —espetó, furioso—. ¡Usted no tiene ningún tipo de autoridad sobre los sueños de otra persona, quera usted o no! ¡Con todo el respeto, se-señor!
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No hay marcas de sangre registradas.
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