Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Cuando menos se lo esperó, la pelirroja llamó al gerente del restaurante y dio un par de indicaciones adicionales, básicamente arregló todo para que despidieran a aquel mesero que tristemente tendría que volver a ver alguna que otra vez más dentro de la aldea a diferencia de Yuriko que una vez terminase lo suyo en Uzushio se iría oliendo a rosas. «Puta vida hermano, puta vida »
Cuando se quiso acordar, la kunoichi ya había entrado al hotel, inclusive fue invitada a pasar a la habitación donde, a pesar de recibir invitación para tomar asiento, prefirió declinar la oferta con un ligero pero respetuoso gesto. En su lugar se mantuvo en pie a un lado de la puerta, donde no estorbaría así la abrieran de un portazo.
Justo después de que la mayor se tumbase sobre la cama dejó en claro que la pecosa tendría que hacer algo, alguna tarea que esperaba no tuviese nada que ver con aquella escena montada en el restaurante.
—Para eso contrató a un shinobi, ¿no es cierto? —respondió encogiéndose de hombros—. Para que la sirvamos durante su estancia dentro de la aldea —concluyó respondiendo a su propia pregunta.
Lo único que restaba era esperar a que aquella mujer diera indicaciones.
—Para eso contrató a un shinobi, ¿no es cierto? —respondió encogiéndose de hombros—. Para que la sirvamos durante su estancia dentro de la aldea —concluyó respondiendo a su propia pregunta.
—Sí, claro, para eso —Yuriko elongó su brazo, y señaló una pequeña repisa sobre la cual yacía abierto un pedazo de papel con algunas anotaciones—. el evento comienza a las 8, así que antes de las séis deberías estar aquí con mi vestido de gala. Ahí está la dirección de la tienda, no tendrás que pagar nada, ha sido un regalo por parte de Tsukiyima, una de las más famosas diseñadoras de Uzushio. No olvides traer también las zapatillas, y pedir en recepción antes de irte que se me prepare una de las fuentes termales privadas del hotel. Quiero nadar un poco.
En el papel estaba anotada la dirección de la tienda en cuestión.
Ahora comenzaban a salir los verdaderos colores de aquella mujer, en un principio sumamente agradable y ahora… Demostrando ser una mujer que depende de sus súbditos para que hagan las cosas por ella.
—Entendido —asintió acercándose a la repisa sobre la cual encontró el papel indicado.
En sí, aquella era una tarea sencilla y que en algún momento de su existencia ya había realizado, aunque no tuvo tiempos límites. De cualquier forma, tan pronto como se le dio la última indicación Koko saldría de la habitación rumbo a la recepción para realizar la primera de dos tareas asignadas.
Aunque para ello primero tenía que dar con un empleado que debiera de estar detrás del mostrador principal.
Durante el recorrido de Koko hacia la recepción, tuvo un mejor vistazo del lugar. De la habitación 202 tendría que caminar un largo pasillo ubicado, por obvias razones, en un segundo piso. El pasillo era contiguo al resto de filas, y se cruzaba en una única vertiente que daba a la derecha, en donde se encontraban las escaleras por las que había subido antes. Habiendo pasado el piso número uno, y llegada a planta baja, Koko volvería a ver aquella elegante y veraniega recepción, cuya entrada daba directamente a una sala de estar bastante espaciosa donde los huéspedes podían esperar su turno de ser atendidos. Justo al frente, estaba la recepción, y a sus sendos extremos, otros dos pasillos que daban hacia las áreas recreativas del hotel.
Llámese piscina, saunas, y uno de sus espacios más únicos y atractivos: Las fuentes terminales, con agua traída directamente de los lagos revitalizantes de las costas del Remolino.
En la recepción le atendió una mujer, de pelo castaño, que por su apariencia no llamaba mucho la atención.
Miró a Koko en silencio y le sonrió, tal y como debía de hacer con toda clientela.
Para su suerte allí estaba una de las empleadas bastante dispuesta a atenderla, así que no dudó ni un instante en acercársele.
—La señorita Yuriko desea que se le prepare una de las fuentes termales privadas, por favor —indicó la kunoichi con el tono más agradable que halló.
No era como si le agradase tirarle una tarea a alguien más cuando podría hacerlo todo ella misma, pero considerando que tenía un tiempo límite para ir a buscar el vestido y que ella tampoco trabajaba en el hotel, probablemente sería esta la mejor vía de acción, además que a aquella mujer le pagaban justamente por trabajar, qué tanto.
—La señorita Yuriko, de la habitación... 202. Cómo no, estará lista en unos veinte minutos. ¿Algo más?
Por detrás de Koko, comenzaba a arremolinarse la gente. Era un día ocupado para la hostelería en Uzushio, visto lo visto. Era probable que muchos estuvieran ahí por el evento del que Koko, de alguna forma, estaba participando indirectamente.
—Nada más, muchas gracias —respondió dedicando una notable reverencia y una sonrisa alegre en el rostro.
Habiendo terminado ese asunto, la kunoichi se dirigió hacia la puerta principal mientras confirmaba la dirección a la que debía de ir a buscar el vestido, una vez hecho, comenzaría la marcha a paso ligero, es decir, al trote para así tener tiempo de reaccionar ante cualquier eventualidad, cosa que no tendría si corría tan rápido como podía y además que no se cansaría tanto.
La Kunoichi no tuvo que trotar demasiado. Le bastarían apenas unos ocho minutos para dar, después de algún cruce que no era difícil de discernir, dar con un pequeño conglomerado de tiendas de diversas índoles, entre ellas; de ropa. Tampoco le resultó extremadamente complicado dar con la tienda perteneciente a la diseñadora de la que Yuriko habló en su habitación, pues desde luego era la más concurrida esa tarde, fuera por su fama o por el masivo pedido de encargos en víspera del evento que estaba por realizarse esa noche.
Koko tendría que abrirse paso entre una conglomerada muchedumbre, hasta el interior de un elegante galpón luminoso en el que había varias vidrieras de muestra con maniquíes luciendo algunos vestidos. Por atrás, un área de prueba y al extremo más izquierdo; la recepción.
Allí, diligente, una jovencita recibía a los clientes. Atrás de ella, un puñado de costureras trabajaban al unísono, y un tanto apartada del resto, una señora mayor yacía revisando algunos bosquejos.
A pesar de la cantidad de personas que solían deambular por las calles, Koko llegó bastante rápido a la dirección que indicaba el papel, aunque había una muchedumbre justo en el paso que la terminó afectando un poco, pues no todo el mundo escucha un ”permiso” entre tanto gentío. De cualquier manera, se las arregló para llegar a un galpón lleno de vidrieras con vestidos que… Casi hacían que la rubia se babeara.
«Que vienes para otra cosa »Se recordó tratando de recobrar la compostura para luego acercarse a lo que parecía ser la recepción aun con el papel de la dirección en mano.
—Este… Buen día, venía a buscar un vestido de Saritama Yuriko —indicó a la empleada que supuso la atendería.
«Y no te olvides las zapatillas »Se recordó en lo que esperaba.
Qué inapropiado de parte de Koko, muy pero muy inapropiado.
La dependiente estiró la cara y sus ojos se abrieron de par en par. La diseñadora, por detrás, se llevó las manos a la cabeza, y el resto de personas, bueno...
—¡¡¡Quéeeeeeeeeeeeeee, ¿Yuriko-neesan?!!!
—¿En dónde, en dónde?
—Yuriko-senpai: ¡TE AMO!
—¡¡déjanos verte!!!
Lo que fue en un principio una fila bien organizada se convirtió en una marea agobiante de fanáticos desesperados por encontrar a Saritama Yuriko, sin saber que el mensaje era del todo erróneo. Si tan sólo supieran que Yuriko no estaba ahí, y sin embargo, parecían poco reacios a escuchar nada de nadie. La dependiente intentó calmarles, las costureras comenzaron a proteger sus diseños, y Koko, pues tendría que vérselas con la estampida que se le venía encima luego de haber cruzado la muchedumbre.
Y… El caos invadió el recinto y todo por una inocente frase de aquella kunoichi que esperaba poder cumplir con lo encargado sin contratiempos.
La fila que estaba por allí esperando su turno se arremolinó y comenzaron a gritar una parda de cosas incomprensibles y de paso parecían muy dispuestas a pasarle por encima a la pecosa.
Ahora… ¿Qué carajos iba a poder hacer? Tal vez podría buscar a su hermano para que la ayudase pero perdería la gracia el hacer una misión de rango D acompañada de un jounin. ¿Entonces?
—¡Qué no está aquí! —Bramó a todo pulmón.
«Mierdas »
No había cosa más molesta que una banda de fanáticas empedernidas con el cerebro lavado por la presencia de una sola persona. ¿Lo peor? En plena aldea shinobi, para colmo, si aquel grito no bastaba para hacerles entender nada, muy probablemente la Kageyama se convertiría en un tapete.
—¡Qué no está aquí! —espetó Koko sin efecto alguno. Podría ser una chica voluptuosa, de grandes curvas y atractiva, además, pero su presencia pasaba totalmente desapercibida en ese momento. Bien porque frente a ella tendría a un cúmulo de mujeres, y no así hombres; por lo que sus encantos estarían limitados en su totalidad. Necesitaba de una estrategia mucho más eficiente más que la de atizarle a gritos a una horda de fanáticos que buscaban con ansias ver a una de las modelos más famosas de todo Oonindo.
Sin embargo, antes de que la docena de piernas le embistieran, la mano de la dependiente se asomó por encima del mostrador y la dispuso para que Koko no acabase bajo una aplanadora de gente. Si lograba salir de ahí sin inconvenientes, igual seguiría teniendo un problema frente a sus narices.
La gente, los daños que quizás se pudieran causar en el local; y el vestido.
Uno que podría estar en peligro pues alguno que otro abusador intentaba saltarse las barreras que separaban el estar con el depósito, a fin de aprovechar el tumultuoso descontento y quizás, sólo, quizás, llevarse alguna de las piezas.
Pues nada, nadie atendía a razones, todo mundo iba y venía desesperado buscando a Yuriko y ella estaba cómoda en su habitación en el hotel o bien ya estaba disfrutando de las aguas termales privadas del lugar. ¿Alguna opción para la kunoichi que no tuvo delicadezas y arruinó el buen ambiente del local? Una sola, que no necesariamente sería buena.
Luego de que aquella dependienta le salvase la existencia, y de haber comprobado que las palabras no le llegaría a semejante horda, lo único que se le ocurrió a la Kageyama fue intentar salir del lugar, de alguna u otra manera aunque muy probablemente los empujones serían la mejor opción porque… En una muchedumbre como aquella, lo último que alguien atendería era un ”permiso”, aunque claro, tenía que asegurarse de no lanzar a nadie y que se produzca un accidente, si es que no ha ocurrido yay.
Así que en cuanto pudiera, Koko intentaría salir del local y esconderse en algún lugar donde justamente pudiera adoptar la forma de la modelo peli-roja fuera de la vista de semejante masa de fanáticas, pasaría por delante de la vidriera o bien, de la puerta y ni bien tuviese la oportunidad, intentaría esconderse saliendo del campo visual de la horda y mediante el sunshin no jutsu ”desaparecería”, así al menos con algo de suerte se aseguraría de que aquellas fanáticas se alejarían del local de una buena vez.
Lo cual, en caso de realmente hallar la posibilidad de efectuarlo terminaría por dejar bastante agotada a la kunoichi, pero al menos podría completar el encargo una vez todo terminase…
Dado que muchas de las misiones ninja están basadas en la infiltración, este Ninjutsu no tiene precio. Se usa normalmente para transformarse en personas ajenas, pero también puede utilizarse para transformarse en animales, plantas e incluso objetos inanimados como armas. Esto le da a la técnica una gran abundancia de usos. La transformación de un ninja habilidoso (Ninjutsu 60) será exactamente como el artículo original, así que será imposible diferenciarlos. Es uno de los Ninjutsu más básicos, y es incluso enseñado en muchas de las academias shinobi del mundo; sin embargo, está considerada por encontrarse entre las técnicas más difíciles de su rango, pues requiere emisión constante de chakra para mantener la forma elegida. Además, el usuario puede estar en todo momento interactuando con el entorno. Los ninja con poca experiencia sufren de estrés mental por ello, así que la mejor forma de determinar si el usuario está utilizando la técnica es causarle este mismo estrés (causarle daño o derribarlo eliminará la transformación).
¤ Sunshin no Jutsu ¤ Técnica del Parpadeo Corporal - Tipo: Apoyo - Rango: D - Requisitos: Ninjutsu 40 - Gastos:
14 CK/20 metros
52 CK para huir de un combate
- Daños: - - Efectos adicionales: Cada uso restará 10 puntos de aguante durante los próximos 5 turnos - Sellos: Carnero/una mano - Velocidad: Instantánea
El Sunshin no Jutsu es una técnica basada en un movimiento ultrarrápido, permitiendo a un ninja moverse de cortas a largas distancias a unas velocidades casi imperceptibles. Para un observador cualquiera, resulta como si el usuario se hubiera teletransportado. En ocasiones, se utiliza una pequeña señal para camuflar los movimientos iniciales del usuario. Esta técnica se basa en el uso del chakra para vitalizar temporalmente el cuerpo y moverlo a velocidades extremas. La cantidad de chakra requerida depende en la distancia total y la elevación entre el usuario y el destino. La técnica puede usarse, además, para escapar del campo de batalla. Las diferentes villas tienen variaciones de esta técnica, e incluyen un elemento extra para distraer al oponente. En Konoha, se utiliza un rastro de hojas.
Finalmente, Koko decidió tomar el camino más difícil: sumergirse en la marea de civiles y tratar de escabullirse del local entre empujones, y no hacia el interior del depósito —el cual, en un principio, estaba en peligro; pues ya una agobiada fanática aprovechadora se había saltado la barrera— sino al exterior, hasta la calle principal.
No hace falta decir que la kunoichi lo lograría, de eso no cabría duda. Tan sólo se llevaría unos cuantos codazos de por medio que de seguro le causarían alguno que otro moretón en ciertas partes de su cuerpo. Más allá de eso, para los tumultuosos fanáticos ella no habría sido más que un pequeño mosquito.
Kageyama Koko pasaría completamente desapercibida, hasta que una de las mujeres empedernidas la vio.
—¡¡¡Miren, ahí está!!!
—Yuriko-senpai: ¡DEME SU AUTÓGRAFO!
—¡¡WHOOOOOOOOOOOOOOOOHOOOOO!!! —gritó un último, sin motivo alguno. Tan sólo estaba emocionada.
Pero sus voces, al unísono, atrajeron la atención de los demás. Todos, incluso aquella que se quería llevar uno de los vestidos, reculó en sus intenciones y dejó las instalaciones del local junto a la camada de fanáticas, que según lo dicho por otras; Yuriko se encontraba en plena calle.
Y ahí estaba, tan hermosa y radiante como se contaba. El henge de Koko había sido ejecutado a la perfección. Y luego, desapareció.
Poco después: confusión. Nadie supo hacia dónde había ido, obligando a cada quién a tomar el camino a donde la creían haber visto. Minutos después, la calle y el local yacían vacíos, salvo por algún cliente insatisfecho por todo el asunto.
Koko, sin embargo, quedó exhausta. Pero aún tenía trabajo que hacer.
Todo fue a pedir de boca, la multitud siguió a una falsa modelo y tan pronto salieron la persona se esfumó en el aire lo cual afectó a todas las fanáticas de distintas formas, pero todas a beneficio de la pecosa quien sumamente agitada y a paso algo lento decidió regresar al local. No sin antes deshacer la transformación.
Lo primero que atinó a hacer fue mirar a su alrededor, más que nada para comprobar que tanto podría haber resultado dañado por aquel descuido suyo pero pronto llegaría al mostrador a ver si le hacían entrega de aquel dichoso vestido que la había metido en líos en primera instancia.
De todas formas, esta vez tendría todo el cuidado del mundo para asegurarse que ninguna potencial fanática la escuchase.