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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#76
Una oleada de frío invadió sus cuerpos, pero a ninguno de los Amedama le importó. No, porque era mucho más importante que el frío llegase al enemigo. No, porque había compañeros que lo estaban pasando peor que ellos —la pobre Ayame, secuestrada; Mogura, quizás muerto, quizás agonizando entre las garras de la tortura Hōzuki; Zetsuo y Kaido, luchando bajo el agua contra Waniguchi—; y también porque el Hielo, en cierta manera, consiguió aliviar el dolor de las heridas sangrantes de los balazos de Mohōshō. Con la misma frialdad que el viento que le sacudió por el costado, Daruu clavó sus dos ojos blancos en la mujer pulpo, y ensanchó la sonrisa con la satisfacción de un depredador que ve a la presa caer entre sus fauces cuando saltó.

«BINGO.»

Daruu levantó la pierna y un enorme géiser acuático envolvió a la mujer. El agua empezó a congelarse por la parte de abajo, y rápidamente dejó convertido al enemigo en una gigantesca estatua que decoraría la entrada de la mansión del Rey de lo Grotesco, si es que existiese un título así de macabro en el continente de Ōnindo. Kōri se tambaleó, fatigado, y cayó al suelo al lado de él. Pero Daruu sonreía, sonreía con satisfacción. Hinchado de pura adrenalina, se levantó, tapándose la herida con el brazo opuesto y se acercó al bloque de hielo. Lo golpeó dos veces con el dedo índice flexionado. Entonces se dio cuenta.

Se dio cuenta.

—¿E... está muerta? ¿La hemos... matado? —No pudo evitar fijarse en el tortuoso rostro de terror de Mohōshō, y se sorprendió sintiendo una angustia muy extraña en el pecho. ¿Arrepentimiento? ¿Disgusto? Cayó al suelo, con el corazón latiéndole a mil y con el subidón de adrenalina apagándose poco a poco, la herida calentándose y el dolor volviendo.

A sus espaldas, el agua estalló. Daruu se dio la vuelta alarmado, pero sintió un alivio tremendo cuando fue Zetsuo el que emergió de las profundidades, eso sí, tremendamente herido. El muchacho tragó saliva, sintió náuseas, y evitó mirar las marcas del brazo de Zetsuo.

—¡Zetsuo! —exclamó Kiroe, y se acercó con dificultad a él—. ¿Estás bien? ¿Dónde está Kaido-kun?

«Kaido...»

Otra explosión, esta vez a sus espaldas. Daruu se giró de nuevo, pero se topó con el rostro de Mohōshō, una vez más. Chasqueó la lengua y con gran dificultad se acercó a los mayores, evitando el cubito de hielo humano. Desactivó temporalmente su Dōjutsu para recuperar chakra. Bueno, y tal vez también...

...para evitar seguir viendo su cara por la espalda.
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#77
Aquel tifón no logró su más imperioso objetivo, que era perforarle el pecho a aquel maldito cocodrilo antes de que aquellas fauces acabasen con la vida de Zetsuo. Quizás, Kaido creyó que la distancia era la correcta; pero Waniguchi era un shinobi experimentado y habilidoso, siendo perfectamente capaz de predecir el colmillo de agua, aunque no pudiendo hacer más que alejarse de los linderos y evitarlo a toda costa. Pero evitarlo de esa manera tuvo su costo, que no fue otro sino perder al médico de entre sus fauces, tan herido como estaba.

Zetsuo logró subir, poco después de hacer una seña a su salvador; y luego dejó caer algo. ¿Pero qué era?

Waniguchi fue el primero en saberlo.

Porque aquella sonrisa socarrona e interesante con la que miró a Kaido, pensando probablemente que se iba a divertir mucho probándose a sí mismo en contra del que se hacía llamar el gran Tiburón de Amegakure, se vio súbitamente interrumpida por la estratagema del patriarca de los Aotsuki, quien previó cómo el contenido de su artefacto iba a mezclarse directamente con el agua, volviéndose parte de las corriente sobre las cuales ellos nadaban y contaminando todo aquella masa de agua que rodease al Kajitsu. Kaido podría haber pensado un y mil cosas, sinceramente, pero la reacción de Waniguchi no podía significar otra cosa sino...

«¿Veneno?»

No estaba seguro, pero debía tratarse de algo que generase un efecto inmediato. Porque el Kajitsu no sólo se encontraba debatiéndose con el dolor que se acrecentaba con cada segundo en su pecho, sino que de sus labios, una fina hilera de sangre comenzó a brotar entre burbujas.

«¡Mierda, veneno!»

Poco dispuesto a quedarse a averiguarlo, el gyojin se dio vuelta y pataleó con ambas piernas, haciendo uso de su dinámico cuerpo para reventar el agua como rayo a una tormenta. Lo mejor sería volver arriba con Zetsuo, y reunirse con los demás para decidir qué hacer después. El cuerpo azulado de Kaido salió despedido del agua y cayó como pez atolondrado en la fría superficie, con los brazos tratando de sostener su peso y sus branquias derramando el excedente de agua. Lucía agitado, cansado, y lo peor de todo es que aquello apenas estaba empezando.
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#78
Un fuerte estruendo se propagó por todo el lugar cuando el joven médico redujo la pared a meros escombros y un montón de polvo. Con la caída del muro, el agua contenida en la celda se liberó, y con su nueva libertad no hizo otra cosa que extenderse por la habitación. La voz de Marun se escucharía entra la nube de polvo, seguidamente se escucharían los cañones dejar de lanzar agua y el sonido de succión del desagüe, que anunciaba el descenso del nivel del agua.

—¡Maldito... mocoso... entrometido!

Exclamaría con notable tono de molestia, realmente no parecía muy contento de ver al muchacho de cabello azabache fuera de su sitio. Mogura, sin embargo, solo habría reforzado la seria mirada que tenía en el rostro. Estaba ahora de frente al sujeto que había intentado secuestrar a la inocente kunoichi después de haber envenenado a su superior.

¿No podías ahogarte y ya está? ¡Bien! ¡Tú lo has querido! ¡Te arrancaré a Hane de las manos! ¡No eres digno de ella!

El Kajitsu levantó las manos y diez esferas de agua se elevaron de un charco que estaba a sus pies. El ceño del médico se frunció al instante y no dudo dos veces en realizar el sello del carnero. A la vez que la ráfaga arremetía en su dirección, una espiral se marcaría en el suelo culpa del agua que habría quedado, esta avanzaría hasta una pared y luego se elevaría por esta hasta llegar al techo, volvería por la pared adyacente y terminaría por delatarle cuando Mogura se encontrase de pie detrás de la espalda de Marun, apoyando una mano sobre su hombro.

Hōzuki Marun.

Llamaría su atención, para luego volver a realizar el sello del carnero.


¤ Sunshin no Jutsu
¤ Técnica del Parpadeo Corporal
- Tipo: Apoyo
- Rango: D
- Requisitos: Ninjutsu 40
- Gastos:
  • 14 CK/20 metros
  • 52 CK para huir de un combate
- Daños: -
- Efectos adicionales: Cada uso restará 10 puntos de aguante durante los próximos 5 turnos
- Sellos: Carnero/una mano
- Velocidad: Instantánea
El Sunshin no Jutsu es una técnica basada en un movimiento ultrarrápido, permitiendo a un ninja moverse de cortas a largas distancias a unas velocidades casi imperceptibles. Para un observador cualquiera, resulta como si el usuario se hubiera teletransportado. En ocasiones, se utiliza una pequeña señal para camuflar los movimientos iniciales del usuario. Esta técnica se basa en el uso del chakra para vitalizar temporalmente el cuerpo y moverlo a velocidades extremas. La cantidad de chakra requerida depende en la distancia total y la elevación entre el usuario y el destino. La técnica puede usarse, además, para escapar del campo de batalla. Las diferentes villas tienen variaciones de esta técnica, e incluyen un elemento extra para distraer al oponente. En Konoha, se utiliza un rastro de hojas.

¤ Jigō Jubaku no In
¤ Sello de Maldición Propia
- Tipo: Apoyo
- Rango: B
- Requisitos: Fūinjutsu 40
- Gastos: 10 CK preparar, 40 CK activar
- Daños: -
- Efectos adicionales:
  • Inmoviliza a un adversario durante 1 turno o hasta que sufra daños (ver descripción)
  • (Fūinjutsu 60) La parálisis dura 3 turnos
  • (Fūinjutsu 80) La parálisis dura 5 turnos
  • (Fūinjutsu 100) La parálisis dura 10 turnos
- Sellos: Carnero (activar)
- Velocidad: Instantánea
- Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo (preparar), 10 metros (activar)
Sello maldito que se coloca cuerpo a cuerpo y se activa por sorpresa, extendiéndose por el cuerpo del oponente como una ristra de complicados hexagramas y dejándolo completamente paralizado durante un tiempo variable que depende de la maestría del ejecutor con las técnicas de sellado. Un usuario con un chakra lo suficientemente poderoso (Poder usuario > Inteligencia ejecutor) podría zafarse de la atadura pasados unos segundos, eso sí, liberando un estallido de chakra alrededor de su cuerpo que le hace perder 50 CK. El usuario de la técnica sólo podrá moverse con libertad si su facultad de Fūinjutsu iguala los 60 puntos.
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#79
Mogura desapareció en apenas un parpadeo, con un pequeño remolino de agua delatando la posición en la que se había encontrado el médico apenas unos instantes antes. Apareció pegado a una pared lateral de la habitación, pero enseguida comprendió que si quería realizar todo el recorrido que había trazado en su cabeza, necesitaría ejecutar tres veces más el Sunshin no Jutsu: desde la pared hasta el techo, desde el techo a la pared contigua, y desde dicha pared hasta la espalda de Marun. Con el agotamiento físico que aquello conllevaría.

Había tenido un error de cálculos, y no tardó en pagarlo. Tres de las esferas le golpearon con violencia y le estamparon contra la pared. Marun había sido consciente de la desaparición del médico, y previendo dónde iba a aparecer había movido una de sus manos en el último momento para desviar la trayectoria de las burbujas que avanzaban por el lateral.

—¿Y encima te ascendieron a chūnin? —escupió, señalando el acolchado chaleco que el médico vestía—. ¡Los ninjas de Amegakure sois ridículos! ¿En qué narices está pensando Yui-sama? Menos mal que hemos conseguido sacar de allí a Ayame antes de que... se marchitara —la sonrisa del Hōzuki se ensanchó aún más—. Aunque es un auténtico desperdicio que alguien tan debilucha como ella tenga el bijū. Quizás Reigetsu-sama encuentre la manera de quitárselo y ponérmelo a mí, ¿qué opinas?

Según hablaba, Marun se fue acercando a Mogura. Su brazo derecho comenzó a hincharse de manera casi grotesca, con todos los músculos y las venas marcadas en su piel.

—¿Últimas palabras, chūnin-kun? —canturreó, fanfarrón.

Parecía dispuesto a dar el golpe de gracia.


El Sunshin sólo se puede utilizar para trayectorias rectilíneas, como mucho podrías moverte para esquivar un kunai o similar, pero nunca cambiando el rumbo... Y mucho menos hacer tantas cabriolas con destreza 20.



. . .



—¡Zetsuo! —exclamó una alarmada Kiroe—. ¿Estás bien? ¿Dónde está Kaido-kun?

Concentrado como estaba en su propia herida, Zetsuo no levantó siquiera la mirada, pero pudo ver por el rabillo del ojo que la pastelera se estaba acercando renqueante hacia él. Y cuando bajó la mirada hacia la pierna que arrastraba, descubrió una herida que parecía haber perforado superficialmente su muslo y que sangraba copiosamente. Con un profundo suspiro, el médico alejó la mano de su brazo y la extendió hacia Kiroe. El destello verde que la envolvía se extendió en la distancia hasta alcanzarla y envolvió la pierna de la mujer. Con un ligero cosquilleo, la hendidura que le había provocado la bala de agua se fue cerrando rápidamente y pronto no quedaría ni rastro de herida alguna. Zetsuo no había tenido tanta suerte, aunque había cerrado sus propias heridas, las cicatrices de las dentelladas habían quedado marcadas en su piel como el recuerdo de aquel maldito día.

—Ahí abajo —respondió, haciendo una señal con la cabeza hacia el agua—. Le he dicho que subiera, así que espero que no se le oc...

Una nueva salpicadura le hizo volver la cabeza con rapidez, pero enseguida exhaló un suspiro de alivio. Kaido había emergido con la suficiente rapidez para evitar la nube de veneno que había vertido en el agua y que ya había comenzado a oscurecerla. Parecía cansado, con aquellas extrañas branquias aleteando para eliminar el excedente del agua, pero estaba sano y salvo. Algo que no se podía decir de Waniguchi.

Daruu se había acercado a ellos, con el rostro descompuesto por el más absoluto horror. Zetsuo le miró por debajo de las pestañas, con el ceño fruncido; pero tal y como había hecho con su madre, reparó en la herida que trataba de esconder en su hombro y alargó la mano hacia él para tratarla.

—Vas a tener que lidiar con esto muchas veces, Daruu —le espetó con cierta crudeza. Pero no se estaba refiriendo a la herida, sus ojos estaban clavados en la estatua de hielo en la que se había convertido Mohōshō—. Pero cuando lo hagas, piensa en por qué lo has hecho. Qué valía tanto para dar a cambio de la vida de alguien. No puedes obtener algo sin sacrificar nada a cambio.

Más allá, Kōri se había levantado con cierta dificultad. El joven no estaba herido, pero sí visiblemente fatigado. Nada con lo que no pudiera lidiar él solo. Casi al mismo tiempo, padre e hijo se llevaron una mano al portaobjetos, sacaron una pequeña esfera comprimida y se la llevaron a la boca. Todos tenían que estar en perfectas condiciones para continuar con la misión de rescate.

Una misión... a la que se acababa de sumar un nuevo componente.

—Vamos. No podemos perder más tiempo —ordenó Zetsuo, con determinación renovada.

El hombre se levantó. Y, esperando que todos le acompañaran, echó a andar hacia la entrada que había quedado libre de la guardia de los dos Hōzuki. Sin embargo, tal y como había visto Daruu anteriormente, nada más atravesar el arco de roca se encontraron ante un nuevo dilema: El camino se dividía en tres túneles excavados en la misma cueva, uno en el centro que iba en línea recta y uno a cada lado que trazaban un amplio arco. Los tres caminos estaban perfectamente iluminados por lámparas de aceite. La única diferencia era que el camino central era un simple pasillo, mientras que los caminos laterales tenían múltiples puertas talladas en la roca (en la pared de la izquierda en el camino izquierdo, y en la de la derecha en el derecho). A lo lejos se escuchaba un suave rumor, pero era difícil discernir a simple vista por cuál de los tres caminos provenía el sonido.

—¿Deberíamos separarnos? —preguntó Kōri.

—Llevamos transmisores, así que estaríamos en contacto, pero... —murmuró Zetsuo, pensativo.
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—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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#80
Afortunadamente, tan sólo unos segundos después de que Kiroe preguntase por él, incluso antes de que Zetsuo terminara de contestar, Kaido emergió también del agua, visiblemente agotado. Daruu sintió una pizca de alivio, pero todavía quedaba pendiente e incógnito el paradero de Mogura, que hasta hacía unos minutos había estado dentro de la comitiva.

Ahora ya no era Ayame la única desaparecida.

Zetsuo estaba curando la herida de su madre.

—¡Viejo idiota, cúrate las tuyas que están mucho peor! —Le espetaba la mujer, pero él hacía caso omiso.

Pero de hecho, cuando Zetsuo vio la herida de Daruu, también se concentró en repararla. Y al sentir el dulce alivio del Shōsen regenerando su hombro, no pudo hacer otra cosa que cerrar los ojos y entregarse a esa sensación.

—Vas a tener que lidiar con esto muchas veces, Daruu —le advirtió Zetsuo. La mordaz advertencia apenas dolió: porque tenía razón—. Pero cuando lo hagas, piensa en por qué lo has hecho. Qué valía tanto para dar a cambio de la vida de alguien. No puedes obtener algo sin sacrificar nada a cambio.

Daruu abrió los ojos y los clavó un instante en los del jōnin. Luego, los dirigió a la fea herida de su brazo, de la que sin duda quedaría una más fea cicatriz.

—Lo sé —anunció Daruu, simplemente—. Pero eso no hace todo esto más fácil. —Se dio la vuelta y se quedó mirando el rostro desencajado de Mohōshō. Sintió de nuevo náuseas, pero se obligó a no apartar la mirada.

—Vamos. No podemos perder más tiempo.

—Sí. Vamos.

El grupo avanzó hacia la entrada que había quedado desprotegida. Tal y como había visto Daruu con su dōjutsu, el camino se trifurcaba. Kōri sugirió la idea de separarse, Zetsuo dijo que dado que llevaban transmisores, no sería del todo una mala idea.

—Y somos tres jōnin, pero...

—...pero casi no salimos con vida de la entrada, y no creo que los que se hayan llevado a Ayame sean más débiles que los que estaban aquí custodiando la puerta —sugirió Daruu—. Zetsuo-san casi muere allá abajo en el agua, a nosotros dos nos hirieron de gravedad, y es la primera vez que veo a Kōri-sensei pasarlo tan mal.

»Creo que deberíamos permanecer juntos, de modo que dejadme intentarlo de nuevo...

Se adelantó un paso del resto del grupo y activó el Byakugan para acceder a una visión general de los tres pasillos.
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#81
La maniobra estuvo bien, sin duda alguna le salvo de un ataque que podría haberle dejado fuera de combate con facilidad. Pero sus habilidades con el Sunshin no jutsu no estaban a la altura que precisaba.

Su cuerpo impacto la pared después de recibir el impacto de tres esferas, Mogura se lamentaba el daño mientras formaba puños con sus manos en un intento de ahogar el dolor, el cual no era poco para él.

«¡Maldita sea!»

Pegó la frente contra el muro mientras apretaba los dientes. Había cometido un error y había pagado el precio, tenía que tener más cuidado, no estaba en la academia y aquello no era un ejercicio. Estaba realmente frente a un enemigo.

—¿Y encima te ascendieron a chūnin?

Mogura llevó su mirada hacía el muchacho castaño cuando pronunció aquellas palabras.

¡Los ninjas de Amegakure sois ridículos! ¿En qué narices está pensando Yui-sama? Menos mal que hemos conseguido sacar de allí a Ayame antes de que... se marchitara

El Hōzuki parecía sentirse especialmente emocionado con la idea ya no formar parte de Amegakure, haberse revelado contra Amekoro Yui y haber secuestrado a la joven jinchuuriki.

Aunque es un auténtico desperdicio que alguien tan debilucha como ella tenga el bijū. Quizás Reigetsu-sama encuentre la manera de quitárselo y ponérmelo a mí, ¿qué opinas?

Marun no paraba de hablar y cada vez estaba más cerca, habría que ser ciego para no ver como su brazo aumentaba en tamaño, al punto en que las venas se marcaban claramente. El médico se recompuso ligeramente sin despegarse de la pared, su mano derecha bajaría hasta su costado y tan disimuladamente como fuese posible hasta la empuñadura de su espada.

—¿Últimas palabras, chūnin-kun?

Confiado de la posición que ocupaba en aquel momento, el renegado daría una oportunidad al chuunin para un último comentario, antes de aplastarle la cabeza.

¿Qué opino...?

Dejó escapar de sus labios mirándole directamente a los ojos. Todo su cuerpo comenzó a tensarse, preparándose para el momento en que el muchacho reaccionara a lo que iba a decirle.

Opino que Reigetsu debe ser idiota si planea sellar un bijū en semejante pelotudo...
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#82
—Vas a tener que lidiar con esto muchas veces, Daruu —alegó Zetsuo, poco después de ver la reacción de Daruu hacia su entorno. Y es que a pesar de las profundas heridas que ataviaban el cuerpo del médico, éste consiguió la fortaleza para hablar como sólo un experimentado y asiduo ninja puede hacerlo, aún y cuando las circunstancias no eran las mejores. La convicción con la que espetó aquello, tratando de levantar el ánimo del genin bajo su mando, y así también el del resto de los presentes; era admirable. Kaido incluso llegó a envidiarle por un momento—. Pero cuando lo hagas, piensa en por qué lo has hecho. Qué valía tanto para dar a cambio de la vida de alguien. No puedes obtener algo sin sacrificar nada a cambio.

Con la vista gacha, Kaido tuvo que meditar esa última frase. ¿Estaba él acaso sacrificando algo al haber aceptado aquella misión? ¿volver a casa tendría sus consecuencias, o por el contrario; el riesgo al que se lanzó de cabeza para rescatar a Ayame tendría su ansiada recompensa?

Kaido alzó el cuerpo, enérgico, y se puso de piel al unísono de Kori. Luego, admiró la obra de arte en la que se había convertido Mohōshō y no pudo evitar sentir cierto resquemor ante tan vistosa victoria, teniendo él que darle todo el protagonismo al veneno de Zetsuo, que había ganado la batalla por él. Aunque, satisfecho podía estar, desde luego, pues sin su intromisión, Zetsuo probablemente se hubiese convertido en alimento de cocodrilo. No en mucho mas.

—Vamos. No podemos perder más tiempo.

—Sí. Vamos.


El gyojin no tuvo más remedio que seguirles.

Una vez recortado el camino, el grupo de rescate se encontró con otra traba. Una que, quizás, les obligaría a tomar caminos separados en pro de ganar tiempo en una carrera que se advertía en contrarreloj. Tres distintos caminos se bifurcaban delante de ellos, y a pesar de que podían comunicarse a través de los artilugios que traían los tres jounin, probablemente no fuese una estrategia demasiado factible dadas las circunstancias del momento. Porque: ¿si la contingencia recibida, llámese los difuntos Mohosho y Waniguchi, eran así de fuertes, ¿cómo serían los Kajitsu que aguardasen más adelante, con Ayame en su posesión?

—...pero casi no salimos con vida de la entrada, y no creo que los que se hayan llevado a Ayame sean más débiles que los que estaban aquí custodiando la puerta... Zetsuo-san casi muere allá abajo en el agua.

Casi, sí —intervino, orgulloso.

...a nosotros dos nos hirieron de gravedad, y es la primera vez que veo a Kōri-sensei pasarlo tan mal.

»Creo que deberíamos permanecer juntos, de modo que dejadme intentarlo de nuevo...


—Vale, pero no vayas a quedarte ciego otra vez, por Ame no Kami.
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#83
—¿Qué opino...? —respondió Mogura, mirando directamente a los ojos de Marun. Todo su cuerpo se tensó en cuestión de segundos, sin duda preparándose para lo que se venía encima—. Opino que Reigetsu debe ser idiota si planea sellar un bijū en semejante pelotudo...

La confiada sonrisa del Hōzuki desapareció de su gesto.

—Vaya una manera de joder tus últimas palabras —sentenció, con ojos sombríos—. ¡MUERE!

Marun descargó toda la potencia de su brazo hipertrofiado contra el torso del médico. Un auténtico martillo hidráulico que había triplicado su tamaño natural.



. . .




—Y somos tres jōnin, pero... —intervino Kiroe.

—...pero casi no salimos con vida de la entrada, y no creo que los que se hayan llevado a Ayame sean más débiles que los que estaban aquí custodiando la puerta —completó Daruu—. Zetsuo-san casi muere allá abajo en el agua...

Casi, sí —le interrumpió Kaido, inflando el pecho como un orgulloso pavo.

—...A nosotros dos nos hirieron de gravedad, y es la primera vez que veo a Kōri-sensei pasarlo tan mal. Creo que deberíamos permanecer juntos, de modo que dejadme intentarlo de nuevo...

—Vale, pero no vayas a quedarte ciego otra vez, por Ame no Kami —añadió el Tiburón de nuevo.

—Cierto. No nos podemos permitir que te quedes ciego de nuevo justamente ahora. Así que no te fuerces —asintió Zetsuo, frunciendo ligeramente el ceño.

Daruu se adelantó unos pasos, y volvió a activar el Byakugan. De nuevo, el mundo volvió a abrirse ante él.

En aquella ocasión pudo utilizar su visión en su máximo potencial.

Los tres caminos se adentraban en el interior de la caverna hasta donde le alcanzaba la vista, iluminados en todo momento por lámparas de aceite que colgaban de las mismas paredes.

El camino de la izquierda se arqueaba hacia ese mismo lado y tenía múltiples puertas que accedían a diversas habitaciones donde debían residir los Hōzuki. Camas y diversos muebles de diferente índole eran su único inmobiliario, con alguna que otra decoración adicional pero nada destacable.

El camino del centro seguía en línea recta. No existía ninguna puerta ni habitación adicional; sin embargo, hacia el final de su rango de visión, Daruu podría ver que el camino se abría en una amplia sala circular en cuyo centro caía desde el techo, a cielo abierto, una enorme cascada que se hundía en el suelo hasta el piso inferior que había visto con anterioridad. El rumor que escuchaban parecía provenir, precisamente, de aquella caída de agua. En dicho piso inferior, una silueta bastante alta y corpulenta cuyo chakra, extrañamente, brillaba de un color oscuro, había tomado a otra figura de la mano y la conducía con suavidad pero cierta prisa hacia el fondo de la caverna y que el Byakugan no alcanzaba a ver. La segunda silueta, inconfundible para los ojos de Daruu, era precisamente Ayame, con su chakra de color azul destellando un zafiro en aquella tenue luminosidad.

El camino de la derecha era similar al de la izquierda. Se arqueaba hacia ese lado y estaba siempre iluminado por lámparas de aceite. Numerosas puertas en la pared daban acceso a nuevas salas, pero aquellas no eran simples habitaciones. En una de las más cercanas, Daruu pudo ver a una persona de chakra de color violáceo, sumamente concentrado en la lectura de un libro que tenía sobre el escritorio y que no parecía haberse enterado de la invasión de los ninjas de Amegakure. En esa misma mesa había numerosos tomos, todos ellos dedicados a la misma temática: Artes del Fūinjutsu, Fūinjutsu Avanzado, Los Secretos de las Artes de Sellado, Fūinjutsu y Bestias con Colas... En la misma sala, cerca de aquella persona, había lo que parecía ser una camilla con correas de cuero y diferentes utensilios que escapaban a su imaginación. Siguiendo por aquel pasillo se encontraría con más salas del mismo estilo entre las que destacaban bibliotecas y prisiones, y, casi al final de su rango de misión, otra sala que llamaría la atención de cualquiera. Esta estaba inundada por un palmo de agua y en su interior forcejeaban dos personas: una cuyo chakra era de color marrón y la otra... Mogura.

—¿Qué estás viendo, Daruu? —cuestionó Zetsuo, impaciente.
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#84
El renegado no parecía muy abierto a diferentes puntos de opinión, esto se evidenció cuando la sonrisa se desvaneció de su rostro. Pero bueno, Mogura esperaba que las cosas fuesen así.

—Vaya una manera de joder tus últimas palabras

Dijo Marun y cuando este emitió su opinión, el joven médico de Amegakure preparó su cuerpo para lanzar su propio ataque.

¡MUERE!

El ceño del chuunin se frunciría a la vez que su puño izquierdo arremetería con tanta velocidad tuviese a su disposición para encontrarse con el anormal brazo del Kajitsu. Tenía que confiar en que la potencia de su Okashō iba a superar a la fuerza bruta de aquel golpe.

Si lo que había entendido de los Hōzuki era correcto, el brazo del enemigo se vería en la necesidad de disolverse con el fin de evitar un daño mayor, como parte del mecanismo de defensa que usaba el clan para pelear cuerpo a cuerpo.


Okashō x3
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#85
Las venas en torno a los ojos de Daruu se hincharon y su visión, esta vez, penetró más allá de lo impenetrable, como se esperaba de un Hyūga. Vio a través de a través de las cosas y viajó mucho más allá, y lo que vio fue numeroso y nada agradable, de modo que lo describiremos con la debida paciencia, la misma que se tuvo que tomar antes de responder a las exigentes expectativas de Zetsuo, porque además de verlas tuvo que pensar sobre ellas.

Quizás en lugar de describirlas, por qué no, continuemos con lo que él mismo contestó después de ordenar a toda velocidad las imágenes:

—Voy a intentar ser breve, entenderéis por qué. Ya teníamos, pero ahora tenemos prisa. Empezaré por lo más importante, pero por favor, ruego que esperéis a que termine por que no hay nada que no lo sea —advirtió Daruu, tragando saliva. Intentó aplicarse todo lo que estaba aprendiendo de Kōri y Zetsuo hasta el momento. Fue difícil, es más, todos notaron cómo temblaba, y como su voz lo hacía al mismo son, pero aún así se impulsó sobre la adrenalina y trató de empujar hacia abajo como lo hacían las aguas de un río, con ímpetu, sin parar—: El camino del centro se abre a una sala grande con una cascada que cae a un piso inferior. Abajo hay un tipo corpulento y muy alto que se lleva a Ayame hacia el fondo de la cueva, y hasta ahí llego. —Tragó saliva—. Ayame va por su propio pie. No se la llevan a la fuerza, se la llevan de... la mano. —Empujó los pensamientos a un lado y se limitó a recitar como una máquina—. Ahora los lados. El camino de la izquierda no nos interesa —zanjó, pragmático, sin dar más detalle—. En el de la derecha hay una persona leyendo libros, distraída. Los libros son sobre técnicas de sellado. Hay libros sobre bijū. Hay una camilla con correas y varias cosas más que no sé qué son. Lo que sí sé es que quizás están engañando a Ayame y que quieren extraer al Gobi. —Sin ningún tipo de precaución. Se limitaba a informar de lo importante. De lo verdaderamente importante. Si a Ayame le quitaban el bijū, quién sabe lo que le pasaría a ella—. Al fondo del pasillo, casi al final, hay una sala inundada por un palmo de agua. Mogura está luchando contra un ninja con el pelo marrón. Parece estar en apuros.

Volvió al cruce de caminos como si apagase el zoom de una cámara. Cerró un momento los párpados y respiró hondo varias veces.

—¿Qué hacemos, Zetsuo...?
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#86
—¿Qué estás viendo, Daruu? —cuestionó Zetsuo, impaciente.

Y la impaciencia de Zetsuo invadió también al escualo, que sentía la necesidad de arrancar en carrera e adentrarse a los confines de aquellas cuevas para no tener que aguardar por Daruu. Él, sin embargo, tenía que ser cauteloso; no podía permitir que su poder cruzase nuevamente los límites que en su momento le dejaron ciego, temporalmente. Entonces, fraguó su concentración y sólo habló cuando hubiese recabado toda la información necesaria, de la que había obtenido dos cosas muy importantes:

Ayame y Mogura estaban vivos, y a apenas a unos cuantos pasillos de ellos. El rescate exitoso, por tanto, era aún una muy factible posibilidad.

En el de la derecha hay una persona leyendo libros, distraída. Los libros son sobre técnicas de sellado. Hay libros sobre bijū. Hay una camilla con correas y varias cosas más que no sé qué son. Lo que sí sé es que quizás están engañando a Ayame y que quieren extraer al Gobi.

Kaido no lo pilló al instante, no. De hecho, no fue sino hasta que Daruu culminó su intervención, y que su madre inquirió a Zetsuo acerca de qué tenían que hacer, cuando cayó en cuenta del telón caído frente a él y de la verdadera historia detrás del subterfugio.

Biju, Ayame. Extraer. Gobi.

¿Jinchuriki?

«¡Jinchuriki, maldita sea!» —exclamó para sus adentros, con los ojos inflados como huevos en aceite.

—Ella... ella es, ¡¿ella es nuestra jodida guardiana?!
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#87
Mogura reaccionó con rapidez y precisión. Lanzó su propio brazo al encuentro del de Marun, un brazo que, en comparación con el armatoste hipertrofiado del Hōzuki, resultaba escuchimizado y ridículo. Sin embargo, el médico estaba a punto de demostrar que las apariencias engañaban, y en el momento del encuentro, liberó toda la energía reunida en torno a su puño en un potente estallido que reverberó por todas las paredes de la guarida.

Marun exhaló un desgarrador aullido de dolor y sorpresa cuando su propio brazo se vio rechazado hacia atrás y su cuerpo volteó en el aire siguiendo la inercia del movimiento. Cayó varios metros más atrás, resollando con esfuerzo y dolor, pero a los pocos segundos se reincorporó hasta quedar de rodillas en el suelo. Eso sí, con el brazo caído, inerte.

—¡MALDITO SEAS! ¡VAS A PAGÁRMELAS, JODIDO IMBÉCIL! —Se desgañitaba, con el rostro rojo por la más primitiva ira.

Su mano izquierda formó un sello, y, sigiloso como un pez león, a las espaldas del médico emergió una réplica del mismo agua que encharcaba la sala. Para cuando se diera cuenta para reaccionar sería demasiado tarde, el clon le había inmovilizado tomándole por debajo de los hombros y el verdadero Marun había sacado un pequeño tubo de su portaobjetos y sopló a través de él.

Mogura sintió un pinchazo en el cuello.

—¡VAS A MORIR COMO DEBIÓ MORIR ESA PUTA DE SHANISE!



. . .



—Voy a intentar ser breve, entenderéis por qué —respondió Daruu con voz temblorosa, después de algunos segundos de tensa impaciencia—. Ya teníamos, pero ahora tenemos prisa. Empezaré por lo más importante, pero por favor, ruego que esperéis a que termine por que no hay nada que no lo sea. —El chico tragó saliva, y para todos quedó claro que el asunto era verdaderamente urgente—. El camino del centro se abre a una sala grande con una cascada que cae a un piso inferior. Abajo hay un tipo corpulento y muy alto que se lleva a Ayame hacia el fondo de la cueva, y hasta ahí llego. —Nueva pausa—. Ayame va por su propio pie. No se la llevan a la fuerza, se la llevan de... la mano.

Alarmado e incrédulo, Zetsuo entrecerró los ojos. Pero se contuvo de hacer ningún comentario. ¿Cómo era aquello posible? Todos habían visto que Ayame se había resistido en la playa, habían visto los restos de la bandana y que estaba empapada en sangre... ¿Cómo iba ahora a cooperar con los Kajitsu así como así? El médico intercambió una breve mirada con Kōri, pero tras aquella máscara de hielo, él parecía tan sorprendido como él.

—Ahora los lados —continuó Daruu—. El camino de la izquierda no nos interesa. En el de la derecha hay una persona leyendo libros, distraída. Los libros son sobre técnicas de sellado. Hay libros sobre bijū. Hay una camilla con correas y varias cosas más que no sé qué son. Lo que sí sé es que quizás están engañando a Ayame y que quieren extraer al Gobi.

—¡¿QUÉ?! —exclamó Zetsuo, incapaz de contenerse. Ahora había apretado los puños a ambos lados de su cuerpo y temblaba, preso de ira.

—Al fondo del pasillo, casi al final, hay una sala inundada por un palmo de agua. Mogura está luchando contra un ninja con el pelo marrón. Parece estar en apuros.

Daruu desactivó el Byakugan y, cerrando los ojos, respiró hondo varias veces, visiblemente fatigado.

—¿Qué hacemos, Zetsuo...? —preguntó Kiroe.

—Ella... ella es, ¡¿ella es nuestra jodida guardiana?! —intervino Kaido, que parecía haber comprendido de golpe las implicaciones de las palabras de Daruu, pero aquel no era el momento para ponerle al día después de haber desvelado un secreto así, por lo que nadie respondió.

Zetsuo les dirigió a todos una larga mirada, respirando agitado pero sus afilados ojos de águila analizando fríamente la situación. Si no alcanzaban rápido a Ayame podría desvanecerse de entre la punta de sus dedos. Y quién sabe si podrían encontrarla de nuevo. Por otra parte, si las sospechas de Daruu sobre que lo que en realidad pretendían los Kajitsu eran ciertas y conseguían arrancarle el Gobi, ella...

Tenían que darse prisa, no podían permitirse ir a salvar al otro médico mientras se estaban llevando a Ayame quién sabe donde. Zetsuo apretó aún más los puños, hasta que sus nudillos se convirtieron en manchas blancas. Desconocían la fuerza de los Hōzuki que se encontraban con Mogura y con Ayame, pero Zetsuo sospechaba que su hija, el objetivo principal de los Kajitsu, debía estar resguardada por uno de los peces gordos. Tenían que dividir las fuerzas sin llegar a escatimar en recursos.

Entonces sacudió un brazo en el aire.

—¡Kiroe y Kaido, iréis a buscar al otro chico! ¡Kiroe, estaremos en comunicación por el trasmisor, el canal es el mismo de siempre! ¡Daruu y Kōri, venís conmigo a buscar a Ayame! ¡Vamos!

Sin dar tiempo a cualquier tipo de protesta, Zetsuo arrancó a correr por el pasillo central y Kōri siguió su estela.
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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#88
Y es que aunque aquel no fuera el momento más oportuno para que él pudiera increparle nada a nadie, al gyojin le era físicamente imposible no sentirse ultrajado y ofendido por el hecho de ser el jodido descartado de conocer tan importante verdad. Porque, a pesar de que se tomaba la misión muy en serio —no todos los días un jounin va a tu casa, a petición de la mismísima Amekoro Yui, así que motivación no le iba a faltar— si hubiese sabido desde el inicio que Ayame era la guardiana, no hubiese ido tan a ciegas. Y, desde luego, que no se habría comido tanto la cabeza acerca del por qué los Kajitsu Hozuki cometerían semejante agravio en contra de Amegakure, arriesgándolo todo por una simple niña que sólo compartía sus genes, cuando de esos podían haber muchos.

Ayame, a sus ojos, nunca fue especial. Y se preguntó, una y otra vez, por qué lo era ella para los Kajitsu. Y ahora, esa interrogante tenía el espacio lleno. Con la palabra jinchūriki bien trazada sobre la línea.

Y es que si se le echaba un poco de cabeza, tener a Ayame en tus filas debía significar una clara ventaja en pro de cuales fueran los objetivos propuestos. Añádele a un Hozuki capaz de convertirse en un poderoso usuario de sus habilidades un bijuu, y tendrás un gran prospecto. Una gran arma.

Zetsuo, visto lo visto, no estaba dispuesto a permitir aquello. Así que como buen líder, sencillamente ordenó, y comandó.

—¡Kiroe y Kaido, iréis a buscar al otro chico! ¡Kiroe, estaremos en comunicación por el trasmisor, el canal es el mismo de siempre! ¡Daruu y Kōri, venís conmigo a buscar a Ayame! ¡Vamos!

Sin peros que valieran, el hombre arrancó hacia su más imperioso destino: su amada hija.

Kaido, aún un poco colgado, les vio avanzar a lo largo del pasillo central, y luego tuvo que buscar con la mirada a Kiroe.

—Habrá que conformarse con salvarle el culo a Mogura, Kiroe-chan. Venga, vamos

Pero el gyojin no fue a ningún lado, no hasta que la madre de Daruu tomara también su curso. Cuando ella se moviera, él la seguiría, dispuesto a acabar con todo aquello de una buena jodida vez.
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#89
Kiroe asintió como única respuesta y le dio un empujón a su hijo en la espalda cuando éste le echó una última mirada preocupada. «Todo está bien, Daruu-kun», pensó, e intentó transmitir. «Es una lástima, pero hay muchas cosas que no sabes de mi. Soy yo la que debería estar preocupada»

Zetsuo, Kōri y Daruu se alejaron por el pasillo central a toda velocidad. Kaido se dirigió a ella, y apremió:

—Habrá que conformarse con salvarle el culo a Mogura, Kiroe-chan. Venga, vamos.

—¿Chan? —Kiroe soltó una risilla peligrosa—. Sigue tratándome así, pequeño boquerón, y pronto acabarás dentro de un bote en conserva. —Le guiñó un ojo a Kaido, bromista—. Sígueme, Kaido-chan.

»Dime, ¿los Hōzuki... os convertís en agua automáticamente, o es algo que tenéis que hacer conscientemente? Si yo atacase a uno por sorpresa...


· · ·


El trío avanzaba por el pasillo central, en silencio. Daruu utilizaba su Byakugan para enfocar el lugar que había visto previamente, y seguir rastreando el paso de los dos objetivos.

—Los sigo vigilando —avisó—. Informaré de todo lo que pueda conforme entre en mi rango de visión.

Afortunadamente, se acercaban cada vez más, lo que haría que mantener la técnica fuese mucho más fáciles. Y las condiciones de luz no eran comparables a las de debajo del mar.


· · ·


Waniguchi estaba delante de la puerta de su camarada. Un genin de Amegakure, de piel azul, había continuado bajo sus instrucciones, y sigilosamente corría en auxilio de su compañero chūnin. Él, por otro lado, se había quedado rezagado temporalmente. Se aclaró la garganta...

...y tocó a la puerta.

Toc, toc, toc.

—¡Eh! ¡Eh! ¡Deja ya esos libros tuyos y ven a ayudarnos! ¡La familia de Ayame ha entrado en la guarida! ¡No hemos podido detenerlos sólos!

Si el Hōzuki que leía sobre Fūinjutsu, tal y como les había informado Daruu, abría la puerta, Waniguchi se daría la vuelta y echaría a correr de nuevo hacia el pasillo.

—¡Vamos! —diría.

Y Amedama Kiroe caería del techo, apuñalando de forma precisa al malnacido que vendría detrás en la nuca, matándolo sigilosa y rápidamente antes de que pudiera tratar de hacer nada.

No por nada era Amedama Kiroe, el Filo Púrpura, espía estrella y antigua líder de uno de los mejores escuadrones cazadores de ninjas renegados que había pisado la Lluvia...

...¡y la mejor pastelera de toda la aldea!
[Imagen: K02XwLh.png]

No hay marcas de sangre registradas.
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#90
El Gosuiwan y el Okashō habrían colisionado. Mala fue su fortuna, ya que el renegado estaba lejos de ser un maestro en el taijutsu y eso hizo que fuese imposible superar en poder al puño del joven médico de Amegakure.

El muchacho gritó de dolor y sorpresa al descubrir el estado en que se encontraba su brazo después de haber sido no solo detenido sino que también lanzado unos metros hacía atrás. Demostrando una capacidad de combatir el dolor digna de una persona de su rango, Marun se colocó sobre sus rodillas y mostró un brazo totalmente inhabilitado.

—¡MALDITO SEAS! ¡VAS A PAGÁRMELAS, JODIDO IMBÉCIL!

Decía el furioso renegado, cegado por el odio y la ira.

Mientras todo esto tenía lugar, la pluma, que se encontraba en posesión de Manase Mogura, dejaría su vaina. Y justo cuando la pluma se volvió un ala, un ala que iluminaría toda la habitación con la luz de un manto eléctrico, su oponente formaría un único sello.

«No es el mejor momento para estar hablando...»

Antes de que el médico pudiese continuar con sus planes, un clon de agua lo apresaría reteniendolo por la espalda. Marun había sido lo suficientemente rápido como para evitar que pudiese hacer algo al respecto.

Sin perder ni un segundo, flexionó ligeramente las piernas, inclinándose hacía delante para dejar caer su peso de golpe, y entonces, aprovechando la inercia generada, le propinaría un contundente cabezazo al clon, exponiendo totalmente su cuello en el proceso. Sería entonces que sentiría aquel pinchazo, pinchazo que en el pasado le habría dado un enorme susto y un montón de problemas.

¡Ah!

«¡Maldición!»

—¡VAS A MORIR COMO DEBIÓ MORIR ESA PUTA DE SHANISE!

Si Mogura tenía alguna duda, aquellas palabras la habrían matado. El médico había sido envenenado, pero no iba a poder hacerse cargo de manera apropiado de ese asunto si el loco de Marun seguía siendo capaz de combatir.

Habiéndose liberado del clon, el chuunin miraría con una expresión fulminante a su enemigo. Seguidamente y sin perderle de vista daría un salto contra la pared y haciendo gala de su exquisito manejo de chakra se mantendría pegado a esta. Hane, por otro lado, habría sido sumergida en el agua, eletrificandolo todo.
Hablo - Pienso

[Imagen: tumblr_n5t2e2FGOB1qdlh1io1_400.gif]
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