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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
11:12
Frente a una vasta extensión de arrozales


Kuranosuke se había tomado un día libre con la única intención de visitar los llamados "Arrozales del Silencio". Su interés se alejaba de lo agricultural y se aproximaba más a lo bélico.

Según los libros de historia que estudió durante sus años de academia, esta zona de su país había sido objeto de múltiples conquistas. En primer lugar había pertenecido al País del Sonido, luego al del Rayo, y finalmente a su patria. El sensei que impartía la asignatura comentó, en tono jocoso, que los aldeados de la zona estaban más que acostumbrados a las trifulcas territoriales.

Entonces, ¿cómo es que la imagen que su único orbe captaba no se asemejaba en absoluto con la idea que tenía él de una zona de guerra?

Sí, los enfrentamientos no habían ocurrido hace un par de días, y se dice que el tiempo cura todas las heridas, pero le resultaba difícil mantener encerrada a su incredulidad. Irónicamente, la población de los arrozales no solía pasar penurias, ni las pasó —si es que los archivos históricos estaban en lo cierto— durante las épocas de escaramuzas.

¿Cuál era el secreto que había mantenido a la gente de estos lares libres de la miseria? ¿Se trató de pura misericordia por parte de todos los cuerpos invasores? ¿Consideraron que los Arrozales del Silencio eran demasiado valiosos —gracias a su gran producción— como para arrasarlos, a pesar de que mientras se mantuvieran fuera de su control, beneficiarían al enemigo?

Kuranosuke necesitaba conocer la respuesta. Un líder debe de ser capaz de tomar decisiones lógicas y adecuadamente tácticas, algo que deseaba aprender con toda su alma, y conocer más sobre este paraje le ayudaría.
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#2
El joven médico, por su parte, no estaba precisamente disfrutando de un día libre. Había salido de Amegakure con unos asociados en un pequeño viaje de negocios, recorriendo algunos puntos importantes del extenso territorio conocido como Oonindo.

El último lugar que habían visitado con la caravana sería Ushi, el punto más alejado de todo el viaje, desde ahí solo quedaba volver a casa por un camino diferente. El siguiente destino era Tane-Shigai, pero Mogura sintió un poco de curiosidad por un lugar de referencia en el mapa.

Sin intenciones de perjudicar al grupo, el muchacho tomaría una ruta diferente para llegar a la gran ciudad, de forma que saliendo un día antes del pueblo, avanzaría hasta el destino conocido como los Arrozales del Silencio.

Los motivos del médico para visitar ese lugar no eran tan profundos como los del shinobi de Kusagakure, pero a fin de cuentas, parecía que sus caminos se cruzarían en aquel sitio.
Hablo - Pienso

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#3
Dada la naturaleza del paraje, era tarea sencilla observar las idas y venidas de todos los que atravesaban los arrozales. Los campesinos trabajaban duro de sol a sol, con sus pantalones de trabajo remangados y los pies arrugados por el constante contacto con el agua, ignorando a cualquier viajero que pudiera atravesar sus tierras.

Por ende, Kuranosuke no tuvo problemas en diferenciar la prominente figura de Mogura entre todas las demás. Su vista no era la mejor del mundo —era tuerto, después de todo—, pero tan pronto el médico estuvo lo suficientemente cerca, la banda de Amegakure y el chaleco militar se le hicieron obvios.

Su rostró no traicionó cambio alguno, mas en su fuero interno, el genin se puso en guardia.

«Me pregunto qué hace un ninja de alto rango de Ame por aquí... ¿quizás reconocimiento?». ¿Podría tener Amegakure algún tipo de intención de continuar con la larga historia de conquistas de los Arrozales del Silencio? Como patriota de Kusagakure, no podía permitirlo.

Echó a andar con paso firme, dando copiosas zancadas. Su intención era cruzarse con Mogura, cara a cara, tras el paso de unos nimios minutos. Era probable que el otro ninja fuera más poderoso que él, además de que era más alto, pero Kuranosuke no temía a nada ni nadie.

Ya frente al desconocido, paró en seco.

Alto. ¿Qué hace un shinobi de Amegakure en los Arrozales del Silencio? Indica tu nombre, rango e intenciones —afirmó con tono suave pero tajante.
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#4
El joven médico paseaba por los arrozales con toda la calma del mundo, apreciando una postal que era realmente transmisora de paz y serenidad. Los trabajadores laboraban la tierra con los pies metidos en el agua y el sol brillandoles en la espalda, muchos de ellos aplacarían el calor usando sombreros de paja.

A falta de un protector más apropiado, Mogura se cubría del sol usando un paraguas bastante común y genérico, hecho con bambú y papel de arroz. Quizás y tan solo quizás, aquel día debería haberse vestido de una forma diferente.

Alto. ¿Qué hace un shinobi de Amegakure en los Arrozales del Silencio? Indica tu nombre, rango e intenciones

Diría un total extraño que lo interceptaría en medio de su caminata. El shinobi de Amegakure detendría su paso y buscaría con la mirada al muchacho, realmente no se esperaba cruzar con ningún shinobi de Kusagakure en ese lugar. Mogura le sacaba casi una cabeza al delgado muchacho. Sus peinados parecían buscar un estilo similar pero el resultado sin duda alguna era totalmente contrario en ambos, mientras uno lograba mantener su cabellera en el lugar donde deseaba, el otro habría resignado a domar algunos mechones rebeldes.

Manase Mogura, chuunin de Amegakure. Turismo y comercio son mis intenciones.

Se limitó a contestar lo que le habían preguntado. Quizás hubiese sido diferente si la pregunta hubiese provenido de un shinobi de su misma aldea, pero Arashi-no-kuni estaba un poco lejos y desde luego que su jurisdicción había terminado hacía un par de días de viaje.

No esperaba encontrarme con un shinobi de Kusagakure en este lugar.

Reparó un instante en la espada que cargaba el muchacho consigo. Mogura también llevaba una en el costado, una wakizashi con un mango negro y decorado, la hoja negra de esta descansaba dentro de una saya de color chocolate, aunque esto último sería un poco más dificil de ver ya que el sobretodo del médico estaba por encima.

¿Con quién tengo el placer de hablar?
Hablo - Pienso

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#5
Estar más cerca de Mogura le permitió captar nuevos detalles sobre su aspecto. El que más le llamó la atención fue la espada que el shinobi extranjero portaba consigo. Kuranosuke todavía era joven pero había tenido un excelente maestro en lo que a acero se refería, hecho que le permitió discernir que el arma de su interlocutor pintaba decente.

Sintió el deseo de conocer la potencia del filo así como la habilidad de quien la empuñaba, pero la posibilidad de causar problemas entre su aldea y Amegakure por un motivo tan trivial le disuadió con presteza.

Manase Mogura, chuunin de Amegakure. Turismo y comercio son mis intenciones.

La ceja derecha de Kuranosuke se alzó un poco, apenas unos milímetros, un cambio que solo un observador con percepción respetable sería capaz de captar. «No sé si este tipo tiene problemas en la cabeza o es muy mal mentiroso...», reflexionó a lo largo de unos pocos instantes.

No sabía que nuestras vistas y nuestros comerciantes fueran mejores que los del País de la Tormenta —afirmó con neutralidad, ocultando un ligero tinte de sarcasmo—. Tomo nota.

No esperaba encontrarme con un shinobi de Kusagakure en este lugar.

¿Por qué no? Esto forma parte del territorio de nuestro señor feudal, después de todo.

El comportamiento de Mogura se le iba haciendo más sospechoso...

¿Con quién tengo el placer de hablar?

Soy Sakamoto Kuranosuke, genin de Kusagakure —guardó silencio durante un momento tan efímero como una brisa pasajera— Dime, ¿no era Manase el apellido de uno de los jōnin que participaron en el intento de captura fallido de los Arrozales del Silencio por parte de Amegakure en el año 209?
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#6
Kuranosuke se quedó en silencio un par de segundos procesando la información que el chuunin le había proporcionado. Solo entonces respondería a sus palabras de la siguiente manera:

No sabía que nuestras vistas y nuestros comerciantes fueran mejores que los del País de la Tormenta. Tomo nota.

Parecía que el muchacho no iba a simplemente limitarse a hacer una suerte de chequeo de rutina.

¿Por qué no? Esto forma parte del territorio de nuestro señor feudal, después de todo.

Diría en respuesta al comentario del médico sobre no esperar cruzarse con un shinobi de Kusagakure en aquellos lares.

Resultaría ser entonces que el nombre de aquel muchacho no era otro que Sakamoto Kuranosuke, un genin de Kusa, el guardián del arrozal.

«Curioso que se le asigne una tarea como esta a un ninja de tan bajo rango...»

Pensó Mogura. Después de todo, si él no se mostrase tan dispuesto a entablar una conversación, Kuranosuke se vería en la obligación de detenerle por la fuerza. ¿Estaría el joven genin a la altura de la situación?

Quizás ese día no lo averiguarían.

Dime, ¿no era Manase el apellido de uno de los jōnin que participaron en el intento de captura fallido de los Arrozales del Silencio por parte de Amegakure en el año 209?

Una ligera sonrisa se marcaría durante un instante en el rostro del médico.

¡Eso sería imposible, Sakamoto-san...!

Exclamaría con una voz más aguda que antes y un tono un poco más jocoso.

Los únicos Manase que Amegakure tenía en el 209 eran dos jōnin retirados que se encontraban cuidando un simple niño en la aldea.

Contestaría volviendo a su tono usual de voz, marcadamente serio y que no comunicaba otra cosa que la verdad, ni hablar de que la sonrisa en su rostro se había desvanecido en un serio semblante. 8 años atrás, un pequeño Mogura ya habría sido dejado en manos de sus abuelos cuando sus padres decidirían dejar atrás su vida como shinobi y marcharse para no mirar atrás.
Hablo - Pienso

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#7
De la faz del tuerto se desprendió una sutil pero claramente audible carcajada. Se trataba de un gesto sincero, sin tono alguno de desprecio o superioridad. Parecía que la respuesta de Mogura le había gustado.

Que mala suerte, no esperaba que mi farol fuera desmontado de esta forma tan simple y veloz, pero es lo que ocurre cuando uno lanza el dado, debe de atenerse a las consecuencias —expresó, bucólico, retornando a su semblante pretérito de una manera tan tajante que parecía que nunca hubiera cambiado—. Dime, Masane-dono, ¿eres aficionado a la historia?

Preguntó con genuino interés, dándole a la conversación un brusco giro de 180 grados.
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#8
Siendo una kunoichi, de vez en cuando tenía que cumplir con algún encargo por muy simple que pudiera llegar a ser, era obvio, pues era el trabajo de todo shinobi. Pero a veces uno no tiene mucho interés por hacer trabajos oficiales que puedan consumir todo el día, ni menos viajar por muchos más, ¿cierto?

Ese era el caso de Kageyama Koko, genin de Uzushiogakure que tenía de todo menos ganas de ponerse a trabajar así que se fue a pasear por ahí, de paso podría aprovechar para entrenar un poco.

Fue así como salió de la aldea tras pedir la autorización correspondiente y comenzó a deambular sin rumbo fijo.

Y a pesar de que se haya planteado el regresar a la aldea en el mismo día, terminó por perder noción del tiempo. Caminó y caminó hasta llegar a la ciudad de Los Herreros, donde se topó con cierto conocido suyo.

Este herrero lo único que atinó a hacer, fue solicitarle a la kunoichi un simple e inocente favor, el cual ella encantada accedió a cumplirle. Lo que no sabía era que dicho favor implicaba darse un viajesito bastante largo.

¿Qué tenía qué hacer?

Llevar una carta, sellada con cera en forma de corazón, ¿qué podría significar?

¿A dónde?

A la Ribera del sur.

Sí, hasta la maldita Ribera del sur, donde el dichoso herrero había viajado una vez y donde había conocido a una mujer en particular que —según él— le había robado el corazón. Y lo peor era que la rubia ya había accedido a cumplirle el caprichito, entonces, al no poder echarse atrás, comenzó la marcha, primero con rumbo hacia el norte, hacia Ushi.

Al cuarto día llegó hasta el puente Kannabi, tras el cual se encontraba el bosque de los hongos. Iba bien encaminada, o eso parecía indicar el mapa, hasta que logró salir del bosque.

Algo estaba mal… Debería de estar aún en ese bosque rumbo a Tane-Shigai, pero… ¿por qué había salido tan rápido? ¿y por qué todo el santo mundo estaba trabajando plantaciones de arroz?

—Mierda —dijo en un murmullo apenas audible y con una alegre sonrisa en su rostro.

Se había desviado sin darse cuenta en dirección contraria a Tane-shigai. Fue así como terminó en los Arrozales del Silencio, donde todos —obviamente— trabajaban el arroz.

A excepción de un par de individuos que parecían estar entablando una conversación bastante animada, o por lo menos eso pensaba la de Uzushio al escuchar esas carcajadas de uno de los dos.

La rubia no hizo otra cosa que acercarse a ellos, sencillamente para pedir al menos una mínima indicación para llegar bien a Tane-Shigai, y para su suerte, uno de aquellos dos poseía una bandana con el símbolo de Kusagakure. «Él tiene que saber el camino »pensó felizmente.

—Buenas tardes, disculpen la interrupción —saludó esbozando una sonrisa y dedicándoles una ligera reverencia—. ¿Serían tan amables de indicarme cómo llegar a Tane-Shigai desde aquí? —preguntó esperando pacientemente una respuesta.

Lo malo era que con la reverencia que les había dedicado había mostrado inconscientemente el símbolo de su bandana, lo que serviría como una identificación ante aquellos dos.
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#9
De un momento a otro, la expresión del tuerto cambió para dejar escapar una plena carcajada.

Que mala suerte, no esperaba que mi farol fuera desmontado de esta forma tan simple y veloz, pero es lo que ocurre cuando uno lanza el dado, debe de atenerse a las consecuencias

Comentaría luego de parar de reír.

. Dime, Masane-dono, ¿eres aficionado a la historia?

Consultaría entonces, más allá de la sinceridad de sus palabras, lo que el médico pudo destacar fueron sus modales. Lo cual hizo que en su rostro la mueca de seriedad fuese un poco más leve.

Soy partidario de la idea de que del pasado se puede aprender mucho, Sakamoto-dono.

Contestó Mogura con un tono ligeramente menos serio que antes.

—Buenas tardes, disculpen la interrupción —

El joven médico se giraría entonces hasta la fuente de aquella voz, esta resultaría no ser de otra persona que de una joven. La sonriente muchacha y su melena brillaban como si de un sol se tratase.

«Uzushiogakure.»

Pensó en el momento en que la chica realizaría su reverencia, exponiendo su bandana roja. Mogura, satisfecho con la demostración de modales por parte de la desconocida, correspondió la reverencia.

—. ¿Serían tan amables de indicarme cómo llegar a Tane-Shigai desde aquí? —

Tane-Shigai, el lugar donde se albergaba el palacio del Mori-no-Kami. El joven médico no tenía la capacidad en ese momento de orientar a la muchacha para seguir su camino.

Me temo que solo cuento con un mapa para guiarme, kunoichi-san.

Contestaría con sinceridad, sin ese único mapa el joven médico podría llegar a perder el rumbo en un país ajeno al suyo. De todas formas y habiendo dicho aquello, llevaría su mirada hasta el ninja local.

Pero quizás Sakamoto-dono sea capaz de asistirla.
Hablo - Pienso

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#10
Kuranosuke pretendía continuar con la cuestión referida al pasado histórico, pero una nueva entrada en escena le interrumpió. Con semblante impávido, en silencio, el muchacho observó a la mujer que, el destino así lo quiso, formaba parte de la aldea de Uzugakure.

«¿Otro intruso, en esta ocasión de Uzugakure? Hmm... ¿volverá la guerra a los Arrozales del Silencio en un futuro cercano...?», meditó. Aunque en realidad las intenciones de aquellos visitantes distaban mucho de las sospechas del tuerto, para él eran espías y exploradores, tanteando el terreno antes de que sus respectivas aldeas se decidieran a llevar a cabo un asalto frontal.

La desconocida gozaba de una anatomía robusta, bien desarollada y a grandes rasgos, bella. Mas a Kuranosuke esos detalles le traían sin cuidado. Para el genin lo único importante en tal situación era su cruzada personal de defensa de la patria.

Cuantos individuos perdidos por estos parajes... —masculló, mirando a la fémina directamente a los ojos.
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#11
El de Amegakure se adelantó y le indicó que probablemente sea mejor dejarse guiar por el otro shinobi, el de Kusagakure, después de todo se encontraban en el país del bosque, tenía todo el sentido.

Pero el chuunin mencionó un nombre que hizo cambiar completamente la expresión de la rubia, quien dicho sea de paso ignoró completamente el comentario del otro shinobi.

—¿Sakamoto? —preguntó borrando la sonrisa de su rostro—. ¿En serio eres Sakamoto? —volvió a cuestionar incrédula.

«¿Hijo de algún renegado de Uzushio? No sabía de ningún miembro del clan que haya huido de la aldea »pensaba sin lograr entender cómo era posible tal cosa.

—Tu familia no tiene ninguna relación con los Sakamoto de Uzushiogakure, ¿verdad?

Es que no podía ser un familiar suyo, era imposible que permitiesen a desertores de la aldea deambular abiertamente por ahí, después de todo, la historia del clan deja en claro que siempre pertenecieron a Uzushiogakure.
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#12
El paranoico tuerto dejó escapar un comentario muy por lo bajo. Pero la pecosa pareció no haberlo llegado a escuchar o directamente hacerle caso omiso. A lo que si prestó atención, antes de pasar a ignorarlo por completo, fue a las palabras del médico.

Parecía ser que en Uzushiogakure existía un clan Sakamoto, el cual coincidía con el nombre del shinobi de Kusagakure. Ante esta revelación, la muchacha reclamaba respuestas a sus preguntas.

«Parece ser que Oonindo no es tan grande después de todo...»

Comentó para si mismo mientras se mantenía expectante a la contestación de Kuranosuke.


Este es un simple post de transición, sigan circulando.
Hablo - Pienso

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#13

Mogura, el responsable de la transición española.

Parecía que la sola mención de su apellido alertaba —o quizás incomodaba— a la rubia. Durante un instante todo el cuerpo de Kuranosuke se tensó, temiendo que se tratara de una agente del País del Hierro. Poco después retornó a la normalidad.

Los "Sakamoto de Uzugakure", dijo. Sintió alivio, pero también confusión. «¿Sakamotos de Uzugakure? Padre nunca mencionó nada semejante...». Debía indagar más, llegar hasta el fondo del asunto.

Se aclaró la voz con autoridad.

Provengo del País del Hierro, no conozco a ningún Sakamoto en Uzugakure —indicó, tajante— Es más, la familia Sakamoto siempre ha sido una de samuráis, proveniente del Hierro, ¿de qué Sakamotos hablas?
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#14
La respuesta del shinobi no hizo más que descolocar a la pecosa, pues esos Sakamoto coincidían en algo con los de Uzushiogakure y… Eran demasiadas coincidencias seguramente, aunque ella al menos al haber sido solo una criada, es ignorante de muchas cuestiones relacionadas a los ancestros, como por ejemplo el lugar de procedencia de los más antiguos.

—Los de Uzushiogakure también se especializan en el uso de katanas… —respondió vagamente, incapaz de aceptar lo que le estaban diciendo—. ¿Cómo es que llegaron a Kusagakure? —le preguntó con el entrecejo ligeramente fruncido.

«No puede ser así, y justo ahora no está ninguno de los jounins para preguntarle »se lamentaba en silencio, mientras esperaba una respuesta y de paso ignoraba al de Amegakure que parecía más dispuesto a callarse y mirar que a cualquier otra cosa.
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#15

Mogura realmente había sido dejado en un plano totalmente carente de importancia, tanto la pecosa como el samurai estaban más interesados en saber de qué iba el tema con los Sakamoto en un lugar u otro.

Con toda la delicadeza del mundo, el joven médico haría pleno uso de sus capacidades para escabullirse de aquel punto y seguir su camino. Quizás la rubia estaría más atenta al detalle de que él se estaba retirando pero Kuranosuke la tendría un poco más complicada.
Hablo - Pienso

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