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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
Daruu se esforzó por mirar a Ayame a la cara y no bajar la mirada hacia sus... hacia sus... hacia su... hacia abajo. Tragó saliva e intentó apartar de su mente todos los pensamientos indecorosos que podían poblar la cabeza de un adolescente de catorce años.

Sí, estáis en lo cierto. Son demasiados. Pero aún así lo intentó.

—No tenemos el guión y sólo tenemos la información que nos dio Takeuchi-san, así que todo lo que hagamos ahora va a ser pura improvisación. Se supone que cada uno estamos custodiando a un Señor Feudal, y que nuestras comitivas se encuentran en el Cruce del Kunai. Ahí es donde comenzará el combate, así que deberíamos empezar por algo de Taijutsu simple, ¿no crees, Daruu-kun?

Daruu bajó la mirada al suelo y se acarició la barbilla, saboreando lentamente las palabras de Ayame. Centrarse en el problema de la misión era el mejor antídoto para su líbido.

—Sí, claro, estoy de acuerdo —dijo—. Pero, ¿qué Taijutsu? Algo fijo... Improvisación...

Movió los hombros en círculos, calentando, mientras daba unos cuantos saltos.

—Veamos... —Daruu salió disparado hacia Ayame sin previo aviso. Cuando faltaban dos metros para llegar, dijo—: ¡Una llave simple! —Se dejaría agarrar por Ayame y pasaría por encima de ella, volteando su cuerpo. Al aterrizar, daría una voltereta y quedaría acuclillado a cierta distancia de ella, con el sello del Tigre formulado—. ¡Agáchate!

Daruu disparó un Teppōdama justo a la altura de su cabeza. Si se acuclillaba ella también, lo esquivaría fácilmente.

—Bien, quédate en esa posición. Ahora tenemos que pensar en algo que quede bien, para que el público haga unos "OOOOOH" y unos "AHHHH". Que parezca que uno de los dos está en las últimas... —Meditó unos instantes. Luego, por sorpresa, se impulsó con las piernas y empujó a Ayame, arrojándola al suelo. Los muchachos se quedaron uno encima del otro. Y allí arriba, Daruu estaba a punto de perder los nervios. Estaba sonrojado hasta las orejas. La miró a los ojos unos instantes, sin saber si tenía que besarla o explicar la siguiente parte.

La respuesta estaba bastante clara, pero su cerebro tardó un poco en asimilarla.

—Ahora... A... Ahora tienes que usar el Suika. Parecerá que estoy a punto de apuñalarte, pero creerán que es un clon y... —Sacó un kunai del portaobjetos, y procuró telegrafiar bien el movimiento.

Daruu se levantó y le dio la espalda al charco que antes había sido Ayame. Miró a un lado y luego a otro.

—Entonces yo me hago el confundido, y ahora tiene que parecer que pierdo yo. No sé, cógeme del cuello por atrás o algo. —Daruu esperó.
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#17
—Sí, claro, estoy de acuerdo —respondió Daruu, que también se acariciaba la barbilla con gesto pensativo—. Pero, ¿qué Taijutsu? Algo fijo... Improvisación...

El chico movió los hombros en círculo, como si estuviera preparándose, y Ayame le miró con la cabeza ligeramente ladeada.

—Veamos...

Antes de que pudiera terminar de entender qué era lo que estaba pasando por su cabeza, Daruu arrancó a correr hacia Ayame. Ella, por pura inercia, tensó todos los músculos del cuerpo, preparándose para lo que le venía encima.

—¡Una llave simple! —pidió.

Y Ayame pasó su brazo derecho por debajo de su axila y cargó el cuerpo de su compañero sobre el hombro para arrojarlo hacia delante ayudándose de un preciso giro de cadera. Daruu rodó por encima de ella, cayó con gracilidad en el suelo y, para sorpresa de Ayame, aún acuclillado sus manos se juntaron en el sello del tigre.

—¡ESONOESTAIJUTSU!

—¡Agáchate!

Ayame apenas tuvo tiempo de agacharse antes de que la enorme bola de agua le pasara rozando la coronilla.

—¡Tramposo! —le recriminó.

—Bien, quédate en esa posición. Ahora tenemos que pensar en algo que quede bien, para que el público haga unos "OOOOOH" y unos "AHHHH". Que parezca que uno de los dos está en las últimas... —Daruu se lo pensó durante unos instantes mientras Ayame le contemplaba tratando de recuperarse del susto.

Aunque nadie le avisó de que aquel no iba a ser el último.

De golpe e improviso, Daruu se arrojó contra ella, tirándola de espaldas al suelo. Estaba encima de ella, con un extraño brillo en los ojos, y Ayame contuvo la respiración durante unos instantes, con las mejillas encendidas como braseros. El tiempo pareció paralizarse, y un extraño hormigueo que no había sentido nunca antes invadió su pecho.

«Q... ¿Qué es esto...?» Se preguntaba, extrañamente confundida y asustada. El primer, y más estúpido, pensamiento que le cruzó su mente fue que estaba demasiado cerca.

—Ahora... A... Ahora tienes que usar el Suika —continuó, y Ayame se sintió como si despertara de un extraño sueño. Por un momento había olvidado qué estaban haciendo ahí—. Parecerá que estoy a punto de apuñalarte, pero creerán que es un clon y...

—A... ah... sí... de acuerdo...

Daruu sacó un kunai del portaobjetos, y cuando simuló apuñalarla, Ayame se deshizo debajo de él en agua. Su compañero se levantó, dándole la espalda y comenzó a mirar a su alrededor como si la estuviera buscando.

—Entonces yo me hago el confundido, y ahora tiene que parecer que pierdo yo. No sé, cógeme del cuello por atrás o algo.

Como un tiburón al acecho, Ayame emergió del mismo charco en el que se había convertido, saltó sobre Daruu y le inmovilizó tomándole por debajo de los brazos.

—¿Así? —preguntó. Volvían a estar muy pegados, pero Ayame hizo todo lo posible por no pensar en ello de nuevo—. Deberíamos usar las armas que nos han dado, no las nuestras. Para evitar accidentes, sobre todo. Aunque un Hōzuki no debe sangrar —se rio.
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#18
Sintió el cuerpo de Ayame formarse tras de sí, y apenas un instante después la muchacha le había agarrado de los brazos, inmovilizándolo por completo...

—¿Así? —preguntó—. Deberíamos usar las armas que nos han dado, no las nuestras. Para evitar accidentes, sobre todo. Aunque un Hōzuki no debe sangrar —rio.

—No te cansas de repetir esa frase tuya, ¿eh? —bromeó Daruu—. Pero sí, tienes razón. Y yo no soy Hōzuki. No me apetece pasar la noche con una raja de más en el culo.

...claro que, todo aquél que conozca a un Hyūga sabe que no se le puede inmovilizar por completo.

Daruu emitió una ráfaga de chakra por todos los Tenketsu, librándose de Ayame y derribándola en el suelo. Se dio la vuelta y dio un salto hacia atrás.

—Je —dijo con orgullo—. Bueno, hasta aquí está claro. Ahora, tenemos que pensar en la siguiente fase. Es una lástima que no sepamos nada de Fūinjutsu, aquí es cuando podríamos sacar la espada esa de fuego y la lanza de hielo...
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#19
—No te cansas de repetir esa frase tuya, ¿eh? —bromeó Daruu, y Ayame ensanchó aún más su sonrisa, con orgullo contenido—. Pero sí, tienes razón. Y yo no soy Hōzuki. No me apetece pasar la noche con una raja de más en el culo.

Sin embargo, Ayame no contaba con que Daruu siempre guardaba un as debajo de la manga. Como si de un vendaval se tratara, una repentina ráfaga la empujó brutalmente hacia atrás con una exclamación de sorpresa. Ayame cayó al suelo con una exclamación de sorpresa, pero en el momento del impacto licuó su cuerpo para volver a reformarlo poco después.

—Eres como el aire, no se te puede retener —se sonrió. El espíritu de competitividad estaba comenzando a despertar en ella de nuevo.

—Je. Bueno, hasta aquí está claro. Ahora, tenemos que pensar en la siguiente fase. Es una lástima que no sepamos nada de Fūinjutsu, aquí es cuando podríamos sacar la espada esa de fuego y la lanza de hielo...

Ayame se llevó una mano a la nuca, torciendo el gesto.

—Nunca he logrado comprender cómo funciona el Fūinjutsu, la verdad. Aunque a mi padre si se... —se interrumpió bruscamente y sacudió la cabeza con desdén. Entre pasos pesados, se acercó a su lanza de hielo y la asió. También cogió la espada de fuego de Daruu y se la arrojó al vuelo para que la cogiera—. Aunque tampoco estoy muy segura de que vaya a saber manejar esto...

Mano izquierda por delante de la derecha, Ayame se lanzó a la carrera contra Daruu y simuló una estocada directa a su pecho.
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#20
Ayame empezó a hablar del Fūinjutsu de Zetsuo, pero el rencor que había estado guardando se acababa de acordar de que tenía que mantener las distancias. La muchacha se alejó hacia el baúl y asió su lanza. Cogió la espada de fuego y se la arrojó al vuelo. Daruu la cogió y la observó unos instantes.

—No sé... —meditó Daruu—. Si no podemos sellarlas, quizás deberíamos pasar de usarlas, ¿no? Quiero decir, no vamos a cargar con ellas encim... WOAH. —Daruu se apartó a tiempo para no recibir un golpe en el estómago de la lanza de Ayame. Todavía tenía la punta de su espada clavada —metafóricamente— en el suelo, de modo que giró la empuñadura y, con un movimiento ascendente, obligó a Ayame a levantar la lanza por encima de sus brazos, quedando totalmente expuesta. La golpeó suavemente en la cintura con la espada de fuego, que rugió y emitió un destello anaranjado—. Ploc. —Rio.

Daruu arrojó la espada a un lado.

—No, en serio, creo que son demasiado... grandes, para unos ninja —dijo—. Además, ya te he dicho que no podemos tenerlas ahí fuera todo el rato.

»¿Qué tal si hacemos algo de Ninjutsu, después? Controlado, claro.
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#21
Daruu no había previsto la repentina acometida de Ayame, y apenas tuvo tiempo de apartarse a un lado antes de que la supuesta lanza le alcanzara en el pecho. En un diestro movimiento, el Hyūga levantó su propia espada y golpeó la lanza. El impulso le llevó a Ayame a alzar los brazos, creando una abertura que el muchacho no dudó en aprovechar. Y, con un último destello de fuego, la mató acuchillándola en la cintura.

—Ploc —rio él.

—Jo... —protestó ella, bajando los brazos al tiempo que torcía el gesto en un mohín de fastidio.

Daruu arrojó la espada a un lado, y Ayame hizo lo mismo con su lanza.

—No, en serio, creo que son demasiado... grandes, para unos ninja —dijo—. Además, ya te he dicho que no podemos tenerlas ahí fuera todo el rato. ¿Qué tal si hacemos algo de Ninjutsu, después? Controlado, claro.

Ayame alzó una ceja, escéptica.

—¿Podemos confiar en nuestro control? —sonrió de medio lado.

Y aún así, entrelazó las manos en varios sellos. Después del intercambio de golpes con armas, ambos se encontraban a una distancia bastante próxima, así que desde sus hombros y sus piernas surgieron cuatro agujas de agua que buscaron perforar el cuerpo de su compañero. Sin embargo, Ayame se había asegurado de modificar aquellas letales agujas para que tuvieran la punta completamente roma, para golpear y no clavar.
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#22
—¿Podemos confiar en nuestro control?

Daruu pensó en la última vez que lo habían intentado. La competitividad se había adueñado de ellos y casi se habían lastimado antes de la siguiente ronda de un importante torneo. Pero aquella vez era diferente.

—Confío en quAAAAAAAAY. —Daruu estaba absorto en sus pensamientos, y recibió las agujas en su totalidad, que le hicieron caer al suelo un par de metros más hacia atrás—. ¡Oye! ¡Que estaba hablando!

Daruu formuló una serie de sellos, y escupió un poco de agua delante de él. Tres copias idénticas echaron a correr hacia Ayame. Una de ellas trató de golpearle en la cara, la otra iría después, con una patada al costado izquierdo, y la tercera esperaría su turno para rematar con un cabezazo.

—Decía que confío en que tengamos muy encuenta que nuestra misión es entretener. Es como el Torneo, pero no tenemos que ganar. Al contrario, tenemos que no ganar. Para seguir entreteniendo. Además, en el supuesto caso de que sí que gane uno, vendrá en el guión. Sólo tenemos que seguirlo.
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#23
—Confío en quAAAAAAAAY. —Daruu se interrumpió, con un quejido, antes de caer hacia atrás. Tan absorto estaba en sus cavilaciones que no llegó a prever el ataque de Ayame hasta que fue demasiado tarde. Menos mal que la kunoichi se había asegurado de reducir potencialmente el peligro de su propia técnica, pues si no habría convertido a su compañero en un colador—. ¡Oye! ¡Que estaba hablando!

—¡Perdón, perdón! —se excusó Ayame, juntando las manos en una plegaria. Las agujas ya se habían desvanecido, regresando a su origen en el interior de su cuerpo.

Daruu entrelazó las manos en tres sellos y exhaló una bocanada de agua que acabó convirtiéndose en tres réplicas exactas de él y echaron a correr hacia su posición con intenciones claramente ofensivas.

—Odio los clones... —masculló Ayame, echándose hacia atrás de un salto. Afortunadamente, ella ya era capaz de responder a una ofensiva así. A la señal del sello del tigre, tres clones de agua aparecieron frente a ella y se lanzaron contra las réplicas de Daruu.

—Decía que confío en que tengamos muy encuenta que nuestra misión es entretener. Es como el Torneo, pero no tenemos que ganar. Al contrario, tenemos que no ganar. Para seguir entreteniendo. Además, en el supuesto caso de que sí que gane uno, vendrá en el guión. Sólo tenemos que seguirlo.

Pero Ayame no respondió enseguida. En un momento de abertura de la posición de las réplicas, formuló un sello con su mano diestra y desapareció de la vista con un breve chapoteo de agua. Apareció de repente frente a Daruu, ojos destilando determinación absoluta, y le embistió con el objetivo de arrojarle al suelo y ser esta vez la que quedara encima de él para simular un apuñalamiento con un kunai que no llevaba encima.
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#24
Ayame formó sus propios clones de agua, y, como dos pequeños ejércitos, comenzaron a pelear. Daruu observaba la refriega con atención, virando la mirada de uno a otro, pero sobretodo vigilando a una Ayame que podía intentar cualquier cosa. Empezó a formular un sello del tigre para ejecutar un Suigadan cuando detectó un movimiento en los brazos de la kunoichi. La original.

Y de un momento a otro... ¡zas! Ayame apareció delante de él. Daruu reaccionó por pura inercia impulsándose con las piernas hacia atrás —todavía estaba acuclillado— y empujando a Ayame con un Hakke Kushō con la mano derecha. Esto la haría chocar contra la marabunta de clones. Entonces, formuló el sello del tigre, y el mencionado taladro de agua —con punta redonda y de giro lento— golpearía a la muchacha.

Y a Daruu le daría la extraña sensación... de que estaban luchando en lugar de hacer una coreografía.

—¡Pero me quieres contestar, hostia! ¡Deja de intentar pegarme! ¡Que tenemos que hacer un baile, no acabar como aquella vez en los Dojos!
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#25
Sin embargo, de alguna manera, Daruu consiguió reaccionar a tiempo a su ofensiva. Se echó hacia atrás antes de que consiguiera derribarlo y entonces alzó su mano derecha hacia ella. Ayame apenas tuvo tiempo de cruzar los brazos frente al cuerpo en un inútil intento por defenderse antes de que una súbita ráfaga de chakra la sacudiera. Se vio impulsada hacia atrás, y su cuerpo estalló súbitamente en agua cuando un colmillo se alzó desde una de las réplicas de Daruu, empapando al resto de clones en el proceso.

—¡Pero me quieres contestar, hostia! ¡Deja de intentar pegarme! ¡Que tenemos que hacer un baile, no acabar como aquella vez en los Dojos!

Ayame recuperó su forma corpórea, temblando ligeramente. A sus espaldas, sus propias réplicas se deshicieron súbitamente y ella se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y los hombros hundidos. Se había vuelto a dejar llevar, y la adrenalina del combate le había hecho olvidar el temor que sentía hacia ellos desde la final del Torneo. Pero, aún cuando su compañero se había preocupado de reducir la violencia de su ataque, Ayame había vuelto a sentir aquel punzante dolor recorriendo su espalda de arriba a abajo.

Durante un instante no le había visto a él, sino a Uchiha Akame y a sus ojos del color de la sangre.

—Lo siento... —murmuró, compungida.
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#26
Los muchachos deshicieron los clones. Ayame recuperó la forma corpórea perdida en el choque con su falso taladro y se sentó en el suelo con las piernas cruzadas, derrumbada física y moralmente. Murmuró una disculpa, triste.

—No pasa nada, pero recordemos que esto es una misión —dijo Daruu, entre risas. Se levantó, se acercó a ella y le prestó una mano para ayudarla a levantarse—. Me gusta combatir contigo, Ayame, de verdad que me gusta. Pero creo que desde la parte de cuando me cogías del cuello y yo te derribaba, ha sido más improvisación que algo planeado. No me importa improvisar un poco, pero... puede salir MAL.

»De modo, que intentemos algo más controlado. A ver, las armas grandes ya hemos dicho que no. ¿Puedes repetir la estocada al pecho, pero con un kunai? Hagámoslo lento. —Dio un salto hacia atrás, y volvió a colocarse en la posición en la que había quedado después de derribar a Ayame con el Jukenpō Ichigekishin—. Venga, vamos, cariño —apremió.

«¿Qué acabo de dec...?», pensó Daruu, que se enrojeció hasta las orejas.
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#27
Daruu soltó una carcajada.

—No pasa nada, pero recordemos que esto es una misión —respondió, acercándose y extendiendo una mano hacia ella para ayudarla a levantarse. Se levantó, se acercó a ella y le prestó una mano para ayudarla a levantarse. Ella aceptó con un pequeño mohín y se impulsó hacia arriba—. Me gusta combatir contigo, Ayame, de verdad que me gusta. Pero creo que desde la parte de cuando me cogías del cuello y yo te derribaba, ha sido más improvisación que algo planeado. No me importa improvisar un poco, pero... puede salir MAL.

—Lo sé... —murmuró ella, abrazándose un costado.

—De modo, que intentemos algo más controlado. A ver, las armas grandes ya hemos dicho que no. ¿Puedes repetir la estocada al pecho, pero con un kunai? Hagámoslo lento —Daruu dio un salto hacia atrás, y volvió a colocarse en la misma posición en la que había quedado después de derribarla anteriormente. Ayame le devolvió una mirada dubitativa—. Venga, vamos, cariño.

Tres palabras. Tres simples palabras bastaron para que el rostro de Ayame adquiriera el color de los claveles.

Ayame se mantuvo estática durante unos instantes, como si estuviera procesando lo que acababa de oír, y entonces giró sobre sus talones, dándole la espalda, y comenzó a rebuscar en el cajón de las armas entre movimientos torpes y agitados.

«¿Qué ha dicho? ¿Quéhadicho? ¿QUÉ HA DICHO? ¿QUÉHADICHO? ¡¿QUÉHADICHO?!» Se sentía ligeramente mareada.

Sus manos se detuvieron cuando encontró lo que buscaba. Un kunai de plástico de tres puntas con un extraño filo ondulado de cuyo mango sobresalían dos tiras de tela que ondeaban en el aire.

—Antes de eso... ¿puedo hablar contigo? —preguntó al cabo de varios segundos, con un hilo de voz temblorosa. Pero aún seguía negándose a mirarle directamente a la cara—. No lo he hablado con nadie aún pero... necesito contárselo a alguien —tomó aire y volvió a soltarlo de forma lenta y con parsimonia—. Desde el Torneo de los Dojos... Bueno, desde la final más bien, me da miedo combatir. —Se mordió el labio inferior, con los ojos anegados de lágrimas y un ardiente nudo en la base de la garganta—. No sé muy bien por qué, pero... lo que ocurrió contra ese Uchiha, me atormenta cada día... Fallé mi promesa, ni siquiera fui capaz de darle un golpe... perdí de forma humillante... y toda la gente estaba mirándome y... y... —aferró con fuerza el mango del kunai, pero ya era demasiado tarde, las lágrimas rodaban por sus mejillas.

Sus sentimientos iban mucho más allá de lo que era capaz de explicar con palabras. Eran demasiados los sentimientos negativos que había acumulado de aquel lugar que se había convertido en un infierno para ella en los últimos días.
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#28
Pero Ayame, tras unos segundos de tenso silencio, se dio la vuelta y empezó a rebuscar de nuevo entre el cajón de las armas. Daruu negó con la cabeza y bajó la vista. «Es demasiado temperamental». Se acercó a ella, cruzado de brazos, dando por finalizada la planificación coreográfica por el momento. Ayame pareció decidirse por un florido kunai de tres puntas.

—Antes de eso... ¿puedo hablar contigo? —preguntó la muchacha.

—Claro que sí, ¿por qué no ibas a poder hacerlo?«Vamos allá.»

—No lo he hablado con nadie aún pero... necesito contárselo a alguien —Ayame tomó aire. Evitaba mirar a Daruu a los ojos—. Desde el Torneo de los Dojos... Bueno, desde la final más bien, me da miedo combatir. No sé muy bien por qué, pero... lo que ocurrió contra ese Uchiha, me atormenta cada día... Fallé mi promesa, ni siquiera fui capaz de darle un golpe... perdí de forma humillante... y toda la gente estaba mirándome y... y...

—Y llegaste a la final de un torneo al que fueron los mejores genin de las tres aldeas —cesó Daruu, levantando la voz por encima de la de ella—. Cosa que ya es más que lo que hice yo, que quedé eliminado. ¿Sabes la envidia que te tenía por haber pasado de ronda? ¿Lo sabes? —Apoyó una mano sobre su hombro y la acarició con dulzura—. Luché contra un Uchiha también, y empaté, quedamos eliminados los dos... pero en ese momento supe que sólo podrían haber habido esas dos opciones, es decir... O daba fin al combate por mí mismo, o perdía. Pero no podía superarle.

Se dio la vuelta y avanzó unos pasos alejándose de Ayame. Meditó unos segundos antes de continuar.

—Sabes que tenía algo pendiente con Uchiha Akame desde hacía tiempo. Lo busqué, allá en los dojos, antes de tu combate contra él —dijo, serio—. Combatimos. Es extremadamente diestro, y a pesar de que tengo el Byakugan demostró una destreza en combate mayor que la mía. Es probable que sea el genin más fuerte en Uzushiogakure... De alguna manera... lo puedo sentir.

»¿Sabes qué es lo peor? Parecía que estaba rivalizando con él, pero cuando acabó el combate, me miró a los ojos, y sin ningún tipo de sello, sin previo aviso... Entré en un genjutsu. Una vez más. Como contigo. Y entonces sentí el beso del fuego. Pero también sentí algo más.

»Sentí que en una batalla real, estaría muerto.

Suspiró.

—Primero contra ti y luego contra Akame. Estaba frustrado. No sabía como contraatacarlos. Pero no me quedé llorando y sintiéndome un inútil. Me propuse trabajar para dejar de sentir que lo era. Para dejar de serlo. Por eso le pedí a tu padre que me enseñase a combatirlos. Por eso y nada más.

»Levántate, deja de llorar y pon cara de dura. Muerde con fuerza a la nada y aprieta los dientes. Supera tus debilidades y pule tus fortalezas. Y algún día, seremos los genin más fuertes de Amegakure, y luego, seremos chūnin, jōnin. Seremos ninjas fuertes que no se dejarán matar. Ni que maten a las personas que amamos. El mundo no es un torneo, es mucho más cruel. Si nos quedamos parados llorando, el resto va a seguir avanzando, y llegará un momento que tengamos que chocar kunais con ellos.
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#29
—Y llegaste a la final de un torneo al que fueron los mejores genin de las tres aldeas —la interrumpió Daruu, eclipsando su voz con la suya propia—. Cosa que ya es más que lo que hice yo, que quedé eliminado. ¿Sabes la envidia que te tenía por haber pasado de ronda? ¿Lo sabes?

Ayame agachó la cabeza. Sintió la mano de Daruu en su hombro pero en lugar de verse reconfortada se encogió sobre sí misma. Pero él la acarició con suavidad, y ella no tardó demasiado en volver a relajarse.

—Luché contra un Uchiha también —continuó, y a la mente de Ayame acudió rápidamente el rostro de Uchiha Patsue—, y empaté, quedamos eliminados los dos... pero en ese momento supe que sólo podrían haber habido esas dos opciones, es decir... O daba fin al combate por mí mismo, o perdía. Pero no podía superarle.

«¿Todos los Uchiha son tan poderosos?» Pensó Ayame con un estremecimiento de terror.

La mano de Daruu abandonó su hombro, dejando una fría sensación donde había estado hasta el momento. Se alejó varios pasos.

—Sabes que tenía algo pendiente con Uchiha Akame desde hacía tiempo. Lo busqué, allá en los dojos, antes de tu combate contra él —continuó, serio—. Combatimos. Es extremadamente diestro, y a pesar de que tengo el Byakugan demostró una destreza en combate mayor que la mía. Es probable que sea el genin más fuerte en Uzushiogakure... De alguna manera... lo puedo sentir. ¿Sabes qué es lo peor? Parecía que estaba rivalizando con él, pero cuando acabó el combate, me miró a los ojos, y sin ningún tipo de sello, sin previo aviso... Entré en un genjutsu. Una vez más. Como contigo. Y entonces sentí el beso del fuego.

«¿También Genjutsu? ¿Hay algo que esos ojos no puedan hacer?» Se preguntó, entrecerrando ligeramente los ojos. Había apretado tanto la mano contra el mango del kunai que los nudillos se le habían vuelto blancos como la leche.

—Sentí que en una batalla real, estaría muerto —suspiró Daruu, y a Ayame se le encogió
el corazón ante aquella mera afirmación—. Primero contra ti y luego contra Akame. Estaba frustrado. No sabía como contraatacarlos. Pero no me quedé llorando y sintiéndome un inútil. Me propuse trabajar para dejar de sentir que lo era. Para dejar de serlo. Por eso le pedí a tu padre que me enseñase a combatirlos. Por eso y nada más. Levántate, deja de llorar y pon cara de dura. Muerde con fuerza a la nada y aprieta los dientes. Supera tus debilidades y pule tus fortalezas. Y algún día, seremos los genin más fuertes de Amegakure, y luego, seremos chūnin, jōnin. Seremos ninjas fuertes que no se dejarán matar. Ni que maten a las personas que amamos. El mundo no es un torneo, es mucho más cruel. Si nos quedamos parados llorando, el resto va a seguir avanzando, y llegará un momento que tengamos que chocar kunais con ellos.

Ayame dejó caer los hombros.

—Tú y yo sabemos que el que yo llegara a la final fue mera suerte —replicó, con un hilo de voz—. Si en alguna de las rondas me hubiese tocado contra ti o contra Patsue-san, habría sido descalificada mucho antes. Tú eres más fuerte que yo, eso es algo que ya sabemos.

Se levantó, aún aferrando con fuerza el kunai, con ganas de acuchillar al mismo aire si hacía falta con tal de deshacerse de aquel desasosiego, y tomó aire varias veces.

—Yo también me encontré con Akame antes de enfrentarme a él, y quizás eso sólo lo hizo aún peor —le confesó, temblando ligeramente—. No pude evitarlo después de lo que me contaste. Le increpé que intentara matarte sin ningún tipo de remordimiento, y ambos acabamos gritándonos. Quizás si no hubiese estado allí otro ninja de Uzushiogakure, él y yo... —chasqueó la lengua y terminó por sacudir la cabeza—. Estoy muy lejos de convertirme en nada parecido a "la genin más fuerte de Amegakure", y mi padre lo sabe, por eso me hizo a un lado a la mínima oportunidad. Ha tirado la toalla conmigo porque parece que no doy la suficiente talla para él... ¿Sabes? Él no se alegró de que pasara siquiera la primera ronda, más bien al contrario, quería llevarme de vuelta a Amegakure —sonrió, pero era una sonrisa rota por la pena, y enseguida se vio acompañada de las traicioneras lágrimas que había estado reteniendo hasta ahora—. Por eso le prometí que ganaría el torneo. ¡Ja! Qué ilusa... Seguro que se deshizo en alegría cuando me vio caer de aquella forma tan humillante.
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#30
—Deja de... decir... tonterías. —balbuceó Daruu, puños apretados—. ¿Mera suerte? ¡No reconoces ninguno de tus méritos, sean pequeños o grandes!

»¿Y por qué tienes que defenderme ante nadie? Puede que te lo contase porque necesitaba confiárselo a alguien, pero lo de Akame es algo que tenía... tenía que solucionar yo. ¿Y qué es eso sobre tu padre? No sabes nada. Él tampoco sabe nada. Ninguno de los dos sabéis nada.

»No sé de qué me estás hablando, pero él baja todas las madrugadas con un cabreo que no le cabe encima, y sus ojos... Esos ojos. Yo creo que gran parte de él está entrenándome para hacerte de rabiar. Además durante aquella conversación del carro lo único que noté es que lo que quiere es que le pidas entrenar tú misma.

«Pero no lo harás. Porque los dos sois igual de orgullosos.»

Daruu se acercó a Ayame, la tomó de los hombros, la atrajo hacia sí y la abrazó con fuerza.

—Mira, sé que lo tuyo con tu padre no se va a arreglar enseguida, pero me duele verte mal. Yo te ayudé a aprobar el examen, yo te considero una igual. Así que deja de decir tonterías y esforcémonos al máximo de todos modos. No sé qué más decirte, de verdad, pero... odio verte así.

»A lo mejor en vez de centrarnos en quién gana a quién deberíamos centrarnos en hacer buen equipo y apoyarnos mutuamente. Y tenemos una misión que cumplir. Venga, que nos lo estábamos pasando bien.
[Imagen: K02XwLh.png]

No hay marcas de sangre registradas.
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