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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#91
Con una tostada entre manos untada en mantequilla y mermelada, que literalmente podría considerarse mas grande que la propia niña, continuaba el desayuno. La madre, por igual, desayunaba fuerte. La vida en el campo no es sencilla, y mucho menos fácil, por ello hay que desayunar bien fuerte. La rubia agradeció la invitación a la mesa, y se terminó acoplando en la misma. Con todos los comensales en la mesa, el cenobita inquirió que eran los encargados de encontrar a la chica desaparecida con una amplia sonrisa entre dientes.

Pero... los fantasmas no quieren... no quieren que vuelva... —respondió casi a escondidas tras su rebanada de pan.

La madre soltó un suspiro, pesado y profundo. Terminó incluso dejando en la mesa su propia tostada, tomó aire y volvió su mirada hacia su hija —pero por dios, hija ¿cuántas veces te lo voy a tener que decir? —revolvió levemente la cabellera de la pequeña, en un gesto cariñoso —los fantasmas no existen, son solo tonterías que dicen los adultos cuando no entienden las cosas.

»Lo siento chicos, pero está convencida de que hay fantasmas en el pueblo vecino por tantas habladurías de la gente. Los vecinos dicen que el pueblo está embrujado, y ella... se deja llevar por lo que dicen, como todos —aclaró la mujer al par de shinobis, en pos de que comprendiesen un poco mejor la situación.

Reika intentó afianzar algo la confianza con la pequeña, que a regañadientes y con bocados minúsculos apenas avanzaba en su desayuno. Le lanzó la pregunta de cómo se llamaba, a lo cuál la chica se tomó su tiempo para contestar, analizaba con una tímida dancita de lado a lado a la rubia; al menos eso era lo que parecía.

Me llamo Anzu.

Karamaru aprovechó para continuar el interrogatorio, en ésta ocasión preguntando por si habían sentido u oído cosas raras por la noche, si habían oído peleas o cualquier cosa. La mujer esbozó una mueca de no saber nada, y hasta alzó ambas manos acompañando el gesto.

No, todo anda normal. Aunque si es cierto que cada vez los vecinos dicen más tonterías del pueblo vecino... llegará el punto en que nadie lo visite por éste tipo de tonterías. Con lo bonito que es.
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#92
El grito y la luz había sido cosa solo de ellos dos, no era repetido y nadie más que ellos- al menos de momento- lo había percibido. Los tenía imposibilitado de conseguir información y entender de qué se trataba así que no valía la pena preguntar mucho más sobre el acto nocturno. Si tenían suerte conseguirían respuestas más adelante.

Y si los fantasmas existiesen...— continuó con el tema tiempo después— ¿Quién habló con ellos? ¿Cómo saben que no quieren que vuelva? ¿Cómo saben que son los fantasmas quieren a Kiara y no Kiara a los fantasmas?

Solo eran preguntas confusas para la imaginación de la niña, sin ningún propósito alguno más que simplemente hablar. El monje se terminó su segunda rebanada de pan y dejó el fondo vacío en su vaso. Pensó unos segundos qué preguntar pero su mente estaba en blanco, o al menos con la pequeña presente.

Supongo que podríamos ir yendo, nos queda un día largo. Salvo que quieras preguntar algo más.— con su mirada daba a entender que sus palabras iban dirigidas a su compañera.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
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#93
-Encantada Anzu, yo soy Reika y el es mi compañero Karamaru- no sabia si antes de su llegada desde la habitación Karamaru ya se había presentado a ambas.

Se puso a escuchar atentamente toda la conversación «Supongamos que lo de los fantasmas es una fantasía ¿Que posibilidades hay de que la niña y los pobladores estén siendo víctimas de alguien que pueda usar chakra?» hizo una pausa mientras digeria su propia teoría.

-Señora, con todo lo dicho en este momento...estoy asumiendo que no ha sido capaz de sentir lo sucedido anoche- dijo la kunoichi e hizo una pausa -Me refiero al retumbar de la casa, la luz gris...bueno yo la vi gris
en las afueras y a su hija gritar el nombre de su amiga
- «Si mi sospecha es cierta ¿Qué están buscando con la niña?»
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#94
Reika respondió a la presentación de la pequeña con su nombre, así como anunció que el cenobita de su lado era Karamaru. La chica sonrió, tímida como ella misma. Se ahorró las palabras, o mas bien el gato le robó la lengua; cual buena canción dice.

Ante la explicación de la madre, Karamaru no tomó para nada el sentido en que la mujer intentaba alejar los pensamientos horrendos de la cabeza de su hija. Algo más que comprensible, no era mas que una pequeña, dulce e inocente. Inquirió que los fantasmas podían existir, y la pequeña se estremeció. Hurgó más en la herida, porque podía, y cuestionó que si existían quién había hablado con ellos, porqué no querían que volviese, e incluso si no era Kiara la que quería quedarse con los fantasmas.

La mujer tomó a su hija, que temblaba como un flan de huevo sobre el plato, en mitad de una fiesta de tiranosaurios. Acarició con ternura su cabellera, mientras que reposaba su cabeza sobre su busto. Obviamente, trataba de tranquilizarla.

Tranquila, pequeñita mía, solo están bromeando —aseguró la mujer, que con la mirada fulminaba al chico de cabellera ausente.

»¿Verdad?

Reika no tardó en tomar las riendas de la conversación, haciendo hincapié en lo que habían sentido a la noche. La luz a las afueras, así como el grito desesperado apelando a la chica desaparecida. La mujer desvió por un instante la mirada a la rubia, con una mueca que claramente revelaba que no tenía ni idea de qué estaba hablando.

No, claro que no... ¿Qué luces ni qué-Fue el padre de Kiara —aseguró la pequeña, escondida entre los brazos de su madre.

La mujer no pudo evitar respingar, un leve pero brusco movimiento buscando con la mirada a su hija —¿de qué estáis hablando?

Si, mama... su papa siempre la llama por la noche
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#95
El calvo sonrió ante toda la situación del susto de la pequeña. Se le hacía más divertido que preocupante y no pensó que ninguna de las dos dueñas de casa se lo tomaran a esa manera.

Claro, claro, es una broma.

El tema sensible, o el que él lo entendía así, lo abarcó la rubia. Grito, destello y retumbar que la mujer no tenía ni idea pero si su hija. El hecho de que la pequeña supiera tanto le empezaba a preocupar, cómo era que sabía todo eso, por qué ella y los demás no.

«¿Gris? ¿No fue verde?»

Karamaru se quedó pensando en los dos temas, el primero con más preocupación que el segundo, y se quedó en silencio por un rato sin participar en la conversación que llevaba su compañera. Aunque eso no le impedía estar atento a lo que se decía.
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#96
«Hombres...achican a la primer miradita fea que les lanzan» fue el pensamiento de la kunoichi al ver a su compañero admitir la broma que en realidad no lo era.

Escuchando en silencio ambos ninjas podían darse cuenta de que la pequeña Anzu sabía algo, pero así también, la madre o lo ignoraba o lo ocultaba

La rubia se sentó en el suelo frente a la niña -Cuéntame Anzu, que te dice su papá cuando la busca? preguntó -Mi compañero y yo estamos aquí para que puedas volver a dormir tranquila-

La pregunta seguía siendo la misma ¿Porque la niña?¿Los demas pobladores que hablaban veían lo mismo?
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#97
Karamaru no tardó en retractarse, sus palabras podían suponer un peligro emocional para la pequeña, o al menos así lo hizo ver la madre. Quizás había sido demasiado sobreprotectora, pero no podía ser de otra forma, era su madre. Aunque lo que ésta no esperaba para nada fue que la pequeña si que supiese sobre las luces y grito del que hablaron los jóvenes. Reika se adelantó, y preguntó a la pequeña qué le decía su padre cuando la buscaba. No tardó en añadir que tanto ella como su compañero estaban allí para que pudiese volver a dormir tranquila.

La pequeña mostró una clara confusión con su mueca —solo lo escucho por la noche cuando llama a mi amiga, pero nunca lo veo. —Aclaró la pequeña, que aún no entendía cómo iba a saber qué preguntaba el hombre.

El hombre vive en el campanario del pueblo vecino. Nadie lo ha visitado desde hace bastante tiempo... ya saben porqué.

Porque el pueblo estaba embrujado.

Fuera como fuera, ya casi habían terminado de desayunar la mujer y la hija. Ésta apenas tenía un bocado de pan entre manos, y a no mucho tardar tendría que preparar las cosas del colegio, como su madre había dicho.
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#98
Entre mujeres se entendían mejor, y el calvo sabía que el siguiente paso era salir de esa casa y emprender camino al pueblo vecino. Mientras ellas hablaban comió a dos manos y se tomó varios vasos de zumo. No sabía que era lo que esperaba, ni cuánto tendría que caminar, así que siempre era mejor tener energía de sobra por las dudas.

Bueno, supongo que es hora de irnos.

Se levantó de la mesa sugiriendo la idea con la mirada a su rubia compañera. Se limpió las pocas migas que tenía sobre la ropa tirándolas en la mesa y desperezó conteniendo un bostezo.

No queremos molestar mucho tiempo más. Gracias por el desayuno y el lugar donde dormir.

Una ligera reverencia terminó su despedida y se encaminó hacia las afueras para volver a ver el Sol una vez más. A Reika, si no lo acompañaba en el momento, la esperaría junto a la puerta viendo el exterior.
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#99
«Nada tiene sentido, que conexión hay entre el padre de la niña con la luz y el temblor de anoche y que se le aparezca en sueños a la niña ¿Karamaru tendrá más claro que sucede?» eran los pensamientos que rondaban la mente de la kunoichi de cabellos dorados y cada vez entendía menos, si había alguna conexión entre todo, ella no lo veía por ninguna parte.

-Si, ya es hora de marcharse- agregó a lo dicho por el calvo -Muchas gracias por el desayuno y el hospedaje- agradeció a la mujer, no tenía mucho más que hablar, cada pregunta que hacía más la desconcertada.
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Ante la respuesta de la madre, el cenobita decidió que ya había llegado la hora de la despedida. Añadió que no querían molestar mas, y agradeció el alojamiento y el desayuno a la misma, no sin antes buscar con la mirada la coordinación para con su compañera de aventura. Ésta, al igual que el carente de pelo, determinó que ya habían terminado allí, y agradeció también el alojamiento y la comida.

La mujer se levantó, y con una reverencia despidió a sus huéspedes —No hay de qué. Hasta pronto, y suerte con vuestra tarea.

Los chicos eran libres de ir a donde quisieran. Colegio, iglesia, los pastos donde trabajaba Tomohiro... dónde irían solo ellos lo sabían.
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Un suspiro de desasosiego y confusión soltó Karamaru para cuando se encontrase nuevamente con su compañera a las afueras de la casa del señor Tomohiro y su familia. Muchas voces, muchos comentarios y nada se podía sacar en claro más que la primicia inicial, la desaparición de una niña, y pocos detalles más. Y eso era algo que no tardaría en comunicar.

Creo que lo mejor va a ser resolver esto por nosotros mismo de una vez por todas, nadie parece tener nada muy claro. Vamos a tener que experimentar esto de primera mano.

El camino sugerido era ir al pueblo vecino, a aquella iglesia, y buscar a la niña y al padre. Cualquier desviación podría ser para obtener más información igual de vaga que los podía confundir más. Tal vez solo estaban dando vueltas para un fin que podrían resolver de forma más fácil.

¿Qué piensas? Está todo bastante raro.— se dirigió a la rubia.
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La kunoichi cada vez entendía menos lo que sucedía, pero de pronto tuvo una auto-revelación. Una vez fuera de la casa Reika reviso sus cosas, buscaba el pergamino que los había traído a este lugar, al releerlo, entendió ciertas partes del escrito que antes le habían quedado en el aire -Karamaru-san, las cartas que llegaban a Amegakure eran escritas por una niña...- hizo una pausa -...o niño en su defecto....como sea, estoy segura que la peticionaria era Anzu quien envió cartas una tras otra y estoy completamente segura de que ella sabe algo mas- pero ¿Como podrían tratar con ella sin que interceda la madre?, eso era lo que kunoichi pensaba al respecto

-Eso es lo único que tengo en claro en este momento, no se como lidiar con esto para evitar que la madre interceda, pero también decía el pergamino que no podíamos interceder mucho...pero es que ya no entiendo una mierda que sucede, no encuentro conexiones de nada con nada- respondió a Karamaru
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La cálida mañana se abría paso, y pese a que era relativamente temprano, las calles comenzaban a tener vida. No eran demasiados, pero toda familia que tenía a un hijo o hija se dirigían de manera ordenada hacia la escuela. Siempre se daba un factor en común, la mujer y la pequeña o pequeño. El hombre y los chicos que ya habían terminado la academia ya hacía rato que estaban trabajando. Cosas de trabajar en el campo.

Todo el poblado parecía mantener las rutinas, las costumbres. Entre tanto, de vez en cuando le dedicaban alguna que otra mirada a los "forasteros". Era algo normal, después de todo en ese pueblo todos conocían a todos. Sin embargo, no era ni para mal ni para bien... se respiraba una reconfortante indiferencia.

Cuando los genin pasaban cerca de algún transeúnte, éstos sin reproche alguno les saludó. Ante todo, eran educados. El camino hacia el pueblo vecino era sencillo, y de hecho ya lo habían visto la noche anterior. Tan solo tenían que salir del pueblo, retomar la senda hasta el collado, y desde ahí tomar el camino que bajaba hasta la falda de la montaña. El pueblo vecino apenas estaba a media hora andando. El camino estaba algo destartalado por el paso del tiempo, pero casi que igual en ambos pueblos. Sin embargo, en éste otro no parecía haber tanta vida como en el de arriba. Nadie parecía asomar por las calles, aunque quizás era que estaban en otras calles, y no en la principal. Desde la lejanía no podían discernir si era así o no...

Conforme cerrasen las distancias con la entrada del pueblo, podrían ver una piedra azul en mitad del camino. Radiaba una luz verdosa que sin dudas resultaría familiar a los genin. No brillaba como por la noche, pero en su apagado tono eran similares. La misma no era demasiado grande, apenas sobresalía de la calzada 15 o 20 centímetros.

De pronto, quizás debido a la cercanía, podrían escuchar un llanto, uno proveniente de alguna mujer. Si buscaban un poco con la mirada, y el oído, provenía de unos arbustos que yacían hacia su derecha. Los mismos, así como la vegetación típica de allí —grandes árboles de hoja perenne— imposibilitaban desde allí la visual de la susodicha. Pero era obvia la dirección.



He ido adelantando un poco la cosa. Si queréis debatir algo antes de ésto, o preguntar por el camino, o simplemente acordar entre vosotros si quedaros o hacer otra cosa; vais haciendo y dejáis éste post como si no hubiese pasado nada.
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Las cartas que llegaban a Amegakure. La peticionaria. El pergamino que tenía en sus manos. De un momento a otro el calvo se sintió como si hubiese recordardo un sueño de ya varias noches atrás, de esos que se te pasan al despertarse. Se sintió confundido, no estaba del todo seguro, pero creía que lo que tenía en su mente no fallaba.

Dame ese pergamino por favor— pidió a pesar de arrancárselo de las manos mientras hablaba.

Lo leyó una, dos, tres veces. Siempre cayendo en la misma parte de aquel texto, una parte que podría limitar su curiosidad pero le daba una sonrisa. Una sola oración en particular era lo que sentía que cambiaba las cosas, y que no tardó en leer en voz alta para su compañera.

No deben involucrarse, tan solo comprobar si no es una solicitud falsa. En caso de ser cierto, informar de nuevo a la administración...— la miró esperando que entendiese lo mismo que él.

No deben involucrarse, tan solo comprobar si no es una solicitud falsa.

Si seguían las líneas de órdenes que llegaban desde arriba no necesitaban aventurarse en el pueblo vecino, de hecho era mejor si no lo hacían. Podría ser no cumplir con lo pedido. Pero seguía siendo confuso y todavía parado en el frente de la casa tenía serias dudas de si tenía razón.

La solicitud no es falsa, algo pasa. Y comprobamos la veracidad del peligro, y encontramos al remitente de la carta. Incluso podríamos preguntar para estar seguros, pero... no creo que hayan dudas.
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-La ultima vez que lo haces...¿Bien?- dijo la kunoichi manteniendo la calma, no le había gustado para nada el hecho de que le arrebaten las cosas de la mano y por ende exigió el respeto que ella daba y que se merecía de regreso

Por mientras, dejo que Karamaru releyera el pergamino una y cuantas veces necesitase para estar seguro de los escrito, teniendo en cuenta lo poco que tenían entre manos, tenían el remitente de las cartas poco serias: una niña, existencia de peligro: niña desaparecida y pobladores con miedo, evidentemente algo de cocía en aquel lugar, pero lo mas probable era que el dúo no estaba a la altura de los hechos, varias cosas se les escapaban pero quizás ninjas con mas experiencia les fuera mejor

-Con todo esto...yo creo que lo mejor es volver a la aldea, los objetivos que nos habían asignado ya fueron completados- fue la respuesta de la kunoichi y, al decir verdad, la idea de volver a Amegakure la seducía poderosamente
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