3/03/2020, 03:42
Primavera de 220. Un nuevo año llega a ōnindo, y con ello, el mundo de los shinobi sigue su curso. En continuo cambio. En constante transformación. Alianzas van, alianzas vienen. Unas se rompen para dar cabida a otras nuevas. Más fuertes. Más certeras. Más compactas. Compacta, sí. Esa es la palabra que utilizaría Hanabi.
Pero todo sigue moviéndose. La rueda sigue girando, y la labor de los shinobi nunca se detenía, porque así funcionaba el sistema. Así pues, a Uzumaki Eri la habían citado al edificio del Uzukage, como en otras tantas ocasiones. Ésta, no obstante, fue más expedita y menos formal que las anteriores. Sin pergaminos, sin recados y sin premisas.
Allí en el otro extremo del puente aguardaba Hyūga Kyoko, con su mirada blanquecina perdida en el horizonte.
Pero todo sigue moviéndose. La rueda sigue girando, y la labor de los shinobi nunca se detenía, porque así funcionaba el sistema. Así pues, a Uzumaki Eri la habían citado al edificio del Uzukage, como en otras tantas ocasiones. Ésta, no obstante, fue más expedita y menos formal que las anteriores. Sin pergaminos, sin recados y sin premisas.
Allí en el otro extremo del puente aguardaba Hyūga Kyoko, con su mirada blanquecina perdida en el horizonte.