Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Ambos genin salieron de prisa en busca del grito de ayuda, después de adentrarse al bosque pudieron localizar de dónde provenían los gritos y los sonidos de combate, Yoishi sacó su Kunai y su compañero hizo lo mismo saltando a la acción. Ambos notaron que la mujer que pedía ayuda estaba herida, una posible apuñalada en su estómago, la mujer estaba cerca de un auto pero si no se había ido antes era por dos posibles razones.
La primera podría ser que ella no supiera manejar y la segunda podía ser que el auto estaba averiado y no podía huir. Aún así la mujer parecía tener un guarda espaldas gigante que luchaba contra tres maleantes más pequeños pero más astutos.
Yoishi no sabía que había pasado pero con las heridas de ambos civiles era obvio que no podían quedarse más tiempo en la oscuridad del bosque.
Si no fuera porque la mujer había revelado la localización de ambos ninjas, Yoishi hubiera planeado una emboscada pero ya eso no se podía hacer, sólo podían atacar de frente. El muchacho lanzó su Kunai contra los tres hombre, si los tres esquivaban el proyectil ayudaría al gigante a tener un respiro y si al menos uno recibía el ataque, pues, sería un dolor que aquel hombre debía manejar.
Ustedes tres, largo, somos shinobi y tenemos el poder de matarlos, así que no hagan las cosas más difíciles-advirtió el muchacho mientras sacaba un nuevo Kunai, la batalla era más que obvia pero si podía alejarlos de los heridos también lo consideraría como victoria.
En cuanto la mujer gritó, los tres asaltantes giraron su cabeza, en dirección a los dos genin, aunque solo por un segundo, pues el hombretón aprovechó la oportunidad para dar un nuevo golpe, aunque, como los demás, no impactó con ninguno de sus objetivos.
Los tres malhechores esquivaron el golpe de su rival con un ágil salto hacia detrás, poniendo tierra de por medio y pudiendo así ver con calma el kunai que Yoishi les lanzó, que no impactó en ninguno de ellos, y entonces, el de Ame, se dirigió a ellos.
—¿Qué dice el chaval éste? — Respondió el que estaba en el centro.
Los otros dos respondieron con una fuerte carcajada, tomándose la amenaza del genin como una broma y, entonces, uno de ellos se lanzó a toda velocidad a por Yoishi, dispuesto a darle un tajo a la altura del pecho.
Saori, mientras todo esto pasaba, se había acercado a toda prisa a la mujer, inspeccionando la herida que tenía en el vientre, suspirando al darse cuenta de que era un corte superficial, aunque algo aparatoso por la sangre que salía de él.
A pesar de la pequeña distracción de los genin, el hombre no podía golpear a los ágiles maleantes, de hecho ni siquiera el ataque de Yoishi había dado al blanco, a pesar de haber logrado separar a los luchadores entre si, el muchacho estaba frustrado al escuchar como se burlaban de él y por ello sacó su último Kunai y se preparó para el ataque de su rival.
¡Será de manera difícil entonces!-grito el molesto muchacho mientras se arrojaba al combate.
Por otro lado, Saori había ido tras la mujer, el quería revisar sus heridas y dar apoyo médico básico para evitar complicaciones futuras.
Yoishi, sin duda, era un chico valiente, no dudó apenas un segundo en lanzarse al combate contra el hombre que corría hacia él. Éste tenía el pelo negro, algo largo, lo suficiente como para que le tapase los ojos y vestía una máscara, negra también que le tapaba nariz y boca, por lo que el genin no pudo ver la sonrisilla que tenía, emocionado por aquel combate.
Dio un paso a la derecha, rompiendo así la trayectoria lineal que seguía, tratando de dejar al de Amegakure a un lado y, en cuanto pudo, lanzó un corte al brazo con el que el chico blandía su kunai, tratando así de hacer que perdiera fuerza en su agarre.
Por otro lado, una vez Saori se aseguró de que la herida de la mujer no era mortal, se puso a la altura del hombretón, creando así un dos contra dos, dejando que Yoishi se encargara en solitario del maleante con el que ya había iniciado el combate.
Los genin estaban en una situación difícil, tres maleantes, una mujer herida y un hombre agotado, debían aguantar la pelea mientras alguien más fuerte llegará a ayudarlos o eso es lo que uno pensaría, en realidad ambos genin estaban comprometidos a ganar el encuentro y salvar a los civiles, Saori fue el que se preocupó primero por la mujer la cual a pesar de su herida aún tenía tiempo para curarse y Yoishi fue el que se preocupó por el hombre así que lo alivió a quitarle los ojos de encima a los maleantes.
Uno de ellos de hecho estaba interesado en luchar contra el joven, ambos corriendo hacia el otro y el primero en atacar sería el maleante, dando un tajo al lado izquierdo del muchacho el cual desviaria el ataque con el Kunai que traía en su mano.
Tanto contra Kunai, así se podía describir el encuentro el cual consistía en atacar, bloquear, moverse, atacar y repetir. Yoishi debía concentrarse en cada movimiento de su contrincante para no lastimarse, el problema era que no tenía ninguna técnica para tomar la ventaja, por ello debía esperar a que su compañero lo ayudase o a que el maleante cometiera un error al atacar.
Yoishi fue capaz de contrarrestar el ataque de su oponente, desviando el tajo con su propio kunai y, entonces, el encuentro se volvió un vaivén de golpes, bloqueos y esquivas en la que ninguno de los dos parecía ceder.
Saori y el hombretón, por su parte, parecían estar tomando ventaja en su particular encuentro, uno de los maleantes ya se encontraba herido con un corte en el brazo, propinado por el kunai del Sarutobi, y el otro no podía hacer otra cosa que no fuera evitar los constantes ataques del gigante.
El de Uzushiogakure desvió su mirada un momento, fijándose en el encuentro que tenía el que había sido su compañero de comida hasta hacía apenas un rato, y le vio algo dubitativo.
—¡No tienen el entrenamiento suficiente para vencerte! ¡NO DUDES! — Fue todo lo que alcanzó a decirle a Yoishi antes de tener que centrarse nuevamente en su combate, defendiéndose de un nuevo tajo y tratando de propinar más golpes.
El maleante que se enfrentaba al de Amegakure, al escuchar las palabras de Saori, pareció enloquecer, sobre todo, porque se daba cuenta de que no era capaz de asestar ningún golpe a su rival.
Dio un paso hacia detrás, rotó sobre su pie izquierdo y asestó un potente golpe giratorio a la altura de la cadera de Yoishi.
Tres maleantes y tres defensores, Yoishi luchaba a la par contra uno de los maleantes mientras Saori ya tenía acorralado a uno y el gigantón estaba distrañendo a otro. Los genin estaban dando lo mejor de sí para acabar con la amenaza y llevar a los civiles a un área médica, su único espectador era la dama que se encontraba herida cerca del auto y la brillante Luna que se encontraba encima de ellos.
Saori le gritó a su compañero para que espabilara y pudiera acabar con el hombre, Yoishi notó que su contrincante retrocedía para acometer una patada a la cadera del muchacho, Yoishi aprovechó eso para cambiar su Kunai de mano, la patada aunque fue directa también fue sujetada por el muchacho el cuál aprovechó para clavarle su Kunai al rostro del hombre el cual no podía esquivar el proyectil.
Al fin parecía que Yoishi empezaba a tomarse en serio aquel encuentro, había dejado la defensa atrás y comenzó con la ofensiva, aceptando de buen grado el golpe que el asaltante le propinó, recibiendo la patada en la cadera, pero aprovechando para sujetar la pierna de éste, impidiendo así que pudiera moverse, esquivar o alejarse y, como si tal cosa, lanzó una puñalada directa al rostro del hombre, que, con la cara desencajada, se dejó caer, haciendo que el kunai pasara de largo sin rozarle, y lanzó un frontal con la pierna que tenía libre, zafándose del agarre del genin.
Dio una pequeña voltereta hacia detrás y clavó sus ojos, llorosos, en los del shinobi de Amegakure.
—¡Retirada! — El que luchaba contra el gigantón, que parecía ser el líder, ordenó retroceder a los otros dos, que se estaban viendo desbordados desde la incorporación de los dos genin.
Los tres hombres se reagruparon y, tras asegurarse que estaban medianamente bien, desaparecieron en el bosque que los rodeaba.
—¿Estamos todos bien?
Saori miró a su alrededor, observando la situación y analizando qué tenían que hacer y, sin duda, lo primero era atender a la mujer.
25/03/2021, 22:34 (Última modificación: 25/03/2021, 22:34 por Yamamoto Yoishi.)
La rápida acción de Yoishi no fue suficiente para acabar con su rival pero si para auyentarlo, el líder de los maleantes decidió hacer una retirada y los dos subordinados no dudaron ante la orden, Yoishi quería ir tras ellos pero al recordar que había un herido se detuvo y regreso con los demás.
Yo estoy bien ¿Y ustedes? -preguntó el muchacho mientras se rascaba el lugar en donde fue pateado.
A pesar de que los daños fueron pocos, todos debían ir a un centro médico a recuperarse y sólo el muchacho podía guiarlos.
Muy bien grandote, enciende el auto, nosotros meteremos a la dama dentro y yo te guió hasta el hospital, ya en el camino nos cuentan como se metieron en este lío.-dijo con firmeza el muchacho, era necesario no perder el tiempo y ayudar a la más herida.
Cuando todo pasará sin duda el muchacho tendrían que notificar la desaparición de esos bandidos para prevenir que atacaran de nuevo.
Por fortuna, todos los implicados en el altercado estaban bien, a excepción de unos cuantos cortes por parte del hombretón y de la herida de la mujer, claro.
—Muchas... gracias, chicos... — Dijo el hombre exhausto por el esfuerzo de la pelea. —Yo soy Home... y ella es Sora... — Trataba de recuperar el aliento, poco a poco. —íbamos tranquilamente cuando esos hombres nos atacaron, y los caballos se desbocaron.
Entonces Yoishi habló y, a pesar de no entender muy bien lo que quería decir con que encendieran el auto, Home habló.
—Tenemos que encontrar a los caballos, si no, no podremos avanzar. — Acto seguido alzó el brazo, señalando con el índice en una dirección. —Fueron por allí, si podéis hacernos el favor de ir a por ellos... Yo debería quedarme con Sora, para cuidarla.
Saori, que escuchó callado hasta ese momento, miró a su compañero genin y le dirigió una mirada firme.
La razón de que ambos civiles terminarán en esa situación fue por cosas de azar y no habían podido huir por causa de que los caballos hayan escapado. Home y Sora, eran los nombres de los civiles los cuales pidieron ayuda para buscar a sus caballos, Saori no dudaría en aceptar la petición y Yoishi menos, ya se habían metido en esto y debían ayudar hasta el final ósea hasta que llegarán al hospital.
Yo soy Yoishi y el es Saori, nosotros los escoltaremos hasta el hospital, tomaremos turnos para llevar a la señorita Sora, no podemos buscar sus caballos ya que pueden regresar los hombres de antes, además, me preocupa la pérdida de sangre de la señorita y lo lejos que puedan estar los caballos-el muchacho estaba cruzados de brazos, intentaba pensar en algún plan mejor pero hasta ahora, era lo único que se lo ocurría.
Todos escucharon con atención el plan que propuso Yoishi como alternativa a la búsqueda de los caballos que, si bien era cierto que no sabían si estarían cerca, era la manera más rápida de moverse en aquellos momentos, sobre todo teniendo en cuenta que tendrían que cargar con Sora y, al menos el genin de Uzushio, no destacaba por su gran fuerza física y dudaba poder con la mujer.
—Mmm... Es cierto que el hospital no está demasiado lejos... — comenzó Home, rascándose el mentón, pensativo. —Pero el cargamento... — Miró al carro, algo desesperado. —¡Bah! ¡Que le den! Vamos Sora, yo te llevo.
Entonces el hombre la agarró entre sus dos fornidos brazos, como una pareja de recién casado entrando a la habitación nupcial por primera vez.
—Gracias... Home. Y a vosotros también. — Dijo dedicándoles una mirada cariñosa, con los ojos vidriosos.
Los cuatro comenzaron el camino, pasando por el puesto de comida en el que, no hacía mucho, Yoishi y Saori disfrutaban de su cena y de una charla agradable. Si seguían el sendero pronto llegarían al centro del pueblo, donde era más fácil guiarse gracias a las luces que iluminaban el camino.
—El hospital está allí delante. — Dijo Saori señalando un edificio.
No era ni mucho menos un hospital enorme, estaba acorde con el tamaño del pueblo y se veía que era prácticamente el único edificio con luz de la zona, aparte de los bares que seguían abiertos y de los que se escuchaba el barullo de las reuniones de gente y las risotadas de algunos.
La propuesta de Yoishi era dudosa pero al final todos estuvieron de acuerdo que era la mejor, Home levantó a la mujer como si fuera su esposa y después de que ella le agradeció a los shinobi empezaron su caminata hasta el hospital. En el camino pasaron por el puesto de comida en donde comenzó todo así que Yoishi aprovechó para pagarle a su compañero por la comida y buscar el plato de sopa que había dejado en el puesto.
Con esto se calientaran ustedes dos al llegar al hospital, además, no pueden estar por ahí con la panza vacía.
Después de un ratito llegaron al hospital, que claro, era pequeño pero con suerte, eficiente, Yoishi se sorprendió escuchar las voces de los hombres ebrios en los bares, nunca había escuchado hablar a alguien así, si no fuera porque el muchacho quería ver la recuperación de Sora, hubiera entrado a un bar a ver que ocurría adentro y resolver el misterio del hablar de aquello hombres.
Cuando pasaron por el puesto de comida, Yoishi se separó un segundo del grupo para buscar su plato de comida, que había dejado a medias al irse y que, a pesar del tiempo que había pasado, el dueño del sitio había mantenido caliente, por si las moscas. El joven se lo ofreció a Home, que gustoso, aceptó el plato y se lo pasó a Sora, que fue dando pequeños sorbos a lo largo del camino.
Una vez se encontraron en el hospital, se acercaron a la recepción, una sala amplia, bien iluminada y en la que podían ver varias hileras de asientos a la izquierda. Al otro lado se encontraba la recepción, de donde, en cuanto pusieron un pie en el edificio, salió una mujer, algo mayor con el pelo alborotado, unas gafas colgadas al cuello por una cuerda negra y una bata blanca, símbolo de su puesto de médico.
—¿Pe... PERO QUÉ OS HA PASADO? — Preguntó por todos, pero sus ojos se mantuvieron fijos en Sora, colocándose apresuradamente las gafas para observar mejor la herida. —¡Traigan una camilla!
En apenas unos segundos aparecieron dos hombres jóvenes con una camilla, y Home dejó con cuidado a la mujer herida sobre ella.
—No os preocupéis, en nada estoy con vosotros, esperad ahí. — Diría la doctora antes de marcharse a toda prisa tras los enfermeros.
Saori miró a Home, que se había quedado de pie, viendo la escena pasar y que no movía ni un músculo.
—Vamos a sentarnos, será lo mejor, así podrás contarnos lo que pasó.
Yoishi había decidido buscar su sopa para dársela a los heridos y así tuvieran algo en el joven estómago, por suerte la sopa aún estaba caliente y Sora pudo comer en el camino al hospital. Al llegar una mujer, una doctora despeinada de hecho, los atenderia pero al ver la situación terminó alertando a los demás de la gravedad de la situación.
Larga historia...-diría el joven mientras la doctora llamaba por una camilla.
Pronto llegaron enfermeros con una y Home colocó a la dama en ella para que se la llevarán a una sala de emergencias, Home se veía preocupado, paralizado ante la escena, Yoishi colocó su mano en la espalda del hombre como señal de consuelo mientras Saori pedía que se sentarán para hablar acerca de lo sucedido.
Iré por algo de comida, al final la sopa se la tomo sólo Sora y un grandote como tu debe comer, si me tardo mucho esperame, quiero despedirme adecuadamente-dijo mientras se iba del lugar, algo normal para el joven.