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11/04/2021, 13:03
(Última modificación: 11/04/2021, 13:04 por Sasagani Yota.)
— Gracias por depositar vuestra confianza en mí. Significa mucho, de verdad — admitió, realmente feliz. Puede que Kumopansa siguiera desconfiando de él, pero al menos, había accedido a ayudarle —. Pero entenderás que esto no es precisamente una decisión que se pueda tomar a la ligera. Si me presento en la aldea contigo de aquí a unas semanas y tu plan no funciona, moriré. Y no solamente eso. Podrían acusarte de haber colaborado con un traidor, y hasta podrías correr mi misma suerte.
» No quiero arriesgar nuestras vidas, Yota. Y no me gustaría que tu arriesgases tu posición en la aldea por intentar salvarme — Juro se revolvió el pelo, agotado —. ¿Qué quieres que haga? Por mucho que confíe en ti, la aldea me odia y estoy seguro de que la Morikage también. ¿Es tu relación tan buena con ella como para creer que confiará en ti sin ninguna prueba? ¿Cómo diablos me va a aceptar la villa después de asesinar a su líder? Todo lo que ha pasado después de ese momento es responsabilidad mía.
— La verdad es que lo que estaría bastante bien es que la confianza fuese mutua
Mordí el caramelo con la boca para terminarlo de una buena vez. La verdad es que lo que me apetecía era acabar con aquel día.
— Si, eso molaría demasiado — añadió Kumopansa.
— Quiero asesinar a Kurama. Ese es mi propósito. Es lo que le prometí a Chōmei y si no fuera por sus generales, nos habríamos evitado muchos problemas. A estas alturas me da igual el pasado, pero sé que el futuro será mucho mejor sin él — afirmó Juro —. Si muero, no solo se perderá mi vida, sino que Chōmei desaparecerá durante vete tú a saber cuanto tiempo. Cuando él regrese, quizá ya sea demasiado tarde. No puedo arriesgarme. Quiero aprovechar el poder que hemos conseguido los dos juntos para hacer algo por el mundo antes de que mi paso por él se termine.
Resoplé con cierto cansancio y terminé por llevar la vista al suelo, negando con la cabeza.
— ¿Acaso no es esa la empresa de todo Ōnindo? A pesar de las diferencias de Kintsugi y de Kusagakure con os bijūs, existe una alianza con Amegakure y Uzushiogakure para enfrentar la amenaza que representa ese hijo de la gran puta para el Ōnindo. Esta noe s una batalla que puedas ganar tu solo, Kurama es poderoso y estoy convencido de que incluso Chomei estará de acuerdo con lo que digo. Si vas a ir a por él tu solo vas a perder
Aquello era de locos. Desconocía cuál había sido el periplo del jinchuriki después de aquel asesinato pero estaba claro que se le habían aflojado varios tornillos y que había perdido la cabeza.
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Se llevo una mano al pelo y se lo revolvió. No sabía ni cómo expresarse ya. Él también estaba cansado y demasiado agobiado con la situación. Habían sido muchas emociones.
— Por supuesto que sé que es un suicidio. No estoy tan ciego. Pero, ¿qué opciones te crees que he tenido durante este tiempo desde el exilio? Presentarme en Kusagakure habría sido mi condena, y aunque las otras aldeas decidieran no entregarme por alguna razón, eso solo empeoraría la delicada situación en la que nos encontramos. Hemos estado solos y nuestra única manera de seguir adelante ha sido aceptarlo — suspiró.
» Kurama no va a esperar a que haga las paces con la villa, si es que ocurre alguna vez. Después de lo que ocurrió en aquella misión, nos querrá muertos y es un milagro que no nos haya encontrado ya. Pero no voy a escapar más. Si algo sucede y es mi deber ir, iré, aunque nadie nos respalde, Yota. Es algo que he asumido.
De cualquier manera, eso no implicaba que se estuviera cerrando a la propuesta de su compañero. Más bien, que tanto si acertara como fallara, sus intenciones iban a ser las mismas. Trataría de hacer su cometido en la vida, el que había asumido, y pasara lo que pasara, todo terminaría.
Con suerte, quizá podría ser un peso que inclinara la balanza a favor de la humanidad. Sin ella, al menos podría contribuir en algo.
— Mira, no me malinterpretes. Ojalá pudiéramos volver a los tiempos de antes. Es solo que es... difícil de creer, ¿vale? Yo... no quiero hacerme falsas esperanzas. No sé si podría... — trató de juntar su discurso en algo coherente —. Dices que la confianza tiene que ser mutua, ¿no? Tienes razón, sí... pero creo que tengo el mismo derecho que tú a dudar, ¿no? Te recuerdo que me has pedido una prueba antes de creer en mi y la he cumplido. Aunque creáis en mi, tú eras prácticamente la persona más cercana a mí en la villa sin contar a mi familia. Tú no eres el problema, sino los demás. Necesito saber si alguien de verdad va a estar dispuesto a escuchar mi versión de la historia, antes de jugarme el cuello.
¿Tan irracional estaba siendo acaso para que le miraran de aquel modo? El que tenía delante, que había sido su mejor amigo en el pasado, le estaba pidiendo que abandonara toda protección para adentrarse en un lugar en el que probablemente le recibirían con la muerte, sin si quiera una seguridad de que eso no pasaría, más que la de que tenía que confiar.
Quería confiar. Pero lamentablemente, la confiazaba se ganaba. Y aunque no quería dudar, tampoco quería morir.
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— Por supuesto que sé que es un suicidio. No estoy tan ciego. Pero, ¿qué opciones te crees que he tenido durante este tiempo desde el exilio? Presentarme en Kusagakure habría sido mi condena, y aunque las otras aldeas decidieran no entregarme por alguna razón, eso solo empeoraría la delicada situación en la que nos encontramos. Hemos estado solos y nuestra única manera de seguir adelante ha sido aceptarlo — suspiró.
» Kurama no va a esperar a que haga las paces con la villa, si es que ocurre alguna vez. Después de lo que ocurrió en aquella misión, nos querrá muertos y es un milagro que no nos haya encontrado ya. Pero no voy a escapar más. Si algo sucede y es mi deber ir, iré, aunque nadie nos respalde, Yota. Es algo que he asumido.
Tuve que frotarme los ojos, así como la cara creo que lo hice un par de veces A pesar de todo le estaba tendiendo mi mano, le estaba diciendo que confiaría en él y que lucharía para que le readmitiesen en la aldea para que escuchasen su versión. No obstante seguía cerrado en banda y era él el que no confiaba en mí. Resultaba sumamente frustrante, tanto que incluso Kumopansa ni rechistaba, de hecho se la notaba ciertamente superada.
— Mira, no me malinterpretes. Ojalá pudiéramos volver a los tiempos de antes. Es solo que es... difícil de creer, ¿vale? Yo... no quiero hacerme falsas esperanzas. No sé si podría...
— Joder, no lo entiendes, ¿verdad?[/sub]
[color=green]Dices que la confianza tiene que ser mutua, ¿no? Tienes razón, sí... pero creo que tengo el mismo derecho que tú a dudar, ¿no? Te recuerdo que me has pedido una prueba antes de creer en mi y la he cumplido. Aunque creáis en mi, tú eras prácticamente la persona más cercana a mí en la villa sin contar a mi familia. Tú no eres el problema, sino los demás. Necesito saber si alguien de verdad va a estar dispuesto a escuchar mi versión de la historia, antes de jugarme el cuello.
— Permiteme que haya tenido mis reservas después de que te cargarás al Morikage y huyeras mientras yo me recuperaba en el castillo del Daimyo tras haber recibido no sé cuantas cuchilladas en el pecho y haber sido precipitado por la ventana. La verdad es que no sé cómo cojones salí vivo de aquello — dije en relación a lo primero. — Para cuando volví Aburame Kintsugi ya había sido nombrada Yondaime Morikage y lo primero que tuve que hacer fue someterme a un interrogatorio de Kintsugi en el que finalmente me hizo jurar que haría todo lo que estuviese en mi mano para ayudar en la misión prioritaria de capturarte
Igual, solo igual, si le decía las cosas como eran acabaría confiando aunque fuese solo un poco en mí y en el hecho de que si volvía conmigo a Kusagakure me ocuparía de que no lo linchasen nada más poner un pie en la aldea.
— Pero me resultaba totalmente imposible que el Jurete que yo conocí matase al Morikage a sangre fría sin motivo aparente. Por eso quería saber la verdad y por eso he decidido confiar en ti una vez más. si fueses el típico compañero que te ponen en una misión no me tomaría tantas molestias, te lo aseguro. Así que.... está bien, necesitas tu tiempo, ¿cuando estarás listo? ¿cómo nos comunicamos? ¿qué necesitas para que confíes en mí?
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Juro frunció el ceño, al tiempo que Yota se frotaba los ojos. Era claro que los dos tenían su punto de vista y se estaban acalorando injustamente. Kumopansa solo intervenía para lanzar pullas, pero su peso en la conversación seguía siendo tan nulo como siempre. Lo más frustrante de todo era que, por mucho que tratara de razonar con ellos, sus palabras no llegaban a ningún lado y cada frase empeoraba la situación.
« Calmate. Esto no es nuevo. Vamos a pensar bien » — En sus días, los problemas por esta clase de cosas habían sido más que frecuentes. Y es que, por mucho que fueran mejores amigos, habían discutido muchísimo por cosas como estas. Normalmente, pasarían unos días hasta darse cuenta del malentendido, pero no tenían ese tiempo.
Además, Juro aún recordaba. Los últimos momentos que habían pasado juntos, antes del secuestro, habían estado teñidos por esa misma amargura. Ambos habían discutido y uno de sus mayores arrepentimientos cuando creyó que iba a morir era no haber podido disculparse.
No le apetecía volver a pasar por lo mismo. Las personas maduraban y él también.
— Esperad un momento, por favor. ¿Podemos empezar de cero? — murmuró Juro, alzando la palma de su mano derecha para indicarles que parasen —. Puede que sea porque hace mucho que no hablo con nadie, pero no me estoy expresando nada bien y solo os estoy haciendo daño. Lo siento. No debería haberos hablado así.
Se frotó la nuca, aún con una expresión de disculpa, y luego continuó.
— Sé que habéis decidido confiar en mí a pesar de lo mucho que peligran vuestras cabezas por ello y os lo agradezco. Solo por eso, merecéis confianza. Y desde el momento en que no habéis tratado de matarme y habéis decidido escuchar mi historia, os habéis ganado la mía. De verdad. Quizá sea presuntuoso por mi parte, pero me gustaría poder recuperar el tiempo perdido con vosotros y poder a volver ser amigos como antes — explicó, como introducción a lo que ya le había parecido obvio pero no había tratado de explicar. Todo para llegar al punto que buscaba lograr —. Tienes razón en una cosa. Me gustaría volver a la villa. Ver a mi familia y reconciliarme con mis compañeros. Que todo vuelva a ser como antes y esté en mi hogar.
» No quiero que penséis que lo que estoy diciendo significa que no confío en vosotros, chicos. Lo que os he intentado decir es que creo que la situación que tenemos entre manos es muy complicada. Quiero regresar a la villa y estoy feliz de teneros, pero por eso mismo, tenemos que trabajar juntos, como compañeros, una vez más. ¿No piensas lo mismo? — murmuró —. Es como una misión de rango S: "Limpiar mi nombre y lograr que me admitan en la aldea". Y creo que necesitamos planearlo juntos. Si cada uno hacemos lo que nos parece, no lo conseguiremos.
En el fondo, Juro seguía sin creerlo. Pero aun así, también era cierto que tenía delante de él una oportunidad de regresar a la Aldea. No pensaba que sus crímenes simplemente desaparecerían, pero si todos conocieran la historia, algo podría cambiar. En su interior había un gran conflicto moral: por un lado, una parte de su ser quería cumplir su deber, luchar contra Kurama y acabar con todo; pero, por otro lado, no podía negar que el resto de su interior se había revuelto de emoción al sentir las palabras de su ex compañero. Una segunda oportunidad.
Con el corazón en un puño, intentó que esta vez su propósito fuera escuchado. La idea era la misma, no creía que lanzarse hacia la aldea fuera la mejor manera de regresar. Pero ahora, esperaba que Yota pudiera escucharle.
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28/04/2021, 11:53
(Última modificación: 28/04/2021, 11:54 por Sasagani Yota.)
— Esperad un momento, por favor. ¿Podemos empezar de cero?
— ¿De cero?
Puede que sea porque hace mucho que no hablo con nadie, pero no me estoy expresando nada bien y solo os estoy haciendo daño. Lo siento. No debería haberos hablado así.
Lo cierto es que explicarse nunca había sido su gran don.
— Explicate bien pues
— Sé que habéis decidido confiar en mí a pesar de lo mucho que peligran vuestras cabezas por ello y os lo agradezco. Solo por eso, merecéis confianza. Y desde el momento en que no habéis tratado de matarme y habéis decidido escuchar mi historia, os habéis ganado la mía. De verdad. Quizá sea presuntuoso por mi parte, pero me gustaría poder recuperar el tiempo perdido con vosotros y poder a volver ser amigos como antes
La verdad es que si uno se paraba un momento era bastante alucinante que no le hubiese saltado al cuello de buenas a primeras. Es probable que incluso Kumopansa en aquel momento se hubiese sentido sorprendida. Pero en el fondo sabía que había gato encerrado. El Jurete que yo conocía jamás hubiese asesinado a sangre fría al Morikage.
Tienes razón en una cosa. Me gustaría volver a la villa. Ver a mi familia y reconciliarme con mis compañeros. Que todo vuelva a ser como antes y esté en mi hogar.
» No quiero que penséis que lo que estoy diciendo significa que no confío en vosotros, chicos. Lo que os he intentado decir es que creo que la situación que tenemos entre manos es muy complicada. Quiero regresar a la villa y estoy feliz de teneros, pero por eso mismo, tenemos que trabajar juntos, como compañeros, una vez más. ¿No piensas lo mismo? — murmuró —. Es como una misión de rango S: "Limpiar mi nombre y lograr que me admitan en la aldea". Y creo que necesitamos planearlo juntos. Si cada uno hacemos lo que nos parece, no lo conseguiremos.
No pude evitar soltar un leve suspiro ante sus últimas palabras. Empezaba a ver claras sus intenciones.
— Creo que no eres muy consciente de lo que me estás pidiendo. Igual te estoy entendiendo mal pero... ¿me estás pidiendo que le coma la oreja a la Morikage? ¿que lave tu nombre desde dentro?
— Eso no es una misión de rango S, es más complicado todavía
No le faltaba razón a la araña. Igual la población la podía doblegar hasta cierto punto, pero a Kintsugi, de conseguirlo, me resultaría costoso y complicado. Todo eso suponiendo que al final me creyese y por el camino no hubiese decidido cortarme la cogorota, claro.
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Los ánimos se calmaron, desde luego. Un año en el exilio habían templado sus nervios y le habían hecho darse cuenta de la importancia de que las palabras llegaran a su destinatario, sin importar cuánto había que repetirlas o de qué manera. Enfadarse no servía de nada, y menos cuando no sabes si es la última vez que hablarás con la persona que tienes delante.
En otras circunstancias, congratularía ese pequeño crecimiento personal, pero no era el momento ni el lugar.
— Creo que no eres muy consciente de lo que me estás pidiendo. Igual te estoy entendiendo mal pero... ¿me estás pidiendo que le coma la oreja a la Morikage? ¿que lave tu nombre desde dentro?
Juro no pudo evitar encogerse de hombros. Por el tono de su amigo, pudo ver que la tentativa no le hacía mucha gracia, pero, ¿qué había imaginado exactamente cuando se ofreció a ayudarle? Hiciesen lo que hiciesen, si la Morikage no le aceptaba, Juro nunca podría regresar a Kusagakure sin ser asesinado. La población podía decir lo que quisiera.
— Sé que es una mala idea. Es lo que pretendía decirte hace unos minutos — se defendió Juro, encogiéndose de hombros —. Por eso, que me presente en Kusagakure de buenas a primeras es una idea incluso peor, chicos. No daré dos pasos sin ser capturado y llevado ante la Morikage y estaremos en las mismas. Y si me permites decirlo, creo que apelar a una población que probablemente siente rencor y miedo hacia mi, de buenas a primeras, también es un suicidio para los tres.
»Este es el dilema. Para lograr esta misión, no podemos arriesgarnos a que piense que vosotros también sois traidores. Y tampoco vamos a arriesgar mi integridad física sin estar seguros de que no me van a matar en cuanto llegue. Esas son mis condiciones — exclamó Juro, con el mismo tono amable, pero mucho más tajante
Juro se llevó una mano a la barbilla, ciertamente pensativo. Eso era lo lógico sí, pero... ¿Qué podían hacer? ¿De verdad había algún plan que pudiera permitir todo eso y a la vez cumplir su objetivo? Hicieran lo que hicieran tomarían riesgos, desde luego, pero no quería tomar un riesgo demasiado grande. Hay quien dice que quien no arriesga no gana. Pero se negaba rotundamente. Aunque eso significara que la misión no pudiera cumplirse nunca, prefería que ambos pudieran continuar sus vidas.
— La verdad es que no tengo ni la menor idea de qué hacer — confesó Juro —. Quizá el problema está en que somos muy pocos y vais a estar solos en la Aldea. ¿Y si añadiésemos a alguien más a nuestra causa? ¿Crees que hay alguien en Kusagakure que podría creer mi historia y no delatarnos? Es una decisión muy arriesgada también y podría matarnos a los dos, así que si no estás completamente seguro, ni lo intentemos.
La verdad es que no solo era una lluvia de ideas. Había dicho la primera cosa que se le había pasado por la cabeza. Con más gente, su influencia ante el pueblo y la Morikage podría mejorar, y quizá adquiriría un mayor respaldo. Sin embargo, las consecuencias podían seguir siendo muy negativas y no estaba del todo seguro de si acabarían violando los acuerdos que acababa de proponer él.
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— Sé que es una mala idea. Es lo que pretendía decirte hace unos minutos
No hizo falta repetirselo demasiado. era una idea pésima y, lo más probable es que fuese última losa en la lápida del Yota kusajin. Porque lo más probables es que de tirarlo para adelante y mover hilos dentro de la aldea, acabase muerto o, en el mejor de los supuestos, exiliado como estaba ahora Juro.
Por eso, que me presente en Kusagakure de buenas a primeras es una idea incluso peor, chicos. No daré dos pasos sin ser capturado y llevado ante la Morikage y estaremos en las mismas. Y si me permites decirlo, creo que apelar a una población que probablemente siente rencor y miedo hacia mi, de buenas a primeras, también es un suicidio para los tres.
»Este es el dilema. Para lograr esta misión, no podemos arriesgarnos a que piense que vosotros también sois traidores. Y tampoco vamos a arriesgar mi integridad física sin estar seguros de que no me van a matar en cuanto llegue. Esas son mis condiciones
— En resumidas cuentas, quieres que te garantice con suma seguridad que vas a tener un buen recibimiento, ¿no?
Era algo complicado, pero tenía el aspecto de ser una buena causa por la que empezar a jugarse el pellejo, por la que hacer lo correcto. Porque... aquello era lo correcto, ¿verdad? Supongo que era inevitable tener dudas sobre qué era lo correcto y qué no lo era.
Quizá el problema está en que somos muy pocos y vais a estar solos en la Aldea. ¿Y si añadiésemos a alguien más a nuestra causa? ¿Crees que hay alguien en Kusagakure que podría creer mi historia y no delatarnos? Es una decisión muy arriesgada también y podría matarnos a los dos, así que si no estás completamente seguro, ni lo intentemos.
Me llevé la mano diestra a la nuca, rascandola en un tono pensativo. Yo también había empezado a hacer funcionar la cocorota y lo cierto es que añadir efectivos a la causa podía resultar bastante útil.
— ¿A parte de mí con quien te llevabas bien en la la aldea antes de liarla parda? Creo que serán esas personas en las que podamos confiar y, si además se llevan bien conmigo o confían un poco, el proceso será todavía más sencillo.
— No, si al final vas a resultar un puto genio... Pero o cierto es que Kintsugi-sama parece confiar cada vez más en ti. No por nada te dio esa plaquita
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— En resumidas cuentas, quieres que te garantice con suma seguridad que vas a tener un buen recibimiento, ¿no?
— Con que no me maten nada más llegar, yo estoy contento — contestó Juro, encogiéndose de hombros. Poco más había que añadir ahí, ya se lo había explicado varias veces.
El punto era que los dos pudieran sobrevivir a aquel loco intento, pero la verdad es que era difícil. Juro suspiró, consciente del berenjenal en el que se estaban metiendo. ¿Por qué Yota no podía simplemente haberlo dejado estar en primer lugar? Cada uno habría seguido con su vida y ya esta. Menos riesgos para todos. La vida del marionetista pendía en un hilo de cualquier manera, pero la de su excompañero no.
En fin. Una vez se habían puesto a hablar, poco remedio le quedaba. De verdad quería volver a su antiguo hogar, aunque fuera una última vez. Pero prefería tener la cabeza atada al cuerpo cuando se volviera a reunir con su familia.
— ¿A parte de mí con quien te llevabas bien en la la aldea antes de liarla parda? Creo que serán esas personas en las que podamos confiar y, si además se llevan bien conmigo o confían un poco, el proceso será todavía más sencillo.
— No, si al final vas a resultar un puto genio... Pero o cierto es que Kintsugi-sama parece confiar cada vez más en ti. No por nada te dio esa plaquita
Juro disimuló una sonrisa ante el comentario de la araña.
— Enhorabuena por tu promoción y tus méritos, Yota. Me alegro de que hayas superado los problemas de confianza que te causé con ella, independientemente de todo este asunto — dijo, pero no añadió más. Juro tenía ciertas dudas sobre la Morikage, pero no era el momento. Volvió al tema de la cuestión —. Además de mi familia y de ti, la verdad es que no tenía muchos amigos en la villa, aunque me da un poco de verguenza admitirlo. Ser el jinchūriki de la aldea no ayudó mucho. Mi alumno Kazuma era con quien pasaba más tiempo, pero creo que nunca llegaste a conocerlo, ¿verdad?
» Recuerdo haber realizado alguna misión con un chico llamado Daigo. No eramos inseparables y no creo que haya visto con buenos ojos lo que ha ocurrido, pero llegué a conocerlo y confiaba en él. Es un buen chico.
La verdad es que visto así, tampoco había sido la mejor de las ideas. Quizá la sociabilización no era su punto fuerte.
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10/05/2021, 12:32
(Última modificación: 10/05/2021, 12:33 por Sasagani Yota. Editado 1 vez en total.)
— Enhorabuena por tu promoción y tus méritos, Yota. Me alegro de que hayas superado los problemas de confianza que te causé con ella, independientemente de todo este asunto
Pude sentir aquella palmadita como una inyección de moral. La verdad es que aquellos pequeños momentos indicaban que estaban revirtiendo mi fortuna en lo que a mi desempeño como shinobi se refería.
Además de mi familia y de ti, la verdad es que no tenía muchos amigos en la villa, aunque me da un poco de verguenza admitirlo. Ser el jinchūriki de la aldea no ayudó mucho. Mi alumno Kazuma era con quien pasaba más tiempo, pero creo que nunca llegaste a conocerlo, ¿verdad?
» Recuerdo haber realizado alguna misión con un chico llamado Daigo. No eramos inseparables y no creo que haya visto con buenos ojos lo que ha ocurrido, pero llegué a conocerlo y confiaba en él. Es un buen chico.
Me llevé la mano diestra a la nuca, pensativo. Definitivamente su familia era una mala opción, aunque también una baza que considerar en el futuro pero cuando el nombre de Daigo llegó a mis oídos... ahí si vi una oportunidad.
— ¿Daigo dices? ¿Tsukiyama Daigo?
Kumopansa sentía algunas dudas. Era inevitable, yo también las sentí, pero podía ser un buen apoyo. Quería pensar que me ayudaría.
— Daigo, ¿eh? Creo podría ser un buen apoyo, si. Y de hecho, creo que podría confiar en mí, le conozco bien
Aquel peliverde era un buen tipo y alguien en quien confiaría. Un shinobi muy capaz y contundente en las distancias cortas y que siempre e levantaba para dar un último golpe.
— Intentaré buscar su apoyo. Pero... ¿Cómo lo hago para contactar contigo de nuevo cuando lo tenga?
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Juro esbozó una tenue sonrisa al escuchar hablar a Yota. Sí, claro que lo conocía. Juro recordaba otro tiempo, donde habían pasado todos juntos una agradable tarde en la playa. Afortunadamente, Yota también parecía tenerlo en estima. Eso quería decir que habían encontrado a su primer candidato.
Se frotó las muñecas, con algo de nerviosismo. ¿De verdad iba a ser una buena idea? Trató de imaginar lo que le diría Daigo si se lo encontrara de frente... pero no pudo concebirlo. No tenía ni idea.
— Sí, el mismo — respondió a la araña —. Tú intenta tantear el terreno primero, ¿vale? Desconozco cómo están las cosas por ahí, pero quizá Daigo también tenga dudas, igual que tú. Si es así, entonces es un candidato perfecto. Pero si algo en él te hiciera desconfiar... no podemos arriesgarnos, así que haz caso a tu instinto. Una vez que se lo hayas dicho, ya no habrá vuelta atrás.
Sus palabras podrían sonar duras. Pero, ¿qué otra cosa le iba a decir? Era mucho peso sobre los hombros de Yota. Demasiado, probablemente. Pero era la única persona que podía hacerlo. Y estaba seguro de que lo entendía. Una mala decisión se los llevaría por delante a los dos.
— Intentaré buscar su apoyo. Pero... ¿Cómo lo hago para contactar contigo de nuevo cuando lo tenga?
Juro chasqueó la lengua. Ojalá hubiera algún método fácil, pero no tenía ninguno.
— No creo que haya una forma segura de comunicarnos — se disculpó el marionetista —. Probablemente, lo mejor sea encontrarnos en este mismo lugar después de un tiempo. ¿Un par de meses, quizá? Imagino que tendrás otros deberes y no podrás desaparecer siempre que te venga en gana. No podemos levantar sospechas.
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Tú intenta tantear el terreno primero, ¿vale? Desconozco cómo están las cosas por ahí, pero quizá Daigo también tenga dudas, igual que tú. Si es así, entonces es un candidato perfecto. Pero si algo en él te hiciera desconfiar... no podemos arriesgarnos, así que haz caso a tu instinto. Una vez que se lo hayas dicho, ya no habrá vuelta atrás.
Desde luego que era arriesgado, pero lo hiciera como lo hiciera era arriesgado. Lo más fácil sería verme a mi saliendo de Kusagakure con el rabo entre las piernas, pero era algo por lo que sentía que debía luchar y Daigo era alguien en quien sentía que podía confiar, que podía hacerle entender cómo estaban las cosas realmente. Hice un ademán con la mano para hacerle entender que, efectivamente iba a tener cuidado. Pero haría aquello a mi manera.
— No creo que haya una forma segura de comunicarnos
— Pues si no nos podemos comunicar vaya puta mierda
Probablemente, lo mejor sea encontrarnos en este mismo lugar después de un tiempo. ¿Un par de meses, quizá? Imagino que tendrás otros deberes y no podrás desaparecer siempre que te venga en gana. No podemos levantar sospechas.
— Me temo que no va a ser posible. Vas a tener que decirme otro lugar, uno neutral
— Ya necesitamos el permiso de Amegakure para poder venir hasta aquí
— Y será mejor que no escojas el País del Bosque. Creo que allí te saltarían a la yugular nada más poner un pie
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Juro frunció el ceño, ante la negativa de sus compañeros. Era normal que Kumopansa se frustrara por la falta de comunicación pero, siendo realistas, no había otra opción. ¿Qué podían hacer para estar en contacto? Él no tenía los medios para crear un sello con el que comunicarse a distancia, y las cartas eran demasiado peligrosas. Por otro lado, nunca habría imaginado que Yota necesitaba el permiso de Amegakure para estar ahí.
« Quizá yo también me la esté jugando demasiado en este territorio. Tendré que alejarme cuanto antes » — reflexionó, para sí. Si estaba mal visto que un kusajin estuviera, no podía ni imaginarse un exiliado. Es posible que la vigilancia estuviera hasta reforzada para evitar la intromisión de gente externa. Había tenido mucha suerte de enterarse de antemano.
Dejando ese tema aparte, tenían que buscar un lugar donde pudieran encontrarse de manera segura dentro de unos meses, cuando ya seguramente hubieran cambiado de estación. Mientras se frotaba las muñecas, concluyó que el único lugar en el que podía pensar era en el País del Viento. Era un movimiento arriesgado, porque podía revelar su escondite al enemigo, pero hacía ya un tiempo que no regresaba y no pensaba hacerlo otra vez. Su momento de dar la cara había llegado, para bien o para mal.
— En el desierto del País del Viento hay un gran oasis donde se refleja la luna llena. Es un lugar sagrado y por la noche está lleno de turistas — comentó Juro, mientras suspiraba —. Por eso, nos encontraremos ahí por el día, cuando el sol se ponga y no haya nadie. Tomaré precauciones para que nadie sepa que soy yo, aunque no creo que nos encontremos más que un par de viajeros por el camino. Podemos refugiarnos en Inaka cuando caiga la noche. Son unas calles peligrosas, pero hay secretos por todas partes y dudo mucho que el nuestro sea el único.
Observó a sus compañeros, expectante. Quizá no era la opción que ellos habían imaginado, pero bastaría. Un territorio neutral y prácticamente inhabitado. Por mucho que fuera un lugar previsible, primero había que encontrarlos y ya había pasado un año sin que nadie lo hiciera.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
Sellos implantados: Hermandad intrepida- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60
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Si aquel no era un buen lugar, ¿cuál iba a serlo entonces? Pero lo cierto es que el valle Aodori hasta que no cambiasen un poco las relaciones entre Amegakure y Kusagakure era un muy mal lugar, pese a todo. No por el lugar en si, claro, sino por el hecho de tener que pedir el permiso para entrar y para ello, seguramente tuviese que hacerlo a través de la Morikage. Demasiadas complicaciones para tener encuentros más bien secretos y del que nadie debía estar al tanto, al menos en un primer momento.
— En el desierto del País del Viento hay un gran oasis donde se refleja la luna llena. Es un lugar sagrado y por la noche está lleno de turistas —
Eso, sin lugar a dudas sonaba mucho mejor. A mi mente vinieron otros lugares a la mente antes que el País del Viento pero era un lugar accesible, puesto que estaba fuera de las fronteras de los países que no podíamos pisar sin tener que hacer una petición expresa.
Por eso, nos encontraremos ahí por el día, cuando el sol se ponga y no haya nadie. Tomaré precauciones para que nadie sepa que soy yo, aunque no creo que nos encontremos más que un par de viajeros por el camino. Podemos refugiarnos en Inaka cuando caiga la noche. Son unas calles peligrosas, pero hay secretos por todas partes y dudo mucho que el nuestro sea el único.
— En el desierto, ¿eh?...
— Podría funcionar
— Bien, allí será. Pero necesitaremos un poco más de tiempo, no vamos a volver a la aldea a la ahora, así que será mejor que nos veamos en unos tres meses en lugar de dos
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa
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El lugar de encuentro propuesto por Juro les gustó, tanto a humano como a araña. No era una base de operaciones blindada, pero tendría que valer. El calor y la arena les protegerían de miradas indiscretas y el desierto, al fin y al cabo, era tierra de nadie en lo referente a aldeas ninja.
— Bien, allí será. Pero necesitaremos un poco más de tiempo, no vamos a volver a la aldea a la ahora, así que será mejor que nos veamos en unos tres meses en lugar de dos
Juro asintió, esbozando una sonrisa.
— Por supuesto. El tiempo será el que vosotros digáis — les concedió Juro. Al fin y al cabo, él era un exiliado libre. Cada día que pasaba corría el peligro de ser apresado o asesinado, pero estaba tan acostumbrado que ni le importaba. Por otro lado, Yota y Kumopansa debían de llevar a cabo una acción muy arriesgada. No podían apresurarse —.Aprovecharé estos meses para reunir toda la información que pueda sobre Kurama. No cometeré imprudencias ni riesgos, y desde luego, no pienso enfrentarlo aún. Pero no me quedaré de brazos cruzados. Quien sabe, quizá pueda contaros algo nuevo la próxima vez que nos encontremos.
Tenía en mente cierto viaje al País del Agua, aunque para ello, tendría que pasar por el País de la Espiral. Sería mejor que se andara con cuidado. Su cabeza era un torbellino de emociones en ese instante y no sabía a que atenerse. Pero su objetivo inicial no había cambiado. Debía luchar contra Kurama hasta su último aliento, estuviera solo o acompañado.
Observó a sus acompañantes, para ver si tenían algo más que decir al respecto de su plan. Cada uno de las partes de aquel acuerdo tenía clara su función, y, aunque arriesgada, parecían decididos a realizarla.
Hablo / Pienso
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Debía ser así. Primero acordar un lugar propicio para ambos, para que ninguno de los dos corriese demasiados riesgos y un lugar como el desierto, situado en territorio neutral en lo que a las Tres Grandes Aldeas se refería parecía bastante adecuado. Por último necesitaba tiempo. En primer lugar para no levantar sospechas y en segunda instancia para poder llevar a cabo la tarea de poner a alguien de nuestro lado, preparar aquella tarea y sobre todo, preparar a quien dicha persona que no iba a ser otro que Daigo.
— Estupendo, nos veremos en el Oasis en unos tres meses — dije echando un vistazo a nuestro alrededor, ni siquiera allí, entre las montañas nevadas me sentía refugiado de posibles miradas indiscretas — quién sabe, con un poco de suerte para entonces también estará Daigo. En cualquier caso, será mejor que me vaya y vuelva a mi entrenamiento.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa
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