Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Estaba tumbado en el sofa que tenia en el despachito que habia montando en el barco, con las piernas cruzadas apayadas sobre uno de los reposabrazos, y los brazos por debajo de la cabeza en el otro reposabrazos.
Desde la declaración de la republica no había visto a Datsue, Eri, Katsudon o Hanabi. De vez en cuando salía a fuera y mirando a las aguas le decia cosas a Gyūki. Nunca contestaba, pero me gustaba creer que por lo menos me escuchaba, que tenia ahí un amigo con quien compartir sus alegrias y a quien contarle sus penas. Es verdad que podia hacerlo con Katsudon o con Datsue, pero por algún motivo no lo hacía. Quizás por que era más tranquilo cuando no te contestaba nadie.
De cualquier modo, últimamente habian pasado demasiadas cosas. El torneo de los Dojos, el ataque de Dragón Rojo, la amenaza de que si entraba en el pais de los bosques moriria, Gyūki convertido en ninja de uzu, la declaración de la republica...
Suspiré mientras miraba hacía la mesita donde tenia un soporte para las espadas. Observé el nuevo diseño de Tsubame. La espada había sido destruida durante el ataque de Dragón Rojo y ahora había renacido. Más fuerte, mejor. Aquella era la razón por la que nadie me habría visto desde hacia tanto tiempo. Me había encerrado en la forja y había decidido no salir hasta que hubiera arreglado la espada. Aunque al final, lo que había hecho era hacer una mejor. Aunque por supuesto, había intentando conservar lo que había quedado intacto de la original, como la guarda y la vaina.
¿Y ahora qué? Tampoco podia estar todo el día tirado en el sofá de relax. Quizás me había ganado unas vacaciones, pero por otro lado tenia ganas de hacer algo. ¿Buscaba una misión donde poner a prueba la nueva Tsubame? ¿Salía a dar una vuelta sin más? También podia ir a nadar. Otra de las ventajas del barco es que era casi como tener una piscina en el jardín...
26/05/2021, 14:41 (Última modificación: 2/06/2021, 12:28 por Uzumaki Eri. Editado 2 veces en total.)
Eri no era una chica de playa.
Realmente, no es que no lo fuera, sino que simplemente no sacaba tiempo ni ganas para visitar las amplias Costas del Remolino de su amada Uzushiogakure. Prefería dar vueltas por las anchas calles, entrenar en el Jardín de los Cerezos, o pasar tiempo meditando en su casa. Sin embargo, aquel día, sus pies la llevaron a las frías aguas que llegaban hasta su hogar.
«¿El señor bijū se encontrará tranquilo?» Desde el incidente, pues no sabía como llamarlo, también había evitado acercarse a aquel lugar, ya que desconocía como reaccionar cerca de un animal hecho puramente de chakra viviendo como su vecino de aldea. Por otro lado, la nueva República se había instaurado e imaginaba que pronto lo sabría todo Ōnindo, así que, de momento, Uzushiogakure se encontraba tranquila.
Todos esos pensamientos se mezclaban con el agua y la arena que pisaba descalza. Quería ir al puerto, a ver qué se cocía también, pero prefirió descansar un rato en la playa.
—Cuánto tiempo...
No estaría mal entrenar allí de vez en cuando, la verdad es que no. Quizá mejorar su natación, o su práctica para mantenerse sobre el agua.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Al final, por que no, me decidí a darme un chapuzón. Me levanté del sofá y me puse mi nuevo bañador azul celeste con un estampado de flores de cerezo. La verdad es que la combinación de colores quedaba mejor de lo que uno podia esperarse en principio.
Salí a fuera con una toalla en el hombro, que pronto dejé extendida en el suelo del barco. Solo tenia saltar, nadar, y volver a subir al barco como lo haría cualquier ninja. Trepando por la pared. O eso pensaba. Pero cuando estaba a punto de tirarme al agua, se me vino un extraño pensamiento a la cabeza: Si mi padre no se baña en el estanque de las carpas, que narices hacía yo a punto de nadar donde vivía un bijuu.
De pié en el borde del barco, me acariciaba la barba que me había dejado crecer durante esos meses, mientras pensaba en el asunto. La verdad es que no nadaba por allí desde antes de que viniera a vivir Gyūki, y despues no había tenido un descanso para volver a hacerlo hasta ahora.
Por no darle muchas vueltas al asunto, entré de nuevo al barco, me puse una camisa naranja estampada con palmeritas, unas gafas de sol y unas chanclas. Salí de nuevo al exterior, cogí la toalla, me la eché al hombro, y me fui a la playa. Allí seguro que no tenia problemas, todo el mundo nadaba en la playa, y no era la casa de un bijuu.
No pillaba lejos de casa tampoco, así que tardé muy poco en llegar. Sin fijarme en si habia mucha gente o poca, extendí la toalla en la arena, me quité la camisa, y me tiré al agua a nadar un rato.
Llegó a un lugar cercano al puerto, pero de allí no pasó. A lo lejos, pudo vislumbrar aquel barco que habían usado para cruzar las aguas e instaurar la República, donde Sasaki Reiji solía vivir, o eso le había comentado. ¿Estaría bien? Hacía demasiado tiempo que no sabía ni de él, ni de Datsue.
Su paseo prosiguió, y pronto se vio enfrascada en una discusión interna consigo misma sobre la decisión de ropa de aquella mañana. No sabía que iba a hacer aquel calor, ¡aun estaban en primavera! Sin embargo, se vio obligada a abrirse la túnica, la cuál se deshizo de sus mangas que quedaron colgando por su cinturón. Se recogió su cabello en una coleta alta y buscó algún sitio donde refugiarse pero... ¿Dónde si estaba en una playa?
«Debería haberme traído el bañador...»
Sin querer y entre sus pensamientos, arrolló una toalla tirada en la arena junto a una camisa naranja con un estampado algo extravagante para su gusto. Pegó un saltito hacia atrás, asustada y, mirado hacia todos lados por si alguien la había visto, volvió a colocarla rápidamente antes de que nadie se diese cuenta.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Brazada aquí, brazada allá. Todo parecía normal, pero había algo que no cuadraba. No era el agua, el agua estaba bastante bien para la época. Tampoco era la temperatura, aunque era cierto que estábamos todavía en primavera, hacía bastante calor, pero eso era por que el cielo estaba despejado y el sol daba de lleno en las costas.
El Sol, exacto. Eso era lo que no encajaba. No concretamente el sol, si no que me había tirado a nadar al mar con las gafas de sol puestas. Vaya cabeza la mía... Quizás habia pensando tanto las cosas que lo más trivial como quitarme las gafas se me olvidaba. Mi madre diría algo como: "Algún día te olvidarás la cabeza". Suspiré y nadé de nuevo hacia donde había dejado mis cosas.
Mientras nadaba, vi a lo lejos una figura que estaba cogiendo mis cosas. ¿Un ladrón en las playas de uzu? Maldición, que aquélla camisa estampada me había costado un montón. Aceleré y corrí hacia mis cosas y me tope con...
—¿Eri...?
Estaba recolocando mis cosas en el suelo. ¿Acaso me había visto verla intentar robarme y por eso lo dejaba de nuevo en su sitio? ¿Por que estaba robando Eri en la playa? ¿Sería un entrenamiento raro? ¿Lo había perdido todo apostando con Datsue? ¿Había perdido una apuesta?
La llamada la sobresaltó mientras colocaba la toalla de vuelta en su sitio. Dando un pequeño brinco para ponerse de pie y dejar un poco desordenado el lugar del crimen. «Definitivamente, no sirvo para ladrona», cosa que, por una parte, no estaba mal, pero por otra, si en alguna misión tenía que recuperar algo, lo iba a pasar realmente mal.
—¿Que estás haciendo?
—Pues... ¡Te va a resultar gracioso! —empezó, nerviosa, mientras se rascaba la mejilla—. Yo iba paseando, perdida en mis propios pensamientos, ¿sabes? Con todo lo que ha pasado últimamente, sí, jaja... —rio, algo alterada—. Cuando sin querer me tropecé con, imagino, tus cosas, o las cosas de alguien que se había puesto aquí, y estaba intentando colocarlo de vuelta para no molestar.
Asintió para añadir credibilidad a su historia, la cual era cien por cien real, pero claro, eso Reiji no lo sabría.
—¿Qué tal estás, Reiji? ¡Cuánto tiempo! —exclamó más relajada—. ¡Qué barba! Te habrá costado mucho dejarla crecer...
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—Pues... ¡Te va a resultar gracioso! —Lo sabía. Había perdido una apuesta con Datsue y le habia obligado a hacer cosas raras.—. Yo iba paseando, perdida en mis propios pensamientos, ¿sabes? Con todo lo que ha pasado últimamente, sí, jaja... —Levanté una ceja mientras la miraba fijamente. Le estaba dando demasiadas vueltas, y eso era sospechoso.—. Cuando sin querer me tropecé con, imagino, tus cosas, o las cosas de alguien que se había puesto aquí, y estaba intentando colocarlo de vuelta para no molestar.
—Ya... No pasa nada Eri... Somos compañeros... Puedes decirme la verdad eh, no le diré a Datsue que me lo has contando.
En mi cabeza seguía teniendo más sentido que hubiera perdido una apuesta con el Uchiha. Además, la historia había sonado poco creible, la verdad, sobretodo conforme la había contado.
—¿Qué tal estás, Reiji? ¡Cuánto tiempo! —exclamó más relajada—. ¡Qué barba! Te habrá costado mucho dejarla crecer...
—Pues bien, aquí tomandome unas vacaciones despues de unos duros meses de trabajo. No costó mucho que creciera la barba, la verdad.—La verdad es que con la genetica de mi padre, crecia bastante rápido.— y ¿Tú? ¿Que tal? ¿Como es que apostaste nada con Datsue? ¿Te engañó?
—Ya... No pasa nada Eri... Somos compañeros... Puedes decirme la verdad eh, no le diré a Datsue que me lo has contando.
—¿Eh? —Frunció el ceño. ¿A qué se refería con Datsue? ¿Qué no le iba a decir? Ella había dicho la verdad. ¿Acaso no la creía?
—Y ¿Tú? ¿Que tal? ¿Como es que apostaste nada con Datsue? ¿Te engañó?
—¡Yo no aposté nada con Datsue! Llevo mucho tiempo sin verle... —explicó, estirando sus brazos hacia el suelo, con los puños cerrados y las mejillas coloradas. ¡No estaba creyendo lo que decía!—. He dicho la verdad, si no, puedes ver que no te falta nada, Reiji, ¡jopetas!
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
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—Bueno, tampoco había muchas cosas, la toalla y la camisa —Dije mientras agarraba la toalla para secarme. —Aunque me huniera dolido que te llevaras la camisa, me costo diezmil ryo.
Pero era taaaaan bonita, no pude resistirme cuando la vi. Era perfecta para las epocas de calor y para ir a la playa. Volviendo al tema de Eri, bueno, no tenia motivos para mentir, pero aún así su tono de voz sonaba sospechoso.
—Aún no me has contado que tal te ha ido la vida estos meses. ¿Que haces por aquí por la playa?
Por hablar de algo, hacía un par de meses que solo me relacionaba con Yuuna, los dependientes de las tiendas , mis padres y a veces hablaba con Gyuki. Bueno "Hablar". Yo le hablaba, y el sonido de los remolinos me respondia.
19/06/2021, 23:08 (Última modificación: 19/06/2021, 23:09 por Uzumaki Eri. Editado 1 vez en total.)
—Aunque me hubiera dolido que te llevaras la camisa, me costo diez mil ryo.
«Diez mil ryo.»
«Diez mil, jodidos, ryos.»
«Me cago en mi puta vida, nunca he tenido tanto dinero junto en lo que llevo de existencia.»
Para Reiji, Eri simplemente se había quedado en shock. No hablaba ni se movía, solo estaba en la misma posición en la que se la había encontrado. Le miraba sin pestañear, perdida en sus pensamientos sobre aquella carísima camisa. ¿Acaso ser herrero estaba tan bien remunerado? ¿Se habría equivocado de profesión?
—Aún no me has contado que tal te ha ido la vida estos meses. ¿Que haces por aquí por la playa?
—¿Eh? —musitó, al cabo de unos segundos. Luego aprendió a parpadear de nuevo—. ¡Ah! ¡AAH! Pues, bueno, verás, solo quería pasear un rato, con el buen tiempo y todo... Aunque me da miedo meterme al agua, ya sabes, no sé, bueno, eso, ¡jaja! —decía, nerviosa—. Pero veo que tu no tienes problema, aunque yo no iría diciendo que dejo mi camisa de diez mil ryos tirada en la arena como si nada... —Eri volvió a reír, de forma un poco exagerada—. ¿Y qué tal Yuuna? ¿Has visto a Bijū-san en algún momento?
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—¿Eh?¡Ah! ¡AAH! Pues, bueno, verás, solo quería pasear un rato, con el buen tiempo y todo... Aunque me da miedo meterme al agua, ya sabes, no sé, bueno, eso, ¡jaja! —Definitivamente Eri no estaba bien. Su forma de actuar, el tono de su voz, la forma de hablar... ¿Seria el efecto de la barba? Debía ser...—. Pero veo que tu no tienes problema, aunque yo no iría diciendo que dejo mi camisa de diez mil ryos tirada en la arena como si nada...
—No es como que lo vaya geitando a los cuatro vientos, y tampoco hay un cartel lumuniso apuntando a la camisa y diciendo: Vale mucho.
Aunque había que reconocer que su genialidad por si sola ya era bastante atractiva. Seguro que si alguien se la llevaba, la vendia muy rapido a un buen precio. Normal. La camisa era una maravilla. Comoda, de buena calidad, con un diseño increíblemente genial... Era inevitable no fijarse en ella.
—. ¿Y qué tal Yuuna? ¿Has visto a Bijū-san en algún momento?
—Yuuna está muy bien, la profesora de Kenjutsu de la academia se quedó embaraza y le pidieron a Yuuna que la sustituyera. Le cuesta un poco por que no quiere enseñar los secretos del arta de la espada de los samuráis, pero parece que lo está llevando bastante bien, ya que solo tiene que enseñar lo básico.
La verdad es que era normal que le pidieran a un Samurai que enseñase Kenjutsu, al fin y al cabo eran los mejores con la espada. Y desde luego, Yuuna, le jodiese a quien le jodiese, era la mejor espadachina que había ahora mismo en Uzushio. Y probablemente la mejor que hubiese nunca.
—¿Te refieres a Gyūki? La verdad es que hablo con él todos los días, pero no contesta nunca. Supongo que estará hibernando o lo que quiera que hagan los pulpotauros.
Si. Pulpotauro. Como un minotauro, pero en vez de mitad hombre, mitad toro, era mitad pulpo y mitad toro. Una definición perfecta de Gyūki en una sola palabra.
—¿Y como es que no has visto a Datsue en todo este tiempo? ¿También has estado encerrada en tus cosas?
22/06/2021, 22:51 (Última modificación: 22/06/2021, 23:37 por Uzumaki Eri. Editado 1 vez en total.)
Reiji se defendió ante aquello que había dicho Eri. Claro que no lo iba gritando por toda la villa, claro que no. Pero que le fuese tan sencillo decir su precio como si fuese lo normal tampoco era... Normal. ¡Más quisiera ella tener ese dinero en su cuenta y no en una camisa!
Parpadeó varias veces para entender lo que estaba diciendo sobre Yuuna. Se alegraba mucho de que trabajara en la academia, aunque no sabía si estaba conforme o no de estar allí. «Algún día podría pasarme, a lo mejor me da alguna lección, con lo mala que soy con el Kenjutsu...»
—¿Te refieres a Gyūki? La verdad es que hablo con él todos los días, pero no contesta nunca. Supongo que estará hibernando o lo que quiera que hagan los pulpotauros.
—¿Pulpotauro? —¿Acaso aquella definición existía? ¿Los Bijū invernaban?—. Sabes mucho de Bijūs por lo que veo, ¿eso significa que Shukaku está hibernando dentro de Datsue?
Y hablando de Datsue...
—No lo he visto, no, la verdad es que nos suele pasar eso de vernos durante una misión y luego desaparecer cada uno por nuestro lado —Eri no mentía en eso. Solía ser su modus operandi con el Uchiha—. He estado disfrutando de unos días de relativa tranquilidad, ¿y tú? ¿Le has visto?
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—No, que va, no se mucho de Bijuus, la verdad. No tengo ni la menor idea de ll que esta haciendo Shukaku.
Y por mis pocos encuentros con él, tampoco me interesaba mucho. Bueno, en general, no me habia parado a estudiar el mundo de los bijuus. Solo sabia que eran criaturas muy grandes hechas de chakra, que a veces daban mucho miedo y que algunos eran simpaticos, como Gyūki.
—No, tampoco se nada de Datsue. Me he dedicado a la forja todo este tiempo y ahora estoy de vacaciones. —Bueno, yo mismo me había dado vacaciones, pero bueno. —A veces he pensado en llamarle, pero como siempre que le llamo le despierto de alguna de sus veintitantas siestas diarias.
Por que siempre que le llamabas le despertabas de una siesta. Fuese la hora que fuese. No importaba. Siempre le jodias la sieta. Así que era mejor no molestarlo. Si queria algo, ya avisaría él. O también quizás servía mandarle una carta. Alguna vez había funcionado.
Reiji no parecía conocer demasiado a los Bijū, cosa que compartía con ella. ¿Gyuki y Shukaku hibernaban? Sería una duda que tendría que resolver más adelante. Seguramente haría alguna visita a la biblioteca de la academia más adelante.
—A veces he pensado en llamarle, pero como siempre que le llamo le despierto de alguna de sus veintitantas siestas diarias.
Eri soltó una risotada. Qué coincidencia, a ella también le había pasado numerosas veces.
—No si es más difícil verlo a él o ver a Gyūki.
—Ambos comparten muchos detalles, no lo voy a negar —dijo una vez se tranquilizó del ataque de risa que le había dado—. Eh, ¿y no tienes calor con esa barba? Parece muy densa, pero no descuidada, te tiene que costar mucho mantenerla así...
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—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—Ambos comparten muchos detalles, no lo voy a negar
Asentí varias veces con la cabeza. Igual era por tener un bijuu dentro que se estaba empezando a parecer a uno. La verdad es que esperaba que nunca se pareciese demasiado a Shukaku. La verdad es que los pocos encuentros que había tenido con el hermano de Gyūki no habían sido del todo... Agradables.
—Se parecen mas de lo que me gustaria, si.
—Eh, ¿y no tienes calor con esa barba? Parece muy densa, pero no descuidada, te tiene que costar mucho mantenerla así...
¿Mucho? No. Para nada. Mantener una barba perfecta nunca consumía demasiado tiempo. Ademas, tenia ciertas... "Ventajas genéticas" que me ayudaban. Mi padre era barbudo, mi abuelo habia sido barbudo, y así hasta la primera generación de los Sasakis. Armas perfectas y barbas perfectas.
—Para nada, esta barba viene así de fabrica, y por lo menos, a mí no me da calor. —Dije mientras me acariciaba la barba.
Quizas provocara calor en otros, claro, ¿como resistirse a una barba como aquella? Desgraciadamente para todos ellos, solo podrían admirar aquella barba perfecta desde lejos, pues mi corazón ya estaba bien ocupado. Y esa peluda obra maestra de la naturaleza solo podia acariciarla una persona ademas de yo mismo.
—Seguramente a tí te cueste mas arreglarte el pelo que a mi la barba.
Aunque había que admitir que pasaba mucho tiempo admirandola.