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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
La idea que planteó Kimi la dejó pensante ¿Le parecía buena idea? De hecho, bastante. Pero había algo que no tenía muy en cuenta porque ella, básicamente, no lo sabía.

Puede ser algo arriesgado separarnos, si nos pillan a alguna de las dos, estamos fritas. Pero con el Henge...

Pensó un segundo y miró a los alrededores, esperando que nadie la esté viendo. Mentalizó la figura de Hinata, su hermano del medio. Era un adolescente, de altura era algo más alto que ella, sus ojos eran un poco achinados y su iris de color verdes oscuros. Tiene un cabello de color marrón claro y mucho más largo que el de su hermana, el cual sujetaba con una cola de caballo, aunque no esperaba que esté le salga a la perfección.

No tengo del todo perfeccionado el Henge, pero puedo probar. — Comenzó a hacer la secuencia de sellos. —Dime si se nota mucho si estoy transformada o no.

Una nube de humo se formó donde estaba ella y salió...
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Mejorable, aunque salió relativamente bien. Cualquier persona que conociera a Hinata sabría inmediatamente que algo andaba mal en la transformación, pero para el resto del mundo no era más que un jovencito cualquiera, cosa que no era un problema, pues era exactamente lo que buscaban.

— Oooh ¡te ha salido muy bien! —Le dijo, sorprendida—. Aunque no te a cambiado la voz.

Kimi miró a su alrededor, esperando que nadie lo hubiese visto.

— Yo vigilaré por si entra el líder mientras tú puedes acercarte más ¿te parece bien? —Le dijo, y si no ponía ninguna pega, empezaría ya a buscar un escondite.
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No esperaba más de lo que había hecho. Si bien tenía muchas facciones de su hermano, tales como la altura, el peinado y su tono de piel, había pifiado tanto en los ojos como en la voz, que aún tenían ese toque Junesco. Además de alguna que otras imperfecciones. Las prendas que llevaba era un kimono largo, con un negro predominante y algunos diseños de color verde oscuro.

Aaaaaaaaaaah. — Musitó suave.

»Me cuesta demasiado. Quizá si me concentro podría, pero me da miedo romper la transformación.

Asintió al escuchar la orden de su compañera, pues no tenía ninguna oposición a lo que propuso y no quería hablar mucho.

Con tranquilidad y lento andar, fue pasando por enfrente de las ventanas traseras. No estaba totalmente pegadas a estas, pero si con la suficiente distancia para ver que estaba sucediendo adentro, intentando usar la virtud que tenía con la vista.
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Las pequeñas ventanas traseras parecían dar a pequeñas habitaciones privadas donde había gente comiendo y bebiendo en un ambiente mucho más tranquilo que el del salón principal, por lo menos esas eran las primeras ventanas. La penultima era un pequeño despacho donde seguramente se hacía la contabilidad del lugar y se guardaban los inventarios y esas cosas.

Y la última era el baño. No vamos a hablar de cómo huele el baño de un lugar donde se sirven bebidas alcoholicas pero sería mejor para todos que esa ventana estuviese siempre cerrada, seguro que es contaminante para la atmosfera.

En ninguna de esas habitaciones pudo ver a la mujer que buscaban. Solo les quedaban los ventanales laterales que daban al salón, pero se expondrían mucho más que con esas pequeñas ventanas.
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«Nada de nada.» Parecía que no iba a tener mucho éxito revisando las ventanas traseras. En ninguna de ellas había encontrado a la mujer que tanto buscaban. Mentalmente, se dejaba anotado que en la penúltima había una especie de despacho. Realmente no sabía bien si podía encontrar algo interesante o no allí, pero podía tenerlo en cuenta por si en algún momento se les ocurría escabullirse dentro. Ese podía ser un buen lugar en el que podían entrar sin llamar tanto la atención. También podían hacerlo desde el baño, aunque no tenía muy buena pinta ese lugar.

Siguió caminando alrededor del edificio y solo le quedaba por revisar los ventanales laterales. Se podía llegar a arriesgar un poco al pasar por allí, pero no parecía haber mucho más que revisar. Le parecía importante saber como era el club por dentro. Además, no creía que fuera tan descabellado dar una vuelta discreta por allí. Con el Henge creía poder pasar desapercibida sin muchas complicaciones.

Pasó por el frente, ni tan cerca ni tan lejos de estos ventanales. "Hinata" seguía por su camino, yendo a una velocidad tranquila y pispeando con la vista discretamente los adentros de ese lugar. Con suerte y al pasar, podía llegar a ver algo.
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El salón ocupaba gran parte del edificio y había bastante más gente de la que uno podría esperar.

(Percepción 25) Hinata no sería capaz de localizar a la mujer que estaba buscando, sin embargo, podría ver al otro lado del lugar unas escaleras que subían y a su lado otras que bajaban.

Por altura, no parecía que tuviese una segunda planta, así que sería algún tipo de desván o almacen. Mientras que por debajo, dios supiese lo que podía tener. Podría acabar la vuelta al edificio sin que nadie sospechase, pero si volvía a pasar igual empezaba a parecer sospechoso.
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Ya sea por nervios o por estar andando y no prestando total atención adentro, no pudo llegar a ver a la mujer. Lo que sí, es que notó que había unas escaleras que bajaban y otras que subían. Terminó dando toda la vuelta al edificio sin más, volviendo nuevamente a las ventanas traseras.

«Mierda, no la pude ver. Y no sé si quiero dar otra vuelta.» Tenía claro que podía parecer bastante sospechoso ir dando vueltas por el edificio como un loco. Solo se le ocurrían dos opciones.

Estuvo unos segundos parado, mirando los alrededores y fijándose si estaba su compañera o, en su defecto, que alguien le esté mirando.

Si Kimi no aparecía y nadie le estaba prestando atención, iría abriendo la ventana del supuesto despacho, fijándose que la zona esté limpia.
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Kimi se había ocultado como el hamster electrico que era. Tenía la entrada a la vista y podía ver quien entraba y salía del lugar. Salir no salió nadie en el rato que estuvo, entraron un par de personas que saludaron al guardia sin demasiada enfasis por parte de ninguno. No parecía que el jefe hubiese vuelto.

Mientras tanto, Jun intentó abrir la ventana del despacho y no tuvo ningún problema para hacerlo. El mayor de sus problemas sería que era una ventana bastante pequeña, pensada unicamente para que hubiese ventilación y algo de luz natural en la habitación. Si quería, podía colarse, pero existía la posibilidad de que se quedase encallada o le costase bastante.

Por lo demás, no parecía haber mucha gente en la parte trasera que pudiese verla, pero en las habitaciones contiguas había gente que podría escucharla si hacía algo de ruido.
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Cuando tuvo la idea de meterse en la ventana, no había tenido en cuenta algo. Si, cuando tanteo su cuerpo para introducirse al lugar, notó que se le iba a complicar un poco caber. Podía llegar a entrar pero el riesgo de atasque era total.

Como la persona lógica y civilizada que era Jun, primero decidió asomar la cabeza y ver con más detalle que había allí dentro.
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Jun, ni corta ni perezosa, decidió meter la cabeza por la ventana.

Lo primero que notó fue el olor a cerrado que desprendía el lugar. El olor de los libros de contabilidad que se almacenaban ahí y el polvo invadía toda la estancia. No parecía que fuese un sitio de uso continuado.

Cómo había visto antes de asomar la cabeza, había un pequeño escritorio y estanterias repletas de libros que parecían ser de contabilidad. Con la poca luz que tenía pudo discernir que cada uno de esos libros tenía escrito en el lomo un mes y un año. Aparte de eso, en el escritorio había todo tipo de cachivaches de oficina. Bolis, clips, una grapadora...
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No parecía que el lugar ese haya sido visitado últimamente, cosa que le daba confianza, para entrar, y también desconfianza, para revisar que dato útil sacar de ahí ¿Realmente iba a sacar algo de valor allí? Si la gente ni se dignaba a entrar. Aunque podía ser por varias razones, las cuales hacían dudar a Jun.

«¿Qué mierda estoy haciendo?» Por unos segundos se vio a ella misma metiendo la cabeza por una ventana. Visto desde fuera, probablemente era una escena bastante rara.

Salió de ahí y fue de nuevo hacia los ventanales. Esta vez no miró para adentro, pero fue directo a pispear la entrada del lugar de lejos. Era bastante sospechoso pasar dos veces por ahí, pero no veía que hubiese otra opción razonable.
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Kimi pudo ver a Jun aparecer de nuevo por la zona de delante para observar lo que ella estaba observando, la entrada del lugar. No había mucho que ver. Entraba gente de vez en cuando pero ninguno parecía despertar una reacción especial en el guardia.

Algunos tenían que enseñar una especie de tarjeta, mientras que a otros los dejaba entrar solo con verles la cara.
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Kimi llevaba ya varios minutos escondida en una posición estratégica, esperando a que algo sucediese o a que alguien interesante apareciese, pero no. Lo que sí que consiguió fue algo de información. Aparentemente, algunos miembros tenían que utilizar una tarjeta para pasar, por lo que quizás sería interesante para ellas hacerse con una de esas.

«¿Qué está haciendo Jun aquí?» Se preguntó, pero no dijo nada, a riesgo de revelar su posición.
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Jun vio que la gente que entraba debía mostrar una especie de tarjeta. A algunos solo les veía la cara. Parecía que ya les conocían o eran habitué del recinto.

Ya no le quedaban muchas ideas. Ir al ventanal a ver a la gente adentro cuál psicópata no era buena idea. Trancarse en las ventanas de atrás intentando entrar tampoco era muy inteligente de su parte.

Si veía a alguien yendo a entrar, iría detrás de esa persona, con una leve sonrisa y con una confianza casi innata.
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Jun había sido tan sutil como era posible, buscando entrar detrás de la primera persona que pasó. Con confianza de que pasaría y de que si no, seguro que colaba de alguna forma. A lo mejor la señorita a la que seguía le parecía mono y le colaba o justo estornudaba el gorila que guardaba la puerta y no se daba cuenta.

Pero nada era tan conveniente. Ni él era tan mono (Carisma 30). El guardia le cortó el paso poniendo el brazo y empujandolo levemente hacia atrás.

Buen intento, chaval. Enseña una invitación o vuelve a intentarlo otro día.

La señorita detrás de la cual había intentado colarse ni se giró. Al menos, el guardia no la había reconocido. Por ahora.
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