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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Descenso, Otoño del año 217


Akame esperaba, impaciente, apoyado en la puerta de un local que todavía tenía echada la persiana metálica, en la calle que daba a las puertas de la Aldea. Era temprano, no tan temprano como para que no hubiera comercios abiertos, pero sí lo suficiente para que ese en concreto no lo estuviese. A juzgar por el cartel debía ser una tienda de ultramarinos, propiedad de un tal Funeyoshi. Además, debía llevar bastante tiempo allí, porque el cartel estaba lo suficientemente despintado y sucio como para que no se distinguiese la "i" de "Funeyoshi". El Uchiha iba vestido con una camiseta de manga larga y cuello alto, azul, y unos pantalones militares color arena. En sus pies calzaba botas ninja altas, negras, y llevaba atado en torno al cinturón su portaobjetos. A la espalda, cruzada, su vieja espada; y en la frente la bandana del Remolino. Llevaba sobre los hombros una mochila militar con raciones suficientes para un par de días, agua, una manta y una capa de viaje.

Pero lo más importante de todo era lo que el Uchiha sostenía entre sus manos; un pergamino ni tan grueso como el de una misión de rango B —que requería de mucha información—, ni tan poco como el de una de rango D —que normalmente se despachaba en un párrafo—. No señor, aquel tenía el tamaño y grosor exactos para corresponderse con una misión de rango C; el indicado para chuunin recién ascendidos o, en su caso, gennin muy experimentados. Él ya lo había leído, pero suponía que sus dos compañeros no.

Los gennin asignados para aquella misión eran, aparte de él mismo, Uchiha Datsue y Uzumaki Eri. Sobraban explicaciones acerca del primero, pero la segunda era una chica a la que Akame nunca había visto. De hecho, si no le fallaba la memoria, ni siquiera había participado en el Torneo de los Dojos. Era por eso que el shinobi se encontraba impaciente, pues la incertidumbre le estaba matando.

¿Cómo sería Uzumaki Eri?
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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#2
Era su primera misión de rango C y por ello no podía estar más nerviosa. Conocía el procedimiento, tanto la teoría como la práctica pues había realizado ya un par de misiones desde que se había graduado, pero nunca había hecho una misión fuera de su propia villa, o eso había entendido pues sólo había recibido órdenes de ir hacia la puerta de la aldea y llevar provisiones encima, vamos, que si no era fuera de la aldea al menos tenía claro que en su casa no iba a dormir aquella noche. Así que allí estaba ella, caminando por las calles de su aldea con su indumentaria habitual —y un jersey por encima de color oscuro, porque refrescaba—, y una mochila de viaje de color rojo oscuro a su espalda, con provisiones para varios días y varias noches.

Era temprano, pero ella llevaba horas despierta, seguramente porque si se hubiera intentado levantar a la hora que le correspondía se hubiera quedado dormida, y no pensaba hacer esperar a sus compañeros de misión. Uchiha Datsue y Uchiha Akame, el dúo Uchiha más conocido de todo Uzushiogakure, o bueno, así había empezado a llamarles después de ver cómo habían peleado en el Torneo de los Dojos, del cual Akame había salido ganador.

Ella lo sabía porque había ido de espectadora nada más saber que un uzujin estaba en la final. Su sorpresa no era tan grande pues había oído cosas sobre su compañero de profesión, pero al final se alzó con la victoria. Por ello sus nervios podrían traducirse a no saber muy bien cómo actuar frente a un chico que se encontraba a ese nivel.

Datsue era otro cantar, había sido su compañero en la academia y por ende, lo conocía, podía asegurar hasta que bien. Pero no habían hablado más que un par de veces en un par de encuentros que no duraron ni más de diez minutos, así que aquello le parecía algo bastante novedoso.

Por ello cuando llegó al lugar de encuentro y se encontró a Akame allí no supo muy bien qué decir, ¿dónde estaba Datsue cuando hacía falta? Con él allí podría mostrarse un poco más abierta.

Buenos días, Uchiha Akame-san —saludó ella mientras hacía una leve inclinación de cabeza —. Soy Uzumaki Eri, un placer poder trabajar contigo.
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#3
Lo vieron venir de lejos, con su habitual vestimenta, su habitual peinado con dos trenzas mohicanas a cada lado y un moño encima, y, por supuesto, su habitual forma de caminar. Y es que a Uchiha Datsue se le podía reconocer tan solo por eso: lo hacía de una manera extrañamente pomposa, pero con tal arte que, más que transmitir soberbia, causaba gracia. En cada mano, dos enormes bolsas de la compra. Sobre sus hombros, sentada, una niña de no más de tres años. Tenía el pelo claro y rizo, y lo que más destacaba de ella eran sus ojos, enormes y verdes. A su lado, una mujer que había pasado la treintena, de barriga incipiente —fruto sin duda del embarazo— y cabellos oscuros.

Vieron como la niña señalaba a uno de los dos, y en seguida se enteraron, pese a la distancia que todavía les separaba, de a quién.

¿Cómo? ¿¡No la conoces!? —exclamó Datsue, alzando la mirada hacia la niña, con voz exageradamente sorprendida—. ¡Pero si es la kunoichi más intrépida de Oonindo! —rugió, y la niña abrió todavía más los ojos, como si estuviese contemplando a una heroína de las que salían en los dibujos animados—. Ella es una uzureña —continuó—, ¡pero no una uzureña cualquiera! Ella es una Uzumaki, ¡pero no una Uzumaki cualquiera! —En aquel momento, los tres ya casi habían recortado toda la distancia que los separaba—. ¡Ella es Eriii...! —clavó una rodilla en el suelo y se arrodilló ante Eri.

»¡…la Rompesellooos! —gritó con voz grave y profunda, como si estuviese anunciando a una peligrosa y aterradora kunoichi. La niña aplaudió, dejándose llevar por la euforia de Datsue, mientras reía divertida.

La mujer, sin embargo, no pudo evitar soltar un suspiro mientras negaba con la cabeza.

No cambia, ¿eh? —sonrió—. ¿Qué tal os va, chicos? ¡Parece que hace una eternidad que no os veo! ¡Cómo crecisteis!

La reconocieron en seguida: era la profesora de fuuinjutsu en la academia. Una mujer muy cariñosa con sus alumnos, dedicada y que intentaba siempre hacer las clases amenas. Akame la recordaba todavía mejor, pues había sido también la causante de uno de sus peores castigos en clase, cuando se dejó convencer por su amigo Haskoz para hacer juntos cierta broma… indecente. Además, tenía un marido que también había sido profesor en la academia, muerto recientemente en una misión. Un dato que quizá Akame o Eri desconocían, pues la tragedia había coincidido cuando se desarrollaba el Torneo de los Dojos.

Mamá, él no es Akae —le corrigió la niña, tan convencida como que en Uzu había cerezos—. Él es el poesional —aseguró con voz grandilocuente, tratando de imitar a Datsue, y comiéndose algunas letras por el camino—. ¿Po’ qué te llaman así? —le preguntó de pronto, a Akame.
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Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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#4
Al poco la vio; ni siquiera le hizo falta preguntarle su nombre para comprobar que en efecto era Uzumaki Eri, porque su aspecto la delataba a leguas de distancia. Pelo rojísimo como el tomate, ojos grandes y azules y la bandana de Uzu en la frente. «Sí, no hay duda, debe ser ella. Es la definición gráfica de "Uzumaki"». La propia kunoichi no tardó en confirmarlo al presentarse con una reverencia educada.

Buenos días —respondió él, mirándola de arriba a abajo con gesto analítico—. Lo mismo digo, Eri-san... Uchiha Akame —agregó con una inclinación de cabeza.

Justo en ese momento Datsue hizo su entrada en escena. Venía acompañado de una chiquilla que llevaba sobre los hombros y de una señora que Akame no tardó en reconocer; era Makoto Chiio, una de sus antiguas profesoras de la Academia de Uzu. Pese a que era una kunoichi muy inteligente, había sido incapaz de captar el interés de Akame por su materia con clases extremadamente teóricas y aburridas —incluso para él—, por lo que al final Chiio era una de las pocas instructoras que no tenía una opinión excelente sobre el Uchiha.

Makoto-sensei —dijo él cuando el trío se acercó, inclinándose en una profunda reverencia.

Al escuchar la pregunta de la niña, Akame se quedó en blanco. Pese a que gracias a Koko había empezado a superar una de sus asignaturas pendientes en la vida —las chicas—, todavía le quedaba otra incluso más difícil que la anterior; los niños. Era un completo negado, no los entendía y tampoco ponía demasiado empeño.

Pues, eh... Yo... —balbuceó, rascándose la nuca con visible vergüenza—. Pues porque estudio mucho. Hay que estudiar, ¿eh? Así podrás llegar a ser lo que quieras.

«Joder, menudo clichetazo...»
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#5
El chico la miró de arriba a abajo, y ella, un tanto incómoda; desvió la mirada con un leve rubor en las mejillas. Luego se presentó aunque ella no necesitase aquello, luciendo su buena educación.

Antes de que pudieran conversar algo más allá que una corta y escueta presentación, Uchiha Datsue apareció. Y no venía solo, no; iba acompañado de una chiquilla que cómoda se encontraba en los hombros del shinobi y de una mujer que la kunoichi conocía: era su profesora de Fuuinjutsu cuando estuvo en la academia, y la tenía una gran estima ya que gracias a ella pudo aprender más de lo que pensaba, y es que, ¿qué era un Uzumaki sin Fuuinjutsu?

Buenos días Datsue-san, Makoto-sensei —saludó con una tímida sonrisa después de escuchar todo el relato del Uchiha de las coletas, no es que fuese conocida por romper sellos, pero reconocía que se le había dado bastante bien; sin embargo aquello parecía más un relato infantil para la niña que como una presentación formal.

No cambia, ¿eh? ¿Qué tal os va, chicos? ¡Parece que hace una eternidad que no os veo! ¡Cómo crecisteis!

Bien Makoto-sensei, ahora mismo nos disponíamos a comenzar una misión — alegó la joven claramente emocionada por ser parte de una misión importante como era una catalogada como C.

Sin embargo no pudo seguir contándole su vida pues la pequeña habló, alegando que Akame no era Akame, si no el profesional. Eri no pudo evitar reírse ante el comentario pero sí logró disimularlo hinchando los mofletes y desviando la mirada hacia el suelo. Para quien la mirase sabía que algo ocultaba, pero logró disimularlo lo suficiente para que al menos Akame no se ofendiese, o no se diese cuenta ya que estaba contestándole a la niña.

Tosió un par de veces e intentó serenarse, volviendo a su sonrisa casi eterna, sin embargo sus mejillas seguían un poco teñidas de color rojizo.

¿Y qué os trae por aquí, Makoto-sensei? —preguntó la kunoichi.
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#6
Ante la respuesta de Akame, la niña hinchó los mofletes y dejó pasar el aire, haciendo una pedorreta.

Estudiar es aburrido —sentenció, y de pronto pareció perder todo el interés por Akame. Ahora jugaba con Datsue, o más bien con su pelo, deshaciéndole el moño para hacerle otro más apropiado a su gusto.

Paralelamente, la conversación entre Eri y Makoto continuaba.

¡Una misión! —exclamaba ella, sorprendida pero entusiasta—. ¡Y yo aquí haciéndoos perder el tiempo! —tomó a la pequeña y la depositó en el suelo, entre protestas de la niña, de las cuales hizo caso omiso. Luego, alcanzó las bolsas que Datsue portaba.

Pese a que el Uchiha parecía querer protestar, finalmente cerró la boca. Tenía marcas blancas en las palmas de las manos, allí donde el plástico de la bolsa concentró todo su peso, y las abrió y cerró, aliviado de que la sangre ya circulase libremente por sus venas. Makoto, no obstante, las cogió con tal simpleza que parecían ir vacías.

Fue entonces cuando Eri preguntó a su antigua sensei qué le traía por allí.

Venía de hacer las compras cuando me encontré con Datsue-kun e insistió en llevarme las bolsas. Ya sabes lo amable que es cuando quiere…

El Uchiha infló el pecho como un pavo real, lleno de orgullo ante el cumplido.

…conseguir algo a cambio.

Y tan pronto como se llenó, se vacío como un globo de aire al pincharse.

Ya hablaremos de ese libro que me pediste. —Esta vez Makoto miró a Datsue, mucho más seria de lo normal—. Pero no creo que estés preparado… por el momento.

»¡En fin, no os hago perder más tiempo, chicos! ¡Buena suerte en la misión!

Los ojos de Datsue se quedaron clavados en la espalda de su antigua sensei, mientras ésta se alejaba junto a su hija —que no paraba de sacarle la lengua a Datsue— calle arriba. No había conseguido su objetivo, pero tampoco había fracasado de forma rotunda. La próxima vez, tan solo debía usar argumentos más… convincentes.
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#7
El Uchiha agradeció de todo corazón que Makoto y su hija siguieran su camino. No sólo porque los niños pequeños no le gustasen lo más mínimo, o porque —aunque le costara admitirlo— guardaba cierto rencor a la sensei por haberle puesto no tan buenas notas; sino porque estaban a punto de comenzar su primera misión de verdad. De rango C. Y claro, en aquella mañana de Otoño el Uchiha no quería distracciones ningunas, y menos todavía que les hicieran perder el tiempo.

Cuando por fin la profesora desapareció tras una esquina, Akame carraspeó sonoramente para llamar la atención de sus compañeros.

Bueno, pues aquí estamos. Me pasé por el Edificio del Uzukage a recoger el pergamino oficial antes de venir —dijo, levantando el rollo de papel—. Creo que ya os conocéis —añadió, mirando a Eri y Datsue.

Luego Akame desplegó el pergamino y mostró el contenido a sus compañeros.



Rango C: El Resplandor


Solicitante: Takeda Mashiro
Lugar: Ichiban, Uzu no Kuni
Objetivo: El señor Takeda es propietario de una vivienda en Ichiban, un pequeño pueblo situado en las Planicies del Silencio, al Sur de Los Herreros. Según afirma Takeda, la casa está "hechizada", pues todos sus últimos inquilinos han acabado sufriendo desgracias e incluso episodios de locura transitoria. Debido a la dificultad cada vez mayor para alquilar la propiedad, el solicitante requiere la ayuda de unos ninjas que investiguen el asunto y esclarezcan el origen de estos sucesos.

Ichiban está a medio día de camino de aquí, así que tendremos que pasar la noche fuera. Además, no sabemos cuánto tiempo nos llevará cumplir la misión —afirmó el Uchiha, dando por hecho que el fracaso no representaba una opción real—. ¿Supongo que sigues con la costumbre de sellarte la mochila en tu propio cuerpo, Datsue-kun?

El gennin alzó una ceja con gesto claramente molesto. Cabía la posibilidad de que a su compañero simplemente se le hubiese olvidado, y eso significaría tener que esperarle una buena media hora más.
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#8
El Uchiha sacudió la cabeza, saliendo de su ensimismamiento, cuando Akame les mostró el pergamino de la misión. Ya habría tiempo de pensar en cómo conseguir que Makoto le prestase aquel libro sobre Fundamentos Prohibidos del Juuinjutsu. Ahora tocaba centrarse en lo verdaderamente importante: la pasta.

Y tanto que nos conocemos —respondió, ante la inteligente apreciación de Akame de que él y Eri ya se conocían. Entonces miró a la kunoichi, a quien todavía no había saludado debidamente—. ¿Qué tal te va, Eri-chan? ¡Con todo el rollo del Torneo hace mil que no te veo! —exclamó, con cierta amargura en el tono de su voz. No era la chica con la que más se había llevado dentro de clase, pero ciertamente le caía bien. «Mierda, y se me olvidó devolverle el libro que le pedí prestado sobre Fundamentos Avanzados de Fūinjutsu. Espero que ella también se haya olvidado…»

Pero ya tendrían tiempo para ponerse al día. De hecho, podrían aprovechar en el viaje, pues al parecer les tocaba desplazarse bastante. Hasta el sur de los Herreros, concretamente. «Eso quiere decir que pasaremos la noche fuera. Fiuu… Menos mal que me acordé en el último momento de…»

¿Supongo que sigues con la costumbre de sellarte la mochila en tu propio cuerpo, Datsue-kun?

El Uchiha sonrió con suficiencia.

¡Ja! Puede que sea Datsue el Intrépido, pero de vez en cuando también soy previsor. ¡Pues claro que la tengo sellada! —exclamó, dándose una palmada en el hombro, allí donde había sellado la mochila—. Una vez que pruebas estas comodidades, no hay vuelta atrás —miró a Eri, y a la pesada mochila que cargaba sobre sus hombros—. Deberías probarlo, Eri. Yo me he ahorrado muchos dolores de espalda —le aconsejó. Sabía muy bien que Eri era capaz de aquello y mucho más. Era una Uzumaki, después de todo.
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#9
Venía de hacer las compras cuando me encontré con Datsue-kun e insistió en llevarme las bolsas. Ya sabes lo amable que es cuando quiere conseguir algo a cambio.

«No ha cambiado nada en todo este tiempo...»

Negó con la cabeza ante descubrir el por qué Datsue andaba ayudando a Makoto, sin embargo poco más duró la conversación pues Makoto y su hija pronto se despidieron y Eri movió la mano a modo de despedida, así dejaron a los tres genin solos, pudiendo comenzar la misión como era debido.

Gracias, Akame-san —agradeció cuando el chico habló, ya que había ido él mismo a recoger el pergamino de la misión.

Y tanto que nos conocemos —respondió Datsue y Eri arqueó una ceja a modo de duda—. ¿Qué tal te va, Eri-chan? ¡Con todo el rollo del Torneo hace mil que no te veo!

¡Es cierto, ambos participasteis! —exclamó la joven con emoción—. Pero ahora estáis aquí y tú —señaló a Datsue—, me debes todavía un libro.

Luego entrecerró los ojos, pero tampoco le corría prisa aquel asunto, ese libro ya lo había leído y tampoco era que lo necesitase. Suspiró y volvió a abrir los ojos de manera normal a la vez que el otro Uchiha desplegaba el pergamino de la misión. Ella se acercó lo suficiente para poder leerlo con claridad. Tendrían que ir a Ichiban, eso quedaba a un trecho de su propia villa —como bien acababa de decir su compañero Akame—, para, al parecer; desencantar una casa "hechizada". ¿De verdad existían casas así?

Sin embargo antes de tener la oportunidad de poder comentar nada, Datsue volvió a hacer gala de su inmensa inteligencia al haberse sellado la mochila en sí mismo. Eri solo pudo alcanzar a negar la cabeza de nuevo.

No deberías vivir siempre de tus habilidades, Datsue-san; ¿y si tuvieses un accidente? —respondió la joven claramente ofendida, ofendida, claro, ¡porque a ella no se le había ocurrido! Estaba tan acostumbrada a vivir de forma normal que aquellas ideas prácticas no venían a su mente.
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#10
El Uchiha esbozó una sonrisa resignada cuando su compañero le dio con un palmo de narices; «debí haberlo imaginado... A Datsue-kun rara vez se le escapa una, el muy bandido». Sea como fuere, todo parecía sugerir que los tres estaban a punto y listos para partir. Akame enrolló de nuevo el pergamino y se lo guardó en la mochila. Luego se ajustó los correajes y comprobó que el nudo de su bandana estaba firme en la parte trasera de su cabeza. Todo ello con una sonrisa, claro; nada le gustaba más al Uchiha que ver cómo los planes salían bien.

¡Pues bien, Datsue-kun, Eri-san! En marcha, no hay tiempo que perder —anunció Akame, emocionado, para luego empezar a andar a paso ligero hacia las puertas.

Los chuunin que las custodiaban no tardaron en pedirles identificación y demás parafernalia que el propio Akame solucionó mostrando su bandana, dando el nombre de todos los integrantes del equipo y el pergamino que les acreditaba oficialmente como ninjas asignados a una misión de rango C.

¡Excelente, excelente! —exclamó el Uchiha, jubiloso, cuando les dieron el visto bueno—. ¡Vamos, muchachos, vamos! ¡Ichiban nos espera!

El camino que les quedaba por delante era largo; casi un día de viaje, llegarían como muy pronto un poco antes de la hora de cenar. Atravesando las Planicies del Silencio se encontrarían con arrozales, algunos pequeños pueblos en los que aprovisionarse y comer algo, árboles que salpicaban el paisaje aquí y allá, algún riachuelo... Y sobretodo, silencio. A no ser que ellos pusieran la nota discordante.



Como solemos hacer cuando hay que rolear una travesía larga (onrol), podemos hacer que el siguiente que postee narre la mitad del camino, y el otro la otra mitad; de modo que cuando me vuelva a tocar, narro la llegada a Ichiban y describo el pueblo. ¿Os parece?
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#11
Para su desgracia, Eri no se había olvidado. A la menor oportunidad le recordó que todavía le debía un libro, y éste abrió mucho los ojos, como si él sí se hubiese olvidado.

¡Es cierto! ¡Se me había pasado completamente! —exclamó, llevándose una mano a la nuca—. Vaya desastre estoy hecho. A la vuelta te lo doy —le aseguró, con voz seria.

Luego, tras revelar a Akame que en efecto llevaba la mochila sellada al hombro, se preguntó por qué Eri no había hecho lo mismo, siendo ella también una especialista en sellados. Su respuesta fue de lo más sorprendente:

No deberías vivir siempre de tus habilidades, Datsue-san; ¿y si tuvieses un accidente?

Ehmm… Pues… ¿Qué? —Cuando alcanzó a creer entender lo que había querido decir, ya era demasiado tarde para responder.


· · ·


El Planicie del Silencio era un lugar monótono, aburrido y, como su propio nombre indicaba, tremendamente silencioso. O lo hubiese sido, de no haber estado Datsue atravesándolo.

El Uchiha, que cuando cogía carrerilla no había quien lo parase, les había estado hablando sobre uno de sus temas favoritos: los Ribereños del Sur. Les advirtió que era una pequeña y taimada localidad al sur del Río del Árbol Sagrado, y les explicó que allí vivían hombres, mujeres y niños de la peor calaña, cuyas lenguas eran más venenosas que la más mortífera de las serpientes. Les dio consejos sobre cómo reconocer a los lugareños, y cómo evitar caer en sus engaños.

Luego, cuando se detuvieron a descansar en una pequeña taberna para reponer energías, la conversación dejó de ser monopolizada por Datsue, cobrando un tono más desenfadado y ameno. Fue entonces cuando el Uchiha sacó a relucir todo el repertorio de chistes sobre los kusareños, e incluso se atrevió a cantarles —pese a las protestas de Akame, que decía que no podían perder más tiempo— Kusareño de Primavera y La Kusareña, dos canciones que hablaban sobre el desamor sufrido por un kusareño al enamorarse de una uzureña y una kusareña, respectivamente.

Más adelante, sin embargo, Akame exigió apurar el ritmo para recuperar el tiempo perdido, y Datsue, agotado, no volvió a abrir la boca más allá de lo necesario.
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#12
Después de la breve charla que mantuvieron —más Datsue y ella ya que Akame era del tipo callado—, comenzaron su largo viaje hasta Ichiban, donde seguramente deberían parar un par de veces, por reponer fuerzas y provisiones, sin embargo a Eri le hubiera gustado parar más veces de las que Akame permitió al grupo. Ya que tanto la kunoichi como Datsue parecían haber decidido que el líder de la misión sería él.

Seguramente por todas las veces en las que Akame había estado en silencio durante toda la travesía cuando pasaron la Planicie del Silencio, o cuando pararon en una taberna y Datsue terminó por venirse arriba, contando chistes, que para gusto de Eri hizo que casi se cayese de la silla; e incluso cantando canciones donde la joven no pudo evitar hacer los coros.

Sin embargo poco duró la juerga pues el otro Uchiha pidió acelerar el ritmo, así que todos terminaron por callarse y andar, andar, y andar. No hablaron más de lo necesario en todo el camino, quizá hicieron una o dos paradas más única y exclusivamente para recuperar fuerzas y ejercitar los músculos, y eso a Eri se le antojó demasiado formal, demasiado serio, ¿por qué no podrían matar el tiempo y el agotamiento contándose batallitas?

Con suerte no quedaba más que un triste trecho de camino para llegar a Ichiban, o así había creído leer en el mapa que había traído con ella y que residía dentro de su mochila, sellada en su hombro izquierdo; ya que aprovechando el momento en el que ambos Uchiha habían ido a hacer sus necesidades, esperó unos segundos y aprovechó a sellarse su mochila y todo lo que en ella residía en su cuerpo. Fue una gran idea ya que gracias a ello no le terminó por doler la espalda en todo el camino.

Así que después de una larga caminata en silencio, por fin comenzaban a vislumbrar el pueblo donde por fin comenzarían la misión encomendada, además de poder descansar como era debido.
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#13
Después de un agotador día de camino, cuando el Sol ya se estaba poniendo, los muchachos atisbaron por fin en el horizonte las primeras casas. Siguiendo el sendero de tierra batida que les había llevado hasta allí a través de arrozales y pequeños bosquecillos, llegarían a Ichiban.

El pueblo no ofrecía un paisaje muy distinto al de otros asentamientos pequeños de Uzu no Kuni, un entorno rural y completamente alejado del bullicio de las grandes ciudades. Nada más llegar lo primero que vieron los muchachos fueron dos grupos de casas, cada uno a un lado del sendero. Las viviendas eran bastante humildes, de una sola planta y techados de tejas rojas, muy viejas. En los tejados asomaban chimeneas, ya humeantes en aquella época del año donde el frío viento de las Planicies obligaba a resguardarse por las noches.

Si seguían por el sendero se adentrarían en el pueblo, llegando a la única y principal plaza. Era un espacio abierto de tierra batida, con una fuente de agua corriente en el centro y más viviendas alrededor; incluida la residencia del alguacil, el responsable de Ichiban en el nombre del Daimyō de Uzu no Kuni. En la plaza también encontrarían una tienda de ultramarinos, a aquellas horas cerrada, que podría surtirles al día siguiente si les faltaba algo. Más allá de la plaza, otro grupo de casas —mucho menos numeroso—.

Akame oteó el panorama hasta que sus ojos dieron con la inconfundible posada. Ya había anochecido y la calle, además de mal iluminada, estaba desierta. Sin embargo, las ventanas del hostal —único edificio de Ichiban con dos plantas— dejaban escapar el resplandor del interior y su chimenea humeante prometía confort y calidez.

Por fin, dioses. Me muero de hambre —anunció el Uchiha, que sin pensarlo dos veces entró en el establecimiento.

La posada era tan humilde por dentro como podía deducirse por fuera. Una estancia lo suficientemente amplia como para que cupiera una vieja barra de madera —con estantería llena de licores y demás detrás—, media docena de pequeñas mesas con un par de sillas cada una y una gran chimenea al fondo. En el lado opuesto al de la puerta, unas escaleras que daban al piso superior. El lugar no estaba excesivamente concurrido, apenas cinco o seis parroquianos que jugaban a las cartas y bebían sake de una botella de cerámica.

Tendremos que alojarnos aquí. Paga el cliente, según me han dicho en la Aldea.




Mapacutre de Ichiban XD Los pjs llegan por el camino de la izquierda.

https://ibb.co/bsXd1G
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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#14
Datsue estaba que daba pena verlo. Tambaleándose de un lado a otro como un pobre diablo, con los hombros caídos, la cabeza todavía más caída y arrastrando los pies como si no pudiese ni con el alma.

Sí, estaba agotado, y había pensado arrojar la toalla no menos de cien veces.

Pero entonces, algo sucedió. Un pequeño milagro, que le hizo activarse como un resorte y sentir como el fuego de Amateratsu volvía a correr por sus venas, insuflándole vida. Y ese milagro fue…

Tendremos que alojarnos aquí. Paga el cliente, según me han dicho en la Aldea.

¿Paga el… cliente? —No hubo falta decir nada más. La mirada de Datsue pasó de apagada y apática a desprender el brillo del sol reflejado en una moneda de 1 ryo. Saltó a la mesa libre más próxima, y movió los brazos, como si estuviese ahogándose y pidiendo auxilio.

»¡¡¡Camareroooo!!! ¡Es una urgencia, por favor! ¡Tres ninjas hambrientos necesitan de su auxilio!
[Imagen: ksQJqx9.png]

¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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#15
Ya cuando el sol estaba por ponerse, los tres shinobis de la Espiral llegaron de su cansado viaje hasta Ichiban. No era nada diferente a lo que ella estaba acostumbrada a ver, era un pueblo pequeño con sus casas y sus establecimientos, aunque a Eri en aquel momento solo le interesaba uno: un buen hostal para poder comer y dormir hasta el día siguiente.

El lugar era exactamente como se lo habría imaginado, bastante acogedora y tranquila. No gozarían de aquel bullicio de las grandes urbes, pero la joven pelirroja agradecía aquella tranquilidad.

Tendremos que alojarnos aquí. Paga el cliente, según me han dicho en la Aldea.

¿Paga el… cliente?

Ella no dijo nada, solo se limitó a seguir a Datsue que había recobrado la energía como si se hubiera tomado algún tipo de tónico inyectado en el aire o algo; se sentaron en una mesa cuando...

¡¡¡Camareroooo!!! ¡Es una urgencia, por favor! ¡Tres ninjas hambrientos necesitan de su auxilio!

Al decir aquello el estómago de la chica rugió.

¡Datsue-san! ¡No hace falta que grites! —le regañó ella llevándose una mano a la cabeza, aquel viaje había sido agotador y le dolía la cabeza —. Con llamar en tono normal ya valía.
[Imagen: ksQJqx9.png]


—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
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