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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1

No hay tiempo límite para postear, sin embargo, hay límite para finalizar la prueba. De una forma u otra, el tema debe estar acabado antes del 12 de agosto a las 00:00 (Hora peninsular española).

¿Qué quiere decir eso? Bueno, el tema ira avanzando, y cada problema que solucionéis valdrá unos puntos, si llegada la fecha límite no habéis finalizado todos los problemas, se roleara que os quedáis a medias. Obviamente, habrá una penalización aparte de los puntos que habréis perdido ya de por sí.

El punto de todo esto es que podéis no postear en una semana, en dos, o hasta en tres, porque estáis de vacaciones, y después rushearlo. No os preocupeis, los masters intentaremos postear tan pronto como veamos vuestras respuestas. Pero no lo dejéis todo para el último día.

Cualquier duda, posteadla en el foro de dudas, no busqueis a ningún admin por privado ya que sois ocho participantes y todos podéis dudar cosas parecidas. De todas formas, habrá aclaraciones al final de cada post para evitar malentendidos.

Saludos y mucha suerte.

Había pasado una semana desde la primera prueba. No es que necesitasen tanto tiempo para descansar, pero sí para familiarizarse con el entorno, tal vez conocerse entre ellos o simple y llanamente entrenar. Fueron los encargados de cada villa los que informaron a los participantes que aquella mañana tendrían la segunda prueba, una prueba algo más práctica.

Sin embargo, era difícil verle la parte práctica a esa prueba cuando les habían mandado a primera hora de la mañana a la misma academia donde habían rellenado el cuestionario una semana antes. Además, el procedimiento empezaba a repetirse: iban todos en pelotón hasta encontrarse con el señor manco, cuyo nombre era desconocido con la posible excepción de algún participante de Uzushiogakure bien informado. El hombre repetía indumentaria, aunque esta vez parecía tener algo menos de seriedad en su rostro y les esperaba en la recepción misma, no enfrente de ningún aula.

No me miréis así, yo no voy a haceros ninguna prueba más, solo vengo a pasar lista.

Tras decir eso, volvió a hacer aparecer la hoja con los nombres en su única mano.

A diferencia de la última prueba, esta vez al confirmar vuestra presencia os diré con el número del aula en la que pasareis la prueba práctica. Siguiendo el pasillo encontraréis una bifurcación, a la izquierda los impares y a la derecha los pares. Como os he dicho, yo no soy el encargado de puntuar ni siquiera de vigilar, pero me han dado un par de instrucciones previas para vosotros —bajó la mirada al papel con los nombres y empezó a leer —. La primera es, no se aceptan preguntas hasta el final del examen, y segunda, podéis renunciar a esta prueba en cualquier momento desde ahora, no es eliminatoria pero constaría negativamente para la resolución final.

Alzó la mirada, repasando a los Genins con ella.

Si alguien quiere irse, ahí tiene la puerta —hizo una breve pausa —. Bien, empezamos.

Tras un último vistazo a los participantes empezó a llamarles uno a uno.

Umikiba Kaido, aula siete.

Esperó a que el muchacho empezase a moverse para seguir con el siguiente nombre.

Cuando Kaido llegase a la puerta del aula, se encontraría con que la puerta estaba abierta y que la distribución del aula estaba ligeramente cambiada. Las mesas de los estudiantes estaban exactamente como antes, sin embargo, la mesa del profesor había sido apartada a un lado y en vez de eso, habían dos cojines y entre ellos un plato con pescaditos fritos.

Uno de esos cojines estaba ocupado ya, por un hombre rapado. En una de sus manos tenía uno de los pescados, al ver al shinobi, el hombre empezó a toser y habló para sí mismo por lo bajo, aunque Kaido le escuchó perfectamente.

Joder, es incluso más horrendo de lo que me contaron.

El hombre vestía una camiseta blanca de tirantes y unos pantalones de camuflaje, con su chaleco y su correspondiente insignia plateada. Sus ojos oscuros miraban al genin como si estuviese buscando una forma de hablarle sin resaltar que era azulado e inhumano.

Bueno, tú, cierra la puerta y siéntate, que acabemos con esto rápido. Y, sin hablar a ser posible.— antes de seguir hablando se puso la mano delante de la boca y volvió a hablar por lo bajo, y Kaido volvió a escucharle — Seguro que le canta el aliento tanto como parece.

Esa voz le sonaba terriblemente familiar, pero no era capaz de atinar de qué era exactamente. Sin embargo, era consciente de que la había oído hace muy poco.
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#2
Kaido se encontraba frente al manco, con la mirada perdida. Lucía introspectivo, concentrado y con aspecto meditabundo. Repasaba en su cabeza las vicisitudes de la primera prueba y a su vez trataba de despejarse de todo aquello que le podría molestar durante la segunda. Aún tenía aquella espinilla de la infructífera emboscada a Datsue, por ejemplo, pero con ese ya tendría otra oportunidad de encargarse del asunto. El resto eran nimias que no iban a evitar que diera su cien por cien.

Ahora sólo importaba una cosa: y esa era la segunda prueba. De pegarla en el techo e hincharse a punto para ascender como bien creía que se lo merecía.

Entonces, el manco habló.

—A diferencia de la última prueba, esta vez al confirmar vuestra presencia os diré con el número del aula en la que pasareis la prueba práctica. Siguiendo el pasillo encontraréis una bifurcación, a la izquierda los impares y a la derecha los pares. Como os he dicho, yo no soy el encargado de puntuar ni siquiera de vigilar, pero me han dado un par de instrucciones previas para vosotros. La primera es, no se aceptan preguntas hasta el final del examen, y segunda, podéis renunciar a esta prueba en cualquier momento desde ahora, no es eliminatoria pero constaría negativamente para la resolución final.

¿Renunciar? ¿Acaso era esa una elección lógica? miró a su alrededor instintivamente, a la espera de alguna rendición temprana. Y sonrió, al ver que nadie había caído en la trampa. Porque tenía que ser eso, una vil y cruel trampa, ¿no?

Ante la negativa de todos, el hombre continuó y empezó a llamar a cada uno a sus respectivas aulas. La suya fue la siete, y a la siete se dirigió.

El escualo avanzó por el pasillo y tomó la bifurcación que le llevó hasta su sala asignada. En su interior todo lucía absolutamente igual salvo aquella acomodación en los linderos del mesón principal, que retirado, dejaba un espacio para dos cojines. Uno de ellos estaba ocupado.

Y en el medio, un plato de pescados fritos.

Torció el gesto y enarcó una ceja. Y esa ceja se torció a su vez cuando escuchó cómo el calvo —quien parecía ser su examinador personal—. increpaba sobre su apariencia y poco se molestaba en disimular. Kaido sonrió, y una pequeña vena se le encendió allí en el costado derecho de su frente.

—Bueno, tú, cierra la puerta y siéntate, que acabemos con esto rápido. Y, sin hablar a ser posible —el gyojin cerró tras suyo y avanzó cauteloso hasta el cojín. Y no habló, muy a pesar de que su silencio le permitiría escuchar sin ningún tipo de reparo una nueva ofensa por parte de aquel tipo—. Seguro que le canta el aliento tanto como parece.

Kaido ensanchó aún más su sonrisa. Y respiró profundo. Muuuy profundo. Porque era consciente de lo que intentaba hacer el tipo. Que él picara de su jodido anzuelo.

«No lo golpees. No lo golpees. No lo golpees»
#3
El chico azulado pareció mantener la suficiente compostura como para no lanzarse al cuello de su examinador, pero su rostro y su actitud delataban que ganas no le faltaban. El rapado, por su parte, parecía bastante indiferente a la actitud de Kaido.

Bueno, voy, a, explicarte, la, segunda, prueba. ¿Lo, entiendes? — el hombre hacía pequeñas pausas despues de cada palabra como si el tiburón de Amegakure fuera el tonto del pueblo. — Va, si no lo entiendes es cosa tuya. No hay preguntes ni interrumpas, en general, no abras la boca, por favor, hasta que acabe. La segunda prueba es un Genjutsu de ejecución compleja y delicada. Delicada significa que se puede ir todo a la mierda muy rápido. Te pondrá en una situación real de misión y tú tendrás que tomar una decisión. La mejor, a ser posible. Después tendrás un tiempo dentro de la misma ilusión para justificarte lo mejor que puedas y pasaras a la siguiente situación. Tras un par de situaciones volverás aquí y podrás hacerme una pregunta. Cuando te responda acabará la prueba. Abandonar el aula o deshacer la ilusión se considerará abandono. ¿Necesitas que te lo repita o abandonas o seguimos?

El calvo se llevó otro pescado frito a la boca, mientras miraba al genin esperando a ver si había entendido algo. Lo peor de todo es como esa voz sonaba tan bien al vacilar, era como si hubiese nacido para ser un truhan.
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#4
—Bueno, voy, a, explicarte, la, segunda, prueba. ¿Lo, entiendes? —por supuesto que lo entendía. ¿Cómo no iba a hacerlo? ¿Acaso creía él que lidiaba con algún retrasado mental? ¿se trataba de un ensañamiento personal para con Kaido, o era sólo una estrategia para explotar las debilidades del ninja que ahora tenía en frente? quería golpearlo. Quería golpearlo con tantas ganas. Y esa voz. Esa voz de mierda.

La cabeza del gyojin se paseaba del timbo al tambo entre estas dos opciones. Midiendo la distancia de su puño derecho de la cara del examinador a su vez de que analizaba las consecuencias de esa acción en particular en una ráfaga de posibilidades. Volvió a respirar hondo, y asintió. Lo entiendo, habrá querido decir, y su silencio permitió que el examinador continuara con la explicación. Había elegido aprobar, por sobre el deleite de darle una paliza al calvo.

Al menos por ahora.

»Va, si no lo entiendes es cosa tuya. No hay preguntes ni interrumpas, en general, no abras la boca, por favor, hasta que acabe. La segunda prueba es un Genjutsu de ejecución compleja y delicada. Delicada significa que se puede ir todo a la mierda muy rápido. Te pondrá en una situación real de misión y tú tendrás que tomar una decisión. La mejor, a ser posible. Después tendrás un tiempo dentro de la misma ilusión para justificarte lo mejor que puedas y pasaras a la siguiente situación. Tras un par de situaciones volverás aquí y podrás hacerme una pregunta. Cuando te responda acabará la prueba. Abandonar el aula o deshacer la ilusión se considerará abandono. ¿Necesitas que te lo repita o abandonas o seguimos?

—Sigamos —respondió, escueto. Con la mente en el puto juego.
#5

Advertencia. A partir de aquí, cada post será decisivo. Es decir, una vez que posteeis y yo lea el post, no valdrá cambiar la respuesta. Haré copiar y pegar y esa será la respuesta con la que me quedaré. Tomaos vuestro tiempo pero estad 100% seguros una vez le deis a enviar. En casos extremos en los que sintáis una necesidad imperiosa de cambiar vuestra respuesta, pedidlo en el tablón, pero habrá una penalización.

El shinobi seguía dedicándole miradas que dudaban de las capacidades intelectuales del gyojin, incluso se sorprendió cuando éste finalmente dijo algo.

Hostias, si hablas y todo. Suerte, chaval, que la vas a necesitar. La ilusión no va a ser precisamente una competición de natación. Ni de ver quien es más feo

Antes de que Kaido pudiese contestar, el hombre le tocó el brazo tras hacer una serie de sellos y la luz se desvaneció para reformarse de nuevo un instante más tarde.

De pronto, iba corriendo a toda velocidad por un camino de tierra en medio de un bosque. Aún quedaban varias horas de sol. Su vestimenta seguía igual con la diferencia de que llevaba un chaleco y una placa que antes no y que le concedían el rango de chunin. Tras él, a apenas unos metros, lo seguían tres genins. Eran dos chicos, uno rubio y otro pelinegro y una chica pelinegra.

En su cerebro empezó a aparecer información que él sabía que era parte de la ilusión. Estaban persiguiendo a un exiliado de su villa, de rango Chunin en el momento en que se exilió, hacía ya un par de meses. Habían tenido un encontronazo con él, del que se había escabullido con heridas leves, conocía el terreno mejor que ellos, ya que se escondía por ahí cerca.

Por si todo eso fuera poco, durante ese encontronazo acontecieron hechos que hacen dudar de una filtración de información. Probablemente, uno de los genin está ayudando al exiliado, directa o indirectamente, consciente o inconscientemente. No tienes ningún indicio claro que señale a ninguno de los tres, y empezar a interrogar y dudar de los tres podría crear fisuras en el grupo, además de que sería un gasto tremendo de tiempo y esfuerzo.

No tardaron en llegar a una bifurcación en el camino, había huellas que probaban que el shinobi en cuestión había pasado por allí. La cosa era que había huellas en ambos caminos, el forajido estaba solo, así que una de las opciones era incorrecta. Fuese cual fuese, no había tiempo para detenerse a hacer preguntas. Estaban en plena persecución, cada segundo era un segundo de ventaja para el perseguido. Los tres genins se pararon y miraron al shinobi de mayor rango esperando una decisión.

Tenía tiempo para darles una explicación breve a sus inferiores sobre cómo actuar, sin embargo, había muchos factores a tener en cuenta.


No conoces las capacidades de los genins, más allá de que saben todas las habilidades básicas. Son niños pobres, tienen como mucho un kunai y un shuriken. Tú posees todo tu inventario. No hay más limitaciones. La bifurcación es marcada, es decir, son dos caminos totalmente opuestos que muy improbablemente vayan a encontrarse después.
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#6
—Hostias, si hablas y todo. Suerte, chaval, que la vas a necesitar. La ilusión no va a ser precisamente una competición de natación. Ni de ver quien es más feo.

No le dio tiempo a decir nada, aún si lo hubiera querido. El examinador realizó súbitamente una serie de sellos que acabaron en un simple toque, que apagó todo a su alrededor por apenas unos segundos, hasta que a realidad se reconstruyó a obra y semejanza de su creador para dar vida a la misión de prueba.

Kaido corría a toda marcha, acompañado de tres genin. Los cuatro atravesaban como equipo un camino de tierra que se abría paso en el interior de un bosque. Él vestía un chaleco chunin y la respectiva placa que le certificaba como el capitán de aquel escuadrón, a la par de que los críos —de aspecto mundano y simplón además de estar precariamente armados— seguían sus direcciones.

La situación era muy precaria. Se sabía de que el objetivo era un exiliado de su propia villa, con quien habían tenido una ligera disputa de la que había salido apenas herido. Aquello se transformó luego en una persecución en la que la desventaja pasó a ser parte de su apuesta, pues al parecer el exiliado conocía mejor el terreno que ellos. Además, Kaido como líder tenía que lidiar en el mientras tanto con la posibilidad de que hubiera un jodido topo entre sus tres polluelos. No sabía quién, ni tenía indicios de; y no contaba el tiempo físico como para averiguarlo. Tenía que continuar.

Llegado el momento, el destino de aquella misión le puso a él y a sus genin en una terrible encrucijada. Dos caminos, ambos con huellas en sus trayectos. Dos elecciones, una de ellas errada.

Lo primero que hizo Kaido fue indagar en lo siguiente: ¿gozaban ellos de alguna muestra de sangre del exiliado, que quizás; habría sido recabada durante la primera confrontación a través de algún pedazo de tela empapada o similar? de ser así, el método justificaba la elección. El olfato de Kaido haría de la de juez y certificaría a través del rastro cuál era el camino correcto. Si no era el caso, atendería a los jóvenes y les daría instrucciones concretas:

—Tú y tú —dijo, señalando a la chica y al rubio, a su vez de que marcaba una gran equis con su kunai al ras del suelo—. tomaréis el camino de la izquierda. El objetivo es muy claro: si dais con el exiliado, uno de vosotros deberá volver hasta aquí, el punto cero; mientras el otro mantiene la vigilia para no perder nuevamente el rastro. También tendrán que poder discernir en qué momento detenerse y volver ambos, si sucede lo contrario y no encuentran a nadie. Eviten a toda costa el enfrentamiento directo y no os dejéis ver bajo ninguna circunstancia. Mucho cuidado con el trayecto, puede haber trampas. Id dejando marcas en la ruta para que podáis volver por el mismo camino.

Entonces se giró hasta el otro chico, el pelinegro.

»Tú vendrás conmigo. Las reglas son las mismas —espetó. Después torció el gesto hacia la chica pelinegra—. el que vuelva, tendrá que avisar al equipo del camino contrario de que habéis dado con el exiliado. ¿Entendido?
#7
Los genins asintieron ante las ordenes del chunin y las cumplieron a rajatabla. Tras ir cada par por su lado todo se deshizo tal y como se había formado hacia un momento. En vez de volver a la oscuridad, apareció en una pequeña sala completamente blanca con una silla con reposa-brazos y nada más, ni siquiera una puerta. En la pared enfrente de la silla había escritas tres palabras con tinta roja. No olía a nada, no se oían más que los sonidos que él mismo hiciera y no se veían sombras.

Las palabras eran:
Justifica tu respuesta

Y la tinta aún caía por la pared creando hilillos rojos sobre el blanco.
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#8
La ilusión, de pronto, pareció romperse tras la toma de decisiones. La imagen de los dos equipos yéndose por ambos caminos se diluyó hasta convertirse en una sala blanquecina donde él, Kaido, yacía sentado en una silla con reposa brazos. La habitación era blanca y no tenía ninguna salida aparente por donde algún claustrofóbico pudiera escapar.

Frente a él yacía escrita en rojo: Justifica tu respuesta.

El escualo tuvo que parpadear un par de veces y recomponerse ante aquellos cambios tan súbito que tan bien le sacaban de quicio. Y sólo entonces comprendió cuál iba a ser la tangente de aquella prueba, donde las decisiones tomadas ahora tenían que ser debidamente justificadas. Por lo tanto, equivocarse en la decisión final era técnicamente reprobar.

Entendiendo la situación, tuvo que recriminarse su respuesta. Quizás hubiera hecho algo diferente, aunque menos ortodoxo. ¿Hubiera sido lo ideal?

Quién sabe. Ya no había vuelta atrás.

—La decisión fue la más sensata entre las opciones que tenía entre manos, teniendo en cuenta que el tiempo corría en contra nuestra y que cualquier posibilidad de elaborar algún plan más efectivo simplemente nos haría perderle el rastro. Así que el hecho de separarnos en dos equipos no sólo nos permitía sumergirnos en los dos caminos posibles y mantener así las probabilidades abiertas de dar con el exiliado, sino que cada cuál contaría con su respectivo comodín para ser la voz de advertencia al equipo equivocado, lo que en supone ser la parte más importante cuando el grupo debe separarse. El único problema con ésto es que la elección está fundamentada, lamentablemente, en una arbitrariedad que dejaba el cabo del traidor a la suerte. Podía estar conmigo, lo que hubiera sido ideal, o acompañando al otro genin, lo que también podría complicar un poco la situación, pero era un riesgo válido a tomar teniendo en cuenta la circunstancia y el objetivo de nuestra misión que no es sino atrapar al traidor.

Parpadeó un par de veces y asintió. Esa había sido toda su respuesta.
#9
Cuando el mismo shinobi considerase acabado su discurso, la ilusión volvería a coger forma.

Esta vez no se encontraba en ningún bosque, ni siquiera al aire libre. Las paredes endebles de una tienda era lo único que le separaba del aire nocturno. Estaba en plena base enemiga. Estaba esposado con unas esposas supresoras de chakra y anclado al suelo con una cadena. Además, toda su indumentaria le había sido sustraída y reemplazada por una camiseta de manga corta y unos pantalones cortos. Ningún arma ni herramienta le iba a salvar.

Antes de siquiera poder adaptarse a su situación un hombre entró en la tienda y tiró a su lado a otro chaval, esposado también. El hombre era rubio con ojos verdes y tenía pinta de ser el jefe, mientras que el prisionero llevaba las misma ropa que el shinobi. Reconoció al otro muchacho, estaba totalmente seguro de haberlo visto entre el alumnado de la academia, aunque era incapaz de darle un nombre o decir con exactitud cuando lo había visto. Sin embargo, era un compañero de villa y profesión con total seguridad.

Te pongo en antecedentes, éste dice que no sabe nada, así que le vamos a cortar una pierna. Total, son todo beneficios, nos aseguramos de que de verdad no sepa nada y ni te imaginas lo fácil que se vigila a un tullido. Y si sigue sin contestarnos, pues tiraremos a por la otra. Porque solo hay una cosa más fácil de vigilar que un tullido y es un doble tullido. Ahora que sois dos igual podéis echarle un pensamiento. Chicos, agarrad al tullido, digo, al genin. Perdón, me he adelantado.

Dos hombres más entraron en la escena, rapados y con cara de poco cerebro y mucho músculo, agarraron al otro chico mientras su jefe escogía entre la multitud de armas que guardaban en la tienda. Finalmente, levantó una sierra dentada de metro y medio mínimo de largo.

Nunca entendí por qué demonios teníamos esta monstruosidad aquí. Es tan... aparatosa que no sirve para el combate. Supongo que va perfecta para hacer una carnicería —se acercó al chico inmovilizado que miraba con pavor la sierra—. Me han dicho que los Chunin hacen un juramento o alguna mierda así sobre proteger a sus inferiores. Yo voy a lanzar una pregunta al aire, si obtengo una respuesta, saldré de aquí tan contento y sin quitarle ninguna pierna a nadie.

El genin le dedicó una de las miradas más aterrorizadas que había visto en su vida, aún así, no abrió la boca, probablemente a sabiendas de que si lo hiciera lo único que saldrá de ella son súplicas y llantos. El verdugo bajó la sierra hasta que tocó la carne expuesta del chico, que ahogó un grito y cerró los ojos.

¿Quien es el jinchuriki de vuestra villa? Un nombre y un apellido y nadie acabará saliendo por partes de aquí.
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#10
La respuesta a la primera disyuntiva del examen dio luz verde para que la ilusión mutara nuevamente. No creyó ni haber parpadeado cuando de pronto se encontró en el interior de una tienda móvil, o esa era la sensación que daban sus endebles paredes. Sabía a conciencia de que se trataba de una base enemiga, y de que él se encontraba cautivo en sus manos. Sendas esposas supresoras de chakra le impedían de liberarse de su atadura, y apenas vestía unos harapos mugrientos, también despojado de cualquier artilugio shinobi que pudiera echarle un cable en tan precaria situación.

Llegó un momento en el que creyó que aquello era el todo de esa segunda prueba. Que su objetivo sería definir el cómo poder escapar del cautiverio. Pero no podía estar más errado, desde luego.

Pasó poco tiempo para que dos personas hicieran acto en escena. Un hombre rubio de ojos verdes y líder del enemigo se adentró en la tienda. Junto a él, arrojado cual muñeco de trapo, otro ninja. Un compañero de aldea, para más inri.

Entonces se lo vio venir. Y el "jefe" se encargó de hacérselo saber también.

Te pongo en antecedentes, éste dice que no sabe nada, así que le vamos a cortar una pierna. Total, son todo beneficios, nos aseguramos de que de verdad no sepa nada y ni te imaginas lo fácil que se vigila a un tullido. Y si sigue sin contestarnos, pues tiraremos a por la otra. Porque solo hay una cosa más fácil de vigilar que un tullido y es un doble tullido. Ahora que sois dos igual podéis echarle un pensamiento. Chicos, agarrad al tullido, digo, al genin. Perdón, me he adelantado.

Kaido tragó saliva, a la vez de que fruncía el ceño con más fuerza.

Otros dos matones se adentraron a la tienda y tomaron al genin, mientras el otro jugueteaba con una monstruosidad de arma. A su vez también relataba sobre las promesas y la lealtad que supuestamente tras la placa de chunin, y de las responsabilidades que asumía uno mientras estuviera a cargo de un inferior.

Pero entonces lanzó la única pregunta que quizás, en estos tiempos, podía quebrantar cualquier juramento. Donde la vida de muchos valía por sobre la de un crío, o la de su superior.

¿Quien es el jinchuriki de vuestra villa? Un nombre y un apellido y nadie acabará saliendo por partes de aquí.

Sólo alguien sin escrúpulos respondería el acto. Kaido tenía algo, poco, pero tenía. Y se habrá debatido intensamente en si revelar aquella información —que muy a su pesar, sí la sabía— sería extremadamente perjudicial. Y para quienes. Entonces vio a su genin, y le sonrió. Se trató de una sonrisa que de tener alguna traducción, habría dicho muerte. Técnicamente habría querido decirle: abrázala, pues ésta es inevitable.

Entonces miró al líder.

—Vete a tomar por culo. — y se mordió la lengua con sus dientes de sierra. Ni con los métodos más mortales le iban a obligar a hablar, pues se había encargado de no tener cómo.
#11
Sintió su lengua partirse en dos mitades, la que seguía pegada a él y la que cayó al suelo inerte. Pero sobretodo, sintió sangre, cantidades ingentes de sangre brotándole de la misma boca. El problema no era el sabor de la sangre, caliente e irritante por la gargante, el problema era que estaba paralizado, toda la ilusión lo estaba, no podía moverse ni tragar.

Sentía ese liquido ardiente bajar por la garganta y llenarle por dentro indistintamente de qué órgano trabajaba líquidos y cual gases. No tardó en sentir que se ahogaba en su propia sangre y entonces cayó.

En realidad no cayó a ninguna parte, se encontraba de nuevo en su asiento, junto al amable hombre que le había explicado el funcionamiento de la prueba de ascenso a Chunin. Tenía una sonrisa dificil de descifrar, pero en general parecía divertido con el resultado del tiburón andante.

Admito que tienes huevos, bueno, en tu jerga serán agallas, supongo. Antes de que te escames, has roto la pauta del Genjutsu. Así que tendrás que hacer la justificación en tiempo real. Supongo que nadie imaginó que alguien se suicidaría, gente con poca imaginación. Empieza, va, despues la pregunta y cada uno a su acuario.

Todo el cuarto seguía igual y la voz de aquel hombre seguía vacilandole en cada verbo, articulo o nombre que decía.
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#12
Morderse la lengua había sido una decisión, dentro de todo, premeditada. No así el ahogarse con su propia sangre hasta perder, hipotéticamente, la vida.

Había oído historias de grandes mártires que renegaron de su propia habla a fin de no desvelar algún secreto de Estado, y el nombre de la guardiana de Amegakure lo era. Así que para él era un ganar y ganar, a excepción de su "muerte".

Tuvo la suerte, quizás, de que ya había padecido una situación similar días atrás. Y también a través de un genjutsu. Que se lo preguntaran a Uchiha Datsue, sino.

—Admito que tienes huevos —admitió el examinador, que poco se había molestado en halagar al tiburón sino hasta preciso instante. Él, por su parte, se acariciaba el cuello y se debatía entre el sabor amargo a hierro que le golpeteaban las papilas gustativas, muy a pesar de que realmente nunca tragó sangre—. bueno, en tu jerga serán agallas, supongo. Antes de que te escames, has roto la pauta del Genjutsu. Así que tendrás que hacer la justificación en tiempo real. Supongo que nadie imaginó que alguien se suicidaría, gente con poca imaginación. Empieza, va, despues la pregunta y cada uno a su acuario.

Kaido tragó saliva. Le costó un par de segundos poder hablar.

—La vida de un genin que esté bajo el mando de un superior es una responsabilidad que en circunstancias normales un chunin no debe olvidar, y por la cuál tendría que velar siempre. Pero ésta situación en particular era un hecho excepcional donde una filtración de información podía cobrarse más vidas que la de dos simples soldados. Por eso opté por descartarnos como fichas. Supiera o no la información, tenía que evitar el punto en el que la tortura me obligase a soltar letra sin mi consentimiento. O incluso que alguno pudiera hurgar en mi cabeza a través de un genjutsu, o algo del estilo.

»Aceptar la muerte era la solución más evidente para eliminar el riesgo que traía consigo la captura, y información que el enemigo buscaba encontrar.


Y en cuanto terminó, no parpadeó más. Se quedó mirando fijo al examinador, en silencio, mientras trataba de recuperar su tan usual compostura. ¿La pregunta? realmente no tenía ninguna, aunque realmente esperaba que el examinador se la increpase para él evaluar los por qué de aquella posibilidad. Después de todo, que la predisposición de poder preguntar algo existiese tenía que tener de por sí un propósito.

El tema: saber cuál.
#13
El examinador no movió ni una pestaña en lo que Kaido se había dedicado a explicarse. Tampoco es que pareciese prestarle mucha atención, como siempre, pero tampoco interrumpió ni le expresó de ninguna forma qué le pareció la respuesta del amejin.

Pues si eso es todo, suelta la pregunta que tengas y damos carpetazo al asunto. Tú preguntas, yo contesto y todos contentos.

Se levantó y se dirigió a la ventana sin prisa, justo cuando a Kaido se le juntaron dos ideas. La voz del examinador y la voz de Uchiha Datsue, quien acababa de venirle a la mente hace nada, eran exactamente iguales. ¿Casualidad? ¿A propósito para el examen? ¿O... podía ser... otra jugarreta del Uchiha?
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#14
El gyojin, aún ligeramente atolondrado, siguió el paso del examinador hasta la ventana. Luego, reparó en aquella coincidencia que venía dándole ligeros toques de atención desde que se hubo adentrado en la sala en primer lugar, de que la voz que salía de aquel hombre le resultaba absurdamente familiar.

Con el ceño fruncido, trató de controlar cualquier impulso que aquel tono pudiera causarle y formuló la única interrogante que se le venía a la mente.

—¿Cómo te llamas? —preguntó.
#15
El examinador se levantó y se acercó a la ventana murmurando algo sobre el olor a mar muerto que había en el aula. Al oír la pregunta de Kaido, soltó una leve carcajada.

Creo que esperas más de mi de lo que te voy a contestar, pero una pregunta es una pregunta...

Mientras hablaba abrió la ventana para airear la estancia. En cuanto la abrió, una fuerte explosión tumbó toda la cristalera y el muro que la sostenía, enterrando en escombros al mismo examinador y dejando al shinobi aturdido tras caer hacia atrás violentamente.

Tras unos segundos, o unos minutos, el shinobi volvió en sí, apenas oía por el zumbido que le había dejado la explosión en las orejas, tenía varias rascadas superficiales y ante él la pared derrumbada encima de su examinador, al que ahora solo se le veía un brazo inerte. Detrás de él la puerta se abrió y una voz sonó a tal volumen que la pudo escuchar perfectamente.

¡Aquí hay uno vivo! ¡Hey, chaval! ¡Tiene que salir de aquí ahora mismo! ¡Nos atacan!

Si se giraba vería al mismo manco que les había atendido en primer lugar. Era cierto que se escuchaba todo tipo de sonidos típicos de combates shinobi. Choque entre metales, el silbido de armas arrojadizas e incluso explosiones causadas por todo tipo de choque de ninjutsus. Y cada vez los oía más cerca. A un lado tenía al hombre, que parecía estar vigilando que nadie entrase por el pasillo, al otro, la pared derribada, que ahora dejaba ver uno de los patios interiores de la academia.
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