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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
¡Venga, estoy en racha! —exclamó Ryuusuke, sentado en una de las pequeñas casetas con mesas que había en el Jardín de los Cerezos. Eri lo miraba con un tic nervioso en el ojo—. ¿Quién se atreve con la revancha?

¡Yo te puedo con los ojos cerrados! —gruñó un hombre, achispado, acercándose y sentándose frente a él, tomándole de la mano y esperando a que Eri diese la señal, pero ella solo arqueó las cejas al verles mirándola, expectantes.

Buscaos a otra —espetó, cruzándose de brazos y girándose para apoyarse sobre su mano, la cual, a su vez, estaba apoyada sobre sus piernas cruzadas. Estaba sentada al lado de su hermano, el cual estaba ataviado con un Uwagi de color rojo y algo subidito por el alcohol que ya llevaba en vena. Hotaru, por su parte, tenía las mejillas sonrosadas y una sonrisa estúpida en el rostro. Ah, y una botella a medio vaciar en la mano.

¡Yaaa~! —canturreó, y los hombres comenzaron con el pulso.

Eri rodó los ojos, ¿y ella era la pequeña en aquella familia?

¡Nadie puede conmigo! —exclamó al ver cómo había vuelto a ganar y el hombre se iba mientras fulminaba al Uzumaki con la mirada.

Eres un abusón —recriminó su hermana menor, y él revolvió su cabello—. Y un pesado.

Pero me quieres —alegó, acercándose a ella y abrazándola con fuerza.

Y ella, resignada, le devolvió el abrazo, uniéndose una ebria Hotaru a sus hermanos, hasta que al final se despegó y se sentó frente a su hermano.

¡Venga, ahora yoo~! —exclamó.

Y vuelta a empezar.
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#2
¿Y por qué tengo que llevar esto? Pensaba que veníamos a pasarlo bien.

Vestía con un Yukata de lineas horizontales, el fondo era gris oscuro y las lineas eran amarillo pálido. Obviamente, como casi toda la vestimenta que tenía en casa, en la espalda llevaba una enorme espiral carmesí, símbolo de la familia de mi madre y de la villa. El Obi era de ese mismo color. Sin embargo, para alguien que de normal viste cosas normales, ir tan formal era molesto, inmaniobrable e insoportable. Hasta iba repeinado con el pelo hacia atrás, era como ir de antiyo.

Venga, no te quejes tanto, aceptaste venir bien vestido.

Ay, los tratos a medias tintas de mi madre. Tantas mentiras en tan pocas palabras.

Primero, juraste que habría una cantidad importante de comida, cosa que no tengo ni veo. Segundo, dijiste que ibas a comprarle algo igual de ridiculo a Stuffy, ¡y miralo! Con sus pelos al aire como siempre.

Stuffy iba al lado, todo lo que llevaba era un lazo del mismo carmesí que todo en esta villa atado al cuello.

Calla, más me duele a mí. ¿No te acuerdas que hace unos años le compramos un vestidito pequeñito que era monisimo? Pues pensé que podría encontrar algo parecido tamaño oso, pero al final nada. ¡Es que ha crecido mucho!

El can ladró afirmando que recordaba la escena. Yo tenía recuerdos borrosos de un perro tuerto vestido de color, sorpresa, sorpresa, carmesí. Con un falso yukata y un falso obi puestos, en versión perruna, todo lleno de florecitas y figuritas de perro. Imaginarmelo ahora vestido con eso, bueno, joder, era tan ridículo que hubiese valido la pena la tortura.

¡Y lo de la comida has sido tú el que no ha querido pararse en los puestos del principio!

Me acusó, de nuevo, saltándose los detalles más importantes.

¡Vendían pescado! ¿Crees que me visto así para comer pescado? ¿Quien demonios quiere pescado en una noche de fiesta? ¿Acaso soy azul y tengo branquias? ¡No! Es como si me vendiesen ahora una ensalada. ¿Soy verde y suelto savia? Pues ya está. Soy de carne, por lo que necesito carne para vivir.

Por si esa murga no fuese suficiente, mi padre se acercó y me pasó un brazo por el cuello, y me preparé para una segunda murga.

Mira, chaval, con ese Yukata conquisté yo a tu madre. A ver si te pones las pilas y te ligas tú también una Uzumaki. Eso es tener nivel. La gente que se casa con Inuzukas o Naras o mierdas de estas, no saben lo que es bueno. En cambio mira a tu viejo. Todos los hijos torpes y lerdos, pero la mujer, la mujer de diez. ¿Y quien elegí yo? A tu madre, vosotros sois una mala combinación de los genes de tu abuelo. Así que deja de hacer el idiota y céntrate chaval.

Yo pensaba que yo me liaba a hablar, pero mi padre trabajaba otro nivel.

Te he dicho mil veces que Eri está a otro nivel, es Jounin, Uzumaki, tiene clase, tiene inteligencia, no veo ninguna forma viable de que se fije en mí.

Eres llorón de cojones, joder. Tu madre casi nació Jounin, ¿y yo? Subí a Chunin poco antes de empezar a tener niños llorones. ¿Ves el problema? No, porque no lo hay. Lo importante es echarle huevos. ¿Cuantos inutiles crees que hay como tú? Un montón. Idiotas que dicen "Es que no estoy a su nivel" y ni la saludan. Solo tienes que echarle huevos, joder, encima tú tienes la baza de que sois amigos desde pequeños. Yo a tu madre me la trabajé de cero.

Mi madre estaba hablando con Stuffy ignorándonos a mi y a mi padre, empecé a plantearme si lo de que no me hiciesen ni puto caso venía de mi padre. En esencia, ¿no era lo mismo? Mi padre era una versión cutre de mi y mi madre... mi madre parecía tener dos años más que Eri a lo sumo. Se mantenía increiblemente joven, fruto de las trampas de la genética.

No me comas la cabeza. Eri y yo somos amigos, y ya.

¿O qué? ¿Eramos siquiera amigos? Es decir, ella defendía a muerte a una amenia de tres al cuarto que daba la casualidad de que era una bomba atómica de las tres que tenemos divididas entre las villas, pero, ¿y a mí? ¿En qué consideración me tenía a mí? No tenía ni puta idea, ni ninguna forma de corroborarlo. Preguntarle a Datsue era más suicidio que otra cosa, porque ese chaval no iba a soltar el tema hasta que nos casáramos o me matase Eri.

Al volver a buscar a mi madre con la mirada, estaba parada delante de una caseta donde había toda una congregación de personas haciendo barullo. Stuffy parecía haber reconocido a alguien y se había echado encima como siempre.

¡Eri-chan! Enhorabuena por tu ascenso. A ver si vienes a vernos más a menudo, que hace un año que no se te ve el pelo por mi casa. ¿Ya ha dicho algo el energúmeno de mi hijo? Tú no le hagas caso. Pasaos todos un día y preparamos una barbacoa o algo. Los niños de hoy en día, en cuanto crecéis un poco no queréis saber nada de nosotros.

De pronto me sentía como si tuviese siete años, controlando las ganas de encerrar a mi madre en casa para siempre. Me acerqué saludando a Eri con la mirada, mientras mi madre se sentaba alegremente a charlar con sus hermanos y mi padre pedía algo de alcohol al tendero.

Si Dios existía, era el momento de que me matase.
Nabi
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#3
La chica se cruzó de piernas y dejó que su yukata se abriese ligeramente, suspirando mientras miraba a los cazurros de sus hermanos discutir. Pese a la derrota inevitable de Hotaru, no se dio por vencida y fueron llamando a más y más gente, hasta que el barullo se hizo inevitable.

Una mujer pelirroja ataviada de forma similar a ella se acercó, pero la reconoció cuando Stuffy se lanzó a sus piernas, reclamando atención. Eri sonrió y escuchó a la madre de Nabi mientras acariciaba a Stuffy, escuchando de fondo los gritos de su hermano.

¡Eri-chan! Enhorabuena por tu ascenso. A ver si vienes a vernos más a menudo, que hace un año que no se te ve el pelo por mi casa. ¿Ya ha dicho algo el energúmeno de mi hijo? Tú no le hagas caso. Pasaos todos un día y preparamos una barbacoa o algo. Los niños de hoy en día, en cuanto crecéis un poco no queréis saber nada de nosotros.

Buenas noches —saludó, inclinando la cabeza—. La verdad es que hablé con su hijo sobre mi ascenso y todo con él va bien, ¡no se preocupe! Y si no he vuelto a ir es porque no quiero molestar, de verdad —admitió, aunque en parte era porque Nabi y ella no tenían la misma relación que antaño, sobre todo cuando ambos tenían creencias diferentes.

¿Barbacoa? ¿Dónde? —Ryuusuke se había girado lo suficiente para interesarse por la conversación que las dos féminas llevaban a cabo, dejando a Hotaru ocupar su lugar mientras se remangaba las manos, dispuesta a probar suerte con la gente que se acercaba.

Justo cuando él se sumó a la conversación, Eri pudo apreciar a Nabi aparecer por detrás de su madre, saludándola en silencio. Ella le dedicó un asentimiento de cabeza a modo de saludo.

No sé si conocerá a mis hermanos: éste es mi hermano mayor, Ryuusuke, es Uzumaki como nosotras —señaló su cabello, y luego buscó a su hermana entre la muchedumbre—. Y esa de allí es mi hermana Hotaru, aunque está un poco ebria hoy, suele trabajar en el hospital.

¡Encantada~! —se escuchó tras un hipido.

¿Y dónde está esto...?

Nabi.

¡Eso, Nabi! ¿Dónde está? —preguntó, buscando a su alrededor.
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#4
¡Como olvidarme de Ryuusuke! ¿No te ha contado que yo le dí clases en la Academia? Justo cuando ascendí a Chunnin estuve un par de cursos enseñando a la peor generación que ha conocido Uzushiogakure, hasta que llegasteis vosotros y pasó todo lo de Zoku, claro. De la que fue despues de ti y de Nabi, dicen que no queda ni uno solo. Entre los que lo dejan y los que desaparecen, apenas quedan ninjas que asciendan a Chunnin. Sin contar que el idiota de mi hijo ni se presentó.

Mi madre ya se había sentado, Stuffy estaba de fiesta con Eri y mi padre acababa de llegar con dos vasos, uno para su amor y otro para él. Vamos, que no me echaba cuentas ni el tato.

A ver, los menores de edad fuera de aquí, que los mayores estamos celebrando el festival como tiene que ser.

Mi madre le pegó un codazo que me dolió hasta a mí y tras un par de movimientos de cabeza, mi padre pareció entender lo que le decía.

¡Y para celebrar el ascenso de Eri! Por supuesto que sí. Por fin una chica responsable en una generación de liantes y tuertos. Felicidades, Eri. Gran trabajo en el examen y mucho mejor en el follón de después.

Soltó alegremente mientras daba un trago largo de lo que fuese que bebía. Yo por mi parte, fui retrocediendo lentamente, alejandome de la mesa y todos los presentes.

Bueno... Yo voy a ver si pillo algo de comer.

De nuevo, ni una reacción, así que me dí la vuelta y me fui donde mejor oliese. A ver si llenaba mi tripita.
Nabi
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#5
Su hermano y la madre de Nabi parecieron entablar una fácil conversación de la que Eri poco a poco terminó siendo el foco de atención, hasta que al final su padre llegó y prácticamente los echó a ambos para poder comenzar con su festival propio de cerveza.

Muchas gracias, son muy amables —murmuró Eri mientras la madre de Nabi continuaba alagándola.

Sin embargo su hermana Hotaru no tardó en entrar con un par de vasos más, uno para su hermano y otro para ella, y se unió a la conversación con una sonrisilla tonta en la boca. Eri quiso volver a casa o simplemente largarse de allí, y justo cuando deseó aquello, Nabi pareció aparecer de pronto en la escena.

Bueno... Yo voy a ver si pillo algo de comer.

Y quiso desaparecer, pero Eri, quien normalmente no caía tanto en su presencia, aquel día pareció ser su ticket para alejarse del cotarro, así que soltando unas excusas que ni ella misma entendió, fue tras Nabi.

¡Espera! —pidió, corriendo tras él con aquellas getas que eran de todo menos cómodas—. ¿Puedo acompañarte?
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#6
¡Espera! ¿Puedo acompañarte?

Mis mejillas se sonrosaron como una vivaracha manzana del color de nuestra villa, carmesí. Seguía siendo Eri, una amiga con la que había crecido y que era casi una hermana para mí. Pero las fuerzas en contra de esa afirmación aumentaban cada día. Eri cada vez era más mujer, cada vez era más atractiva y cada vez era más Eri, y yo, cada vez tenía más hormonas en el cuerpo.

Vestía como una princesa y verla intentando correr tras de mí era tan adorable que podría haber muerto ahí mismo de adorabilidad. Además, al correr le botaban las tetas, movimiento que no había pasado desapercibido por mi enorme percepción. Y yo no era ningún pervertido, pero las veías y estaban ahí y era desconcertante porque no deberías mirar, pero están ahí.

Rápidamente subí la mirada a los ojos de la muchacha.

Claro, ¿has comido algo? No te vaya a dar un vahído como la última vez.

Intenté actuar con normalidad. Traducido significa, tropecé con mi propio pie pero conseguí seguir andando sin caerme, aunque más rígido que de costumbre, en varios sentidos.
Nabi
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#7
Claro, ¿has comido algo? No te vaya a dar un vahído como la última vez.

Eri se esperó algo como: Vete a acompañar a tu amiga la amenia, o no sé si me hablas a mí o a la persona que tengo al lado, pero no se esperó tal contestación por su parte. Sin embargo poco a poco fue recobrando tanto la compostura, como el hombro de su yukata medio caído y comprendió lo que había dicho Nabi.

No me dio ningún vahído, y hoy tengo hambre —se defendió la chica, alzando el mentón con cierta dignidad—. Así que vamos a comer, carne a poder ser.

Y se colocó a su lado, esperando a que la guiase a algún lugar para poder llevarse algo a la boca.
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#8
Así que vamos a comer, carne a poder ser.

Tus deseos son ordenes, Eri-hime.

No se lo dije con ninguna intención, sencillamente me dejé llevar por su bella apariencia de princesa. Seguimos caminando entre puestos del festival, pero todos eran de cosas dulces o pulpo. ¡Pulpo! Joder, yo quería carne. Carne de algún animal de verdad. Un león, un tigre, un rinoceronte, y en caso de que estos se ausenten, me conformo con un pollo o una vaca. Aunque la carne de dragón debería legalizarse ya.

Seguí caminando sin saber muy bien si sacarle algún tema a Eri, ¿había algún tema que no nos llevase a acabar discutiendo sin más? Empecé a buscar entre miles y miles de archivos mentales en busca de El Tema. Sin embargo, mi boca, en ausencia de mis dos neuronas, decidió improvisar.

Eres preciosa, Eri, digo, estás preciosa, el vestidito y tal. Tú me entiendes. Que también eres preciosa, pero hoy se acentúa porque vas muy elegante. Que no es que no vayas elegante de normal, me gusta como vas diariamente, cualquier cosa te sienta bien. ¡Pero! Me refería a hoy, porque hoy es hoy, y te lo estoy diciendo ahora. Pues eso.

La primera neurona había activado la alarma y todo se había puesto patas arriba, hasta que la segunda apagó la alarma e inició el protocolo "Callate ya, gilipollas". Protocolo inaugurado recientemente por motivos de autocontrol y protección civil.
Nabi
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#9
Eri caminó junto a Nabi a través del paseo lleno de puestos, pero ninguno parecía gustarle a Nabi, que simplemente pasaba de todos ellos y seguía buscando alguno para comer algún tipo de carne. Ella se hubiera resignado a comer algún dulce o incluso bolitas de pulpo, pero él no parecía darse por vencido.

Hasta que habló.

Eres preciosa, Eri, digo, estás preciosa, el vestidito y tal. Tú me entiendes. Que también eres preciosa, pero hoy se acentúa porque vas muy elegante. Que no es que no vayas elegante de normal, me gusta como vas diariamente, cualquier cosa te sienta bien. ¡Pero! Me refería a hoy, porque hoy es hoy, y te lo estoy diciendo ahora. Pues eso.

Su primera reacción fue sonrojarse, y es que, ¿quién narices saca aquel tema tan de pronto? Además, había que tener en cuenta que a Eri nadie le había dicho semejantes palabras con anterioridad, ni tampoco se había dedicado a arreglarse para impresionar a nadie. Así que alguien que nunca —o casi nunca— te ha dicho algo parecido te lo diga después de todo ese tiempo, era algo extraño.

Esto... ¿Gracias? —agradeció ligeramente—. Aunque creo que estoy como siempre, es decir, no me he arreglado mucho, solo he venido con mis hermanos un poco... —explicó, y luego se fijó en el chico, y... —. Tú estás igual que siempre, solo que peinado.

Y sería todo lo que diría sobre el aspecto del chico.
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#10
Tú estás igual que siempre, solo que peinado.

Si las almas pudiesen llorar, la mía habría creado un par de océanos. Tantas horas de preparación para que ni se fijase en el pijama mal puesto que llevaba puesto. Pero bueno, no había mucho que hacer, ni mucho ni poco. Yo ya no sabía qué decir. Eri parecía alejarse cada vez más de mi pobre y plebeya posición. Ella era ahora Jounin, la herencia de Shiona, la llamaban, ¿y yo quien era? El compañero ninja de Stuffy, el perro destripa rufianes.

Y no me importaba demasiado. Pero la cara de pan con la que me miraba Eri de normal empezaba a ser incluso hiriente. ¿Qué esperaba ella de mí? No tenía ni fausta idea.

Seguimos caminando y llegamos a la parte de las atracciones, había un puesto de cazar patos, otro de tirar botellas con una bola y demás. No les presté mucha atención a la espera de que la pelirroja dijese o hiciese algo, porque mis dos neuronas no querían dar más ideas que se fueran al traste.
Nabi
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#11
Nabi no volvió a decir nada más, y aquello hizo sentir mal a la pelirroja que lo acompañaba, bajando la mirada cuando él continuó hacia delante. ¿Habría dicho algo que lo hubiera molestado? Quizá, la verdad es que no entendía muy bien qué podía hacer para ser de nuevo amiga de Nabi como antes.

Aquel pensamiento hizo que se sintiese peor, y mientras pasaban algunos puestos de juegos, ella poco a poco fue bajando el ritmo que llevaba, hasta que al final, justo cuando pasaban por una zona donde no había mucha gente, Eri paró y sujetó por la tela de detrás de su yukata.

Nabi... —llamó, con la mirada perdida en el suelo—. Yo... No sé qué he hecho mal, sé que no hemos coincidido en nada últimamente pero... Pero te echo de menos, yo... No sé lo que me pasa pero siento que estoy muy triste al saber que todo lo que nos unía al final solo se reducirá a recuerdos y... Y tengo miedo —confesó, apretando más el agarre que ejercía sobre su ropa—. Quiero decir que no quiero perderte por lo que pensemos, porque eres una persona muy importante para mí, y... Y pese a todo, quiero estar contigo siempre.

Luego levantó la mirada lentamente y la posó sobre él, con el corazón latiendo más deprisa que de costumbre. No solía decir todo aquello que pensaba, es más, solo le había ocurrido con Ayame el día que salió tras ella, pero con Nabi sentía que era distinto, y aunque no destacase por lo que decía, sabía que en el fondo a él ella le importaba, aunque fuera un poco... Y él le importaba a ella.

Y poco a poco sentía que lo perdía, y que no estaba haciendo nada por cuidarlo.
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#12
Como buen ejemplo del sexo masculino, yo ya estaba pensando en cosas intrascendentes mientras miraba a un lado y otro del festival en busca de un puesto de comida que no ofreciese vegetales, pescado o postres. Iba pensando en la decadencia que nos estaba invadiendo en Uzushiogakure, primero un pacto con Amegakure y ahora no había puestos de comida como Shiona-sama manda. Obviamente, incluso en mis pensamientos, eso era algo irónico para aliviar el pesar que sentía en el corazón por no ver montones de carne y la gente celebrando los placeres de la buena ternera o el pollo bien cocinado.

En cambio, tenía que sufrir viendo como mis compadres uzuneses disfrutaban de pinchos de peces o cosas verdes que ni sabía ni quería identificar. ¿Por qué tenían que ser así? Joder, un poco más de grasa para el mundo.

Y en esa linea de pensamientos me movía hasta que algo tiró de mi yukata, al girarme vi a Eri mirándose los pies. Los miré también por si había algo raro, pero entonces empezó a hablar y subí la mirada a su rostro, oculto por su cabellera porque seguía mirando al suelo.

Nabi... Yo... No sé qué he hecho mal, sé que no hemos coincidido en nada últimamente pero... Pero te echo de menos, yo... No sé lo que me pasa pero siento que estoy muy triste al saber que todo lo que nos unía al final solo se reducirá a recuerdos y... Y tengo miedo. Quiero decir que no quiero perderte por lo que pensemos, porque eres una persona muy importante para mí, y... Y pese a todo, quiero estar contigo siempre.

Era difícil dejar de ver a Eri como Eri y verla como Jounin. Era más que obvio que había avanzado a pasos agigantados y que yo era una misera hormiga en comparación a ella. Sin embargo, es que era tan adorable que era imposible verla como nada más que la chica más adorable y achuchable de Uzushiogakure. Sobre todo con esa expresión triste, esos mofletes enrojecidos y esa mirada de corderito.

Así que la abracé sin pararme a pensar, que era algo que se me daba especialmente bien.

No pasa nada, Eri. Sí, discutimos un poco porque no pensabamos igual. En realidad, es que defendiste con mucha vehemencia a alguien que para mi no solo era una desconocida, si no que es la persona que casi te aparta de mi lado para siempre y me molestó más eso que otra cosa. — le susurré al oído antes de separarme de nuevo manteniendo las manos en sus hombros. — Pero ya está todo arreglado. Hay otro pacto, volvemos a ser todos amigos y la deuda con Datsue ha sido saldada. No veo motivos para seguir discutiendo por nada de eso. Aunque aún tengo la espinita clavada con Amegakure. Algo intentaran.

Ahí estaba yo, yéndome por las ramas como un profesional, cosa que también se me daba bien, casi tan bien como no pensar. Ambas cosas solían coincidir en tiempo y espacio.

La cuestión es que no te preocupes por mi, cuando quieras estar conmigo, aquí estaré, y cuando no, aquí estaré igual. Vamos a por algo de comer, va.

Y con una sonrisa, la agarré de la mano para adentrarnos todavía más en el festival.
Nabi
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#13
Ante todo lo que se había imaginado, no pensaba ni por asomo que Nabi se acercaría a ella y la rodearía con los brazos. Eri se sonrojó ante el contacto, recordando que el único que había tenido durante el último año había sido con su hermano mayor. La nariz comenzó a picarle, y sintió algo cálido en su pecho, así que para aguantarlo, le devolvió el abrazo.

Y se sentía muy bien.

No pasa nada, Eri. Sí, discutimos un poco porque no pensabamos igual. En realidad, es que defendiste con mucha vehemencia a alguien que para mi no solo era una desconocida, si no que es la persona que casi te aparta de mi lado para siempre y me molestó más eso que otra cosa.

Por un momento sus palabras resonaron en su cabeza. Nabi no solía decir muchas cosas que lo hicieran, siendo claros, pero aquella oración iba directa a ella. ¿Acaso se había puesto...? No, imaginaciones suyas.

Pero ya está todo arreglado. Hay otro pacto, volvemos a ser todos amigos y la deuda con Datsue ha sido saldada. No veo motivos para seguir discutiendo por nada de eso. Aunque aún tengo la espinita clavada con Amegakure. Algo intentaran.

Aquello pareció desmentirle lo primero que le había dicho, y frunció levemente el ceño mientras se apoyaba contra su hombro, escuchándole. Nabi no solía susurrarle en el oído, es más, la última vez que lo hizo fue en la misión que llevaron a cabo juntos, y cuando lo hizo, ella...

Negó, justo cuando él deshizo el agarre sobre la chica.

La cuestión es que no te preocupes por mi, cuando quieras estar conmigo, aquí estaré, y cuando no, aquí estaré igual. Vamos a por algo de comer, va.

Espera —pidió, sujetándole por la mano que acababa de apresar la suya—. Nabi, yo, bueno, tengo que decirte algo, porque no lo entiendo del todo —murmuró—. ¿Podemos ir a algún sitio más alejado?
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#14
Espera. Nabi, yo, bueno, tengo que decirte algo, porque no lo entiendo del todo . ¿Podemos ir a algún sitio más alejado?

Levanté una ceja extrañado. No era habitual que nadie quisiese ir a un sitio más alejado para hacer nada, de hecho, todas las veces que lo había hecho era con alguien diabólico para planear cosas diabólicas. Cuando Eri dijo que era algo que no entendía, las piezas empezaron a encajar en mi cabeza. ¿No había empezado a entrenar Doton? Sería alguna técnica que no acaba de comprender. Al final me iba a tener que hacer un erudito del Ninjutsu Elemental más poderoso que existe.

Claro, no te preocupes.

Esperé a que ella misma me guiara, agarrando con su pequeña y adorable mano mi tosca y para nada agradable al tacto mano.
Nabi
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#15
Nabi se dejó hacer, y ella, buscando algún lugar apartado, los llevó fuera de la muchedumbre y los puestos de comida y juegos que se esparcían por todo el Jardín de los Cerezos. Fue bastante difícil alejarse lo suficiente para encontrar algo de intimidad, pero al final lo logró, en una zona con un par de bancos de piedra, cerezos florecidos y una pequeña fuente que coronaba el centro de la pequeña plaza. No había nadie, seguramente porque tardaban demasiado en ir de allí al festival, así que una vez ambos shinobi llegaron, Eri soltó la mano de Nabi y se puso frente a él.

Tomó aire.

Verás, Nabi —empezó, nerviosa, sin dejar su mirada en un punto fijo del paisaje—. Llevo unos meses... Algo confundida, probablemente desde nuestra última misión, en Los Herreros —dijo, recordando su pequeña aventura algo sangrienta en algunos puntos—. Durante mi vida me he dedicado a entrenar y cuidar de mi familia, ligeramente —aquello último lo murmuró, sabiendo que había huido de su madre durante años, aunque ahora estaban bien—. Pero nunca he sido capaz de sentir lo que siento ahora, y es muy extraño —se llevó una mano al pecho, sujetándose la tela de su yukata—. En la misión, tú y yo... Esto... Estuvimos muy juntos cuando nos escondimos, y... Y me puse muy nerviosa, como si mi corazón se acelerase, era algo raro... Y últimamente cada vez que nos veíamos o simplemente me acordaba de ti, aunque intentase actuar normal, por dentro... Era muy raro, porque sentía ganas de verte cuando no estabas, o... —paró, buscando las palabras exactas para definirlo—. Me dolió pelearme contigo, más incluso que con Datsue, y solo estar contigo me hacía sentir un poco mejor, es...

Dejó caer su cabeza.

No sé cómo definirlo, pero sé que ahora... Ahora estoy feliz, porque estoy contigo.
[Imagen: ksQJqx9.png]


—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
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