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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
C-cada vez le agarro más gusto a viajar en tren. Me siguen pareciendo un tanto... ahm... mágicos, creo —dijo con una risita mientras la mole de hierro comenzaba a moverse — C-creo que la última vez que estuve en uno fue... ah... fue cuando regresé del Valle de los Dojos en verano, cierto... —la sonrisa de Ranko desapareció por un momento cuando recordó aquello.

Lyndis por su parte estaba incrédula una vez estuvieron en el interior del vagón desde que se sentó y hasta un buen rato después seguía mirando la buena calidad de la primera clase. Unas finas cortinas completamente innecesarias por las que sin ningun problema entraban los rayos del sol, asientos acolchados y bastante mullidos que resultaban muy cómodos a la hora de sentarse. Incluso la parte del pasillo tenía una especie de moqueta. La joven le resultaba algo incómodo tanto lujo ¿y si se cargaba algo por error y luego tenía que pagarlo? De hecho ¿CUANTO dinero tenía Ranko si había comprado dos billetes en primera clase como si tal cosa?

Una vez sentada, siguió un poco inquieta, escuchando de rebote lo que le estaba comentando Ranko.

Uhm... El valle de los Dojos — respondió terminando de recolocarse y por fin devolviéndole la mirada a Ranko. — Oh, claro. Por eso me sonabas de algo, fuiste una de los participantes — apuntó levantando un índice. — Los combates fueron de lo más interesantes, hasta qué... Bueno — Se apoyó sobre una de sus manos que esta a su vez tenía el codo sobre uno de los reposabrazos. — ¿Que siquiera se sabe de lo acontecido? Ha pasado ya un tiempo y no dejo de escuchar tantas especulaciones y teorías locas, que ya no se ni que es información oficial y que no. — agitó con suavidad su mano, visiblemente molesta por aquello.
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#17
Ranko notó, entre los ratos que alternaba su mirada entre Lyndis y la ventana, que la peliplateada no se encontraba del todo cómoda. Tal vez se lo imaginaba, pero quería salir de toda duda.

¿Te-te encuentras bien, Lyndis? —Sin darse cuenta, Ranko se sonrojó levemente. ¿Ella le recordaba? Era de suponer que aquella tragedia recorriera todo el mundo, pero que la joven la recordase hasta el punto de hacérsele familiar... se le hacía curioso —. Oh, eso... Fue... Un grupo terrorista atacó al terminar el Torneo de los Dojos. No sé qué querían exactamente. Sólo sé que mu-mucha gente murió. Yo casi muero, enterrada ju-junto a unos amigos, pero... ¡bueno, heme aquí!

Ranko sonrió, luego alzó y flexionó su brazo, como para mostrar sus ánimos. Sin embargo, sus ojos se notaban ligeramente amargos, como si el sobrevivir al ataque no hubiese sido suficiente. Como si cada mañana luchara intensamente para convencerse de que no había podido hacer más. Como si sintiera culpa de no haberlo podido evitar.

Heme aquí... —repitió con menos ánimos. Su brazo bajó y su mirada se desvió al paisaje que se movía rápidamente hacia atrás. Luego regresó sus orbes miel hacia su compañera.
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#18
¿Un ataque terrorista, eh? ¿Pero por qué o a consecuencia de qué? Por una parte había oído que fue a causa de una deuda no saldada por parte de los máximos exponentes de la villa, otra gente decía que el objetivo era mandar un mensaje de que no eran tan fuertes como ellos pensaban, y que no deberían darse aires de grandeza, incluso escuchó la locura de que era para intentar implantar un nuevo régimen, pero que fallaron estrepitosamente. Solo los causantes sabían el por qué, o incluso parte de ellos tampoco, siendo involucrados en algo más grande que no conocían o que serían incapaces de comprender.

Pero sobreviviste, porque eras fuerte. O porque alguien fuerte lo hizo — respondió cruzándose de brazos, y frunciendo un poco el ceño mirando al suelo. — Igual que lo hizo Kenzou en su momento. Si salvo a tanta gente, es porque era fuerte. Los fuertes son los que sobreviven si, pero están para proteger y ayudar a los débiles ¿si no que sentido tendría todo este sistema de las misiones?— giró la cabeza, para observar el paisaje por la ventana, cruzando también una pierna por encima de la otra.
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#19
Ranko apreció las palabras de Lyndis. Sí, ella era fuerte. Tenía que serlo, tenía que convencerse de ello.

Gracias, Lyndis. ¡Ti-tienes razón! Los que tenemos la suficiente fuerza hemos de proteger a los demás. Y si no la tenemos... bueno... ¡habrá que entrenar más! Eso siempre ha sido... Siempre ha sido mi... sueño —Ranko se rascó la nuca, un tanto avergonzada, aunque no tanto como lo estuvo la primera vez que lo dijo. Su vista cayó al suelo, pero sus labios se curvaron en una sonrisa llena de esperanza—. Ser una heroína. S-s-sé que suena algo tonto es solo que... Siempre he querido ayudar a quien pueda.

Levantó la mirada hacia el rostro de Lyndis una vez más, y entonces, repentinamente, se puso a buscar algo en su mochila. Sacó un pequeño paquete envuelto en tela. Lo desenvolvió y lo mostró a su compañera. Era una pila de seis galletas grandes y redondas. Parecían tener nueces,

Mi madre insiste en darme comida para mis misiones. No me quejo, me gusta mucho. Tal vez así evite que nos comamos la dichosa croqueta —Rió mientras tomaba una galleta —. ¿Quieres? Mamá no es tan buena cocinera como lo es peleadora, pero las galletas le salen bastante bien.

Entre una conversación y otra, el tiempo en el tren se pasaría volando, y no les sorprendería verse pronto en la estación de Tane-Shigai.
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#20
Ser una heroína... En verdad suena bien — apoyó un codo sobre uno de los reposa-manos, y luego apoyó la cabeza sobre la mano del mismo brazo, mirando por la ventana. — Al menos es algo más realizable, terrenal y posible que convertirse en una "Diosa" — soltó una carcajada algo avergonzada.

Mi madre insiste en darme comida para mis misiones. No me quejo, me gusta mucho. Tal vez así evite que nos comamos la dichosa croqueta —Rió mientras tomaba una galleta —. ¿Quieres? Mamá no es tan buena cocinera como lo es peleadora, pero las galletas le salen bastante bien.

Oh, claro por supuesto — se inclinó un poco hacia delante para coger una, y después darle un pequeño mordisco. — Yo también suelo llevar algo de comida siempre encima. Tengo algunos bollos de carne ¿quieres? — acercó su zurrón, poniendolo entre sus piernas para abrir y rebuscar en él, ofreciendole un panecillo blanquecino, el cual todavía conservaría un suave calor en su centro.
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#21
¿Una... diosa? ¿Por qué lo dices? —La diferencia entre una heroína y una diosa era abismal, ¿por qué mencionarla?

A Ranko le alegró que Lyndis aceptara su galleta, y tomó, con una gran sonrisa, uno de los bollos. Lo mordió.

Ejtá ueno —dijo sin esperar a tragar —. Parece que además de e-entrenar, podríamos tener competencias de comer.

Ranko rió. No se había dado cuenta, pero había reído mucho ese día, aunque no llevaban mucho tiempo, como si estuviese en compañía de una vieja amiga.

Después de algunas horas más de plática, el tren llegaría a la estación de Tane-Shigai poco antes de mediodía, sin problema alguno.

Si-siento que el viaje se hizo más corto. ¿Acaso el ferrocarril fue más rápido? —se preguntó la de la trenza con un dedo en el mentón mientras se levantaba y tomaba su equipaje —. ¿Lista para seguir, Lyndis?

Ranko sonreía y hablaba con muchos ánimos. ¡Demasiados para una misión tan boba como cargar una croqueta, al parecer!
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#22
Lyndis decidió ignorar la pregunta de Ranko, pese a que tenía los pies bastante en la tierra sus aspiraciones no eran de este mundo, así que mejor no indagar más en ello salvo que más adelante su nueva amiga insistiera.

Entrenar y comer, sonaba bastante bien para ella. Era algo simple, humilde y entretenido. Cuando volvieran tal vez podría preguntarle de quedar algún día en el estadio para hacer combates de entrenamiento, con suerte le superaba el ritmo y podría avanzar a pasos agigantados.

Para cuando llegaron a su destino, Lyndis ni se había percatado y se encogió de hombros ante la pregunta que le hizo Ranko. Después la siguió, afirmando con la cabeza, ya que todavía tenía la boca llena de galletas. Recogió con algo de prisa el macuto, entre sus dos brazos y la seguiría corriendo poniendosé la mochila a la espalda, agarrando la única asa con una de sus manos.

Oye en serio ¿de qué están hechas? ¿llevan algo en especial? Porque están deliciosas — reafirmó una vez estuvieron más tranquilas en el andén, dispuestas a andar. Lyndis estaba ligeramente ruborizada y curiosa, observando la galleta que le quedaba todavía.
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#23
Ranko soltó una risilla.

S-se supone que son de avena, pero estoy segura que madre le añade cosas que no debería. Cosas más… dulces. No me quejo, para nada.

Con todo su equipaje al hombro, Ranko asintió en dirección a Lyndis emprendieron la caminata.. La estación quedaba al sur de Tane-Shigai, así que caminaron rumbo al norte. No tardarían mucho en divisar los edificios entre los árboles. Ranko sacó el pergamino de nuevo y releyó la dirección que se encontraba al final.

N-no recuerdo la última vez que vine aquí… —comentó la de la trenza mientras subían las escalinatas en los árboles para alcanzar el nivel de aquella ciudad tan curiosa —. M-mi familia tiene una casa en Notsuba, a-aunque padre quería conseguir un lugar aquí también… Se siente familiar, supongo, venir de un bosque a otro. Sería interesante vivir e-en los árboles, supongo.

Con la dirección en mano, Ranko tuvo que preguntar a varias personas, pues no estaba acostumbrada a andar en una ciudad sin calles y aquellos puentes entre los árboles se le hacían curiosos, pero al final dieron con una estructura enorme que parecía una colmena. No era tan imponente como el edificio del señor feudal, pero se notaba más extravagante. Era evidentemente una construcción humana y no la obra de avispas gigantes. Las puertas y ventanas estaban cerradas.

Vive… ¿vive en un panal? —preguntó la castaña, más que curiosa. Miró a Lyndis con afable sonrisa, concediéndole el honor de tocar a la puerta —. ¿Estás lista para no comernos una croqueta?
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#24
Lyndis entonces se daría cuenta. Claro, era avena aquel sabor que no era capaz de reconocer, seguramente si Ranko no lo hubiera dicho se hubiera quedado con esa incógnita por días o tal vez semanas. Avanzaron por la extraña ciudad la cual parecía sacada de un cuento de fantasia en parte, por lo que Lyndis sobre todo prestaba atención a la altura de los edificios en los árboles, los puentes colgantes y cosas similares.

Wow, es de lo más extraña. Una vez leí que hicieron las casas así para evitar a las bestias que corrían por los bosques — comentó siguiendo a Ranko por las escaleras con las que ascendían de altura por la ciudad.

A Ranko le costaba ubicarse por las calles pese a que según ella había estado en la ciudad en otras ocasiones, pero tras tanto tiempo era algo más que normal, seguramente habría cambiado mucho de cuando ella estaba y habría habido diversos cambios estructurales. Igualmente la chica tímida parecía estar bastante decidida y llena de determinación, y aun con algo de dificultad, era la primera en pedir indicaciones para llegar a su objetivo. Lyndis la apoyaría buscando a otra gente a la que preguntar o en sus conversaciones si era necesario.

Finalmente alcanzaron su objetivo, un excéntrico edificio con forma de colmena en el que por suerte no vivían abejas, avispas o abejorros gigantes. Compartió la misma sorpresa que su compañera, y aceptó la invitación de ir ella primera.

Creo que si, y si no con un poco de suerte de tres camas habrá una en la que se podra dormir y un plato de comida que tenga una temperatura ideal — sonrió algo confusa, y tocaría a la puerta con los nudillos y la mano del revés. ---- ¿Hola? ¿Hay alguien? Somos kunoichis de Kusagakure. Estamos aquí por una misión.
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#25
Sí, una cama para dormir estaría bien —dijo Ranko sonriente en lo que Lyndis tocaba la puerta de la "colmena". Entonces cayó en cuenta de algo —. ¿Qué? N-no, di-digo, dos camas. —se corrigió velozmente, ruborizada, justo antes de que la puerta se abriese.

Les recibió una mujer muy alta, de piel bronceada y cortos cabellos castaños. Vestía ropas de oficina negras en su totalidad. Tenía cara de molesta.

¿Podrías gritarlo más fuerte? ¿Creo que hay gente en Inaka que no te escuchó. Pensé que eran ninjas, ¿No tienen que mantener en secreto sus misiones? —después de una mirada de reproche, durante la cual Ranko le mostró el pergamino oficial, y un suspiro de resignación, la mujer se movió y les dejó pasar.

El interior era todo lo que se esperaba de la casa de alguien ricachón. Tanto muebles como adornos tenían un acabado fino, de color similar al beis de las paredes.

Soy Koizo Amarin, la asistente de Oruno-san —dijo la mujer con tono serio, plantándose al final del recibidor, en el pasillo, dándoles la cara, de brazos cruzados —. Él está preparando los paquetes, en un momento vendrá. Tienen claro de qué tratará la misión, ¿Verdad? ¿Alguna pregunta? Oruno-san no quiere que se cometa negligencia alguna.

Ranko negó suavemente. Aunque la mujer no parecía muy amable, la chica de la trenza no parecía tener dudas. Era tomar la croqueta (¿O croquetas? ¿Había dicho paquetes, en plural?) y llevarla hasta Tanzaku-Gai. Fácil. ¿No? Miró a Lyndis, pues no sabía si ella tendría algo qué decir.
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#26
Sí, una cama para dormir estaría bien ¿Qué? N-no, di-digo, dos camas. — corrijió en el momento, avergonzada.

Lyndis la miró extrañada, alzando una ceja

Pero si no ... — Pero antes de poder seguir hablando, una mujer las interrumpió.

Era bastante alta, tal vez un poco más que Lyndis, con la piel bronceada al igual que ella pero los cabellos de color castaño y corto. Con ropa negra de oficina. Oh, eso podría quedarle bien a ella, alguna vez le habían pedido hacerle algun que otro arreglo a un traje de ese estilo en casa.

¿Podrías gritarlo más fuerte? ¿Creo que hay gente en Inaka que no te escuchó. Pensé que eran ninjas, ¿No tienen que mantener en secreto sus misiones? —después de una mirada de reproche, durante la cual Ranko le mostró el pergamino oficial, y un suspiro de resignación, la mujer se movió y les dejó pasar.

Lyndis cogió aire, dispuesta a repetir aquellas mismas palabras a grito pelado pero seguramente Ranko la detendría en seco.

Soy Koizo Amarin, la asistente de Oruno-san —dijo la mujer con tono serio, plantándose al final del recibidor, en el pasillo, dándoles la cara, de brazos cruzados —. Él está preparando los paquetes, en un momento vendrá. Tienen claro de qué tratará la misión, ¿Verdad? ¿Alguna pregunta? Oruno-san no quiere que se cometa negligencia alguna.

Ranko intercambió una mirada con ella, y también negó a la espera de más indicaciones. Con lo bien que hubiera estado cantarle las cuarenta ahi mismo, pero aunque ella fuera mayor en edad a Ranko, ella tenía más experiencia y sabría como tratar con la gente.
¿Eso la convertia a Ranko en su senpai? ¿Debería empezar a llamarla con formalidades? Se preguntaba llevandose una mano a la barbilla.

Oh si, en la indicación de la misión creo que solo decía que era un paquete ¿no? — Volvió a mirar a Ranko. — No pasa nada por tener que llevar más de uno, pero si debemos entregarlos en sitios distintos, supongo que necesitaremos las direcciones correspondientes.
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#27
Sólo necesitarán una dirección. Entregarán tres Croquetas Continentales a un sólo cliente, Yasorogo Mirao —La mujer sacó de entre sus ropas una tarjeta mientras hablaba, y se la entregó a Lyndis. Tenía una dirección escrita con pulcra letra —. Es un empresario que hará una fiesta para su esposa en cuatro días. Es suficientemente adinerado para pagarse tres de nuestras preparaciones especiales más costosas. Las tres, las tres, deben llegar completas a su destino a tiempo.

Bueno, nos llevará casi un día llegarlos en ferrocarril, ¿por qué lo piden con tanto de antelación? —preguntó Ranko.

Amarin alzó una ceja y frunció los labios, como si fuese a regañarla con ganas. Sin embargo, por el pasillo detrás de ella se escuchó a alguien acercarse. La asistente se hizo a un lado para dejar pasar a un hombre de compexión mediana, totalmente afeitado de la cabeza y cejas, con un cubrebocas ajustado. Empujaba una mesa de rueditas alta, de tres niveles, los cuales llevaban sendas cajas negras con bordes rojos y letras doradas que leían "Croqueta Continental". El hombre llevaba al hombro también una mochila. Tal parecía ser Oruno Shizozamon.

Dime por favor que no sugeriste ir en tren, niña. —El tono del hombre era entre serio y burlón, y su mirada era estricta. Se quitó el cubrebocas y reveló una corta pero muy estilizada barba. Hizo un teatral gesto hacia las tres cajas, y su mirada ahora era la de una poeta viendo a su amada —. Se llama Croqueta Continental. Descubrí una combinación perfecta y un método poco convencional, pero irremplazable. La mezcla exacta de ciertas carnes y ciertas especias, y la pre-cocción adecuada. Pero lo importante es que, por al menos tres días, se agite constantemente al ritmo de una caminata.

Ranko inclinó la cabeza levemente.

¿Caminata?

¡Caminata, caminata! ¿Sabes lo que es eso, niña? —Su tono era un tanto agresivo, impaciente, más bien —. ¿Creen que contrataríamos los servicios de Kusagakure si se tratara de enviar cosas en tren? En un inicio se mezclaba con el andar por todo Oonindo, por eso el nombre "Continental", aunque luego refiné la receta para reducir el tiempo de mezcla. Su sabor es incomparable, inigualable. Tienen que llevar esto a Tanzaku Gai a pie, para que los ingredientes se acoplen y comiencen a fermentarse suavemente a cada movimiento. Tienen que llegar allí durante el cuarto día, pues la fiesta es en la noche. Si tienen algún tipo de caminata ninja que hace que lleguen allí en dos días, tienen que pasar un día más caminando para que se cumplan los tres días. Es de suma importancia que se muevan el tiempo suficiente, ¿entendido, niñas? Esto no es una simple comida, es arte.

Shizozamon tomó la mochila y se dispuso a guardar cuidadosamente las tres cajas, de unos quince centímetros de largo por diez de ancho, dentro.

¿Quedó claro? ¿Alguna otra pregunta para Oruno-san? ¿Kunoichi uno-san? ¿Kunoichi dos-san? —preguntó Amirin. Parecía no tener interés en preguntar sus nombres.
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#28
Lyndis aceptó la tarjeta con la dirección para mirarla sobre todo por curiosidad en aquel momento. Para sorpresa de nadie, no le sonaba para nada la dirección indicada, primero debería haber estado al menos en Tanzaku Gai para que le pudiera sonar lo más mínimo. Iba a ofrecerle la tarjeta a Ranko, pero justo antes unas inocentes palabras por parte de ella, molestarían a sus clientes.

No insinuaron, afirmaron hasta en dos veces que debían de caminar por hasta tres días antes de entregar el pedido y que si llegaban con antelación, deberían igualmente mantenerse dando vueltas. Aquel método de "fermentación", "cocción" o como debiera llegar a catalogarse era de lo más curioso. A ella le gustaba cocinar, y había escuchado que algunos profesionales del sector culinario podían volverse bastante excéntricos.

Preguntaron una última vez si necesitaban alguna información para intentar ridiculizarlas un poco más.

No, creo que nos ha quedado bastante claro —respondió frunciendo un poco el ceño, y mostrándole la tarjeta a Ranko antes de que se dispusieran a ponerle las mochilas a la espalda. — ¿Has estado alguna vez allí? Porque yo no... Aunque siempre podemos pedir direcciones como cuando hemos llegado aquí
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#29
Ranko no respondió ante la actitud de Oruno, pues no lo consideraba ofensivo para nada. Con mucha calma, asintió a cada instrucción de su empleador. Lo que le importaba era la misión, aunque se le hacía curiosa la preparación de tal croqueta. ¿En serio es tan deliciosa? Se preguntó si su padre la compraría alguna vez.

Se sorprendió de no deber tomar el tren, y tener que caminar por tres días. Aunque no se quejaba, pues le gustaba la actividad física. Sin embargo...

Ranko —dijo cuando les llamaron kunoichi uno y dos, y se señaló a sí misma y a su compañera—Sagisō Ranko. Y Zhaoren Lyndis.

Amirin alzó una ceja mientras Oruno Shizozamon les presentaba la mochila. Por fuera parecía una común y corriente, pero dentro se veía aislada y acolchada. En su interior podían verse las tres cajas, apiladas, así como un sobre y una botella grande de un líquido ámbar.

Como sea. Aquí tienen —El chef cerró la mochila y se la entregó. Ranko dio un paso adelante para tomarla —. Tres Croquetas Continentales. Una botella del aceite donde se freirán allá en Tanzaku-Gai, e instrucciones precisas de cómo hacerlo en su momento, todo para Yasorogo-san. Tengan mucho cuidado, no digan que van de parte mía a nadie en el camino.

Ranko se extrañó aún más. El hombre pareció ver la duda en la mirada de Ranko y se apresuró a contestar, no sin antes soltar un suspiro molesto.

Ah, crees que por ser un chef no tengo enemigos, ¿Eh? Hay muchos rivales que quieren hacerse de los secretos de mis platillos. Quieren tomar el mercado para sí. ¡Cuánto perdería si me robaran mis recetas! Si ya están listas ¡andando, andando!

Sin más de importancia qué decir, y si ellas no preguntaban más, Shizozamon esperaría a que las chicas se retiraran. La asistente les acompañaría a la puerta y la cerraría tras ellas.

N-no, creo que no he ido. Creo que nos preocuparemos por la dirección una vez lleguemos a Tanzaku-Gai, ¿te parece? Ahm… —Ranko se dio cuenta de que no se había puesto la mochila, aunque sería difícil acomodársela con su propio equipaje —. ¿Quieres llevarla tú o prefieres que lo haga yo?

»Siendo honesta… tengo apenas una vaga idea de hacia dónde está Tanzaku-Gai… N-no pensé que fuésemos a ir a pie…

La expresión de Ranko no era de queja, más bien de leve confusión.
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#30
Una vez prácticamente las echarán de allí, Lyndis miraría a su compañera y se encogería de hombros algo confusa ante las últimas declaraciones del gran chef. Ahora la que quería los secretos de sus recetas era en parte ella, sobre todo si tan deliciosa parecía estar. Entre sus manos tenía la mochila mientras que a su espalda llevaba todavía su propio macuto.

Si quieres llevarla tu, llevaré a cambio tu equipaje. Y si no al reves ¿te parece bien? — Comentó echandole un último vistazo a la parte superior de la mochila. — Entonces no llevamos comida de ese tal... Ya se me ha olvidado su nombre. En parte mejor.

Si Ranko aceptaba, la ayudaría a colocarle bien la mochila a la espalda para luego tomar la de ella ya fuera del suelo o de sus propias manos; si por el contrario debía llevarla Lyndis, esta se pondría de cuclillas para facilitar su colocación.

Uuuhm... Siempre podemos pedir direcciones, o un mapa... La verdad es que no llevo uno encima. ¿No habra direcciones y/o caminos que indiquen como llegar? — zarandeó suavemente la mano mientras hablaba.
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