30/03/2016, 22:43
Va-mos-no-me-jo-das
No era de esos que pierden el temple con facilidad, pero la verdad es que cuando vio a esa mujer, A ESA MUJER, doblar la esquina y aparecerse ante ellos tras abrir la puerta de la vivienda que se suponia que tenian que limpiar, quiso arrancarle la cabeza, si su sharingan pudiera reventar cabezas, lo hubiera activado y ahora estaria nadando en el charco de sangre que hubiera quedado de esa mujer.
Obviamente estaba exagerando, no seria capaz de hacerlo, pero las ganas, estaban ahí y eran palpables en el ambiente.
¿Puede denunciarnos o algo por cumplir con nuestro deber?
No tenia muy claro si debia ignorarla y seguir con su mision, que era lo que de verdad queria hacer, o si lo hacia estaba infringiendo algún tipo de premisa de la cual no le habian avisado. Deberia haberle preguntado a Kureji-sensei qué hacer si algún propietario no les dejaba limpiar, lo más logico y efectivo que se le pasaba por la mente era pasar de esa mujer e ir a la siguiente casa si ella no les dejaba limpiar la suya.
Tras un suspiro, bajó de la pared y dejó el cepillo en el cubo. Estaba realmente exhasperado, si tuviera de misión algo menos interpretable que limpia propiedades privadas como por ejemplo, mata a todo lo que veas, o busca un caniche rosa. Pero en los temas legales no sabia si la mision iba por encima de la propiedad privada o viceversa, tecnicamente todo era de la Uzukage y esta les habia mandado limpiar ese graffiti, pero no queria pasarse de listo y que al final le cayera una bronca a él y un problema a sus superiores.
Así que a pasar el muerto.
Señora, tenemos ordenes de limpiar esta fachada como se estipula en la mision que nos han ordenado llevar a cabo. ¿Nos permite usted limpiar la pared? ¿Si o no?
Sabia que no iba a poder convencerla, él en sí mismo no tenia una fuerza de conviccion ni nada por el estilo, habia soltado esas palabras más serio que un candelabro. Solo esperaba que la mujer desvariara publicamente y así poder pasar a la siguiente casa y escudarse en que la propietaria no les ha dejado actuar. ¡Ni que le estuvieran haciendo una burrada!
No era de esos que pierden el temple con facilidad, pero la verdad es que cuando vio a esa mujer, A ESA MUJER, doblar la esquina y aparecerse ante ellos tras abrir la puerta de la vivienda que se suponia que tenian que limpiar, quiso arrancarle la cabeza, si su sharingan pudiera reventar cabezas, lo hubiera activado y ahora estaria nadando en el charco de sangre que hubiera quedado de esa mujer.
Obviamente estaba exagerando, no seria capaz de hacerlo, pero las ganas, estaban ahí y eran palpables en el ambiente.
¿Puede denunciarnos o algo por cumplir con nuestro deber?
No tenia muy claro si debia ignorarla y seguir con su mision, que era lo que de verdad queria hacer, o si lo hacia estaba infringiendo algún tipo de premisa de la cual no le habian avisado. Deberia haberle preguntado a Kureji-sensei qué hacer si algún propietario no les dejaba limpiar, lo más logico y efectivo que se le pasaba por la mente era pasar de esa mujer e ir a la siguiente casa si ella no les dejaba limpiar la suya.
Tras un suspiro, bajó de la pared y dejó el cepillo en el cubo. Estaba realmente exhasperado, si tuviera de misión algo menos interpretable que limpia propiedades privadas como por ejemplo, mata a todo lo que veas, o busca un caniche rosa. Pero en los temas legales no sabia si la mision iba por encima de la propiedad privada o viceversa, tecnicamente todo era de la Uzukage y esta les habia mandado limpiar ese graffiti, pero no queria pasarse de listo y que al final le cayera una bronca a él y un problema a sus superiores.
Así que a pasar el muerto.
Señora, tenemos ordenes de limpiar esta fachada como se estipula en la mision que nos han ordenado llevar a cabo. ¿Nos permite usted limpiar la pared? ¿Si o no?
Sabia que no iba a poder convencerla, él en sí mismo no tenia una fuerza de conviccion ni nada por el estilo, habia soltado esas palabras más serio que un candelabro. Solo esperaba que la mujer desvariara publicamente y así poder pasar a la siguiente casa y escudarse en que la propietaria no les ha dejado actuar. ¡Ni que le estuvieran haciendo una burrada!
—Nabi—