2/04/2016, 16:22
El joven Ishimura no estaba seguro de si seguir a la mujer o esperar en la puerta, aunque preferiría ahorrarse el tener que hablar con ella. Sin embargo y aunque no estaba viendo, fue completamente consciente del momento en que se encontró con sus dos compañeros. Probablemente la cuadra entera también noto cuando la señora comenzó a parlamentar, pues su tono de voz exageradamente fuerte y estridente hacían eco en toda la calle.
—Vale, y ¿ahora qué debería hacer? —se quedó de pie en la puerta abierta con la duda carcomiendolo—. Aún necesitamos el permiso del propietario.
Entonces cuando daba todo por perdido, escucho unos pasos que provenían del interior del hogar. Se trataba de una mujer alta que llevaba una sartén en la mano y un delantal. Al instante Kazuma supuso que se trataría de la señora de la casa y que seguramente podría hablar con ella sobre el asunto.
—¡Buenos días! —Comenzó a decir mientras la rubia se acercaba a la puerta—. Yo y mi grupo somos parte del cuerpo ninja de la aldea y nos encontramos en una misión de servicio publi…
—Quita, querido… —Y con aquello y suave empujón la señora le ignoró por completo y siguió su camino.
—Por supuesto... —se dijo a sí mismo en cuanto estuvo solo—. “Será una misión fácil”, decían “¿Que tipo de complicaciones podrían surgir?”, decían… Y ahora estamos así.
Fastidiado de todo aquello decidió sentarse en el escalón que daba a la puerta de la casa y esperar a ver qué sucedía mientras observaba el cielo. En esta ocasión se había hecho a un lado. Bien podría esperar a ver si salía alguien con quien hablar, pero con la suerte que llevaba lo más probable era que volvieran a pasar de él.
—Vale, y ¿ahora qué debería hacer? —se quedó de pie en la puerta abierta con la duda carcomiendolo—. Aún necesitamos el permiso del propietario.
Entonces cuando daba todo por perdido, escucho unos pasos que provenían del interior del hogar. Se trataba de una mujer alta que llevaba una sartén en la mano y un delantal. Al instante Kazuma supuso que se trataría de la señora de la casa y que seguramente podría hablar con ella sobre el asunto.
—¡Buenos días! —Comenzó a decir mientras la rubia se acercaba a la puerta—. Yo y mi grupo somos parte del cuerpo ninja de la aldea y nos encontramos en una misión de servicio publi…
—Quita, querido… —Y con aquello y suave empujón la señora le ignoró por completo y siguió su camino.
—Por supuesto... —se dijo a sí mismo en cuanto estuvo solo—. “Será una misión fácil”, decían “¿Que tipo de complicaciones podrían surgir?”, decían… Y ahora estamos así.
Fastidiado de todo aquello decidió sentarse en el escalón que daba a la puerta de la casa y esperar a ver qué sucedía mientras observaba el cielo. En esta ocasión se había hecho a un lado. Bien podría esperar a ver si salía alguien con quien hablar, pero con la suerte que llevaba lo más probable era que volvieran a pasar de él.