6/04/2016, 18:46
Él habia estado encerrado literalmente por problemas mentales derivados de lo que habia vivido durante su infancia, le enseñaron a mantener la calma y a enfocar sus pensamientos para evitar que se perdiera en la voragine de sangre derramada sin sentido que tenia por recuerdos. Y la verdad es que habia conseguido llevar esa calma y estabilidad mental al pie de la letra, en toda su vida shinobi, desde que salio de la academia, no ha habido ni una sola vez que se haya visto comprometido en ese sentido.
PERO ES QUE HOY SE VOLVIA LOCO Y MATABA A TODO EL MUNDO.
Vale, no, debia mantenerse cuerdo. Era un shinobi de Uzushiogakure, y debia responder a la confianza que su kage habia depositado en él, fallar una mision es una vergüenza pero hacer un genocidio en medio de la villa era... era... malo.
Renunciando a toda la logica del asunto, cerró los ojos y empezó a masajearse ambos ojos con el dedo indice y el pulgar de la mano derecha.
Qué hacer, qué hacer...
Estaba perdido, literal y metaforicamente. Estos rollos socialdemocraticos avanzados de tratamiento especializado con la plebe urbana no eran su punto fuerte precisamente, ni ese ni ninguno que tuviera por requisito algo de carisma, ni aunque fuera un poquito. Él era un ninja, de los de verdad, de los que estan detras tuyo a punto de cortarte el cuello con su katara antes de que te dieras cuenta, de los que hacian dragones de fuego chulos y destructores. ¿Qué coño hacia esperando el permiso de una loca de mediana edad para limpiar un grafiti? Nada.
Abrió los ojos y miró a Juro, intentando retransmitirle que no tenia ni idea de como lidiar con esa situación. Entonces apareció una tercera fuerza disuasoria, otra loca gritona. No era que le molestaran los civiles, ni que los infravalorara, de hecho era justo a la inversa, esas mujeres los miraban como si fueran unos crios de los recados a los que al acabar darles una propinilla para chuches, y eso era lo que de verdad le fastidiaba. Eran soldados, una maldita fuerza militar, los jodidos protectores de la paz de esa villa, esperaba un poco de respeto, solo eso. Pero de momento le tocaba lidiar con ello, solo era el escalon más bajo de la piramide.
La nueva mujer les ORDENÓ que la siguieran, pero no se movió del sitio, así que Nabi volvió a dirigir su mirada al moreno, al que habia proclamado Ministro de Asuntos Diplomaticos de su equipo, y ademas, Kazuma ni siquiera se habia dignado a volver con la manada. Esperó a que Juro hiciera o dijera algo, preferia seguir a un compañero de su rango a una loca con una sarten.
PERO ES QUE HOY SE VOLVIA LOCO Y MATABA A TODO EL MUNDO.
Vale, no, debia mantenerse cuerdo. Era un shinobi de Uzushiogakure, y debia responder a la confianza que su kage habia depositado en él, fallar una mision es una vergüenza pero hacer un genocidio en medio de la villa era... era... malo.
Renunciando a toda la logica del asunto, cerró los ojos y empezó a masajearse ambos ojos con el dedo indice y el pulgar de la mano derecha.
Qué hacer, qué hacer...
Estaba perdido, literal y metaforicamente. Estos rollos socialdemocraticos avanzados de tratamiento especializado con la plebe urbana no eran su punto fuerte precisamente, ni ese ni ninguno que tuviera por requisito algo de carisma, ni aunque fuera un poquito. Él era un ninja, de los de verdad, de los que estan detras tuyo a punto de cortarte el cuello con su katara antes de que te dieras cuenta, de los que hacian dragones de fuego chulos y destructores. ¿Qué coño hacia esperando el permiso de una loca de mediana edad para limpiar un grafiti? Nada.
Abrió los ojos y miró a Juro, intentando retransmitirle que no tenia ni idea de como lidiar con esa situación. Entonces apareció una tercera fuerza disuasoria, otra loca gritona. No era que le molestaran los civiles, ni que los infravalorara, de hecho era justo a la inversa, esas mujeres los miraban como si fueran unos crios de los recados a los que al acabar darles una propinilla para chuches, y eso era lo que de verdad le fastidiaba. Eran soldados, una maldita fuerza militar, los jodidos protectores de la paz de esa villa, esperaba un poco de respeto, solo eso. Pero de momento le tocaba lidiar con ello, solo era el escalon más bajo de la piramide.
La nueva mujer les ORDENÓ que la siguieran, pero no se movió del sitio, así que Nabi volvió a dirigir su mirada al moreno, al que habia proclamado Ministro de Asuntos Diplomaticos de su equipo, y ademas, Kazuma ni siquiera se habia dignado a volver con la manada. Esperó a que Juro hiciera o dijera algo, preferia seguir a un compañero de su rango a una loca con una sarten.
—Nabi—