10/04/2016, 00:58
—Así está mejor— celebró la Hyuga con una sonrisa mientras ayudaba a levantarse al hombre tendiendole la mano —¿en qué podemos ayudarte?— el extraño personaje agarro la mano de la peliblanca y con un ligero tirón, se puso en pie
—Mil gracias señorita, no se si algún día podré compensaros esta ayuda que me ofreceís en tan oscura hora— levanto sus gafas para poder limpiarse las lágrimas que comenzaban a brotar de sus ojos por la emoción
—Vamos, vamos— Mitsuki le dio un par de palmaditas en el hombro —No llores, seguro que podemos solucionar tu problema— trato de animarle —Dinos que necesitas—
—No me andaré con rodeos, ni os mentiré— comenzó el hombre mientras se retiraba las gafas y clavaba aquellos pequeños ojos en los de la kunoichi de Uzu —La familia de mi mada Kagome no acepta nuestra relación, hace un mes que le prohibieron verme y desde hace una semana le impiden incluso escribirme... por eso hemos planeado a escondidas mediante el uso de esa paloma mensajera... nuestra fuga...— la paloma revoloteo hasta Oda y se poso sobre su hombro, haciendole un arrumaco —Como habreís notado... mi vista no es la mejor e incluso con mis gafas tengo serias dificultades para ver en la noche... además sospecho que su familia podría estar enterada de nuestros planes pues mi querida Ortensia es una paloma muy despistada y a veces se equivoca al dejar las cartas...— hizo una pausa para dedicarle una caricia a la paloma —Si su familia apareciese, no sé que que haría... por eso os pido que me ayudeís a mí y a Kagome a escapar... os lo ruego—
Mitsuki escuchó todo en silencio, escrutando los ojos de aquel hombre. La petición de no era nada baladí, eso lo sabía muy bien tanto ella como él. Una familia que pretendía defender a su manera a un miembro, era algo muy peligroso.
—Sé que lo que os pido es más de lo que sin duda merezco... entenderé que no querraís participar en una empresa así por un desconocido...—
La peliblanca esbozó una cálida sonrisa —Cuente conmigo, señor Oda— la Hyuga se volvió hacia su compañera —Sé que nos acabamos de conocer, pero me temo que tendré que pedirte tu ayuda... no quiero obligarte a que hagas nada que no quieras, así que entenderé que prefieras no tomar parte—
—Mil gracias señorita, no se si algún día podré compensaros esta ayuda que me ofreceís en tan oscura hora— levanto sus gafas para poder limpiarse las lágrimas que comenzaban a brotar de sus ojos por la emoción
—Vamos, vamos— Mitsuki le dio un par de palmaditas en el hombro —No llores, seguro que podemos solucionar tu problema— trato de animarle —Dinos que necesitas—
—No me andaré con rodeos, ni os mentiré— comenzó el hombre mientras se retiraba las gafas y clavaba aquellos pequeños ojos en los de la kunoichi de Uzu —La familia de mi mada Kagome no acepta nuestra relación, hace un mes que le prohibieron verme y desde hace una semana le impiden incluso escribirme... por eso hemos planeado a escondidas mediante el uso de esa paloma mensajera... nuestra fuga...— la paloma revoloteo hasta Oda y se poso sobre su hombro, haciendole un arrumaco —Como habreís notado... mi vista no es la mejor e incluso con mis gafas tengo serias dificultades para ver en la noche... además sospecho que su familia podría estar enterada de nuestros planes pues mi querida Ortensia es una paloma muy despistada y a veces se equivoca al dejar las cartas...— hizo una pausa para dedicarle una caricia a la paloma —Si su familia apareciese, no sé que que haría... por eso os pido que me ayudeís a mí y a Kagome a escapar... os lo ruego—
Mitsuki escuchó todo en silencio, escrutando los ojos de aquel hombre. La petición de no era nada baladí, eso lo sabía muy bien tanto ella como él. Una familia que pretendía defender a su manera a un miembro, era algo muy peligroso.
—Sé que lo que os pido es más de lo que sin duda merezco... entenderé que no querraís participar en una empresa así por un desconocido...—
La peliblanca esbozó una cálida sonrisa —Cuente conmigo, señor Oda— la Hyuga se volvió hacia su compañera —Sé que nos acabamos de conocer, pero me temo que tendré que pedirte tu ayuda... no quiero obligarte a que hagas nada que no quieras, así que entenderé que prefieras no tomar parte—