10/04/2016, 18:29
La joven kunoichi disfrutaba distraidamente de su té helado en lata, observando el ir y venir de las gentes de la plaza, cuando de repente sintió esa extraña sensación de que alguien te esta observando. Dejó sus ojos pasear por la muchedumbre, buscando al posible observador. No tardó demasiado en localizar a un chico pálido, de cabellos rubio platino rozando con el blanco que parecía tener sus ojos grises clavados en los de ella, al menos por un instante. Además los pasos del muchacho le habían llevado casi a plantarse frente a ella, ligeramente escorado. Mitsuki fingió que no se había percatado, pues quizás tan sólo había sido una casualidad pero cuando el chico habló lo tuvo que descartar.
-Disculpa, ¿esta ocupado? ¿Te importa si me siento?- dijo el muchacho acompañando sus palabras de una sonrisa. La Hyuga se percató de que el chico llevaba una bandana en su brazo izquierdo, al parecer pertenecía a Amegakure.
—Oh no, puedes sentarte si gustas— respondió la de Kusabi devolviendo la sonrisa mientra se desplazaba levemente hacia su izquierda para dejar más espacio al recién llegado.
No es que en aquel momento le apeteciese en exceso tener compañía, pero no quería ser descortés con alguien que no tenía culpa de su estado de ánimo. Sabía muy bien que no era correcto pagar las inquietudes con el resto de personas, sobre todo las generadas por una misma. Sin embargo, no se sentía especialmente tranquila con alguien extraño sentado a su lado y eso sin sumarle que parecía ser también un shinobi. Tras los acontecimientos anteriores, la joven se había visto obligada a ser un poco más desconfiada, aunque tenía que reconocer que aquel chico no le resultaba sospechoso de ser un peligro y menos en mitad de la capital del País del Fuego.
La jovene Hyuga dio otro sorbo a su té mientras desviaba la mirada hacia los viandantes para distraerse, intentando no parecer incomoda mientras el chico tomaba asiento
-Disculpa, ¿esta ocupado? ¿Te importa si me siento?- dijo el muchacho acompañando sus palabras de una sonrisa. La Hyuga se percató de que el chico llevaba una bandana en su brazo izquierdo, al parecer pertenecía a Amegakure.
—Oh no, puedes sentarte si gustas— respondió la de Kusabi devolviendo la sonrisa mientra se desplazaba levemente hacia su izquierda para dejar más espacio al recién llegado.
No es que en aquel momento le apeteciese en exceso tener compañía, pero no quería ser descortés con alguien que no tenía culpa de su estado de ánimo. Sabía muy bien que no era correcto pagar las inquietudes con el resto de personas, sobre todo las generadas por una misma. Sin embargo, no se sentía especialmente tranquila con alguien extraño sentado a su lado y eso sin sumarle que parecía ser también un shinobi. Tras los acontecimientos anteriores, la joven se había visto obligada a ser un poco más desconfiada, aunque tenía que reconocer que aquel chico no le resultaba sospechoso de ser un peligro y menos en mitad de la capital del País del Fuego.
La jovene Hyuga dio otro sorbo a su té mientras desviaba la mirada hacia los viandantes para distraerse, intentando no parecer incomoda mientras el chico tomaba asiento