12/04/2016, 20:56
El chico se retiró un poco ante la tajante respuesta de la peliblanca, ella esperaba que el chico se diese por vencido y abandonase la empresa resignado. Sin embargo, nada más lejos. El rubio platino volvió a la carga, de nuevo sin ningún tipo de rodeo. Por lo visto se había empeñado en sonsacarle una respuesta y parecía no querer cesar bajo ningun concepto.
Mitsuki volvió a girar la cabeza para mirar al muchacho antes de responder
—Creo que he sido lo susficientemente explícita en mi anterior respuesta— dijo con severidad antes de agregar —Lo lamento, pero debo irme— la joven se levantó como un resorte, se dio la vuelta una vez de pie para despedirse con una reverencia —Un placer hablar contigo, Rin— para volver a girarse sobre sus talones y comenzar a alejarse con paso tranquilo, en dirección a una papelera que había justo frente al banco donde se encontraban sentados. Depósito en ella su lata de té frío y se dispuso a continuar en dirección a la salida más cercana de la plaza.
La peliblanca no tenía intención alguna de satisfacer la curiosidad de un joven desconocido que acababa de plantarse justo frente a ella, ni siquiera sus compañeros de aldeas había contemplado jamás el byakugan en activo. De hecho, estaba casi segura de que la gran mayoría no conocía ni siquiera aquel dojutsu. Por lo que mostrárlo a un extranjero quedaba totalmente fuera de lugar, además recordaba muy bien las palabras de su maestra y por su última experiencia, sabía que cuanto menos llamase la atención mejor le iría
Mitsuki volvió a girar la cabeza para mirar al muchacho antes de responder
—Creo que he sido lo susficientemente explícita en mi anterior respuesta— dijo con severidad antes de agregar —Lo lamento, pero debo irme— la joven se levantó como un resorte, se dio la vuelta una vez de pie para despedirse con una reverencia —Un placer hablar contigo, Rin— para volver a girarse sobre sus talones y comenzar a alejarse con paso tranquilo, en dirección a una papelera que había justo frente al banco donde se encontraban sentados. Depósito en ella su lata de té frío y se dispuso a continuar en dirección a la salida más cercana de la plaza.
La peliblanca no tenía intención alguna de satisfacer la curiosidad de un joven desconocido que acababa de plantarse justo frente a ella, ni siquiera sus compañeros de aldeas había contemplado jamás el byakugan en activo. De hecho, estaba casi segura de que la gran mayoría no conocía ni siquiera aquel dojutsu. Por lo que mostrárlo a un extranjero quedaba totalmente fuera de lugar, además recordaba muy bien las palabras de su maestra y por su última experiencia, sabía que cuanto menos llamase la atención mejor le iría