16/04/2016, 21:56
Lo que sea que pasara en el torneo no había llegado a oídos de la pelirroja que apenas si había llegado a los dojos, donde justamente se desarrollaba este evento al que había sido invitada justamente por un extranjero. Chocante sin lugar a dudas. ~ Así van las cosas… ~ Pensaba la chica mientras recorría las calles de aquel lugar que desconocía completamente.
Todo parecía una ciudad bastante normal en si, con varios dojos de distintas dimensiones y dedicados a distintas disciplinas que realmente ninguna le llamaba la atención para su estilo de pelea, a lo mucho le sería útil aprender un poco de tonfas pero no tenía siquiera un par para practicar y las cuchillas que tenía en casa no serían igual de manejables.
De cualquier forma, ella no había llegado para entrenar ni nada por el estilo, si no más bien llegó buscando a aquel pelirrojo que la había invitado y dicho sea de paso le había dejado ese colgante que nunca le faltaba y se podía ver perfectamente en su pecho. ~ Pero… ¿Dónde se supone que lo busco...? ~ Que no se enteraba de nada y la carta poco decía respecto del punto de encuentro.
Si lo encontraba en los mares de gente resultaría casi que milagroso, aunque las pintas que llevaba mientras usaba su preciada máscara le venía genial porque algunos que llegaban a ver esa figura carmesí encapuchada se alejaban dejándole el paso libre. - Llamas mucho la atención… - Decía la fémina inexistente que le acompañaba. - Mejor. - Respondió a secas la pelirroja.
Las calles eran a los ojos de la kunoichi casi que iguales, se repetían una y otra vez las mismas ya que no le prestaba ni la más mínima atención a los alrededores. - Venga Reiji… - Susurraba mientras 'nadaba' entre personas pero sin encontrar aquello que buscaba.
A la larga Ritsuko se cansaría y terminaría por salir, apenas donde habían algunos samurái parados como guardias donde podría respirar más tranquila sin una multitud de personas a su alrededor que la limitasen en sus movimientos.
- Ya lo encontrarás, no te preocupes. - Decía en un intento por animar a su hija aunque sin éxito. La chica había decidido sentarse en una roca a un lado del camino solo para mirar el horizonte. - Porque es de fácil encontrar a un shinobi en particular. - Respondió algo cabizbaja mientras estiraba los brazos y contraía levemente las piernas para poder abrazarlas y apoyar su mentón cerca de las rodillas. - No sé ni a qué vine, siquiera los de mi aldea me dijeron nada. -
Todo parecía una ciudad bastante normal en si, con varios dojos de distintas dimensiones y dedicados a distintas disciplinas que realmente ninguna le llamaba la atención para su estilo de pelea, a lo mucho le sería útil aprender un poco de tonfas pero no tenía siquiera un par para practicar y las cuchillas que tenía en casa no serían igual de manejables.
De cualquier forma, ella no había llegado para entrenar ni nada por el estilo, si no más bien llegó buscando a aquel pelirrojo que la había invitado y dicho sea de paso le había dejado ese colgante que nunca le faltaba y se podía ver perfectamente en su pecho. ~ Pero… ¿Dónde se supone que lo busco...? ~ Que no se enteraba de nada y la carta poco decía respecto del punto de encuentro.
Si lo encontraba en los mares de gente resultaría casi que milagroso, aunque las pintas que llevaba mientras usaba su preciada máscara le venía genial porque algunos que llegaban a ver esa figura carmesí encapuchada se alejaban dejándole el paso libre. - Llamas mucho la atención… - Decía la fémina inexistente que le acompañaba. - Mejor. - Respondió a secas la pelirroja.
Las calles eran a los ojos de la kunoichi casi que iguales, se repetían una y otra vez las mismas ya que no le prestaba ni la más mínima atención a los alrededores. - Venga Reiji… - Susurraba mientras 'nadaba' entre personas pero sin encontrar aquello que buscaba.
A la larga Ritsuko se cansaría y terminaría por salir, apenas donde habían algunos samurái parados como guardias donde podría respirar más tranquila sin una multitud de personas a su alrededor que la limitasen en sus movimientos.
- Ya lo encontrarás, no te preocupes. - Decía en un intento por animar a su hija aunque sin éxito. La chica había decidido sentarse en una roca a un lado del camino solo para mirar el horizonte. - Porque es de fácil encontrar a un shinobi en particular. - Respondió algo cabizbaja mientras estiraba los brazos y contraía levemente las piernas para poder abrazarlas y apoyar su mentón cerca de las rodillas. - No sé ni a qué vine, siquiera los de mi aldea me dijeron nada. -