18/04/2016, 18:31
Un minuto antes...
—¿Y qué cojones haces tú aquí?
El dueño del local recibió como toda respuesta una pequeña explosión de humareda, que recubrió el cuerpo de Aka por completo, devorando la imagen del pelirrojo. Ahora, mientras el humo se extinguía, los presentes pudieron distinguir una nueva figura entre la humareda…
—¿Es que el omoide te ha nublado el ojo bueno? —preguntó el antiguo pelirrojo, con voz tan áspera como una piedra de afilar—. Soy Haskoz.
Vestido con un jubón de cuero oscuro, unos pantalones beis y unas botas negras, la imagen que presentaba frente a ellos era idéntica a la mostrada por Datsue minutos atrás. Al menos, para un ojo vago. Un ojo atento, en cambio, percibiría cambios sutiles en su silueta. Sus ojos ya no tenían el color oscuro y apagado de un pozo estancado, sino que parecían vibrar y relucir como la superficie de un río de aguas bravas, o como el filo de un kunai recién afilado. Su rostro, con más ojeras y cicatrices, tenía el mismo aspecto cansado que el de un viejo perro de pelea… e igual de imponente.
Sus ojos pasaron de Katame a Anzu, para finalmente detenerse en Datsue.
—Tal y como me lo imaginaba —dijo Haskoz, mientras jugueteaba con los dedos con el mango del Nage Ono que llevaba sujeto al cinto—. Yo me ocuparé de ellos, Katame.
Los dedos del Uchiha dejaron de tamborilear sobre el hacha. Ahora tan sólo parecían descansar entorno al mango.
No, no era una sombra la que le sujetaba. Era Katame. Ahora lo reconocía, pese a que el mundo parecía empeñado en seguir dando vueltas a su alrededor.
Oyó una voz, grave y áspera. Le resultaba familiar. Extraña y odiosamente familiar. Estaba a punto de descubrir a quién pertenecía cuando de pronto…
—¡Uuuugh! —el resto de la cena de Hiroshi salió despedido por su boca, bañando a Katame en un puré de arroz y pescado maloliente.
Uff... Ahora me encuentro mucho mejor, si señor.
—Así que recopilando información… —dijo Yume, nada más salir de aquel antro de mala muerte—. ¿Eh?
—Sabes muy bien que…
—Calla, ahora eso no importa —le cortó, todavía enfadada por lo que acababa de ver—. Tenemos que irnos.
Aka alzó una ceja, sorprendido.
—Han visto a Haskoz en el tugurio de Katame —le aclaró.
La ceja de Aka se elevó todavía más. Por una vez, era él quien no entendía nada.
—Eso es imposible.
Yume se limitó a encogerse de hombros, mientras acariciaba con una de sus manos su incipiente vientre.
—Ya… Pues fue Raito quien me lo contó. ¿Te acuerdas de él? Todavía iba puesto de omoide, pero me juró y perjuró que le había visto… Imagínate, como sabe la pequeña aventura que tuvimos, lo primero que hizo fue venir a contármelo.
—La pequeña… ¿aventura? —repitió, con voz exageradamente dolida.
A Yume no pareció importarle.
—Eso parecer ser para…
—Mierda… —la interrumpió de pronto.
—¿Qué ocurre?
Aka hinchó los carrillos y dejó escapar el aire lentamente.
—¿Quién sería tan estúpido como transformarse en Haskoz?
Yume se quedó con la boca entreabierta, sin saber qué decir. No tenía ni idea.
—Tengo que irme —soltó, dando media vuelta.
—¿¡Qué!? —exclamó, sorprendida—. Pero espera, ¿qué vas a…?
No se molestó en terminar la pregunta. Ya había desaparecido.
—Sabes muy bien que…
—Calla, ahora eso no importa —le cortó, todavía enfadada por lo que acababa de ver—. Tenemos que irnos.
Aka alzó una ceja, sorprendido.
—Han visto a Haskoz en el tugurio de Katame —le aclaró.
La ceja de Aka se elevó todavía más. Por una vez, era él quien no entendía nada.
—Eso es imposible.
Yume se limitó a encogerse de hombros, mientras acariciaba con una de sus manos su incipiente vientre.
—Ya… Pues fue Raito quien me lo contó. ¿Te acuerdas de él? Todavía iba puesto de omoide, pero me juró y perjuró que le había visto… Imagínate, como sabe la pequeña aventura que tuvimos, lo primero que hizo fue venir a contármelo.
—La pequeña… ¿aventura? —repitió, con voz exageradamente dolida.
A Yume no pareció importarle.
—Eso parecer ser para…
—Mierda… —la interrumpió de pronto.
—¿Qué ocurre?
Aka hinchó los carrillos y dejó escapar el aire lentamente.
—¿Quién sería tan estúpido como transformarse en Haskoz?
Yume se quedó con la boca entreabierta, sin saber qué decir. No tenía ni idea.
—Tengo que irme —soltó, dando media vuelta.
—¿¡Qué!? —exclamó, sorprendida—. Pero espera, ¿qué vas a…?
No se molestó en terminar la pregunta. Ya había desaparecido.
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—¿Y qué cojones haces tú aquí?
El dueño del local recibió como toda respuesta una pequeña explosión de humareda, que recubrió el cuerpo de Aka por completo, devorando la imagen del pelirrojo. Ahora, mientras el humo se extinguía, los presentes pudieron distinguir una nueva figura entre la humareda…
—¿Es que el omoide te ha nublado el ojo bueno? —preguntó el antiguo pelirrojo, con voz tan áspera como una piedra de afilar—. Soy Haskoz.
Vestido con un jubón de cuero oscuro, unos pantalones beis y unas botas negras, la imagen que presentaba frente a ellos era idéntica a la mostrada por Datsue minutos atrás. Al menos, para un ojo vago. Un ojo atento, en cambio, percibiría cambios sutiles en su silueta. Sus ojos ya no tenían el color oscuro y apagado de un pozo estancado, sino que parecían vibrar y relucir como la superficie de un río de aguas bravas, o como el filo de un kunai recién afilado. Su rostro, con más ojeras y cicatrices, tenía el mismo aspecto cansado que el de un viejo perro de pelea… e igual de imponente.
Sus ojos pasaron de Katame a Anzu, para finalmente detenerse en Datsue.
—Tal y como me lo imaginaba —dijo Haskoz, mientras jugueteaba con los dedos con el mango del Nage Ono que llevaba sujeto al cinto—. Yo me ocuparé de ellos, Katame.
Los dedos del Uchiha dejaron de tamborilear sobre el hacha. Ahora tan sólo parecían descansar entorno al mango.
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No, no era una sombra la que le sujetaba. Era Katame. Ahora lo reconocía, pese a que el mundo parecía empeñado en seguir dando vueltas a su alrededor.
Oyó una voz, grave y áspera. Le resultaba familiar. Extraña y odiosamente familiar. Estaba a punto de descubrir a quién pertenecía cuando de pronto…
—¡Uuuugh! —el resto de la cena de Hiroshi salió despedido por su boca, bañando a Katame en un puré de arroz y pescado maloliente.
Uff... Ahora me encuentro mucho mejor, si señor.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado