18/04/2016, 23:27
—Por aquí señorita Mitsuki—
Apenas había terminado la peliblanca de aceptar la oferta del pequeño de Amegakure, cuando esté la agarro por el brazo sin previo aviso. Mitsuki se sorprendió un poco, pues hasta hace un momento el chico se había mostrado bastante dubitativo. Sin embargo, de buenas a primeras se había mostrado con una resolución bastante impresionante. De hecho, ahora mismo, la estaba arrastrando por toda la plaza y la de Kusabi no sabía muy bien como debía de reaccionar. Es más, ni siquiera sabía hacia donde se dirigía, pero parecía tenerlo muy claro.
Antes de que la peliblanca pudiese quejarse, se encontraba frente un pequeño restaurante en una de las esquinas que daba a la plaza. El chico estaba apunto de entrar cuando se detuvo en seco, volviéndose hacia ella. Al parecer, Rin acababa de darse cuenta de que casi no le había dado opción a su acompañante a la hora de elegir y ahora parecía un poco contrariado.
La verdad es que la de Uzushio no le importaba que no hubiese contado con ella a la hora de elegir el lugar, no conocía muy bien el lugar y al parecer el chico si. Así que siendo objetivos no tenía mucho sentido que le preguntase pues la respuesta hubiese sido <Como tú veas> o algo similar. Aún así, la joven no pudo evitar sonreír ante ese arrepentimiento tan infantil
—No soy muy buena como guía gourmet, me temo— bromeó la chica devolviendo la sonrisa con cálidez —Aunque el olor de la comida de este restaurante es genial, así que tú primero Rin. Yo te sigo— indicó la joven mientras hacia a su compañero voltearse para enfrentarlo hacia la puerta del local, que no era más que una larga tela de un material parecido a la lona de color azul y blanco, Mitsuki le empujó suavemente para que el chico pasase el arco primero mientras ella lo seguía
Poco a poco, el humor de la joven se iba recuperando y todo gracias a aquel pequeño rubio platino que se habia mostrado tan natural. A veces lo único que hace falta es encontrar buenas personas para que te alegren el día... o eso era lo que solía decir su maestra
Apenas había terminado la peliblanca de aceptar la oferta del pequeño de Amegakure, cuando esté la agarro por el brazo sin previo aviso. Mitsuki se sorprendió un poco, pues hasta hace un momento el chico se había mostrado bastante dubitativo. Sin embargo, de buenas a primeras se había mostrado con una resolución bastante impresionante. De hecho, ahora mismo, la estaba arrastrando por toda la plaza y la de Kusabi no sabía muy bien como debía de reaccionar. Es más, ni siquiera sabía hacia donde se dirigía, pero parecía tenerlo muy claro.
Antes de que la peliblanca pudiese quejarse, se encontraba frente un pequeño restaurante en una de las esquinas que daba a la plaza. El chico estaba apunto de entrar cuando se detuvo en seco, volviéndose hacia ella. Al parecer, Rin acababa de darse cuenta de que casi no le había dado opción a su acompañante a la hora de elegir y ahora parecía un poco contrariado.
La verdad es que la de Uzushio no le importaba que no hubiese contado con ella a la hora de elegir el lugar, no conocía muy bien el lugar y al parecer el chico si. Así que siendo objetivos no tenía mucho sentido que le preguntase pues la respuesta hubiese sido <Como tú veas> o algo similar. Aún así, la joven no pudo evitar sonreír ante ese arrepentimiento tan infantil
—No soy muy buena como guía gourmet, me temo— bromeó la chica devolviendo la sonrisa con cálidez —Aunque el olor de la comida de este restaurante es genial, así que tú primero Rin. Yo te sigo— indicó la joven mientras hacia a su compañero voltearse para enfrentarlo hacia la puerta del local, que no era más que una larga tela de un material parecido a la lona de color azul y blanco, Mitsuki le empujó suavemente para que el chico pasase el arco primero mientras ella lo seguía
Poco a poco, el humor de la joven se iba recuperando y todo gracias a aquel pequeño rubio platino que se habia mostrado tan natural. A veces lo único que hace falta es encontrar buenas personas para que te alegren el día... o eso era lo que solía decir su maestra