21/04/2016, 00:32
Una vez ambos chicos se encontraban en el interior de aquel pequeño bar, frente a la barra que ocupaba todo el fondo de punta a punta. El lugar no era más que un pequeño rectángulo ocupado por una serie de banquetas que se disponían paralelamente a la barra.
Nada más entrar, lo primero que pudo notar Mitsuki fue que la cocina estaba a pleno rendimiento pues el olor de los diferentes preparados inhundaba la estancia agradablemente.
—Huele genial¿Verdad Mitsu?—
—Sin lugar a dudas— asintió la joven a la que empezaba abrirselé el hambre ante aquel festival de olores. Ambos shinobis se acercaron hasta la barra y tomaron asiento en un par de banquetas libres que había. El sonido del movimiento de taburetes atrajó al camarero desde el interior de la cocina. Era un tipo bastante bajo, casi de la altura de los chicos, sin embargo se notaba que era bastante más mayor. El hombre sonrío al verles, lo que acentuó un poco la papada que era casi como una segunda calva. Se notaba que el hombre sentía pasión por su oficio o al menos por su producto.
Sin dilación, el hombre se dispuso a tomárles nota. Aquello era un bar pequeño y las comandas debían de ser rápidas para evitar que se formase una cola que no pudiesen manejar.
El rubio platino fue el primero, no dudó ni por un instante sobre su petición. Al parecer traía más que pensado lo que iba a comer. Mitsuki no lo tenía tan claro, pero como no quería hacer peder el tiempo se decantó por una de sus comidas favoritas: ochazuke. Era un plato bastante extendido por el mundo, pero muy típico en Kusabi por la sencillez de su preparación y la cantidad de ingredientes que se le podían añadir. Además como era caldoso venía muy bien para combatir el frío.
—Ochazuke con pescado por favor— solicitó la joven con una pequeña reverencia
Nada más entrar, lo primero que pudo notar Mitsuki fue que la cocina estaba a pleno rendimiento pues el olor de los diferentes preparados inhundaba la estancia agradablemente.
—Huele genial¿Verdad Mitsu?—
—Sin lugar a dudas— asintió la joven a la que empezaba abrirselé el hambre ante aquel festival de olores. Ambos shinobis se acercaron hasta la barra y tomaron asiento en un par de banquetas libres que había. El sonido del movimiento de taburetes atrajó al camarero desde el interior de la cocina. Era un tipo bastante bajo, casi de la altura de los chicos, sin embargo se notaba que era bastante más mayor. El hombre sonrío al verles, lo que acentuó un poco la papada que era casi como una segunda calva. Se notaba que el hombre sentía pasión por su oficio o al menos por su producto.
Sin dilación, el hombre se dispuso a tomárles nota. Aquello era un bar pequeño y las comandas debían de ser rápidas para evitar que se formase una cola que no pudiesen manejar.
El rubio platino fue el primero, no dudó ni por un instante sobre su petición. Al parecer traía más que pensado lo que iba a comer. Mitsuki no lo tenía tan claro, pero como no quería hacer peder el tiempo se decantó por una de sus comidas favoritas: ochazuke. Era un plato bastante extendido por el mundo, pero muy típico en Kusabi por la sencillez de su preparación y la cantidad de ingredientes que se le podían añadir. Además como era caldoso venía muy bien para combatir el frío.
—Ochazuke con pescado por favor— solicitó la joven con una pequeña reverencia