25/04/2016, 03:24
No tardaron mucho en ingresar a la clínica, un lugar un poco más grande de lo que se pudiera esperar conseguir en aquel pueblo. En cuanto ingresaron, un par de señoras les rodearon y comenzaron a examinarlos. Su inspección era minuciosa y fue la que determinó que el joven de ojos dispares fuera atendido primero.
—Necesitamos asegurarnos de limpiar la herida para luego suturar. Tráiganme antisépticos, gasas e hilo y aguja —dijo mientras sus dos ayudantes se ponían en marcha y mientras ella preparaba una mesa—. Y tú, ven y acuéstate en la mesa para que pueda atenderte.
Antes de que pudiera responder, ambas señoras comenzaron a insistirle al joven de cabello negro para que siguiera las instrucciones de la doctora. Por su parte, Kazuma se dispuso a sentarse en una silla que tuviera la suficiente cercanía como para poder observar a su compañero.
—Listo —exclamó en cuanto termino con el Takanashi—. Ahora el chico de cabello blanco, veamos que tienes.
El Ishimura se sentó sobre la mesa y dejó que la doctora le examinara como quisiera. El examen tomó un poco más que el de su compañero, pues necesitaban identificar la magnitud del daño interno. Le pidieron que respirara de varias formas y que inflara el pecho mientras escuchaban sus latidos y palpaban su abdomen.
—Vale, recibiste un buen golpe, pero por lo visto no tienes nada roto —aseguro para alivio de su paciente—. Con un vendaje abdominal bastará para que te recuperes.
Pronto le pusieron una especie de gel y envolvieron su torso con largos vendajes que formaban una especie de faja bastante apretada. Una de las enfermeras le comentó algo a la doctora y luego salió de la habitación. Para cuando regresó lo hizo con un poco de ropa típica de la región, pues lo que traían puesto había quedado inutilizable. La doctora les dio un vistazo más a ambos y se dio media vuelta hacia una estantería con libros cercana.
—Quizás por aquí haya algo… —Se dijo mientras revisaba algunos escritos—. Es primera vez que veo un sarpullido tan agresivo como este ¿Saben qué fue lo que se los provocó?
—Esto… —Kazuma observó a Tatsuya y procedió a hablar—. Fueron unos hongos de color negro con manchas amarillas.
—Hum… —Cerró la enciclopedia en sus manos y se giro hacia ambos—. No conozco ese hongo que me describen, así que solo puedo darles un ungüento para el sarpullido en general —de una mesa cercana tomó un botecito que le entregó a Tatsuya—. Les aliviará mientras que se les pasa, pónganselo luego del baño… Que por cierto, falta les hace.
Luego de unos chequeos más, los chicos ya se encontraban con su necesidad médica cubierta. En el pueblo comenzaban a preparar una hoguera central que serviría para el festín de dentro de unas horas. Solo les quedaría compartir un poco de comida con los aldeanos y luego podrían irse a dormir.
—Necesitamos asegurarnos de limpiar la herida para luego suturar. Tráiganme antisépticos, gasas e hilo y aguja —dijo mientras sus dos ayudantes se ponían en marcha y mientras ella preparaba una mesa—. Y tú, ven y acuéstate en la mesa para que pueda atenderte.
Antes de que pudiera responder, ambas señoras comenzaron a insistirle al joven de cabello negro para que siguiera las instrucciones de la doctora. Por su parte, Kazuma se dispuso a sentarse en una silla que tuviera la suficiente cercanía como para poder observar a su compañero.
—Listo —exclamó en cuanto termino con el Takanashi—. Ahora el chico de cabello blanco, veamos que tienes.
El Ishimura se sentó sobre la mesa y dejó que la doctora le examinara como quisiera. El examen tomó un poco más que el de su compañero, pues necesitaban identificar la magnitud del daño interno. Le pidieron que respirara de varias formas y que inflara el pecho mientras escuchaban sus latidos y palpaban su abdomen.
—Vale, recibiste un buen golpe, pero por lo visto no tienes nada roto —aseguro para alivio de su paciente—. Con un vendaje abdominal bastará para que te recuperes.
Pronto le pusieron una especie de gel y envolvieron su torso con largos vendajes que formaban una especie de faja bastante apretada. Una de las enfermeras le comentó algo a la doctora y luego salió de la habitación. Para cuando regresó lo hizo con un poco de ropa típica de la región, pues lo que traían puesto había quedado inutilizable. La doctora les dio un vistazo más a ambos y se dio media vuelta hacia una estantería con libros cercana.
—Quizás por aquí haya algo… —Se dijo mientras revisaba algunos escritos—. Es primera vez que veo un sarpullido tan agresivo como este ¿Saben qué fue lo que se los provocó?
—Esto… —Kazuma observó a Tatsuya y procedió a hablar—. Fueron unos hongos de color negro con manchas amarillas.
—Hum… —Cerró la enciclopedia en sus manos y se giro hacia ambos—. No conozco ese hongo que me describen, así que solo puedo darles un ungüento para el sarpullido en general —de una mesa cercana tomó un botecito que le entregó a Tatsuya—. Les aliviará mientras que se les pasa, pónganselo luego del baño… Que por cierto, falta les hace.
Luego de unos chequeos más, los chicos ya se encontraban con su necesidad médica cubierta. En el pueblo comenzaban a preparar una hoguera central que serviría para el festín de dentro de unas horas. Solo les quedaría compartir un poco de comida con los aldeanos y luego podrían irse a dormir.