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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#97
El genin se despidió de su compañero y procedió a encaminarse hacia la celebración. Nada más llegar, un montón de gente lo rodeó para hacerle cientos de preguntas. La mayoría hacían referencia a la cosas típicas; que si había tenido miedo, qué tan difícil fue y cómo se desarrolló el combate contra la bestia. A Kazuma le incomodaba un poco ser el centro de atención, pero se aseguraba de mantener un rostro sereno para mostrar a los pobladores.

Entonces cuando todo se cubrió de una neblina rojiza… —Se encontraba relatando su expedición a un grupo de jóvenes que le veían con ojos atentos y curiosos.

¡Kazuma-san! —Escuchó como su le llamaban.

Lo siento chicos, continuaré con la historia más tarde. —Se levantó entre pucheros y lamentos que le hicieron sentir un poco culpable.

Tenías razón, Shibō sólo necesitaba un poco de hongos, se alivió en cuanto le di un poco de los que recogí en la madriguera —comentó sonriente—. Además, al final decidí venir, no iba a aguarles la fiesta.

Me alegra, que el jabato este bien —dijo sonriendo, a pesar de que ya había pensado en comerselo—. También me alegra que hayas decidido venir. Después de tantas penurias mereces pasar un buen rato.

Habría sido un buen momento para sentarse y conversar un poco, pero la fiesta y su animada gente no estaban como para eso. Un grupo de personas bulliciosas los rodeo y los separó, llevándolos a que probaran tal comida o que vieran tal cosa o que les contaran más sobre cómo fue su viaje por el bosque de hongos.

«Supongo que nos veremos luego.» —Ya suponía que la noche nos les dejaría oportunidad de encontrarse calmadamente.

Un grupo de niños tiro a Kazuma de sus ropas, exigiendo que terminara el relato que había comenzado. Llevado por tanta insistencia, se sentó en un banquito y todos los demás se sentaron al frente para poder escucharle. Aquello le recordaba el poco tiempo que pasó en un orfanato y como él y sus compañeros se agolpaban frente a la cuidadora cuando llegaba la hora de los cuentos.

Como les seguía diciendo… —Continuo donde se había quedado e igual que al inicio tuvo cuidado de maquillar las partes más fuertes y perturbadoras.

Luego de un rato los chicos se dispersaron felices y emocionados por semejante cuento. Aquello lo había dejado cansado, pero también bastante satisfecho. Posiblemente aquellos muchachitos quisieran ahora ver al jabato que habían rescatado de la guarida de aquel monstruo. Mientras la celebración continuaba. Kazuma camino un rato, saludando a la gente y respondiendo en la medida de lo posible a sus preguntas. Se podía escuchar a las personas riendo y la música tradicional vibrando.

En cierto punto consiguió la oportunidad de sentarse y descansar un poco, mientras observaba cómo comenzaba el baile de parejas. La mayoría eran adolescentes mayores que él, pero también había ancianos, adultos y gente de su edad disfrutando la romántica melodía. Siempre le había gustado aquel estilo de danza en particular, en especial desde que Naomi le enseñó sobre ella. Mientras veía el ir y venir de los pasos acompasados, un par de sujetos se sentaron a su lado y comenzaron a hablarle de cosas cotidianas mientras le convidaban un vaso cerveza suave.

De pronto, una figura se manifestó ante él, con un yukata rosado sobre el cual caían las trémulas luces que les rodeaban. Se trataba de la muchacha que atendía la posada en donde se estaban quedando. Se quedó observándolo en silencio y aquello hizo creer al Ishimura que probablemente también quería que le contaran la historia.

«¿Sus amigas también?» —No entendía por qué algunas chicas que estaban tras de ella parecían querer disimular su presencia mientras le arrojaba algunas frases alentandola a algo.

La chica extendió de forma delicada su mano hacia el Ishimura, este ya suponía de qué iba el asunto, pero los sujetos que tenía a su lado se adelantaron. Le dieron un empujón para que se levantara y entonces el peliblanco tomo con delicadeza la mano de la joven por sobre la suya. No sabía que decir en aquel momento, así que se limitó a guiarla caballerosamente hacia el circulo donde estaban bailando las parejas.

Los sujetos que estaban junto a él lo despidieron con un choque de sus vasos y con enormes sonrisas que denotaban algún hecho de picardía. Alzaron sus pulgares en señal de ánimo y dejaron que se retiraran.

La pieza era lenta y con muchos compases románticos. Puede que la jovencita no hubiese mediado palabra alguna, pero su sola presencia lograba poner un poco nervioso al Ishimura. Aunque la expresión calmada de su rostro no fuese capaz de traicionarle, el leve rubor que se marcaba en sus mejillas era bastante claro.

«Bueno… Esto no está tan mal, pero no consigo sentirme cómodo con tantas miradas encima.» —Parecía que aquella muchacha tenía muchas amigas, y que cada una de ellas estaba observando su danza desde el exterior del círculo.

En cierto punto la muchacha dejó que su cara descansara sobre el hombro y melena de aquel de ojos grises. Y aunque no sabía por qué, recién en ese momento, estando ya tan cerca, es que Kazuma noto lo frágil y cálida que era y basto con percibir su olor a lilas y la suavidad de su piel para que se le acelerara el corazón.

La jovencita pudo percibir el ritmo de aquello latidos que parecían sincronizarse con la música. En cierto punto alzó su rostro para encontrar los grises luceros del espadachín. Separó sus labios y se acercó a él como si fuera a susurrarle algo, pero justo en ese momento se acabó la pieza. Unas manos tomaron al joven por los hombros y comenzaron jalarle hacia donde estaba la gran hoguera, esto mientras escuchaba que el gran platillo estaba listo. El ruido fue mucho, pero le pareció que escuchar que de la boca de la chica salía la frase “Búscame más tarde”.

Al espadachín lo llevaron hasta una enorme mesa. Se sentó en dicho lugar a esperar aquello que fuesen a traer de comer. Había mucha gente sentada, intercambiando palabras en medio del ánimo. Al otro lado de aquella larga tabla, Kazuma pudo ver sentado a Tatsuya que parecía estar igual de confuso. Pasaron unos cinco minutos y entonces un grupo de ocho hombres llegaron cargando sobre un palanquín algo enorme cubierto por una gran tela.

«¿Y esto?» —Había mucho misterio en el aire.

Los pusieron sobre la mesa y retiraron aquel mantel. Resultaba ser un enorme jabalí, de aproximadamente la mitad del tamaño del que habían enfrentado. Lo más curioso era que la bestia estaba ensartada por un montón de espadas de quién sabe dónde las sacaron. Además estaba rodeada por cientos de diferentes y deliciosos hongos. Era, literalmente, un jabalí con guarnición de hongos y espadas.

«Claro, ya entiendo —dijo luego apreciar la ironía de la situación—. Es el jabalí que cazamos, las espadas que usamos y el bosque de hongos en cual ocurrió todo.»

El Ishimura no pudo evitar reírse con fuerza mientras observaba a su compañero, aquellos aldeanos sí que se habían lucido con eso. El resto de la noche la pasaron comiendo y sin problemas, compartiendo y conociendo a la gente del lugar.

A al día siguiente.

Le despertaron los rayos del sol que entraban por la ventana, lo cual le pareció extraño pues se suponía que era de mañana. Se levantó con dificultad pues le dolía la cabeza, había tomado más cerveza de la que debía. Comprobó su estado y pudo ver que estaba hecho todo un desastre, lo peor era que aún le ardían un poco los tobillos y sentía el torso adormecido.

Ya voy… —Dijo en cuanto escuchó que tocaron la puerta de su habitación.

Abrió y se trataba de la hija del dueño, aquella con la que había bailado durante la fiesta. La muchacha llevaba una bandeja con el desayuno. El peliblanco la dejo pasar para que acomodará aquello. Cuando se asomó al patio fue que cayó en cuenta de que ya había pasado el mediodía. La muchacha se quedó observándole bastante sonrojada y luego, en silencio, procedió a marcharse. Antes de irse, mostró disimuladamente un pequeño moretón en su delicado cuello. Aquello provocó algo en Kazuma, que se dirigió a un espejo cercano para comprobar algo.

¡Caray! —exclamó al notar que no tenía la parte de arriba de su vestimenta, aunque lo que más le impresionó fue la serie de moretones que subían desde su abdomen, por encima de la venda, hasta su cuello y el olor a lilas que emanaba de su piel—. Ya me acuerdo… —Sí, recordó que cuando se estaba retirando a descansar aquella muchacha lo tomó por sorpresa y lo arrastró hasta el templo del pueblo, lugar que estaba solo. Ahí se quedaron a pasar un tiempo de calidez, aunque aquello aún lo tenía un poco borroso.

Se acomodó lo más que pudo y salió de su habitación, no sin antes ponerse su bandana en el cuello para cubrir aquellos moretones… Preciosa pasión la de la juventud.

Tatsuya —dio tres golpecitos a la puerta—. Recuerda que hoy tenemos que ir a ver al herborista.
[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]
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RE: Un jabalí con guarnición de hongos y espadas - por Hanamura Kazuma - 27/04/2016, 21:01


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