—¿Estás bien, Tatsuya? —Le pregunto mientras recuperaba el aire.
-¡NO! ¡No estoy bien!- Tenía cara de desesperación. -¡Un zorro me mordió, hay un calor horrendo, estoy cubierto de sangre sucia y...- No tuvo tiempo para terminar de enumerar las cosas que le fastidiaban.
—¿Escuchas eso? —Se refería al gruñido de los osos, al rugir de las panteras y al ulular de los búhos—. Parece que los más grandes vienen a unirse a la fiesta.
-Alto, espera ¡¿te está gustando esto?!- A Tatsuya le pareció ver que el Ishimura se estaba divirtiendo. -Eso da un poquito de miedito ¿sabes?- Afirmó mientras una gota de sudor se dejaba ver.
Pronto el verdadero terror se desataría cuando de entre los matorrales empezaron a salir media docena de panteras negras ya algo esqueléticas enseñando los comillos además de dos grandes osos cuyo estado de corrupción se veía en sus ojos hundidos. Y para coronar aquel desfile macabro un gigantesco búho que sobrevoló el claro hasta posarse en un árbol muerto cercano. Aquellas bestias estaban sufriendo, no eran más que seres dominados por la violencia mientras el oro de los demonios los carcomía y devoraba lentamente, y el Takanashi sentía dolor por ello.
-Que la voluntad de Kawakage-sama me de fortaleza...- Rogaba mientras se despojaba del obi dejando así su pecho al descubierto.
El infierno se desató ante los dos shinobis, inmersos en el sofocante calor y rodeados de criaturas mas cercanas a lo demoníaco que a lo natural sólo podía compararse al averno mismo. El ave lejos de su típico sonido emitió mas bien un chillido agónico semejante al de un grito de muerte mientras extendía sus alas, aquel grito parecía haber sido la señal para que la horda de animales se lanzara contra los shinobis con una furia salvaje. El búho se lanzo a por el Ishimura mientras del lado del Takanashi los osos corrian a toda velocidad.
Las panteras se disponían a saltarles encima, pero Tatsuya de inmediato clavó su espada en el suelo para echar mano a su portaobjetos y sacar de ahí un paquetito con makibishi que no dudó en usar para detener el avance de los negros felinos. Pudo escuchar sus rugidos de dolor cuando se clavaron en las almohadillas de sus patas, pero no durarían mucho tiempo así. Los osos rápidamente fueron hacia él obligándolo a sacar de nuevo su espada del suelo para bloquear uno de los zarpazos y echarse a rodar por el suelo para esquivar el otro.
Canalizó una vez más la electricidad en la Ninjatō, se levantó de un salto y con un giro degolló a uno de los osos provocando que la sangre le salpicase en el rostro al punto de que pudo sentir el mal sabor cuando unas gotas entraron en su boca, el asco era horrendo pero luego de escupir y ver que el otro oso cargaba contra él colocó su espada en ristre esperando que a que estuviera lo suficientemente cerca. Cuando por fin el oso se alzó sobre sus dos patas para avalanzarse sobre el Takanashi este le dió un tajo de abajo hacia arriba abriendo así la caja torácica del animal. Tatsuya saltó hacia atrás evitando ser aplastado por el enorme cuerpo que al caer dejó que un gran charco negro se extendiera desde él.
Para cuando eso pasó las panteras ya se habían librado de los makibishi, fue mucho menos tiempo de lo que Tatsuya hubiera querido. En esos momentos se arrepentía de haberse gastando todos los shurikens en la serpiente gigante, fue un momento desesperado y ahora pagaba por su insensatez. Se le habia ocurrido un plan, pero era una maniobra prácticamente suicida. No tenía otra opción, debía alejar a las panteras del señor Sentaro.
-¡KAZUMA!- Por primera vez lo había llamado por su nombre a secas. -¡Yo atraeré a las panteras!- Sería carnada viva para ellas.
El no aguantaría mucho más, así que decidió arriesgarse para que el Ishimura tuviera total libertad para atacarlas. Iba a darlo todo en esos momentos, su mirada daba a entender que no daría el brazo a torcer y corrió directo a las fieras mientras daba un grito de guerra. Los felinos se ablanzaron sobre el y se podria ver cómo sus ropas eran desgarras, pero no habían alcnzado a dañar su piel. "Mierda, usar el Kikai de esa manera gasta demasiado chakra." Dió un giro sobre sí mismo con la espada para despejar a las fieras, pero una de estas le atacó por la espalda dándole un zarpazo y tumbándolo al suelo.
Terminó soltando la espada al caer, estaba extenuado por el tremendo gasto de energia física y espiritual de golpe, pero confiaba que así al menos le había abierto una brecha al Ishimura para moverse con total libertad. "Lamento no poder hacer más..." Se reprochó a si mismo mientras la fiera estaba a punto de destrozarle el cuello.
-¡NO! ¡No estoy bien!- Tenía cara de desesperación. -¡Un zorro me mordió, hay un calor horrendo, estoy cubierto de sangre sucia y...- No tuvo tiempo para terminar de enumerar las cosas que le fastidiaban.
—¿Escuchas eso? —Se refería al gruñido de los osos, al rugir de las panteras y al ulular de los búhos—. Parece que los más grandes vienen a unirse a la fiesta.
-Alto, espera ¡¿te está gustando esto?!- A Tatsuya le pareció ver que el Ishimura se estaba divirtiendo. -Eso da un poquito de miedito ¿sabes?- Afirmó mientras una gota de sudor se dejaba ver.
Pronto el verdadero terror se desataría cuando de entre los matorrales empezaron a salir media docena de panteras negras ya algo esqueléticas enseñando los comillos además de dos grandes osos cuyo estado de corrupción se veía en sus ojos hundidos. Y para coronar aquel desfile macabro un gigantesco búho que sobrevoló el claro hasta posarse en un árbol muerto cercano. Aquellas bestias estaban sufriendo, no eran más que seres dominados por la violencia mientras el oro de los demonios los carcomía y devoraba lentamente, y el Takanashi sentía dolor por ello.
-Que la voluntad de Kawakage-sama me de fortaleza...- Rogaba mientras se despojaba del obi dejando así su pecho al descubierto.
El infierno se desató ante los dos shinobis, inmersos en el sofocante calor y rodeados de criaturas mas cercanas a lo demoníaco que a lo natural sólo podía compararse al averno mismo. El ave lejos de su típico sonido emitió mas bien un chillido agónico semejante al de un grito de muerte mientras extendía sus alas, aquel grito parecía haber sido la señal para que la horda de animales se lanzara contra los shinobis con una furia salvaje. El búho se lanzo a por el Ishimura mientras del lado del Takanashi los osos corrian a toda velocidad.
Las panteras se disponían a saltarles encima, pero Tatsuya de inmediato clavó su espada en el suelo para echar mano a su portaobjetos y sacar de ahí un paquetito con makibishi que no dudó en usar para detener el avance de los negros felinos. Pudo escuchar sus rugidos de dolor cuando se clavaron en las almohadillas de sus patas, pero no durarían mucho tiempo así. Los osos rápidamente fueron hacia él obligándolo a sacar de nuevo su espada del suelo para bloquear uno de los zarpazos y echarse a rodar por el suelo para esquivar el otro.
Canalizó una vez más la electricidad en la Ninjatō, se levantó de un salto y con un giro degolló a uno de los osos provocando que la sangre le salpicase en el rostro al punto de que pudo sentir el mal sabor cuando unas gotas entraron en su boca, el asco era horrendo pero luego de escupir y ver que el otro oso cargaba contra él colocó su espada en ristre esperando que a que estuviera lo suficientemente cerca. Cuando por fin el oso se alzó sobre sus dos patas para avalanzarse sobre el Takanashi este le dió un tajo de abajo hacia arriba abriendo así la caja torácica del animal. Tatsuya saltó hacia atrás evitando ser aplastado por el enorme cuerpo que al caer dejó que un gran charco negro se extendiera desde él.
Para cuando eso pasó las panteras ya se habían librado de los makibishi, fue mucho menos tiempo de lo que Tatsuya hubiera querido. En esos momentos se arrepentía de haberse gastando todos los shurikens en la serpiente gigante, fue un momento desesperado y ahora pagaba por su insensatez. Se le habia ocurrido un plan, pero era una maniobra prácticamente suicida. No tenía otra opción, debía alejar a las panteras del señor Sentaro.
-¡KAZUMA!- Por primera vez lo había llamado por su nombre a secas. -¡Yo atraeré a las panteras!- Sería carnada viva para ellas.
El no aguantaría mucho más, así que decidió arriesgarse para que el Ishimura tuviera total libertad para atacarlas. Iba a darlo todo en esos momentos, su mirada daba a entender que no daría el brazo a torcer y corrió directo a las fieras mientras daba un grito de guerra. Los felinos se ablanzaron sobre el y se podria ver cómo sus ropas eran desgarras, pero no habían alcnzado a dañar su piel. "Mierda, usar el Kikai de esa manera gasta demasiado chakra." Dió un giro sobre sí mismo con la espada para despejar a las fieras, pero una de estas le atacó por la espalda dándole un zarpazo y tumbándolo al suelo.
Terminó soltando la espada al caer, estaba extenuado por el tremendo gasto de energia física y espiritual de golpe, pero confiaba que así al menos le había abierto una brecha al Ishimura para moverse con total libertad. "Lamento no poder hacer más..." Se reprochó a si mismo mientras la fiera estaba a punto de destrozarle el cuello.