19/05/2016, 16:11
De pronto, un silencio sepulcral invadió la estancia. Casi parecía artificial. Datsue no pudo resistirse, pese a haber jurado que no lo haría, a mirar atrás. Total, después de tantas promesas rotas, una más no supondría ningún cambio palpable en su karma.
—Im-imposible —farfulló, mientras giraba la cabeza de un lado a otro en busca de Haskoz. Pero no estaba. Ni él, ni Katame. El único rastro que habían dejado aquellos dos eran las mesas partidas por la mitad, los vasos rotos y las grietas en el suelo. Por lo demás, era como si nunca hubiesen estado allí. Como si sólo hubiesen sido una ilusión, un Genjutsu.
Se quedó embobado durante unos instantes, tratando de comprender lo que acababa de suceder. Entonces, oyó que alguien se precipitaba hacia la salida. Era Anzu.
Mierda…
Se levantó como pudo, trastabilló con unos cristales rotos que yacían en el suelo y trató de alcanzarla. La cabeza le dolía como si alguien acabase de clavarle un clavo en mitad del cerebro. Se llevó las manos a la sien, mientras atravesaba la puerta metálica del pasillo y seguía a Anzu a través de él, guiado más por el sonido de sus pasos que por verla.
Para su sorpresa, la única buena que había recibido en aquel día, el gorila que guardaba la entrada había desaparecido también. Que de repente tuviese tanta suerte empezaba a resultarle hasta sospechoso, pero no sería él quien se quejase.
Entonces, siguió a Anzu a través de la puerta que llevaba al exterior y…
… Ambos se encontraron de nuevo ante el principio del estrecho pasillo. Era como si, en realidad, hubiesen abierto la puerta metálica del pasillo. La puerta que separaba el local del recibidor.
—Pero, ¿qué cojones…? —preguntó, estupefacto—. ¿¡Otra vez el puto omoide!?
—Im-imposible —farfulló, mientras giraba la cabeza de un lado a otro en busca de Haskoz. Pero no estaba. Ni él, ni Katame. El único rastro que habían dejado aquellos dos eran las mesas partidas por la mitad, los vasos rotos y las grietas en el suelo. Por lo demás, era como si nunca hubiesen estado allí. Como si sólo hubiesen sido una ilusión, un Genjutsu.
Se quedó embobado durante unos instantes, tratando de comprender lo que acababa de suceder. Entonces, oyó que alguien se precipitaba hacia la salida. Era Anzu.
Mierda…
Se levantó como pudo, trastabilló con unos cristales rotos que yacían en el suelo y trató de alcanzarla. La cabeza le dolía como si alguien acabase de clavarle un clavo en mitad del cerebro. Se llevó las manos a la sien, mientras atravesaba la puerta metálica del pasillo y seguía a Anzu a través de él, guiado más por el sonido de sus pasos que por verla.
Para su sorpresa, la única buena que había recibido en aquel día, el gorila que guardaba la entrada había desaparecido también. Que de repente tuviese tanta suerte empezaba a resultarle hasta sospechoso, pero no sería él quien se quejase.
Entonces, siguió a Anzu a través de la puerta que llevaba al exterior y…
… Ambos se encontraron de nuevo ante el principio del estrecho pasillo. Era como si, en realidad, hubiesen abierto la puerta metálica del pasillo. La puerta que separaba el local del recibidor.
—Pero, ¿qué cojones…? —preguntó, estupefacto—. ¿¡Otra vez el puto omoide!?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado