1/06/2016, 14:15
Ambos shinobis estaban disfrutando apaciblemente de su comida, y la verdad no era para menos pues había que reconocer que le cocinero de aquel restaurante tenía una mano prodigiosa. Hacía mucho tiempo que la de la Kusabi no probaba un Ochazuke tan bien elaborado, casi que podía rivalizar con el legendario Ochazuke de la famosa "Abuela de Kusabi". Había marineros que viajaban al pequeño pueblo siemplemente para poder degustar esa prodigiosa obra de arte culinaria. Quizás la peliblanca estaba exagerando, pero hacia tanto tiempo que no comía nada tan bueno que seguramente estaría exagerándolo un poco. No es que no hubiese buena comida en Uzushio, sin embargo tenían otro gusto por la comida menos acorde con las constumbres de la Hyuga.
Sin embargo, el relajado deleite de los chicos se vería interrumpido por la irrupción de tres tipos bastante extraños. No sólo por su peculiar vestimenta, una camisas de cuellos altos, pulseras de pinchos y peinados de colores bastante extravagantes. Si no por su comportamiento, uno de ellos se aproximó hasta la barra y se sentó junto Rin mientras los otros dos esperaban en la puerta.
El tipo que había tomado asiento en la barra era bastante grandote, casi de uno ochenta y muy gordo, llevaba la camisa casi abierta mostrando un torso peludo bastante poco agradable a la vista. Apoyo el codo en la barra y una pierna en el travesaño que unía las patas del taburete sobre el que estaba sentado Rin.
El extraño hombre se quedó mirando al chico con aquellos ojos pequeñitos y muy juntos, era de un color azabache oscuro. Lo cierto es que tenía una mirada un tanto bobalicona, pero su estatura seguramente le ayudaría a imponer un poco de respeto.
Parecía querer incomodar a los comensales con su mirada, aunque por el momento ninguno de los dos les hacia demasiado caso
Sin embargo, el relajado deleite de los chicos se vería interrumpido por la irrupción de tres tipos bastante extraños. No sólo por su peculiar vestimenta, una camisas de cuellos altos, pulseras de pinchos y peinados de colores bastante extravagantes. Si no por su comportamiento, uno de ellos se aproximó hasta la barra y se sentó junto Rin mientras los otros dos esperaban en la puerta.
El tipo que había tomado asiento en la barra era bastante grandote, casi de uno ochenta y muy gordo, llevaba la camisa casi abierta mostrando un torso peludo bastante poco agradable a la vista. Apoyo el codo en la barra y una pierna en el travesaño que unía las patas del taburete sobre el que estaba sentado Rin.
El extraño hombre se quedó mirando al chico con aquellos ojos pequeñitos y muy juntos, era de un color azabache oscuro. Lo cierto es que tenía una mirada un tanto bobalicona, pero su estatura seguramente le ayudaría a imponer un poco de respeto.
Parecía querer incomodar a los comensales con su mirada, aunque por el momento ninguno de los dos les hacia demasiado caso