5/06/2016, 18:41
"Sabía que no debía haber girado"
Mitsuki acababa de volver al pequeño sendero que había estado siguiendo antes, aquel bosque estaba lleno de pequeñas veredas y no sabía muy bien por qué se equivocó y giro por una un poco más ancha pensando que esta le llevaría hasta el templete que andaba buscando. Por suerte no se había desviado demasiado y pudo volver al camino anterior, al que se reincorporó de nuevo.
Tras un par de minutos caminando, dobló el último recodo del camino y se encontró de frente con un chico en mitad de un claro que parecía estar observando un construcción de madera que la Hyuga no tardó mucho en reconocer como el santuario del Dios Fuujin que estaba buscando.
El peliblanco que tenía justo delante debía de ser el mismo que se había cruzado hacia un rato, pues su yukata era del mismo color que el del muchacho que estaba con su abuela a la entrada del camino aunque ahora parecía estar solo.
—Vale, parece que es solo el templo de alguna divinidad sin nombre ¿Pero por qué está en un lugar tan alejado y solitario?—
El chico parecía haber lanzado aquella cuestión de manera retórica, pero Mitsuki no pudo evitar responder
—Es un templo dedicado a Fuujin-sama— informó la de Kusabi con tranquilidad mientras avanzaba lentamente hasta colocarse justo al lado del muchacho —Se construyó en prueba de amistad entre el País del Remolino y Shiroi Kusabi, aunque se le rinde también culto en el panteón del templo principal junto al resto de kamis— la peliblanca junto ambas palmas de sus manos, e hizo una pequeña reverencia —Así que sólo los que le rinden culto o conocen a alguien que lo haga, saben de este lugar— giró su cabeza para buscar la mirada del joven de ojos color grises —Lo que me intriga es ¿cómo lo has encontrado tú?— terminó la joven con una cálida sonrisa, contrayendo levemente los ojos potenciando aún más el toque afelinado de su rostro
Mitsuki acababa de volver al pequeño sendero que había estado siguiendo antes, aquel bosque estaba lleno de pequeñas veredas y no sabía muy bien por qué se equivocó y giro por una un poco más ancha pensando que esta le llevaría hasta el templete que andaba buscando. Por suerte no se había desviado demasiado y pudo volver al camino anterior, al que se reincorporó de nuevo.
Tras un par de minutos caminando, dobló el último recodo del camino y se encontró de frente con un chico en mitad de un claro que parecía estar observando un construcción de madera que la Hyuga no tardó mucho en reconocer como el santuario del Dios Fuujin que estaba buscando.
El peliblanco que tenía justo delante debía de ser el mismo que se había cruzado hacia un rato, pues su yukata era del mismo color que el del muchacho que estaba con su abuela a la entrada del camino aunque ahora parecía estar solo.
—Vale, parece que es solo el templo de alguna divinidad sin nombre ¿Pero por qué está en un lugar tan alejado y solitario?—
El chico parecía haber lanzado aquella cuestión de manera retórica, pero Mitsuki no pudo evitar responder
—Es un templo dedicado a Fuujin-sama— informó la de Kusabi con tranquilidad mientras avanzaba lentamente hasta colocarse justo al lado del muchacho —Se construyó en prueba de amistad entre el País del Remolino y Shiroi Kusabi, aunque se le rinde también culto en el panteón del templo principal junto al resto de kamis— la peliblanca junto ambas palmas de sus manos, e hizo una pequeña reverencia —Así que sólo los que le rinden culto o conocen a alguien que lo haga, saben de este lugar— giró su cabeza para buscar la mirada del joven de ojos color grises —Lo que me intriga es ¿cómo lo has encontrado tú?— terminó la joven con una cálida sonrisa, contrayendo levemente los ojos potenciando aún más el toque afelinado de su rostro